miércoles, 28 de mayo de 2014

[J.A. Vázquez] China: reestructurar la economía

A continuación publicamos el último artículo del especialista en China, Dr. J.A. Díaz Vázquez, del Centro de Investigaciones de Economía Internacional de La Habana, Cuba, sobre los retos a corto y medio plazo los que se enfrenta a China desde la III sesión plenaria del Comité Central del Partido Comunista. 

Entre los observadores de la realidad de China hay consenso en que, los saltos  económico-sociales, con la llegada (1949-1976) de la Nueva China, crearon bases sólidas para el éxito de la Reforma y Apertura introducida desde 1978. Reforma que, en algo menos de treinta y cinco años hizo de China la segunda economía del planeta. En el 2001, al adherirse a la Organización Mundial del Comercio (OMC), resultó decisivo en este gran brinco; el país está logrando la integración plena en la economía mundial. Sin embargo, los cambios producidos en lo económico-social han dado lugar a nuevos desafíos que deben ser resueltos por la dirigencia del Partido Comunista de China (PCCh) elegida (8-15/11/2012) en el XVIII Congreso. 

Con la ascensión de nuevos líderes (los llamados príncipes) se abre otro ciclo en los estilos políticos de ejercer el poder en China. Ante todo, ya no hay guías históricos que marquen pautas. Ahora, el mando estará en el consenso, la dirección colectiva, más la suma de los equilibrios económico-políticos a lograr entre los centros regionales que la propia Reforma y Apertura proyecta al liderazgo nacional. Aunque, en este trabajo, la atención se centrará en los retos que implica reestructurar la economía. 

II

Es en este plano, que pueden explicarse las mutaciones a las que se aboca China, observando al menos, dos niveles. Uno, la reestructuración económica con base en el crecimiento del consumo interno, prestando, atención a dos premisas: Respeto al medio ambiente y una mejor distribución de la riqueza creada.Por otro lado, las transformaciones en cartera, sin duda alguna, darán mayores espacios al mercado. En unos casos, haciendo que el sector público tenga que competir con un menor padrinazgo para la empresa estatal. De otro, dándole entrada en áreas hasta ahora vedada al sector privado, o creando mejores condiciones para acceder a los créditos bancarios. 

En tanto, es importante conservar tasas de crecimientos económicos no inferiores al 7,5% anuales; precisos para anular posibles inestabilidades sociales, que amparen niveles de empleo que no bajen de los 10-11 millones al año. Tampoco, ignorar los problemas de las disparidades en los ingresos entre el campo y las urbes; ofrecer a los inmigrantes hacia la ciudad (más de 260 millones) acceso a servicios sociales: Educación y salud, iguales a los de los residentes citadinos. 

Además, se hace necesario atender las oscilaciones originadas en el hukou (introducido en 1956) o permiso de residencia, la política del hijo único, así como el envejecimiento de la población. Sin olvidar que se hace perentorio controlar y reducir las afectaciones producidas en el medio ambiente; además, hay que atender las distorsiones surgidas entre hombres-mujeres que en el 2030 dejaran sin pareja a 40 millones de hombres. 

Sin embargo, es real que el país tiene que estar a la mira de otras aristas más abarcadoras del quehacer económico. En la esfera financiera, continuará con paso estable y sin detenerse la política diseñada para integrar plenamente a China en la economía internacional. En este plano, lugar destacado lo ocupará hacer del yuan (renminbi) una divisa internacional lo cual apunta al reinado, por largos años del dólar. Ya suman 21 las naciones de diferentes regiones del planeta que firmaron convenios de intercambios comerciales, y otras operaciones con China utilizando el yuan. 

Paso importante en este rumbo lo constituyó la inauguración (30/9/2013) de la Zona de Libre Comercio (ZLC) de Shanghái que, en su curso, entre otros objetivos, será un polígono de ensayo para el despliegue de la reforma financiera. Así, se ha comenzado por autorizar a seis fondos de alto riesgo extranjeros a captar capitales en yuanes para invertirlos en bolsa fuera de China, por valor de 3.000 millones de dólares. Los tipos de interés fluctuarán dependiendo del mercado, así como del uso transfronterizo de la moneda china en la Zona. 

En perspectiva Shanghái está llamada a convertirse en un centro financiero de alcance mundial. En este sentido, la III Sesión Plenaria del XVIII Congreso del PCCh, efectuada (9-12/11/2013) definió los matices y direcciones principales por los que transitará la adecuación de la Reforma y Apertura en el nuevo escalón reformador en el que entra China en la etapa. 

Otro punto interno neurálgico contenido en lo aprobado en el XVIII Cónclave del PCCh, registra que en el decenio (2011-2021) el país tendrá que duplicar el Producto Interno Bruto (PIB) con relación al 2010, y alcanzar una nación socialista moderna, armoniosa, rica, poderosa y democrática; y con ello, saludar el Centenario (1921-2021) de la fundación del Partido. Desde que Xi Jinping asumió el cargo de Secretario del PCCh, China ha conocido un ritmo frenético de iniciativas sobre los ejes de un discurso nacionalista (el sueño chino), y que ataca a la corrupción. 

En lo concreto, China entra de lleno en imprimir una nueva visión de la Reforma y Apertura abierta por Deng Xiaoping en 1978. La Reforma Nueva, y la quinta modernización, a diferencia de los impulsos sostenidos en los primeros balbuceos democratizadores, tienen ante sí los reclamos propios de encarar los peligros de romper las ideas y conceptos que la pueden inhibir, así como liberarse de los nuevos intereses corporativos creados. 

Sin embargo, en el fondo se percibe en las proyecciones recientes de los líderes chinos, la Reforma Nueva a implementarse en lo económico no deben poner en riesgo el papel dirigente del Partido. Enfoque que parece puesto de relieve en el manejo que primó en el juicio por abuso de poder, soborno y corrupción, contra Bo Xilai, ya sea en la cobertura mediática como en la aplicación de la ley. 

Finalmente, si bien la visión del sueño chino pone sobre el tapete prestar primerísima atención a la lucha contra la corrupción e, insistir en el socialismo con características chinas, resultan meritorios los esfuerzos por fortalecer la legitimidad del PCCh, así como apreciar los cambios que se producen en lo social en China. En las nuevas condiciones, mantener el funcionamiento de los órganos político-económicos fincados en las reglas heredadas requerirá, instrumentar otras pautas y conductas que sustenten esa continuidad. Puede afirmarse, el (2012-2022) será todo hito en China. 

Por último, aunque breve el recuento, el alcance de los obstáculos y tareas que en el decenio (2012-2022) enfrentarán los líderes del PCCh electos en el XVIII Cónclave, evidencian la complejidad y alcance de los proyectos emprendidos. Lograr la reconversión de la economía, para transitar de un crecimiento y desarrollo económico-social basado en las exportaciones e inversiones, a un modelo con acento en el consumo interno, será prioritario. 

III

Los nuevos líderes de China surgidos en el XVIII Congreso del PCCh, están conscientes y preparados para liberar a la economía de su dependencia de las exportaciones, la inversión, así como alentar el consumo interno. El informe China 2030, elaborado a instancias del Consejo de Estado (CE) y el Banco Mundial (BM), entre otras cuestiones, plantea la necesidad de adelgazar el sector público, eliminar restricciones administrativas, ofrecer más apoyo a la economía privada y reducir las dispensas de las grandes empresas públicas. Estas encarnan más del 63%, poseen el 90% del capital y el 82% de los giros económicos, de las 500 mayores firmas nacionales. 

Precisamente, al tándem Hu Jintao-Wen Jiabao (2002-2012), aunque prosiguió la labor de sus predecesores a favor de un mayor reconocimiento de la economía privada, se le atribuye haber aumentado el peso de las empresas estatales, que reinan en sectores estratégicos como la energía, el acero, la banca, las telecomunicaciones, la aeronáutica o la defensa, al tiempo que fortalecieron la condición subsidiaria del sector privado. No obstante, parece que esta fue una decisión política meditada y, a juzgar por los resultados --China pasó de la sexta a la segunda economía global--, no puede catalogarse de una pérdida ni tan errada. 

Es entendible que, por más de una razón, las empresas públicas chinas estén en el ojo del huracán. Se dice que son gigantes a la vieja usanza --no tanto como a veces se pretende--, que emplean a millones de personas y dilapidan recursos a gran escala; son señaladas de frenar el desarrollo o acaparar la casi totalidad del crédito, a tasas ventajosas en perjuicio del sector privado. Además, no son eficaces, incluso dificultan el estímulo de la creatividad, e impiden el avance de las reformas económicas. Son poco más de un centenar bajo la férula central. Mientras, miles de entidades públicas las controlan los gobiernos locales. Las primeras rinden beneficios, incluso de dos dígitos, y en las segundas el panorama es más diverso y complejo.

En sentido general, las objeciones tienen dos frentes principales. El primero, eliminar los privilegios de las grandes empresas y acotar su presencia --sector inmobiliario --y su dimensión. Es decir, equiparar paso a paso su estatus al de las firmas privadas en los órdenes principales y hacerlas depender en mayor medida del mercado, así como disminuir su condición monopolística en sectores clave de la economía estatal. El segundo, abrir más espacio a la aportación privada lo que, en función de los límites a establecerse, delimitarían los cambios en la naturaleza de la propiedad. 

De este enfoque podría decirse que, si bien el proceso no se verificará de golpe, sino progresivamente, las urgencias parecen ganar terreno erigiéndose en una cuestión de vida o muerte, sobre todo desde vaticinios generados por especialistas formados en el exterior, para garantizar la continuidad de la bonanza de la economía china, aportada por la Reforma y Apertura. Tampoco faltan, claro está, adalides internos, que llevan agua a ese molino, muchos de ellos tecnócratas formados en las escuelas de negocios dentro y afuera de la Gran Muralla, es decir, en el mundo de los bárbaros. 

Sin lugar a duda, el sector público del país necesita reformas, no solo económicas, también sociales y políticas. Que ello deba afectar, de seguro, a la naturaleza de la propiedad no debiera entenderse como un dogma y menos en China cuyo avance la señala como heterodoxa en muchos campos. La economía china, con razón, se ha visto impulsada por una mezcla de inversiones, créditos y estímulos fiscales, pero ese patrón de crecimiento es insostenible. China, necesita un crecimiento económico más equilibrado y sostenible; reformas que limiten los crecientes riesgos de la estabilidad social, así como poder expandirse apoyada en el consumo interno, además de ser incluyente en la distribución de la riqueza y amigable con el ambiente. 

Por otra parte, la problemática ambiental en China requiere de urgentes medidas y un ordenamiento social-institucional más fuerte, está apoyado en cifras. Entro otras incidencias perversas, un estudio reciente ha demostrado que la contaminación de algunas regiones de China es tan grande que ha reducido la esperanza de vida en más de cinco años en zonas del Norte del país. Quizás esto explica declaraciones sobre las acciones de los funcionarios que, ahora no serán juzgados únicamente sobre la base del crecimiento del PIB, sino que también estará relacionada con sus logros profesionales en el campo de la protección del medio ambiente. 

El Ministerio de Protección Ambiental de China ha medido el PIB verde, un indicador alternativo de crecimiento económico que refleja los costos de la contaminación. El último estudio muestra que el desempeño del Ministerio no era alentador. Se demostró que el costo de la contaminación era de 250 000 millones dólares en el 2010, lo que equivalía al 3,5% del PIB de ese año. El BM ha calculado el costo total de toda la contaminación y el agotamiento de los recursos en China en el 9% de la renta nacional bruta (RNB) en el 2009. Mientras, Greenpeace ha estimado que sólo el costo de la contaminación de carbón equivalía al 7,1% del PIB del país del 2007. 

De otro lado, aumentar el consumo interno reclama reducir la alta tasa de ahorro familiar y empresarial. Para conseguir ese fin, entre otras variables, es preciso mejorar las pensiones, la sanidad, la educación y que las empresas estatales repartan beneficios. También, hay que prestar atención al comercio exterior en presencia de la recesión internacional. Es más, hay que contrarrestar la tendencia a la baja en los dos principales mercados de exportación de China: Estados Unidos y la UE. En adición, reestructurar las pautas del desarrollo económico hacia el consumo interno hará necesario abandonar tasas de inversión del 45% del PIB y del 50% del ahorro que exponen la economía a un bajo rendimiento del capital. 

En tanto, un crecimiento devorador de recursos y destructor del medio ambiente como el habido por China es insostenible e inadmisible. El país se ha convertido en una enorme aspiradora de materias primas energéticas, minerales y metales, y no solo por su alta demanda, sino también por la elevada intensidad en el consumo de esos medios. 

Además, en China están presentes, y con graves extremos, prácticamente todos los males ecológicos de nuestra época: Emisión de gases de invernadero, degradación del suelo, contaminación del aire y del agua, deforestación, etc. Hay que reconocer que la dirigencia del PCCh, y el Gobierno, han dicho que no sacrificarán el medio ambiente en aras del crecimiento a corto plazo. 

Aquí, no es ocioso recordar que, no faltan especialistas que visualizan para China, la llamada trampa de la renta media, en virtud de la cual el país estaría llegando a un nivel de progreso que le impediría competir a la vez con los países de alto nivel tecnológico y con los de bajos salarios, lo que provocará su estancamiento. Los defensores de esta tesis arguyen que China no efectúa un progreso técnico suficiente, a causa de un desarrollo muy intensivo en el empleo de la fuerza de trabajo y que los salarios suben por la industrialización acelerada. Así, llegará un momento en el que China se verá cogida entre las tenazas de los países ricos, por ejemplo Alemania, y los nuevos exportadores, como Bangladesh, Vietnam o Camboya. 

En realidad, esa tesis no parece convincente en el caso de China. No es objetivo, ni cierto, afirmar que en el país no ha habido un notable progreso técnico y un crecimiento intensivo, basado en incrementos de los beneficios, aunque ambas cosas a menudo se ignoran en las publicaciones expertas. Un ejemplo, pone en solfa esas profecías, los gastos en investigación y desarrollo (I+D) del país (2012) fueron el 2% del PIB, más que la media de la UE, y los segundos en monto a nivel del orbe. Gradúa cada año más de 7 millones de egresados universitarios, incluyendo a más de 600 mil ingenieros. 

Al mismo tiempo, China aun tiene una significativa reserva de mano de obra en las provincias interiores, allí viven unos 650 millones de personas. La industrialización y la urbanización del Centro y el Este del país, y la emigración hacia las zonas costeras, son factores limitantes de la elevación de los salarios. Así, la industria textil, de confecciones o del juguete no se deslocalizan en masa hacia Indonesia, Camboya o Bangladesh, sino que lo hacen hacia el interior de la nación. Sí es cierto que en China habrá un crecimiento económico menos explosivo; que, sin embargo, en relación con la recesión existente en las áreas desarrolladas sigue siendo espectacular. 

Esfera clave en el impulso que necesita el cambio de modelo de desarrollo, le corresponde a la técnica y tecnología. Se avanza en la aplicación Programa Científico-técnico 863 que hace énfasis en varias direcciones. Entre ellas, destacan la innovación científica y tecnológica para hacer efectivo el crecimiento sostenible del área agrícola. Comenzó a funcionar el programa Beidou de posicionamiento satelital, al que seguirá la puesta en órbita de 100 satélites antes del 2015. En solo 20 años, el programa espacial de China cumplió las mismas tareas que a otros les llevó casi medio siglo desplegar, incluidos los vuelos espaciales tripulados, las caminatas en el cosmos y el procedimiento manual de engarce cósmico.

El éxito del ajuste exitoso de la Shenzhou-9 con el módulo de laboratorio Tiangong-1 resultó un nuevo nivel para la exploración espacial china. Desde 1992, el país decidió establecer su programa cósmico tripulado. Las políticas científicas han facilitado el proyecto y le han ayudado a desarrollarse de manera general y sostenible. La industria aeroespacial con el éxito de la Shenzhou-9, demostró la capacidad alcanzada en la esfera espacial por China. En los próximos cinco años se iniciaran los preparativos para poner a un hombre en la luna. A la vez, marchan por buen camino las tareas para disponer en 2020 de una estación cósmica propia. 

Es cierto que, de conjunto, la Reforma y Apertura catapultó a China a la segunda economía del planeta. A su vez, han aflorado graves desajustes sociales que reclaman atención. Salieron de la extrema pobreza cientos de millones de habitantes del país. No obstante, las disparidades de ingresos hoy son irritantes, con vaticinios que le otorgan base para poner en riesgo la estabilidad social. Esto lo muestra la evolución que experimentó el coeficiente Gini en la última década. En el año 2000 datos oficiales lo fijaron en 0,41; en el 2013, se reconoció que ascendió al 0,47. Otras fuentes, en el 2010 lo situaron en 0,61. En el (2011-2015), se prevé que las entradas monetarias de la población se eleven en un 13% anual. 

A la vez, los números indican que los ingresos en las áreas rurales están alrededor de los 9,261 yuanes; mientras que los urbanos rozan los 28,710 yuanes. Diferencia que los distancia en más de 3,1 veces. Cuentan con mayores ingresos netos: Shanghái, con 36,230; Beijing, 32,903; y Zhejiang, 30,971 yuanes. Les siguen Tianjin, Guangdong, Jiangsu, Fujian y Shandong. Las Regiones con ingresos más bajos se concentran en el Tíbet, Mongolia Interior, Heilongjiang, Qinghai, Xinjiang, Guangxi y Gansu. A finales del 2013, los datos arrojaban que China había experimentado la mayor emigración demográfica del campo a las Zonas urbanas en toda su historia. Abarcó a más de 262 millones de trabajadores migratorios.

En tanto, estudios de la Academia de Ciencias Sociales de China muestran que las causas que aglutinan la mayoría de los conflictos sociales en el país, incluyen los embargos de tierras agrícolas, demoliciones de casas, la contaminación ambiental, y los problemas laborales. Factores que en ocasiones se ven potenciados por regímenes de trabajo excesivos, e intensifican los brotes de las protestas sociales. Afrontar tales obstáculos requiere respuestas relacionadas, entre otras, como las ayudas al desempleo, la extensión del sistema de pensiones, la asistencia a la salud, educación, acceso a la vivienda, etc., sin olvidar las discriminaciones que sufre la población que emigra a las ciudades. 

No puede pasarse por alto el despliegue de la campaña que en China se instrumenta en la lucha contra la apropiación ilegal de tierras, a fin de garantizar una extensión suficiente de suelos de labranza capaz de alimentar al pueblo y proteger a los campesinos. Sin embargo, un factor de mucho peso en esas violaciones lo tienen los gobiernos locales que dependen mucho de las ventas de áreas para garantizar sus ingresos, por ello suelen ofrecer un trato favorable a las promotoras inmobiliarias. 

Otro factor que pesa en el ámbito social es lo abultado de la población inmigrante (262 millones) que, se afirma, ha sido artífice del desarrollo del país; de ella unos 164 millones comprenden edades entre los 18 y 25 años. Segmento poblacional que reclama acceso legal a la residencia, servicios de salud y educación, etc. Esto demanda solución para el hukou o venia de residencia, cuya supresión gradual se debate en los últimos años. Al avanzar el nuevo Siglo, para el 2030, cerca de la tercera parte de los habitantes del país, superará los 60 años. Aparece como paliativo retrasar la edad de jubilación hasta los 65 años; en la actualidad, el retiro es de 60-55 años para los hombres-mujeres en el sector público y de 50 para otras categorías. 

Asimismo, otro de los elementos o fenómenos presentes hoy en la presión social en China, radica en la chinización --emigración de los Han hacia otros territorios--, del factor político para algunas de las minorías nacionales. Desde una óptica muy amplia la implementación de políticas inversoras dirigidas a crear infraestructuras modernas, en las Regiones habitadas por minorías oriundas, así como incentivar el bienestar social resulta destacable y útil. 

Sin embargo, esos componentes no agotan ni resuelven situaciones de más calado social como pueden ser la estima por la identidad. Por ello, las mejoras económico-sociales realizadas, entre otros ejemplos, en el Tibet y Xinjiang, son importantes por su reflejo en el bienestar de sus habitantes; aunque por ello no disminuyeron las tensiones entre las minorías territoriales y los Han radicados en dichas Zonas, incluyendo las de raíz en el gobierno central.[1]

Un recuento de los factores económico-sociales que permean la sociedad china actual, destacaría la presencia de la creciente corrupción en las áreas gubernamentales y del PCCh. Es perfectamente perceptible que la lucha contra la corrupción desencadenada en los últimos años en China, no tiene referentes análogos en el desenvolvimiento reciente del país. Es sabido que los castigos, en función de la gravedad de los delitos cometidos, van desde largas condena a prisión hasta la pena capital. De esta última no se han librado dignatarios de la administración del Estado y altos dirigentes del PCCh. Si en el 2007 se procesaron 18,200 funcionarios, en el 2013, fueron sometidos a investigación 182 mil; entre ellos, 31 altos funcionarios.

Quizás, vale mencionar que la corrupción tiene en China raíces bien profundas, perdidas en el origen de la unificación del país. Durante la dinastía del primer emperador, Qin Shihuandi (221 a.e.), surgió promover la burocracia como medio para conformar lealtades; intermedio por el cual se trataba de apartar a los linajes y aristocracias locales que pugnaban por retener parcelas de riqueza y predominio social capaces de desafiar al poder central. No faltan estudiosos del acontecer chino que infieren hoy, de modo similar, en la corrupción y abuso de poder extremos de un pasado lejano, presentes en el diseño político e institucional del Estado chino. 

Un hecho digno de mención en este ámbito, por sus repercusiones político-sociales resultó la defenestración de Bo Xilai, miembro del Buró Político y jefe del PCCh en la megalópolis de Chongqing (32 millones de habitantes, Municipio Especial). Ocasión que sirvió para que el PCCh presentara el incidente como prueba de imparcialidad y firmeza a la hora de luchar contra la corrupción y el abuso de poder. El juicio de Bo Xilai concluyó con un castigo de cadena perpetua.[2] Pero, las condenas de su esposa, Gu Kailai, acusada de la muerte de un súbdito inglés (pena de muerte, suspendida por dos años), y de su mano derecha, Wang Lijun, Jefe de la Policía en Chongqing (15 años de cárcel) precedió a su propio proceso. 

Este sucinto recuento de las variables que tiran con intensidad de los acomodos necesarios en lo económico-social-político, en la etapa actual de la Reforma y Apertura en la nueva coyuntura interna, envuelve los desafíos que en la urbanización enfrenta hoy China. De acuerdo con varios altos funcionarios citados por el Global Times el coste de la urbanización es demasiado alto, y uno de los puntos clave para salir de ella es reducir el consumo de energía que se necesita para hacer crecer el PIB. 

Según el sitio web del Diario del Pueblo, un aumento de un punto porcentual de la urbanización en China consume el equivalente a 80 millones de toneladas de carbón. Así, en 2020 –cuando, si todo va según lo previsto, el 60% del país estará urbanizado– China va a quemar aproximadamente 5,5 mil millones de toneladas de carbón al año. Por otra parte, hay que señalar que China va a la cabeza del mundo en el uso de las energías renovables. 

Resulta positiva la resolución expedida en la que se establece la detención de la construcción de edificios públicos por cinco años. Por lo tanto, este es un cambio tangible. Y si hay voces que no dan mucho crédito a la voluntad política, expresada en las medidas en curso para contener la degradación, en las áreas de la protección del ambiente y la urbanización, no hay dudas que se va por buen camino, o al menos se marcha en esa dirección. Además, el gobierno obligará a las fábricas que publiquen sus normas ambientales y también se ha establecido la meta de reducir la intensidad de las emisiones en los sectores clave en un 30% a finales de 2017. 

Por otra parte, no puede ignorarse que en el 2012, China, siguió desarrollando un ingente esfuerzo en el aspecto cultural que, en esencia, busca proyectar la extensión del poder blando e influencia en el plano internacional. El Premio Nobel de Literatura (2012) otorgado a Mo Yan resultó un evento que contribuyó a renovar la imagen del país. También, en la formación de aquel perfil se inscriben los Institutos Confucio que, con más de 440 filiales y 500 aulas, esparcidas por la geografía del planeta aportan otras dimensiones a la esfera cultural. No puede ignorar que, desde Occidente, se despliega una guerra cultural y mediática encaminada a imponer patrones liberales y minar las raíces de las pautas sociales chinas. 

Recapitulando, puede puntualizarse que, el temor a un estancamiento en el crecimiento económico como consecuencia de la suma de adversos factores internos y globales, agrupa a los sectores que en China abogan por impulsar la liberalización. Se acusa a quienes se oponen a las políticas de desestatificación de defender prerrogativas burocráticas, razón última de sus resistencias, que pueden explicarse por posturas asociadas a imperativos ideológicos o a la preservación de intereses colectivos. 

En este plano, el problema es doble. Ante todo, el papel del Estado en la economía se vuelve un tema inevitable. Habría que dilucidar si en realidad es fomentador de la ineficacia o garante de un poder lo suficientemente sólido y capaz para no dejar el interés público inerme y a merced de los mercados. El CE parece enfatizar en un mayor papel para el mercado, a tono con las recomendaciones sugeridas por el BM. Entonces, es factible, en la práctica, que en China urge encontrar nuevos equilibrios entre las demandas sociales y políticas. 

Es también real que el sector público precisa reformas profundas que faciliten su adaptación a una economía que debe centrarse más en la innovación y menos en la inversión. Pero si de esto se trata –y es una de las claves de futuro menos cuestionable--, los que apelan a los cambios como sinónimo de la alteración del carácter de la propiedad, no deben olvidar también aquellas innovaciones políticas que garanticen la expresión de una mayor libertad en los ámbitos sociales. Cuestión que incluye a la academia-investigación que se vería más favorecida por una atmosfera más creativa. Hay consenso en que el grado de independencia y derechos en China hoy, no tiene igual panorama a los existentes 40 años atrás. 

Ante el cúmulo de tareas a enfrentar por China durante el mandato del Buró Político del PCCh elegido en el XVIII Congreso, parecen atinadas las declaraciones que llaman a profundizar las reformas en áreas cardinales con valor y sabiduría políticos aún mayores para superar las barreras institucionales que restringen el crecimiento. Además de enfatizarse en la necesidad de una economía sana para lograr las metas establecidas durante el Cónclave. Al menos, cinco serían las relaciones cruciales para ahondar la reforma: Mantener una mente abierta y buscar la verdad; avance integral y logros clave; la mejor planificación y exploración básica; innovación audaz con una base estable; y equilibrio dentro de la reforma, crecimiento y estabilidad. 

En definitiva, desde que asumieron el cargo (15/11/2012-3/2013), los nuevos líderes del país han reiterado fortalecer la economía y atacar las tareas económico-político-sociales, a través de reformas más profundas, incluido delegar el poder administrativo a los niveles inferiores y disminuir los controles en el sector financiero. El dilema es claro, China tiene que romper las barreras de los grupos atrincherados en la defensa de sus intereses, para liberar aún más la productividad social y vigorizar la creatividad. Ante tal alternativa no caben las detenciones o retrocesos. 

En resumen, el momento es de impulso a la vitalidad del desarrollo económico; el aumento de las eficiencias de gobierno, el fomento de la armonía social y la innovación, la salvaguardia de la justicia social, y la mejora del arte de liderazgo y de la capacidad de gobernanza del PCCh. Sobre todo, cuando se sabe que el país no puede copiar el modelo de modernización de los países desarrollados. La tierra no tiene suficientes recursos para apoyarla. China, tiene que tomar su propio camino y por esta vía hacer su oportuna contribución al bienestar de la humanidad. 

IV

Sin embargo, los saltos experimentadas por China, en la etapa (1978-2013) traídos por la Reformas y Apertura, ha tenido su precio. Así, hoy son múltiples los factores que reclaman atención económico-social-política. Entre otros, es destacable que no es posible seguir creciendo a cualquier costo, es necesario frenar las crecientes desigualdades de ingresos de los habitantes del campo y la ciudad, poner coto a la contaminación y sus nocivos efectos sobre el medio ambiente, cortar de raíz los fenómenos sociales que fomentan la corrupción, equilibrar los desajustes poblacionales (hukou, hijo único, envejecimiento), ganar mayor eficiencia energética, y en la esfera financiera y en el funcionamiento de la economía estatal.
Precisamente, la III Sesión Plenaria del XVIII Congreso del PCCh (9-12/11/2013), resultó el foro idóneo donde fue trazada la hoja de ruta para superar las distorsiones económicas que permean el quehacer social-político de China, y entre otros, llevar a la práctica (2020) los objetivos cardinales para la formación de una sociedad acomodada.[3] Parece haber consenso en ver en la III Plenaria del XVIII Congreso, la apertura de una nueva fase, la Reforma Nueva, en relación con las decisiones tomadas en (18-22/12/1978) con el destape de las Cuatro Modernizaciones, que pusieron el acento principal en el desarrollo económico y no en la ideología. 

Las directrices principales debatidas y aprobadas en la III Plenaria, abarcan diez líneas magistrales, resumidas en: 1) El papel del mercado será decisivo; la profundización de la reforma económica tiene como punto clave, las relaciones del gobierno y el mercado, donde éste último tendrá un papel categórico en la distribución de los recursos. 2) El sistema judicial se convertirá en una administración vertical. La defensa de la Constitución y las leyes, introducir reformas en la ejecución administrativa de la ley, lograr firmeza y justicia de las autoridades fiscales y tribunales, y proteger los derechos humanos, están consignadas en la Resolución como prioritarias. 

En calidad de nueva estructura se creará: 3) La Dirección para la Profundización Integral de la Reforma; órgano encargado de diseñar, coordinar, promover la reforma, así como supervisar su realización. 4) Igualmente, se organizará un Comité de Seguridad Estatal; pieza de carácter estratégico de la nueva dirección colectiva central en materia de la seguridad estatal. 5) No faltó la reafirmación que el objetivo general de profundizar la reforma consiste en perfeccionar y desarrollar el socialismo con características chinas; e incluye, impulsar la modernización del sistema administrativo del país y sus capacidades. 

La declaración final, deja claro que: 6) El país mantendrá un sistema económico básico caracterizado por una economía mixta, teniendo de pilar central la propiedad pública; componente del socialismo con peculiaridades chinas y plataforma de la economía de mercado socialista. 7) Asimismo, se harán cambios importantes en la construcción del ejército, se reajustará el sistema militar y prestará más atención a la industria de guerra. 8) El sistema fiscal y tributario sufrirá sustanciales reformas. 

Quedaron delimitadas las responsabilidades de los estamentos gubernamentales; se fijaran los impuestos y será más transparente el presupuesto. Un sistema financiero moderno integrará plenamente a China en la economía mundial. 

La explotación de la tierra no está fuera del proceso renovador. 9) Se consignó que cambiará significativamente el usufructo en la agricultura; y se impulsará la transferencia del derecho de gestión de las tierras. De forma paralela fue subrayado que en el agro chino es indispensable establecer reglas de mercado justas, abiertas y transparentes y mejorar el mecanismo de fijación de los precios de mercado. A la vez, se situaran en el mercado las tierras en las ciudades y el campo dedicadas a la construcción; además de perfeccionar la esfera del mercado financiero, así como profundizar la reforma de los métodos técnicos-científico y tecnológico en el agro.

No menos trascendental resultó el señalamiento: 10) Es muy necesario continuar luchando contra la corrupción y el consumo a costa del erario público. Se declaró ineludible restringir el poder e implantar una coordinación científica y eficaz, entre las instancias gubernamentales mediante el desarrollo de la innovación institucional, así como establecer un sistema que garantice el trabajo sistemático contra la corrupción y mejorar de continuo los estilo de trabajo en esta lucha. 

Las directrices magistrales perfiladas en la III Plenaria del XVIII Congreso evidencian que las soluciones chinas tienden, entre otras medidas, a universalizar el mercado, promover la competencia, diversificar la inversión extranjera en varios sectores o facilitar el acceso a otros como pueden ser la exploración, importación y distribución de petróleo, gas no convencional, la industria eléctrica, la reorganización de las telecomunicaciones, la reforma del usufructo del suelo y del sistema financiero. Eventos a desarrollar de modo progresivo-experimental en todas y cada una de las medidas a aplicar. 

Muestra de ello, en las finanzas, lo constituyó la creación de la zona económica piloto de Shanghái que servirá para ensayar como facilitar la introducción plena de China en las finanzas internacionales y el modo de internacionalizar el yuan. Elementos que a no dudarlo, proveerán nuevas condiciones para que el país desempeñe un papel más relevante a nivel global. Es bueno señalar que recientemente fueron listadas 18 actividades sensibles a las que los inversores extranjeros no podrán acceder. Shanghái es una zona especial económica, pero no política. 

Por otra parte, la III Plenaria reafirmó que, en lo económico, tanto el sector público como el privado son componentes reconocidos de la economía nacional. A la inversión privada se abren sectores como la banca, energía, infraestructura, o telecomunicaciones. El objetivo parece claro; tiende a favorecer la competencia y desintegrar los monopolios. Las empresas estatales tendrán que adaptarse a un régimen financiero duro. Además, entregaran al Estado el 30% de sus ganancias, frente al sistema actual que oscila entre 0-15%, disponiendo de un plazo de siete años (2020) para operar en las nuevas reglas. También, se procederá a separar las funciones de gobierno de la gestión empresarial, tal como se hizo con el ferrocarril. 

Por otro lado, la integralidad de las políticas económicas diseñadas insisten en lograr un desarrollo coordinado, tanto urbano como rural. Se trata de eliminar las disparidades campo-ciudad y equiparar los frutos de la modernización de modo que los beneficios del desarrollo lleguen a todos por igual. Se aplicaran estrictas medidas de protección de los suelos cultivados, cesión de derechos a los campesinos de cómo poseer, usar, beneficiarse y transferir sus contratos, e inclusive, usar éste como garantía para la obtención de préstamos. Serán promovidos el agro-negocio, las cooperativas, así como orientar fondos industrial-comerciales hacía el campo; incluidos la equiparación de los servicios educativo-salud y otros bienes sociales. 

Igualmente, la protección de los derechos humanos tiene su lugar en la Resolución aprobada. Fue declarada la abolición del sistema de reeducación mediante el trabajo; data de 1956. Asimismo, hay que destacar la reducción paso a paso del listado de delitos susceptibles de castigos con pena de muerte, así como la nulidad de las confesiones obtenidas con el empleo de la fuerza física. El sistema de peticiones (datan del Imperio) ante las insatisfacciones en las quejas contra las autoridades locales, llevadas al poder central, será objeto de reforma, procurando que las instancias regionales o locales faciliten su solución. 

Tampoco falta, en el orden político, la alusión que el PCCh avalará tanto la autoridad de la Constitución como de las leyes. Fue declarado que todos los ciudadanos son iguales; ningún individuo u organización estará por encima de la Constitución o las leyes; toda violación de éstas será castigada. En este orden, la justicia notará reformas, incluida la creación de un régimen relativamente separado. Busca evitar errores judiciales, fomentando la independencia del poder judicial y la fiscalía, y aumentar la transparencia mediante un código claro de derechos y deberes. 

En lo inmediato, el foco de atención para el 2014 estará centrado, entre otros criterios, en un crecimiento razonable del crédito y el financiamiento social. Impulsar la liberalización de las tasas de interés, y avanzar en internacionalizar el uso del yuan. Las seis tareas primordiales fijadas para el año se concentran en: 

-Seguridad en la cadena de suministro de alimentos y, al mismo tiempo, certeza en la calidad de los alimentos.
-Cambiar la estructura industrial, resolver el problema del exceso de capacidades en varias ramas, así como promover un crecimiento económico sostenible, impulsado por el consumo interno, los servicios y la innovación.
-El gobierno implementará medidas para mejorar la gestión de la deuda de las administraciones locales.
-Coordinar el desarrollo entre las diferentes regiones.
-Mejorar la calidad de vida de la ciudadanía e impulsar la creación de empleos.
-Último pero no menos importante, China estimulará la cooperación financiera internacional, principalmente en las áreas de acuerdos de libre comercio y arreglos de inversión. Se espera que la economía china crezca un 7.5%. 

Finalmente, todo indica que el (2012-2022) marcará un decenio decisivo en el desarrollo económico y democrático de China. Ante todo, deberá transformarse el patrón de crecimiento con sostén en el consumo interno. El desgrane de las líneas magistrales delineadas por la III Plenaria del XVIII Cónclave, irán hallando acomodo con el fin último de hacer más eficiente el desempeño económico-político, eliminar o atenuar los vacios sociales, incluidas las subyacentes entre algunas de las minorías. 

Por último, es perceptible que el PCCh, al situarse en el centro impulsor de la Reformas Nueva, pone solidas bases para, en lo político, dejar atrás parte del núcleo duro heredado del modelo soviético. Sabiduría y experiencia le sobran. 

Bibliografía mínima

Giovanni, Arrighi, Adam Smith en Pekín, Editorial Akal, S.A, Madrid, España, 2007.
Henry Kissinger, “China” Editorial Random House Mondadori, S.A., Barcelona, España, 2012.
Jin Bo, “China: País por descubrir”, China Intercontinental Press, Beijing, 2010.
Julio A. Díaz Vázquez, Eduardo Regalado, “China: El Despertar del Dragón”, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2007.
Mark Leonard, “¿Qué piensa China?” Icaria editorial, s. a. Barcelona, España, 2008.
Rafael, Poch-de-Feliu, La actualidad de China, un mundo en crisis, una sociedad en gestación, Editorial Crítica, S.L., Barcelona, España, 2009.
Ríos Xulio, China pide paso. De Hu Jintao a Xi Jinping, Icaria editorial, s.a., Barcelona, España, 2012.
Samir Amin, “¿China es capitalista o Socialista?”, El Viejo Topo 302, marzo 2013, pp. 29-41 

[1] En China hay 55 minorías nacionales que en el año 2000 ascendían a más de 106 millones de habitantes. De ellas, 2 tenían más de 10 millones; 16 exhibían una población de más de un millón; 18 menos de un millón y más de 50 mil individuos; 19 muestran menos de 50 mil personas. La etnia tibetana tenía 5 millones 416 mil 021; y la uigur 8 millones 399 mil 393 habitantes. 

[2] Entre el 23-26/8/2013, en el Tribunal Popular Intermedio de Jinan, provincia de Shandong, concluyó el jucio contra Bo Xilai; fue condenado a cadena perpetua. La agencia de prensa Xinhua ofreció una amplia cobertura al proceso. Ver, por ejemplo, los comunicados de Xinhua de los días: 23-27-28/8/2013. 

[3] El PCCh, del XVIII Congreso, contó con un Secretario General, un CC de 204 miembros permanentes y 105 suplentes; 25 integrantes del Buró Político (BP) y 7 miembros del Comité Permanente (CP). El CC se reúne una vez al año; es el máximo órgano político entre los Congresos; los mandatos son de 5 años; las renovaciones se hacen cada 10 años. Las III Plenarias tienen cierta relevancia por concretar los programas y aspiraciones de cada nueva dirigencia del PCCh. En la reunión del (9-12/11/2013) participaron, además, 400 altos funcionarios, incluyendo representantes de los gobiernos locales, de empresas, instituciones financieras estatales, organizaciones sociales, la academia y think tanks. Se desarrolló a puertas cerradas.


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