sábado, 17 de agosto de 2013

De Tiananmen a Timisoara [3] Su "pacifismo" era una mentira, aquí están las pruebas

"Diosa de la democracia" en la plaza de Tiananmen

Publicamos la tercera entrega de nuestra serie sobre los suceso de Tiananmen en 1989. En este capítulo Ludo Martens desmiente el supuesto pacifismo del "movimiento por la democracia" y revela su reaccionaria naturaleza anticomunista. 


Hu Yaobang muere el 15 de abril de 1989. Los sectores derechistas del movimiento de los estudiantes de Pekín aprovecha la ocasión para exigir que la tendencia de Hu, cuya orientación liberal y pro-imperialista es bien conocida, obtenga la dirección absoluta del Partido y que los últimos representantes de la línea marxista-leninista sean eliminados. La primera exigencia de esta derecha es la reevaluación de los méritos de Hu Yaobang, criticado en 1987, y la rehabilitación política de todos sus partidarios expulsados del Partido, cuya figura principal es Fang Lizhi, el célebre apologista del imperialismo americano y del régimen de Taiwan. El 24 de abril, este núcleo estudiantil anuncia la formación de un Comité preparatorio para la Federación Nacional de los Estudiantes, y su apoyo escandaloso a Solidarnosc muestra sus intenciones de constituir un centro político legal capaz de unir a todas las fuerzas anticomunistas.[1]              

En respuesta a ello, el Buró Político del Partido Comunista denuncia el 26 de abril “una conspiración organizada” y “una agitación que pretende acabar con la dirección del Partido Comunista y con el sistema socialista”. 

El 2 de mayo, el núcleo estudiantil hace una petición al Partido en la que afirma responder a la oferta de diálogo hecha por el gobierno. Cuando uno la examina de cerca, comprueba que esta gente no busca en absoluto el diálogo, sino el enfrentamiento y que su fin último es efectivamente el derrocamiento del Partido Comunista. En el primer punto, exigen “la igualdad absoluta” entre las dos partes, los estudiantes y las autoridades nacionales, con la presencia de los más altos responsables del Partido y del Estado. Los estudiantes deben ser representados por la Federación Autónoma de los Estudiantes, lo que implica el reconocimiento oficial de las organizaciones anti-socialistas. El grupo pide además que el encuentro sea retransmitido íntegramente por televisión, facilitando así la implantación de la organización anticomunista en todo el país.[2]

Comprendiendo perfectamente el sentido político de esta táctica, una revista del gobierno norteamericano declara: “Si esta petición hubiese sido concedida, los estudiantes habrían obtenido la legalización de la primera organización política completamente independiente de la historia de la República Popular y la negación de facto de los cuatro principios fundamentales de Deng Xiaoping.”[3] 


Zhao Zhiyang se une a la contrarrevolución 

El primer gran giro en los acontecimientos se produjo el 4 de mayo durante el discurso de Zhao Zhiyang a su regreso de Pyongyang. Ante los miembros del Banco Asiático de Desarrollo, Zhao presenta una valoración positiva del movimiento estudiantil en curso y desautoriza a los que consideran que este movimiento está dirigido por fuerzas anti-socialistas. 

Posteriormente, una revista del gobierno norteamericano hizo el siguiente análisis de la intervención de Zhao: “A pesar de la enorme dimensión de las manifestaciones, aún no constituían una rebelión popular. Sólo empezaron a serlo cuando los manifestantes vieron que gozaban de la simpatía claramente manifiesta de un ala del Partido y del aparato gubernamental, y ayudaban a esta fracción en su lucha los conservadores. Este proceso comenzó con el discurso del 4 de mayo de Zhao.[4]

Muchos miembros del Partido Comunista se sienten desorientados ante estas dos apreciaciones completamente contradictorias del movimiento estudiantil, que provienen ambas de la dirección del Partido. Zhao da inmediatamente instrucciones a todos los medios de comunicación para que apoyen el movimiento en curso. Gracias a los medios de comunicación, el movimiento estudiantil se transforma en movimiento popular. Tras la declaración de la ley marcial el 20 de mayo, y hasta el 25 de mayo, la prensa, la radio y la televisión llaman a la población a oponerse a la entrada del ejército en Pekín.[5]

Fue este momento cuando, en medio de la confusión política general, ciertas fuerzas de izquierda auténticas, gente que criticaba las reformas de Deng Xiaoping desde las posiciones de Mao Zedong y de Zhou Enlai, se comprometieron con el movimiento. Desde ese momento, los manifestantes persiguieron objetivos diametralmente opuestos. Unos querían regresar a los principios socialistas de los años de Mao y otros querían llevar las reformas hasta la introducción de la economía de mercado. Fueron estos últimos quienes tuvieron en todo momento la dirección política del movimiento en su conjunto. 

Zhao Zhiyang (en compañía del ex-primer ministro Wen Jiabao) tratando de dialogar con los estudiantes 

La derecha al asalto del poder 

El 17 de mayo, Yan Jiaqi, uno de los principales dirigentes del movimiento, y colaborador estrecho de Zhao, publica el Manifiesto del 17 de Mayo. En él apoya a Zhao Zhiyang contra el “emperador” Deng Xiaoping y contra “el gobierno bajo control absoluto de un dictador”. Yan escribe: “¡Abajo el editorial del 26 de abril! ¡Abajo la dictadura! ¡Viva el espíritu de oposición a la tiranía!” Su manifiesto es publicado al día siguiente por la prensa de Taiwan.[6] Desde ese día, el núcleo dirigente del movimiento habla abiertamente de la eliminación de la izquierda marxista del gobierno.

En una declaración de la dirección del movimiento en Tiananmen del 21 de mayo, se puede leer: nosotros no somos la “clase de personas que buscan un compromiso con un gobierno que trata a este movimiento patriótico de manera errónea”. Si el gobierno no se va, entonces “los disturbios nunca tendrán final”.[7] El mismo 21 de mayo, Yan Jiaqi exige en una declaración el derrocamiento del primer ministro Li Peng, del presidente de la República Yang Shangkung y de la autoridad militar superior, Deng Xiaoping. Yan reclama su expulsión del Partido y que se le siente ante un tribunal.[8]

Pero a finales de mayo de 1989, una gran mayoría del comité central del Partido cierra filas en torno a Deng Xiaoping y Li Peng y se une contra la fracción pro-capitalista de Zhao Zhiyang.[9]

El camarada Li Peng, héroe del pueblo, garante del socialismo en China en 1989

El 1 de junio, el cuartel general de los estudiantes en Tiananmen exige el fin de la ley marcial y la retirada de las tropas. Anunciando la violencia a punto de , afirma: “Si estas reivindicaciones no son satisfechas, los estudiantes estarán preparados para sacrificar sus vidas.”[10] 

Claramente, el movimiento está perdiendo velocidad. Pero el núcleo duro no piensa ceder de ningún modo. Al contrario, se están preparando acciones desesperadas. Los estudiantes deciden seguir ocupando la plaza de Tiananmen hasta la sesión de la Asamblea Nacional del 20 de junio. Es decir, pretenden mantener indefinidamente en el corazón mismo de la capital una agitación que existe desde hace ya seis semanas. Aún es posible una nueva oleada de protestas en Pekín. Algunos disturbios se manifiestan ya en las provincias. Una revista del gobierno norteamericano, que constata la decadencia del movimiento, escribe: “Debido al flujo de apoyo financiero procedente del sector privado chino y de los simpatizantes de ultramar y al refuerzo proporcionado por nuevos reclutas que llegaron a la capital, era difícil que el movimiento se disolviera por sí mismo.[11] 

Después de una campaña de información de dos semanas, durante la cual las autoridades no aplicaron la ley marcial, éstas deciden desocupar la plaza por medio del ejército y las fuerzas del orden. El 2 de junio, envían soldados desarmados para convencer a los estudiantes de que se marchen. No fue en absoluto una “provocación”, como dice la prensa anticomunista. El envío de soldados sin armas coincide perfectamente con la fase de decadencia del movimiento y la voluntad del Partido de acabar con los desórdenes sin violencia, una política practicada de manera constante desde hacía ya seis semanas y absolutamente inconcebible en cualquier país imperialista. Aquel 2 de junio, los soldados desarmados fueron atacados, golpeados y hechos prisioneros por estudiantes y elementos desclasados.

Prepararon sistemáticamente la violencia 

Si bien es indiscutible que la gran mayoría de los estudiantes no quería la violencia, también es evidente que, desde el principio y de manera metódica, la dirección del movimiento calentó los ánimos para el enfrentamiento y la violencia. 

El 21 de abril de 1989, se hace un llamamiento a la huelga en la Universidad de Beida. “¡Queremos hacer progresar la democracia por la sinceridad de nuestro sacrificio, poco importa la represión, escalaremos montañas de láminas cortantes, nos sumergiremos en océanos de fuego![12] Éste un lenguaje que clama por sangre.

Otro periódico mural del 23 de abril retoma textualmente la propaganda de Taiwan: “La democracia y la libertad. Éste es el objetivo de nuestra huelga. La lucha es inevitable, hay que aceptarla sin miedo. Habrá víctimas, pero el sacrificio vale la pena. ¿Podemos aceptar el dolor que nace de la esclavitud? Nacemos libres, ellos en cambio quieren hacer de nosotros esclavos.[13] Es una táctica diseñada desde hace tiempo por la CIA para la lucha en los países socialistas: evitar el tiempo que sea posible el enfrentamiento directo con los órganos de la dictadura del proletariado; ganarse una gran influencia entre las masas vacilantes proclamando una voluntad pacifista; preparar psicológicamente para el enfrentamiento inevitable, y finalmente hacer destacar que las autoridades iniciaron la agresión y que los manifestantes actuaban en legítima defensa. 

El 13 de mayo, los dirigentes deciden dramatizar la lucha iniciando una huelga de hambre de 3.000 estudiantes. Durante la preparación del enfrentamiento, hablan de la muerte cada vez más a menudo. En La petición de la huelga de hambre, los estudiantes de la Universidad de Pekín hablan del “momento crucial de vida o muerte, que decidirá sobre la supervivencia o el hundimiento de la nación. Ciertamente, la muerte no es nuestro fin. Pero si la muerte de una persona puede mejorar la vida de muchos otros, si puede hacer que nuestra nación sea próspera y grande, entonces no tenemos derecho a actuar de manera cobarde.”[14] Un profesor de inglés chino explica a un periodista de Libération la táctica seguida por el movimiento. Primero, la dirección del Partido comunista debe reconocer la asociación de estudiantes y la legitimidad de nuestro movimiento. Pero éstas sólo son nuestras primeras exigencias. Deben abandonar la plaza. Y si se les ocurre utilizar la violencia, ocurrirá en China lo que ocurrió en Francia en 1789, con la toma de la Bastilla.[15] 

El 22 de mayo, los estudiantes de la plaza de Tiananmen hacen subir aún más la temperatura: “Li Peng y Yang Shangkun han dado un golpe de Estado contrarrevolucionario. Han destituido al secretario general Zhao Ziyang. Todo el pueblo debe aplastar este golpe de Estado y rechazar al gobierno de Li Peng.[16] Aplastar un golpe de Estado contrarrevolucionario: ¿es posible hacer esto con gentileza y pacifismo? 

El martes, 30 de mayo, una bandera ondea sobre la Plaza de Tiananmen: “El 1789 de China”, llamando abiertamente a una revolución para derrocar al régimen. Un tal Wang declara al periodista de Libération: “La historia demuestra que no se puede conquistar la libertad sin recurrir a la violencia. Es lamentable, pero debe correr la sangre. En China no ha llegado aún el momento. La violencia nos aislaría de las masas. Primero tenemos que despertar al pueblo y ganarnos su apoyo para la causa de la democracia.[17] 

La tarde del 3 de junio, a las 21 horas, antes de la intervención de las fuerzas del orden, Chai Ling pide a los estudiantes de la plaza que levanten la mano y juren: “Por el progreso de nuestro país hacia la democracia, por la prosperidad de nuestro país y para impedir que mil millones de chinos mueran en la guerra, juro proteger la plaza de Tiananmen y la República con la vida. Nuestras cabezas pueden ser cortadas y puede ser derramada nuestra sangre, pero la plaza del pueblo no se puede perder. Estamos preparados para pelear hasta el fin, hasta el último de nosotros .[18]

Los pacifistas: “¡Sabemos que debe correr la sangre!”

Encontramos una discusión extremadamente significativa y reveladora sobre el “carácter pacífico” del movimiento, en la revista Problems of Communism, publicada por la Agencia de Información del gobierno norteamericano. Demuestra dos cosas de manera irrefutable. Primero: la opción no violenta del movimiento de Pekín era una simple táctica, una hábil maniobra para recabar el mayor apoyo posible para las actividades y tesis anticomunistas. En segundo lugar: había una división de papeles. Mientras los voceros “oficiales” pregonaban la no violencia, los elementos “especializados” se preparaban para la violencia, dispuestos a usarla en cuanto fuera necesario. Esto es lo que dice la revista del gobierno norteamericano sobre la “no-violencia” de estos dirigentes estudiantiles tan inocentes. 

Consideraciones de carácter práctico han aconsejado una aproximación no violenta. El régimen comunista todavía controla fuerzas militares y policiales impresionantes. El ejército y las fuerzas de la policía se han mantenido firmemente al lado del régimen. Su apoyo explica el por qué sería poco realista para el movimiento democrático irse a las montañas como lo hizo Mao en los años treinta. Los demócratas dicen que si la violencia ha de tener un papel en el futuro de China, tendrá que venir del interior del ejército chino. El presidente de la Primavera de China, Hu Ping, dijo en el Cuarto Congreso de la organización en Los Ángeles, Estados Unidos: 'Nuestra organización no tiene suficiente fuerza como para dar un golpe militar'. Wan Runnan, de la Federación Democrática, ha dicho: 'Nuestro principio de no-violencia no significa que no correrá la sangre. Hay una división de papeles. Nuestro papel es organizar actividades pacíficas, racionales y no-violentas. Pero otros cumplirán otros papeles'. La no-violencia y el apoyo al socialismo ofrecen las mejores posibilidades para construir una gran coalición contra el régimen y para atraerse el máximo apoyo oficial y no oficial en el extranjero. Como declaraba un dirigente de la Primavera de China declaraba durante los debates para el Cuarto Congreso: Sólo la bandera de los métodos pacíficos puede reunir una gran audiencia popular. Si alguien aquí me pide dinero a cambio de fusiles, seguramente quisiera dar los fusiles para la caza de aves'.[19]

Los amotinados golpearon primero 

Cuando el ejército y la policía quisieron restablecer el orden, tras dos semanas de trabajo de explicación, los primeros heridos, así como los primeros muertos, cayeron del lado del ejército. 

El periódico Libération describe los acontecimientos del viernes 2 de junio con estas palabras: “Las masas se lanzaron encima de los militares, la inmensa mayoría muy jóvenes y sin armas. Miles de soldados fueron hechos prisioneros. Sus oficiales les ordenaban no resistir.[20] El sábado 3 de junio, a las 15 horas, el periodista de Libération apunta que unos manifestantes prendieron fuego a unos autobuses militares. Y continúa: “Se expusieron las armas recogidas en uno estos vehículos. Aquella tarde, Pekín presenta ya un ambiente de motín. ‘Sin violencia no podemos lograr cambios. Debemos prepararnos para ello. No tememos la violencia’, grita un obrero. Esta violencia ya está en el aire. Sábado, 17h15. Palacio del Pueblo. Jóvenes patrullan con piedras y largas porras arrancadas de las manos de los policías. ‘Estamos preparados para el sacrificio’, grita un orador improvisado. ‘Si cae uno de nosotros, un millón se levantará'. Las masas gritan: ¡abajo el régimen fascista! Cada vez más gente habla de ‘responder a la violencia del Estado."[21] Por la tarde, "a lo largo de kilómetros, tanto en el oeste como en el este de la plaza de Tiananmen, la avenida Chang'an no es más que una sucesión de barricadas.[22] El periódico derechista The Far Eastern Economie Review escribe: “En la tarde del 3 de junio, una nueva intervención de soldados a pie y sin armas fue detenida enfrente del Hotel de Pekín, pero esta vez algunos soldados fueron golpeados brutalmente por bandas de jóvenes delincuentes que habían aparecido por primera en la zona de Tiananmen con barras de hierro y palos. Más tarde, en diversos incidentes, varios soldados perdieron la vida, golpeados y lapidados con piedras. En Chong Wen Men, el cuerpo de un soldado fue arrojado de una pasarela y quemado. En otro incidente, varios manifestantes mutilaron el cuerpo de un soldado.[23] 

Un ciudadano belga en Pekín declara por teléfono: “Primero enviaron los tanques del 38º ejército contra los ocupantes de Tiananmen. Intentó hacerlo sin que se genere violencia. No lo consiguió, de hecho hubo muertos en sus filas.[24]

¿Quiénes son estos grupos de asesinos? Johan Galtung examinó grabaciones en vídeo de la violencia y escribió: “Son extremadamente móviles, lanzan cócteles molotov, sabiendo exactamente cómo destruir un vehículo, incluso un tanque. Aparentemente, tienen unos treinta años.[25] Podemos creer razonablemente que agentes entrenados en Taiwan, esa base mundial de escuadrones de la muerte, agentes que pudieron actuar desde hace tiempo gracias a la laxitud del gobierno, jugaron un papel importante en esta violencia. Taiwan tenía mucho interés en que el movimiento terminará en un baño de sangre y tenía los medios para realizar las provocaciones necesarias para este fin. 

"Pacifismo" de los estudiantes de la plaza de Tiananmen

¿Empujados deliberadamente a la muerte? 

Hasta un periódico tan anticomunista como es Libération se ve obligado a sugerir la hipótesis según la cual los dirigentes del movimiento estudiantil habrían provocado deliberadamente el fin violento de un movimiento que estaba perdido de antemano. Libération cita a un dirigente llegado a Occidente, Lao Mu: “Dos semanas antes de la matanza, sabíamos que todo estaba perdido y Wang Juntao hizo preparar documentación falsa para encubrir la huida de los intelectuales y de algunos estudiantes que dirigían el movimiento, entre los que estaba yo.” Y Libération formula esta necesaria pregunta: “¿Por qué Wang Juntao se opuso a la evacuación de Tiananmen, si las informaciones comunicadas a los activistas por la periodista Dai Qing algunos días antes, sobre la inminencia de una intervención militar indiscriminada, eran fiables? ¿Consideraron algunos dirigentes del movimiento que un mártir serviría más a su causa?” ‘Toda la estrategia del movimiento estaba basada en el mártir’, subrayaba recientemente uno de los líderes clandestinos de una red democrática.[26]

El ejército tenía la obligación de acabar con el motín 

El 4 de junio, era urgente que el ejército interviniera para poner fin a las provocaciones mortales y a la ocupación de la Plaza de Tiananmen. 

Desde el 1 de junio, La Voz de América informaba sistemáticamente que unidades del ejército estaban a punto de enfrentarse entre ellas, que había soldados que se negaban a imponer la ley marcial, que el gobierno ya no tenía ningún apoyo. En otras palabras, la emisora de radio de la CIA incitaba abiertamente a la insurrección.

El ejército no podía eclipsarse ante la violencia y los asesinatos de los amotinadores, tampoco podía permitir que los anticomunistas siguieran ocupando el corazón de la capital. Esto había sido considerado por todas las fuerzas anti-socialistas como una expresión de la impotencia del ejército para reaccionar ante las fuerzas de la contrarrevolución, como una clara señal de que el poder estaba totalmente paralizado, y que por consiguiente podía ser derrocado.

La intervención del ejército se había vuelto necesaria para poner fin al motín anticomunista, pero constituía al mismo tiempo la prueba del fracaso de cierta política. En efecto, la orientación pro-capitalista, pro-imperialista de Hu Yaobang y de Zhao Zhiyang había provocado un descontento justificado en la población, generado al mismo tiempo una gran confusión política. Al no comprender el alcance del programa del núcleo duro de Tiananmen, una parte de la población de Pekín se opuso a la intervención del ejército. 

Para combatir la violencia justificada con la que un país socialista se defiende contra el imperialismo, los peores fascistas hablan en nombre del humanismo y del humanitarismo. Lo cual demuestra que siempre hay que hacer un análisis de clase cuando una fuerza política empieza a hablar de humanismo. El portavoz del gobierno fascista de Taiwan, dijo lo siguiente respecto de las injerencias norteamericanas en la República Popular de China: “Los Estados Unidos demostraron que eran dignos de ser los dirigentes del mundo libre al enarbolar muy alto los principios del humanismo y de los derechos humanos.[27] Sin embargo, en los primeros meses de 1990, en El Salvador, bandas fascistas entrenadas por Taiwan, bombardearon indiscriminadamente los barrios populares de la capital, masacrando a la población con armas pesadas. Al llegar a Taiwan  el 21 de febrero de ese año, el presidente salvadoreño, Christiani, declara: “Juntos seremos capaces de marchar por el camino de la libertad y de la democracia.[28] Durante la agresión contra Panamá, un Estado independiente, los Estados Unidos mataron, según Eduardo Galeano, a 7000 civiles. Todos los crímenes incalificables del imperialismo son borrados sistemáticamente de la memoria de nuestros pueblos, mientras que la represión justificada dirigida contra la subversión imperialista en Pekín es recordada por la BBC, día tras días, semana tras semana, desde hace más de un año, como el crimen más grande contra la humanidad. No podemos estar del lado de los pueblos de El Salvador, Guatemala, Granada, Panamá, Argentina, Filipinas, pueblos aterrorizados por los Estados Unidos y Taiwan  y no podemos estar del lado del gobierno socialista chino que combate los intentos de reconquista de China por parte de Taiwan y de los Estados Unidos. 

[1] Inside Mainland China, agosto de 1989, p.4.
[2] Problems of Communism, “The Tienanmen massacre”, p.6.
[3] Problems of Communism, septiembre-octubre de 1989, p.25.
[4] Problems of Communism, septiembre-octubre de 1989, “Political sociology of the Beijing Upheaval”, p.38.
[5] Ibídem, p.39.
[6] United Daily News, 18 de mayo, Taiwan, en Inside Mainland China, junio de 1989, p.3.
[7] “Carta abierta a Deng Xiaoping”, en Inside Mainland China, agosto de 1989, p.7.
[8] Inside Mainland China, agosto de 1989, p.7-8.
[9] Ming Pao, 22 de mayo de 1989, en Inside Mainland China, junio de 1989, p.1.
[10] “Joint Declaration”, en Inside Mainland China, agosto de 1989, p.9.
[11] Problems of Communism, septiembre-octubre de 1989, “The Tien An Men…”, p.12.
[12] Libération collection, nº1, junio de 1989, p.30.
[13] Ibídem, p.37.
[14] Inside Mainland China, agosto de 1989, p.6.
[15] Libération collection, op. cit., p.37.
[16] Ibídem, p.59.
[17] Ibídem, p.78.
[18] The Free China Journal, 15 de junio de 1989, p.3.
[19] Problems of Communism, septiembre-octubre de 1989, “Chinese democracy in 1989”, p.28-29.
[20] Libération, 3-4 de junio de 1989, p.3.
[21] Libération, 5 de junio de 1989, p.3-4.
[22] Libération, 8 de junio de 1989, p.2.
[23] FEER, 15 de junio de 1989, p.12.
[24] De Morgen, 7 de junio de 1989, p.5.
[25] De Groene Amsterdammer, 11 de octubre de 1989, p.9.
[26] Libération, 25 de abril de 1990, p.36-37.
[27] Sinorama, nº8, agosto de 1989, ROC-Taiwan, Shaw yu-ming, p.51.
[28] The Free China Journal, 26 de Febrero, 26 de febrero de 1990, p.1.

1 comentario:

Bruno Lómax dijo...

Muchas gracias por tu blog, un trabajo excelente.