domingo, 11 de agosto de 2013

De Tiananmen a Timisoara [2] Lo que realmente querían los estudiantes de Pekín



Publicamos la segunda entrega de la serie sobre los sucesos de Tiananmen, esta vez con un capítulo que se centra en la caracterización del movimiento de los estudiantes por la democracia.

Nuestros medios de comunicación aprendieron que los estudiantes de Pekín se manifestaban por reivindicaciones democráticas y contra la corrupción. No querían en absoluto derrocar el régimen socialista. La prueba de ello es que cantaban la Internacional. ¿Puede haber confirmación más flagrante de que bajo el socialismo la democracia es imposible? Una camarilla de gerontócratas tiránicos, al verse superada por los acontecimientos, aplastó en un baño de sangre a un movimiento lleno de bondad e ingenuidad. 

Toda la derecha, desde el PSC hasta el Vlaams Blok, nos presentó esta versión. Tras la represión del movimiento pro-imperialista, los trotskistas desplegaron una actividad febril para llevar a la izquierda belga a apoyar a los “estudiantes”. Pidieron a centenares de progresistas su adhesión a una petición que decía que los estudiantes “exigían realmente una democratización del socialismo”, y que declaraba: “el pretexto de que la contrarrevolución está levantando la cabeza es inaceptable”.[1] Nosotros afirmamos en cambio que, actuando de esta forma, los trotskistas se comportaron como verdaderos agentes del imperialismo americano y del fascismo taiwanés. El lector juzgará si esta acusación está fundada o no. 

Una revolución contra el socialismo

¿Cuál era el carácter y la naturaleza del movimiento de Pekín?

Pocas horas después de la intervención del ejército, el 4 de junio de 1989, Shaw Yuming, portavoz del gobierno de Taiwan, declaraba: “Aunque algunas personas crean que este movimiento estudiantil sólo es una lucha en el seno del sistema y no un movimiento revolucionario dirigido contra el Partido Comunista, que no es un movimiento al margen del sistema, tenemos que subrayar lo siguiente: si se examinan bien las cosas, vemos que su lema ‘democracia o muerte’ y el levantamiento de la estatua de la ‘diosa de la libertad’ sobre la Plaza de Tian An Men, demuestran de manera evidente que luchan por una democracia de tipo occidental.[2] Dos semanas más tarde, el portavoz del gobierno de Taiwan informa a un periodista japonés: “El señor Yuan Mu, portavoz del gobierno de Pekín, ha afirmado que los manifestantes buscaban derrumbar el régimen socialista [...] Decía la verdad. Algunas personas, como Fang Lizhi y otros intelectuales, son perfectamente conscientes de lo que piden. Pero muchas personas solamente pedían algunos cambios; no conocían las implicaciones lógicas de lo que reclamaban [...]. En una revolución, hay jefes y hay seguidores. Los jefes saben lo que quieren pero los seguidores solo tienen una vaga idea de lo que hacen. Muchas personas que estaban en la plaza de Tiananmen pensaban que solamente pedían algunos cambios, pero no sabían que se trataba realmente de una revolución para salir del sistema.[3]

Así pues, vemos que por una vez el Partido Comunista chino y el partido fascista taiwanés estaban de acuerdo en una cuestión, y no de la menor importancia: el movimiento “democrático” de Pekín tenía efectivamente un carácter contrarrevolucionario. 

El programa de Fang Lizhi

Para juzgar si esta estimación es correcta, es importante analizar, con toda objetividad, cuál era el programa político propuesto por el núcleo dirigente en la Plaza de Tiananmen.

El movimiento, previsto inicialmente para el 4 de mayo de 1989, había sido preparado durante todo el año 1988. A comienzos del año 1989, Fang Lizhi, padre espiritual indiscutible del movimiento, hizo una gira por las capitales occidentales con el fin de recabar apoyos para el inminente movimiento.

El 17 de enero de 1989, Fang Lizhi publica en Libération un artículo titulado “China necesita democracia”, consigna repetida después por el movimiento estudiantil de Pekín. Denigrando los últimos 40 años de construcción socialista, Fang Lizhi declara: “la lógica solo puede llevar a una conclusión: las desilusiones de los últimos 40 años deben ser atribuidas al sistema social mismo. [...] El socialismo, en su variante Lenin-Stalin-Mao, ha sido completamente desacreditado.” Partidario de la introducción de las leyes del capitalismo en China, añade: “¿Puede una economía libre ser compatible con la forma específicamente dictatorial del gobierno chino? Una mirada sobre la China de 1988 nos muestra que, a grandes rasgos, la respuesta a esta pregunta es negativa. En primer lugar, China difiere de otros países en que su sistema dictatorial no es capaz de aceptar una economía totalmente libre. Y esto se debe a que la dictadura socialista está íntimamente vinculada a un sistema de ‘propiedad colectiva’ y a que su ideología es fundamentalmente antitética del tipo de derechos de propiedad requeridos por una economía libre.[4]

Fang Lizhi prosigue aclarando que por la expresión “libertad de prensa” entiende la libertad de expresión para la clase ascendente de los capitalistas chinos: “El editor de un periódico de Cantón ha escribto recientemente que la función de su periódico era hablar, no en nombre del PCCh, sino en nombre de la clase media emergente de Cantón.

Y para rematar su artículo, Fang Lizhi explica la táctica que hay que seguir, inspirada en gran parte por las experiencias de Polonia y Hungría: “La democracia es algo más que un eslogan: ejerce una presión que le es propia. El fin de esta presión es ir obligando a las autoridades, gradualmente y mediante medios no violentos, a aceptar cambios hacia la democracia política y la economía libre.” 

En el momento en que el autodenominado movimiento por la democracia se iniciara en Pekín, sus distintos voceros no hacían más que retomar estas orientaciones cuando hablaban de las perspectivas económicas y políticas de China.

Esta declaración-programa de Fang Lizhi muestra todo su alcance cuando se examina paralelamente la política que declara Taiwan con respecto al continente. Recientemente, el primer ministro taiwanés, M. Lee Huan, exponía ante el gobierno la línea de actuación. Según Lee Huan, Taiwán “sólo había emprendido una ‘ofensiva política’ sobre el continente, porque una ofensiva militar exigiría sacrificios demasiado elevados y causaría demasiados daños.[5] Y en los documentos básicos del Kuomintang, encontramos las siguientes directrices: “Proseguir activamente el trabajo ideológico en el continente para contrarrestar la estrategia del Partido Comunista. Eliminar la dictadura marxista-leninista sobre el continente. Destruir el sistema de valor único del comunismo chino. Permitir la propiedad privada de la tierra y el desarrollo de la empresa privada.[6] 

Fang Lizhi, líder del movimiento de los estudiantes pro-imperialistas


Tres meses después de la represión del movimiento, sus principales líderes se reunen en París para crear la Federación para la Democracia en China. Ésta elije para su dirección a Yan Jiaqi, principal dirigente de los intelectuales de la Plaza de Tiananmen, muy próximo a Zhao Ziyang, a Wuer Kaixi, el principal dirigente estudiantil, y a Wan Runnan, uno de los más importantes capitalistas privados de la República Popular.  

El programa adoptado por la Federación no se distingue en nada del que sigue el Kuomintang. La Federación de los “demócratas” denuncia al Partido Comunista que ha creado “un sistema donde el totalitarismo estalinista se mezcla con el despotismo oriental”. Afirma que “la tolerancia del pueblo chino hacia el Partido Comunista ha alcanzado su límite extremo”. Sus  principales objetivos son formulados así: “Desarrollar la economía de iniciativa privada y ponerle fin a la dictadura de partido único.[7]

Desde el momento en que fue publicado este programa, el paralelismo entre la política de los fascistas taiwaneses y los dirigentes del movimiento de Tiananmen tendría que haber alarmado a todos los progresistas y anti-imperialistas. Desde entonces, las posiciones de estos dos grupos anticomunistas se han acercado aún más. 

En primer lugar, tanto el Kuomintang como la Federación para la Democracia buscaban derrocar al Partido Comunista, apoyándose en las fuerzas de la alta burguesía de Taiwan, de los Estados Unidos, de Hong Kong y de Singapur.

Ante un auditorio en San Francisco, Shaw Yuming, director general de información del gobierno de Taiwan, declara: “El gobierno de la República de China [Taiwan] ha seguido de cerca el movimiento estudiantil desde el principio y ha estudiado varias contra-estrategias. Sin embargo, a fin de no dar ningún pretexto a los comunistas chinos para suprimir el movimiento, hemos tenido que adoptar una actitud extremadamente prudente. [...] Nuestra esperanza es utilizar el modelo de desarrollo de Taiwan como base para alcanzar nuestro objetivo: la eventual reunificación de China bajo un sistema libre e democrático. [...] Los chinos del continente, de Taiwan, Hong Kong, Macao, Estados Unidos, Canadá, Europa y la región Asia-Pacífico han llegado todos a un consenso después de la masacre de Tiananmen, en particular para ponerle fin a la tiranía de los comunistas chinos.[8]

Esta orientación política taiwanesa es retomada prácticamente palabra por palabra por el portavoz de los intelectuales del movimiento de Pekín, Yan Jiaqi. El 28 de julio de 1989, con motivo de la primera sesión del Congreso de los Estudiantes Chinos en los Estados Unidos, en Chicago, declara: “Debe haber contribuciones de los chinos de ultramar. Los comunistas chinos pueden controlar al pueblo con tanques, pero no pueden suprimir la empresa privada fuera de China. La democracia depende de la expansión económica. El hecho de que Taiwan tenga un gobierno democrático bajo la dirección de la República de China es saludado para nosotros. Lo importante no es tanto que China esté dividida entre fuerzas socialistas y capitalistas, lo importante es que unas son dictatoriales y otras democráticas. Para nosotros, cualquiera que se alinee con una dictadura es nuestro enemigo y cualquiera que se oponga a la dictadura es nuestro amigo. El pueblo de Taiwan levanta bien alta la bandera democrática. Me parece que ésta es la base fundamental para la reunificación de Taiwan y de la China continental.[9] 

La segunda coincidencia: tanto el Kuomintang como la Federación para la Democracia denigran ambos la experiencia socialista de China desde la liberación en 1949. A la pregunta del periodista: “Los chinos idealizan mucho los primeros años del comunismo, ¿está de acuerdo?”, Yan Jiaqi responde: “¡En absoluto! El comienzo de los años 50 es la época en la que el PCCh instalaba las bases de su poder, cuando perseguía a los partidarios del Kuomintang de Chang Kai-Chek, expropiaba a los capitalistas sin hacerlo a la luz del día y, en el campo, repartía la tierra entre los campesinos expropiando a los terratenientes. Es la época en la que el PCCh iniciaba su primera campaña contra los intelectuales y todas las personas que pensaban de forma diferente.[10] Su argumentación es un calco de las tesis de los fascistas del Kuomintang que pretenden que, desde su llegada al poder, el Partido Comunista ha llevado a cabo una política “criminal”. 

La tercera coincidencia: todo el discurso del Kuomintang, al igual que el de la Federación por la Democracia, tiene como eje una idea central: la empresa privada, el capitalismo salvaje.

El Secretario General de la Federación por la Democracia en China no es otro que el millonario Wan Runnan, ex-director general de la sociedad de equipos electrónicos Stone, una de las empresas privadas más importantes de China. Tenía unos beneficios de cerca de 50 millones de dólares al año. En febrero de 1990, Wan Runnan ofrece sus impresiones a la revista Boletín de Sinología, editada en Hong Kong. La revista relata la entrevista como sigue: “Wan Runnan cree que la dictadura del partido único constituye un freno para el desarrollo económico. Preconiza la instauración de un sistema de propiedad privada en lo económico y de un sistema pluralista en lo político.[11] En la City University de Nueva York, Wan Runnan declara: “Una solución sencilla a los problemas de China consiste en privatizar la propiedad, haciendo así posible la emergencia de una clase media.[12] Yan Jiaqi confirma esta opción precisando que una economía socialista es la base del totalitarismo, una idea propia de Fang Lizhi. “Mientras China no adopte un sistema de derecho de propiedad en la economía, está condenada al totalitarismo y al control del pensamiento.[13] 


Yan Jiaqi, dirigente del movimiento pro-imperialista, asesor de Zhao Ziyang y presidente de la Federación por la Democracia en China

Las peregrinaciones a Taiwan

Recientemente, la Federación para la Democracia en China expuso su estrategia en cuatro fases, a través de su presidente Jan Jiaqi. Primera fase: la caída de Li Peng. Segunda fase: revisión del juicio sobre la naturaleza del movimiento de Pekín. Tercera fase: regreso de los disidentes y reforma de la constitución en dirección hacia un sistema pluralista como el de Polonia, Hungría y la Unión Soviética. Cuarta fase: establecimiento de un sistema federal y elecciones multipartidarias, con la participación del Partido Comunista, el Kuomintang y la Alianza Democrática.[14] Al menos aquí el objetivo está claro: el regreso del viejo partido fascista y la llegada de un nuevo partido creado en los Estados Unidos por agentes chinos de la CIA. 

Cuando nosotros afirmábamos algunos meses después de la represión del movimiento pro-imperialista de Pekín, que éste estaba efectivamente dirigido por contrarrevolucionarios y que pretendía establecer el régimen taiwanés en China, los trotskistas se mostraron como indignados. Mandel tuvo la caradura de escribir: “la victoria de los estudiantes habría reforzado la base del socialismo en China. Su aplastamiento en un baño de sangre por una camarilla de déspotas militares fue un duro golpe al socialismo.[15] Sin embargo, no tuvimos que esperar ni un año antes de ver a todos los protagonistas del movimiento supuestamente democrático quitarse la careta y mostrarse abiertamente como agentes de Taiwan y de los Estados Unidos. Y así, vemos claramente para qué fuerzas ejerce de abogado el señor Mandel. 

Yan Jiaqi, el pensador del movimiento “democrático”, viajó a Taiwan el 8 de mayo de 1990 para declarar lo siguiente: “Para la democratización de la China continental, la experiencia de Taiwan tiene un gran valor de referencia.[16]

El segundo héroe de la plaza de Tian An Men era Wuer Kaixi. El 29 enero, solicitó una entrevista con John Chang, el director del departamento de asuntos chinos del Kuomintang, es decir, el jefe del espionaje taiwanés en la República Popular. Nuestro demócrata le declaró al fascista: “La comunicación entre los chinos anticomunistas es el primer paso hacia la unidad.[17]

Su Hsiao-kang, el célebre escritor, autor del telefilm Elogio del Río, llegó a Taiwan a principios de enero, acompañado por otros cuatro escritores militantes de la Plaza de Tiananmen. Allí denunció “el totalitarismo de tipo estalinista impuesto por Mao Zedong”. Según la prensa taiwanesa, “criticó a los taiwaneses por ser ‘algo flojos’ en su respuesta al movimiento democrático en el continente”. Y otra vez más, según la prensa del Kuomintang: “Su decía que ciertos miembros de la Federación para la Democracia en China creían que ‘la acción sangrienta y la guerra civil son inevitables en el combate por la democracia’.”[18]

Yueh Wu, dirigente del Sindicato Obrero Independiente de Pekín, muy bien considerado por nuestros trotskistas, llegó el 16 de enero a Taiwan, por invitación de la…. ¡World Anti-Communist League!

En el mes de enero, todos los dirigentes de la Federación, liderados por el Secretario General Wan Runnan, así como unos cincuenta estudiantes y escritores del movimiento de Tiananmen, fueron invitados a Taiwan. Un cuadro del Kuomintang declaraba: “Es hoy es un secreto a voces el que todos los grupos importantes del movimiento democrático reciben la mayor parte de sus fondos de ayuda de Taiwan.[19]

Estas informaciones pueden producir escalofríos a todos los que creyeron, en un momento u otro, que los estudiantes de Tiananmen eran unos jóvenes ingenuos, políticamente vírgenes. Sin embargo, ahí están las pruebas: para toda la dirección de este movimiento, la “libertad” es la libertad de la empresa capitalista y de la explotación, la “democracia” y el multipartidismo son la vuelta del partido fascista del Kuomintang y de sus escuadrones de la muerte a China. La gran campaña anticomunista que Amnistía Internacional lanzó en mayo de 1990 tenía por lema: “El año pasado, la primavera llena de esperanza florecía en China.[20] 

Es una consigna claramente política que repite la versión difundida por los estrategas del imperialismo: el movimiento por la democracia era una primavera llena de esperanza. Ahora bien, si Amnistía Internacional quiere hacer política (cosa que hace con mucho refinamiento), no puede impedir un debate abierto en sus filas sobre el análisis de este movimiento. Y un análisis objetivo lleva a una conclusión incontestable: este movimiento tenía por objetivo el restablecimiento de la dominación neocolonial sobre China y al renacimiento de la dominación fascista del Kuomintang. Y ésta es la orientación que defiende Amnistía Internacional - Bélgica bajo el pretexto de “no hacer política”.

[1] The Free Journal, 8 de junio de 1989, p.2.
[2] Sinorama, Taipei, vol. 14, nº8, agosto de 1989, p.55.
[3] Libération, 17 de Enero de 1989, p.5.
[4] Ecos de la República de China, 21 de junio de 1989, p.1.
[5] The Free China Journal, 22 de marzo de 990, p.5.; Ecos de la República de China, 21 de junio de 1989, p.1.
[6] Manifiesto de la FDC, Paris 26 de septiembre de 1989.
[7] The Free Journal, 10 de agosto de 1989, p.5.
[8] The Free Journal, 14 de agosto de 1989.
[9] Libération, 2 de octubre de 1989.
[10] Boletín de Sinología, Hong-Kong, febrero de 1990, traducido en Solidarité Etudiants Chinois, mayo de 1990, L-L-N, p.5.
[11] The Nation, New York, 23 de abril de 1990, p.563-564.
[12] Libération, 2 de octubre de 1989.
[13] Problems of Communism, septiembre de 1989, “Chinese democracy”, p.27.
[14] Rood, 20 de junio de 1989, p.7.
[15] The Free China Journal, 14 de myao de 1990, p.2.
[16] Ibídem, 5 de febrero de 1990, p.2.
[17] Ibídem, 11 de enero de 1990, p.5.
[18] Ibídem, 22 de enero de 1990, p.2.
[19] The Nation, op. cit., p.564.
[20] Bijlage Amnesty Review, 6º año, 1990.

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