Por Claudia Fonseca Sosa
A quienes han viajado a China en más de una ocasión y en épocas distintas, les asombran las transformaciones económicas y sociales que ha experimentado la nación más poblada del mundo en pocos años.
Asimismo, la construcción masiva de millones de casas, miles de kilómetros de redes ferroviarias, autopistas y el mejoramiento de la infraestructura en general, constituirán un apuntalamiento necesario para la segunda economía del mundo.
Según Roberto Kozulj, profesor de la Fundación Bariloche y consultor de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), especializado en urbanización y desarrollo con énfasis en China, el Plan responde directamente al cambio de modelo económico que impulsa el Gobierno de Beijing.
“Este cambio busca darle un peso mayor al consumo doméstico y menor a la exportación para elevar el nivel de vida de la población. Mientras que los procesos de urbanización anteriores fueron impulsados por una necesidad de construir rápidamente la infraestructura urbana vinculada a la producción exportable, hoy el nuevo plan se preocupa más en la sostenibilidad a largo plazo con un eje mayor puesto en el bienestar de la población”, indicó Kozulj a BBC Mundo.
No obstante, el megaproyecto también enfrentará retos importantes en el camino. El mismo Gobierno reconoce que la urbanización contiene riesgos como la contaminación, congestión y crecientes tensiones sociales en ciudades que estarán muy pobladas.
Por tanto, el Plan enfatiza en la necesidad de construir una “civilización ecológica”, donde se privilegie la promoción del desarrollo verde, con estilos de vida bajos en carbono, el uso económico del agua, la tierra, la energía y otros recursos. También le otorga gran importancia a las soluciones tecnológicas en las infraestructuras de transporte, servicios y comercio para las nuevas ciudades.
Además, el Gobierno deberá reformar el permiso de residencia conocido como hukou. Con más de 60 años de implementación, esta normativa estipula que una parte de los beneficios sociales que otorga el Estado está condicionada a los lugares de origen o registro de los ciudadanos.
Hasta hace poco, el proceso de urbanización en China se caracterizaba porque las personas se trasladaban hacia las urbes en busca de empleos mejor remunerados, pero mantenían sus vínculos familiares —o sus casas— en las zonas rurales y casi siempre regresaban. Pero con la proyectada construcción de ciudades de gran, medio y pequeño formato por toda la geografía de la nación china, el hukou pierde una parte de su sentido.
En consecuencia, el Plan prevé facilitar la venta o alquiler de la tierra a los campesinos para que puedan financiar su inserción laboral urbana y de esa forma evitar la marginación social.
Asimismo, la construcción masiva de millones de casas, miles de kilómetros de redes ferroviarias, autopistas y el mejoramiento de la infraestructura en general, constituirán un apuntalamiento necesario para la segunda economía del mundo.
Según Roberto Kozulj, profesor de la Fundación Bariloche y consultor de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), especializado en urbanización y desarrollo con énfasis en China, el Plan responde directamente al cambio de modelo económico que impulsa el Gobierno de Beijing.
“Este cambio busca darle un peso mayor al consumo doméstico y menor a la exportación para elevar el nivel de vida de la población. Mientras que los procesos de urbanización anteriores fueron impulsados por una necesidad de construir rápidamente la infraestructura urbana vinculada a la producción exportable, hoy el nuevo plan se preocupa más en la sostenibilidad a largo plazo con un eje mayor puesto en el bienestar de la población”, indicó Kozulj a BBC Mundo.
No obstante, el megaproyecto también enfrentará retos importantes en el camino. El mismo Gobierno reconoce que la urbanización contiene riesgos como la contaminación, congestión y crecientes tensiones sociales en ciudades que estarán muy pobladas.
Por tanto, el Plan enfatiza en la necesidad de construir una “civilización ecológica”, donde se privilegie la promoción del desarrollo verde, con estilos de vida bajos en carbono, el uso económico del agua, la tierra, la energía y otros recursos. También le otorga gran importancia a las soluciones tecnológicas en las infraestructuras de transporte, servicios y comercio para las nuevas ciudades.
Además, el Gobierno deberá reformar el permiso de residencia conocido como hukou. Con más de 60 años de implementación, esta normativa estipula que una parte de los beneficios sociales que otorga el Estado está condicionada a los lugares de origen o registro de los ciudadanos.
Hasta hace poco, el proceso de urbanización en China se caracterizaba porque las personas se trasladaban hacia las urbes en busca de empleos mejor remunerados, pero mantenían sus vínculos familiares —o sus casas— en las zonas rurales y casi siempre regresaban. Pero con la proyectada construcción de ciudades de gran, medio y pequeño formato por toda la geografía de la nación china, el hukou pierde una parte de su sentido.
En consecuencia, el Plan prevé facilitar la venta o alquiler de la tierra a los campesinos para que puedan financiar su inserción laboral urbana y de esa forma evitar la marginación social.
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