"Diosa de la democracia" en la plaza de Tiananmen
Publicamos la tercera entrega de nuestra serie sobre los suceso de Tiananmen en 1989. En este capítulo Ludo Martens desmiente el supuesto pacifismo del "movimiento por la democracia" y revela su reaccionaria naturaleza anticomunista.
Hu Yaobang muere el 15 de abril de
1989. Los sectores derechistas del movimiento de los estudiantes de Pekín aprovecha la ocasión para exigir que la tendencia de Hu, cuya orientación liberal y pro-imperialista
es bien conocida, obtenga la dirección absoluta del Partido y que los últimos
representantes de la línea marxista-leninista sean eliminados. La primera exigencia de esta derecha es la reevaluación de los méritos de Hu Yaobang,
criticado en 1987, y la rehabilitación política de todos sus partidarios
expulsados del Partido, cuya figura principal es Fang Lizhi, el célebre
apologista del imperialismo americano y del régimen de Taiwan. El 24 de abril,
este núcleo estudiantil anuncia la formación de un Comité preparatorio para la Federación Nacional
de los Estudiantes, y su apoyo escandaloso a Solidarnosc muestra sus intenciones de
constituir un centro político legal capaz de unir a todas las fuerzas
anticomunistas.[1]
En respuesta a ello, el Buró Político del Partido
Comunista denuncia el 26 de abril “una conspiración organizada” y “una
agitación que pretende acabar con la dirección del Partido Comunista y con el
sistema socialista”.
El 2 de mayo, el núcleo estudiantil hace una
petición al Partido en la que afirma responder a la oferta de diálogo hecha por
el gobierno. Cuando uno la examina de cerca, comprueba que esta gente
no busca en absoluto el diálogo, sino el enfrentamiento y que su fin
último es efectivamente el derrocamiento del Partido Comunista. En el primer punto, exigen “la
igualdad absoluta” entre las dos partes, los estudiantes y las autoridades
nacionales, con la presencia de los más altos responsables del
Partido y del Estado. Los estudiantes deben ser representados por la Federación Autónoma
de los Estudiantes, lo que implica el reconocimiento oficial de las
organizaciones anti-socialistas. El grupo pide además que el encuentro sea
retransmitido íntegramente por televisión, facilitando así la implantación de
la organización anticomunista en todo el país.[2]
Comprendiendo perfectamente el sentido
político de esta táctica, una revista del gobierno norteamericano declara: “Si
esta petición hubiese sido concedida, los estudiantes habrían obtenido la
legalización de la primera organización política completamente independiente de
la historia de la
República Popular y la negación de facto de los cuatro principios
fundamentales de Deng Xiaoping.”[3]
Zhao Zhiyang se une a la
contrarrevolución
El primer gran giro en los
acontecimientos se produjo el 4 de mayo durante el discurso de Zhao Zhiyang a su
regreso de Pyongyang. Ante los miembros del Banco Asiático de Desarrollo, Zhao
presenta una valoración positiva del movimiento estudiantil en curso y desautoriza a los que consideran que este movimiento está dirigido por fuerzas
anti-socialistas.
Posteriormente, una revista del gobierno
norteamericano hizo el siguiente análisis de la intervención de Zhao: “A pesar
de la enorme dimensión de las manifestaciones, aún no constituían una rebelión
popular. Sólo empezaron a serlo cuando los manifestantes vieron
que gozaban de la simpatía claramente manifiesta de un ala del Partido y del
aparato gubernamental, y ayudaban a esta fracción en su lucha los
conservadores. Este proceso comenzó con el discurso del 4 de mayo de
Zhao.”[4]
Muchos
miembros del Partido Comunista se sienten desorientados ante estas dos
apreciaciones completamente contradictorias del movimiento estudiantil, que provienen ambas de la dirección del Partido. Zhao da inmediatamente
instrucciones a todos los medios de comunicación para que apoyen el movimiento
en curso. Gracias a los medios de comunicación, el movimiento estudiantil se
transforma en movimiento popular. Tras la declaración de la ley marcial el 20 de mayo, y hasta el 25 de mayo, la prensa, la radio y la televisión
llaman a la población a oponerse a la entrada del ejército en Pekín.[5]
Fue este momento cuando, en medio de la confusión
política general, ciertas fuerzas de izquierda auténticas, gente que
criticaba las reformas de Deng Xiaoping desde las posiciones de Mao Zedong y de Zhou Enlai, se comprometieron con el movimiento. Desde ese momento, los
manifestantes persiguieron objetivos diametralmente opuestos. Unos querían regresar a los principios socialistas de los años de Mao y otros querían llevar las
reformas hasta la introducción de la economía de mercado. Fueron estos últimos quienes tuvieron en todo momento la dirección política del movimiento en su
conjunto.
Zhao Zhiyang (en compañía del ex-primer ministro Wen Jiabao) tratando de dialogar con los estudiantes
La derecha al asalto del poder
El 17 de mayo, Yan Jiaqi, uno de los
principales dirigentes del movimiento, y colaborador estrecho de Zhao, publica el
Manifiesto del 17 de Mayo. En él
apoya a Zhao Zhiyang contra el “emperador” Deng Xiaoping y contra “el gobierno
bajo control absoluto de un dictador”. Yan escribe: “¡Abajo el editorial del 26
de abril! ¡Abajo la dictadura! ¡Viva el espíritu de oposición a la tiranía!” Su
manifiesto es publicado al día siguiente por la prensa de Taiwan.[6]
Desde ese día, el núcleo dirigente del movimiento habla abiertamente de la
eliminación de la izquierda marxista del gobierno.
En una declaración de la
dirección del movimiento en Tiananmen del 21 de mayo, se puede leer: nosotros no somos la
“clase de personas que buscan un compromiso con un gobierno que trata a este
movimiento patriótico de manera errónea”. Si el gobierno no se va, entonces
“los disturbios nunca tendrán final”.[7]
El mismo 21 de mayo, Yan Jiaqi exige en una declaración el derrocamiento del
primer ministro Li Peng, del presidente de la República Yang Shangkung
y de la autoridad militar superior, Deng Xiaoping. Yan reclama su expulsión del
Partido y que se le siente ante un tribunal.[8]
Pero a finales de mayo de 1989, una gran
mayoría del comité central del Partido cierra filas en torno a Deng Xiaoping y Li
Peng y se une contra la fracción pro-capitalista de Zhao Zhiyang.[9]
El camarada Li Peng, héroe del pueblo, garante del socialismo en China en 1989
El 1 de junio, el cuartel general de los
estudiantes en Tiananmen exige el fin de la ley marcial y la retirada de las
tropas. Anunciando la violencia a punto de , afirma: “Si estas reivindicaciones
no son satisfechas, los estudiantes estarán preparados para sacrificar sus vidas.”[10]
Claramente, el movimiento está perdiendo
velocidad. Pero el núcleo duro no piensa ceder de ningún modo. Al contrario,
se están preparando acciones desesperadas. Los estudiantes deciden seguir ocupando la plaza de Tiananmen hasta
la sesión de la
Asamblea Nacional del 20 de junio. Es decir, pretenden
mantener indefinidamente en el corazón mismo de la capital una agitación que
existe desde hace ya seis semanas. Aún es posible una nueva oleada de protestas
en Pekín. Algunos disturbios se manifiestan ya en las provincias. Una revista
del gobierno norteamericano, que constata la decadencia del movimiento,
escribe: “Debido al flujo de apoyo financiero procedente del sector privado
chino y de los simpatizantes de ultramar y al refuerzo proporcionado por
nuevos reclutas que llegaron a la capital, era difícil que el movimiento se
disolviera por sí mismo.”[11]
Después de una campaña de información de dos
semanas, durante la cual las autoridades no aplicaron la ley marcial, éstas deciden desocupar la plaza
por medio del ejército y las fuerzas del orden. El 2 de junio, envían
soldados desarmados para convencer a los estudiantes de que se marchen. No fue en
absoluto una “provocación”, como dice la prensa anticomunista. El envío de
soldados sin armas coincide perfectamente con la fase de decadencia del
movimiento y la voluntad del Partido de acabar con los desórdenes sin
violencia, una política practicada de manera constante desde hacía ya seis semanas
y absolutamente inconcebible en cualquier país imperialista. Aquel 2 de junio,
los soldados desarmados fueron atacados, golpeados y hechos prisioneros por
estudiantes y elementos desclasados.
Prepararon sistemáticamente la violencia
Si bien es indiscutible que la gran mayoría
de los estudiantes no quería la violencia, también es evidente que, desde el
principio y de manera metódica, la dirección del movimiento calentó los ánimos
para el enfrentamiento y la violencia.
El 21 de abril de 1989, se hace un llamamiento
a la huelga en la Universidad de Beida. “¡Queremos hacer progresar la
democracia por la sinceridad de nuestro sacrificio, poco importa la represión,
escalaremos montañas de láminas cortantes, nos sumergiremos en océanos de
fuego!”[12]
Éste un lenguaje que clama por sangre.
Otro periódico mural del 23 de abril retoma
textualmente la propaganda de Taiwan: “La democracia y la libertad. Éste es el
objetivo de nuestra huelga. La lucha es inevitable, hay que aceptarla sin miedo.
Habrá víctimas, pero el sacrificio vale la pena. ¿Podemos aceptar el dolor que
nace de la esclavitud? Nacemos libres, ellos en cambio quieren hacer de nosotros esclavos.”[13] Es
una táctica diseñada desde hace tiempo por la CIA para la lucha en los países socialistas:
evitar el tiempo que sea posible el enfrentamiento directo con los órganos
de la dictadura del proletariado; ganarse una gran influencia entre las masas
vacilantes proclamando una voluntad pacifista; preparar psicológicamente para el
enfrentamiento inevitable, y finalmente hacer destacar que las autoridades
iniciaron la agresión y que los manifestantes actuaban en legítima defensa.
El 13 de mayo, los dirigentes deciden
dramatizar la lucha iniciando una huelga de hambre de 3.000 estudiantes. Durante la preparación del enfrentamiento, hablan de la muerte cada vez más a menudo. En La petición de la huelga de hambre, los
estudiantes de la Universidad de Pekín hablan del “momento crucial de vida o
muerte, que decidirá sobre la supervivencia o el hundimiento de la nación.
Ciertamente, la muerte no es nuestro fin. Pero si la muerte de una persona
puede mejorar la vida de muchos otros, si puede hacer que nuestra nación sea
próspera y grande, entonces no tenemos derecho a actuar de manera cobarde.”[14]
Un profesor de inglés chino explica a un periodista de Libération la táctica seguida por el movimiento. “Primero, la
dirección del Partido comunista debe reconocer la asociación de estudiantes y
la legitimidad de nuestro movimiento. Pero éstas sólo son nuestras
primeras exigencias. Deben abandonar la plaza. Y si se les ocurre utilizar la
violencia, ocurrirá en China lo que ocurrió en Francia en 1789, con la toma de la
Bastilla.”[15]
El 22 de mayo, los estudiantes de la plaza de Tiananmen hacen subir aún más la temperatura: “Li Peng y Yang Shangkun han dado un golpe de Estado
contrarrevolucionario. Han destituido al secretario general Zhao Ziyang. Todo
el pueblo debe aplastar este golpe de Estado y rechazar al gobierno de Li
Peng.”[16]
Aplastar un golpe de Estado contrarrevolucionario: ¿es posible hacer esto con
gentileza y pacifismo?
El martes, 30 de mayo, una bandera ondea sobre
la Plaza de
Tiananmen: “El 1789 de China”, llamando abiertamente a una revolución para
derrocar al régimen. Un tal Wang declara al periodista de Libération: “La historia demuestra que no se puede conquistar la
libertad sin recurrir a la violencia. Es lamentable, pero debe correr la
sangre. En China no ha llegado aún el momento. La violencia nos aislaría de las
masas. Primero tenemos que despertar al pueblo y ganarnos su apoyo para la
causa de la democracia.”[17]
La tarde del 3 de junio, a las 21 horas, antes
de la intervención de las fuerzas del orden, Chai Ling pide a los estudiantes
de la plaza que levanten la mano y juren: “Por el progreso de nuestro país
hacia la democracia, por la prosperidad de nuestro país y para impedir que mil
millones de chinos mueran en la guerra, juro proteger la plaza de Tiananmen y la República con la vida.
Nuestras cabezas pueden ser cortadas y puede ser derramada nuestra sangre, pero la
plaza del pueblo no se puede perder. Estamos preparados para pelear hasta el fin, hasta el último de nosotros .”[18]
Los pacifistas: “¡Sabemos que debe
correr la sangre!”
Encontramos una discusión
extremadamente significativa y reveladora sobre el “carácter pacífico” del
movimiento, en la revista Problems of
Communism, publicada por la
Agencia de Información del gobierno norteamericano.
Demuestra dos cosas de manera irrefutable. Primero: la opción no violenta del
movimiento de Pekín era una simple táctica, una hábil maniobra para recabar el
mayor apoyo posible para las actividades y tesis anticomunistas. En segundo
lugar: había una división de papeles. Mientras los voceros “oficiales” pregonaban la no violencia, los elementos “especializados” se preparaban para la violencia,
dispuestos a usarla en cuanto fuera necesario. Esto es lo que dice la revista
del gobierno norteamericano sobre la “no-violencia” de estos dirigentes
estudiantiles tan inocentes.
“Consideraciones de carácter práctico han
aconsejado una aproximación no violenta. El régimen comunista todavía controla
fuerzas militares y policiales impresionantes. El ejército y las fuerzas de la
policía se han mantenido firmemente al lado del régimen. Su apoyo explica el
por qué sería poco realista para el movimiento democrático irse a las montañas
como lo hizo Mao en los años treinta. Los demócratas dicen que si la violencia
ha de tener un papel en el futuro de China, tendrá que venir del interior del
ejército chino. El presidente de la Primavera de China, Hu Ping, dijo en el Cuarto
Congreso de la organización en Los Ángeles, Estados Unidos: 'Nuestra
organización no tiene suficiente fuerza como para dar un golpe militar'. Wan
Runnan, de la
Federación Democrática , ha dicho: 'Nuestro principio de
no-violencia no significa que no correrá la sangre. Hay una división de
papeles. Nuestro papel es organizar actividades pacíficas, racionales y no-violentas. Pero otros cumplirán otros papeles'. La no-violencia y el apoyo al
socialismo ofrecen las mejores posibilidades para construir una gran coalición
contra el régimen y para atraerse el máximo apoyo oficial y no oficial en el
extranjero. Como declaraba un dirigente de la Primavera de China
declaraba durante los debates para el Cuarto Congreso: Sólo la bandera de los
métodos pacíficos puede reunir una gran audiencia popular. Si alguien aquí me
pide dinero a cambio de fusiles, seguramente quisiera dar los fusiles para la
caza de aves'.”[19]
Los amotinados golpearon primero
Cuando el ejército y la policía
quisieron restablecer el orden, tras dos semanas de trabajo de
explicación, los primeros heridos, así como los primeros muertos, cayeron del
lado del ejército.
El periódico Libération describe los acontecimientos del viernes 2 de junio con
estas palabras: “Las masas se lanzaron encima de los militares, la inmensa
mayoría muy jóvenes y sin armas. Miles de soldados fueron hechos prisioneros.
Sus oficiales les ordenaban no resistir.”[20]
El sábado 3 de junio, a las 15 horas, el periodista de Libération apunta que unos manifestantes prendieron fuego a unos autobuses militares. Y continúa: “Se expusieron las armas recogidas en uno estos
vehículos. Aquella tarde, Pekín presenta ya un ambiente de motín. ‘Sin violencia
no podemos lograr cambios. Debemos prepararnos para ello. No tememos la violencia’,
grita un obrero. Esta violencia ya está en el aire. Sábado, 17h15. Palacio del
Pueblo. Jóvenes patrullan con piedras y largas porras arrancadas de las manos
de los policías. ‘Estamos preparados para el sacrificio’, grita un orador
improvisado. ‘Si cae uno de nosotros, un millón se levantará'. Las masas gritan:
¡abajo el régimen fascista! Cada vez más gente habla de ‘responder a la
violencia del Estado."[21]
Por la tarde, "a lo largo de kilómetros, tanto en el oeste como en el este de la plaza de Tiananmen, la
avenida Chang'an no es más que una sucesión de barricadas.”[22]
El periódico derechista The Far Eastern
Economie Review escribe: “En la tarde del 3 de junio, una nueva
intervención de soldados a pie y sin armas fue detenida enfrente del Hotel de
Pekín, pero esta vez algunos soldados fueron golpeados brutalmente por bandas
de jóvenes delincuentes que habían aparecido por primera en la zona de Tiananmen con barras de hierro y palos. Más tarde, en diversos incidentes, varios
soldados perdieron la vida, golpeados y lapidados con piedras. En Chong Wen
Men, el cuerpo de un soldado fue arrojado de una pasarela y quemado. En otro
incidente, varios manifestantes mutilaron el cuerpo de un soldado.”[23]
Un ciudadano belga en Pekín declara por
teléfono: “Primero enviaron los tanques del 38º ejército contra los ocupantes
de Tiananmen. Intentó hacerlo sin que se genere violencia. No lo consiguió, de hecho
hubo muertos en sus filas.”[24]
¿Quiénes son estos grupos de asesinos? Johan
Galtung examinó grabaciones en vídeo de la violencia y escribió: “Son
extremadamente móviles, lanzan cócteles molotov, sabiendo exactamente cómo
destruir un vehículo, incluso un tanque. Aparentemente, tienen unos treinta
años.”[25]
Podemos creer razonablemente que agentes entrenados en Taiwan, esa base mundial
de escuadrones de la muerte, agentes que pudieron actuar desde hace tiempo
gracias a la laxitud del gobierno, jugaron un papel importante en esta
violencia. Taiwan tenía mucho interés en que el movimiento terminará en un baño
de sangre y tenía los medios para realizar las provocaciones necesarias para
este fin.
"Pacifismo" de los estudiantes de la plaza de Tiananmen
¿Empujados deliberadamente a la muerte?
Hasta un periódico tan anticomunista
como es Libération se ve obligado a
sugerir la hipótesis según la cual los dirigentes del movimiento estudiantil
habrían provocado deliberadamente el fin violento de un movimiento que estaba perdido de antemano. Libération cita a un dirigente llegado a Occidente, Lao Mu: “Dos
semanas antes de la matanza, sabíamos que todo estaba perdido y Wang Juntao
hizo preparar documentación falsa para encubrir la huida de los intelectuales y
de algunos estudiantes que dirigían el movimiento, entre los que estaba yo.” Y Libération formula esta necesaria pregunta: “¿Por qué Wang Juntao se opuso a la evacuación de Tiananmen, si
las informaciones comunicadas a los activistas por la periodista Dai Qing algunos días antes, sobre la inminencia de una intervención militar
indiscriminada, eran fiables? ¿Consideraron algunos dirigentes del movimiento que un mártir serviría más a su causa?” ‘Toda la estrategia del movimiento
estaba basada en el mártir’, subrayaba recientemente uno de los líderes
clandestinos de una red democrática.”[26]
El ejército tenía la obligación de acabar con el motín
El 4 de junio, era urgente que el
ejército interviniera para poner fin a las provocaciones mortales y a la
ocupación de la Plaza
de Tiananmen.
Desde el 1 de junio, La Voz de América informaba sistemáticamente
que unidades del ejército estaban a punto de enfrentarse entre ellas, que había
soldados que se negaban a imponer la ley marcial, que el gobierno ya no tenía
ningún apoyo. En otras palabras, la emisora de radio de la CIA incitaba abiertamente a la
insurrección.
El ejército no podía eclipsarse ante la
violencia y los asesinatos de los amotinadores, tampoco podía permitir que los
anticomunistas siguieran ocupando el corazón de la capital. Esto había sido
considerado por todas las fuerzas anti-socialistas como una expresión de la
impotencia del ejército para reaccionar ante las fuerzas de la
contrarrevolución, como una clara señal de que el poder estaba totalmente
paralizado, y que por consiguiente podía ser derrocado.
La intervención del
ejército se había vuelto necesaria para poner fin al motín anticomunista, pero constituía
al mismo tiempo la prueba del fracaso de cierta política. En efecto, la
orientación pro-capitalista, pro-imperialista de Hu Yaobang y de Zhao Zhiyang
había provocado un descontento justificado en la población, generado al mismo
tiempo una gran confusión política. Al no comprender el alcance del programa
del núcleo duro de Tiananmen, una parte de la población de Pekín se opuso a
la intervención del ejército.
Para combatir la violencia justificada con la
que un país socialista se defiende contra el imperialismo, los peores fascistas
hablan en nombre del humanismo y del humanitarismo. Lo cual demuestra que
siempre hay que hacer un análisis de clase cuando una fuerza política empieza a
hablar de humanismo. El portavoz del gobierno fascista de Taiwan, dijo lo
siguiente respecto de las injerencias norteamericanas en la República Popular
de China: “Los Estados Unidos demostraron que eran dignos de ser los
dirigentes del mundo libre al enarbolar muy alto los principios del humanismo y
de los derechos humanos.”[27]
Sin embargo, en los primeros meses de 1990, en El Salvador, bandas fascistas
entrenadas por Taiwan, bombardearon indiscriminadamente los barrios populares de la
capital, masacrando a la población con armas pesadas. Al llegar a Taiwan el 21
de febrero de ese año, el presidente salvadoreño, Christiani, declara: “Juntos
seremos capaces de marchar por el camino de la libertad y de la democracia.”[28]
Durante la agresión contra Panamá, un Estado independiente, los Estados Unidos
mataron, según Eduardo Galeano, a 7000 civiles. Todos los crímenes
incalificables del imperialismo son borrados sistemáticamente de la memoria de
nuestros pueblos, mientras que la represión justificada dirigida contra la
subversión imperialista en Pekín es recordada por la BBC , día tras días, semana
tras semana, desde hace más de un año, como el crimen más grande contra la
humanidad. No podemos estar del lado de los pueblos de El Salvador, Guatemala,
Granada, Panamá, Argentina, Filipinas, pueblos aterrorizados por los Estados
Unidos y Taiwan y no podemos estar del lado del gobierno socialista chino que combate
los intentos de reconquista de China por parte de Taiwan y de los Estados
Unidos.
[2] Problems of Communism, “The Tienanmen massacre”, p.6.
[3] Problems of Communism, septiembre-octubre de 1989, p.25.
[4] Problems of Communism, septiembre-octubre de 1989, “Political sociology of the Beijing
Upheaval”, p.38.
[5] Ibídem,
p.39.
[6] United
Daily News, 18 de mayo, Taiwan, en Inside
Mainland China, junio de 1989, p.3.
[7] “Carta abierta a Deng Xiaoping”, en Inside Mainland China, agosto de 1989,
p.7.
[8] Inside
Mainland China, agosto de 1989, p.7-8.
[9] Ming Pao, 22 de mayo de 1989, en Inside Mainland China, junio de 1989,
p.1.
[10] “Joint Declaration”, en Inside Mainland China, agosto de 1989,
p.9.
[11] Problems
of Communism, septiembre-octubre de 1989, “The Tien An Men…”, p.12.
[12] Libération collection, nº1, junio de 1989, p.30.
[13] Ibídem, p.37.
[14] Inside Mainland China, agosto de 1989, p.6.
[15] Libération collection, op. cit., p.37.
[16] Ibídem, p.59.
[17] Ibídem, p.78.
[18] The Free China Journal, 15 de junio de 1989, p.3.
[19] Problems of Communism, septiembre-octubre de 1989, “Chinese democracy in 1989” , p.28-29.
[20] Libération, 3-4 de junio de 1989, p.3.
[21] Libération, 5 de junio de 1989, p.3-4.
[22] Libération, 8 de junio de 1989, p.2.
[23] FEER, 15 de junio de 1989, p.12.
[24] De
Morgen, 7 de junio de 1989, p.5.
[25] De Groene Amsterdammer, 11 de octubre de 1989, p.9.
[26] Libération, 25 de abril de 1990, p.36-37.
[27] Sinorama, nº8, agosto de 1989, ROC-Taiwan, Shaw yu-ming, p.51.
[28] The
Free China Journal, 26 de Febrero, 26 de febrero de 1990, p.1.
1 comentario:
Muchas gracias por tu blog, un trabajo excelente.
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