A
continuación publicamos el último artículo del especialista en China, Dr. J.A.
Díaz Vázquez, del Centro de Investigaciones de Economía Internacional de La
Habana, Cuba, sobre los retos a corto y medio plazo los que se enfrenta a China
desde la III sesión plenaria del Comité Central del Partido Comunista.
Entre
los observadores de la realidad de China hay consenso en que, los saltos
económico-sociales, con la llegada (1949-1976) de la Nueva China, crearon bases
sólidas para el éxito de la Reforma y Apertura introducida desde 1978. Reforma
que, en algo menos de treinta y cinco años hizo de China la segunda economía
del planeta. En el 2001, al adherirse a la Organización Mundial del Comercio
(OMC), resultó decisivo en este gran brinco; el país está logrando la
integración plena en la economía mundial. Sin embargo, los cambios producidos
en lo económico-social han dado lugar a nuevos desafíos que deben ser resueltos
por la dirigencia del Partido Comunista de China (PCCh) elegida (8-15/11/2012)
en el XVIII Congreso.
Con
la ascensión de nuevos líderes (los llamados príncipes) se abre otro ciclo en
los estilos políticos de ejercer el poder en China. Ante todo, ya no hay guías
históricos que marquen pautas. Ahora, el mando estará en el consenso, la
dirección colectiva, más la suma de los equilibrios económico-políticos a
lograr entre los centros regionales que la propia Reforma y Apertura proyecta
al liderazgo nacional. Aunque, en este trabajo, la atención se centrará en los
retos que implica reestructurar la economía.
II
Es
en este plano, que pueden explicarse las mutaciones a las que se aboca China,
observando al menos, dos niveles. Uno, la reestructuración económica con base
en el crecimiento del consumo interno, prestando, atención a dos premisas:
Respeto al medio ambiente y una mejor distribución de la riqueza creada.Por
otro lado, las transformaciones en cartera, sin duda alguna, darán mayores
espacios al mercado. En unos casos, haciendo que el sector público tenga que
competir con un menor padrinazgo para la empresa estatal. De otro, dándole
entrada en áreas hasta ahora vedada al sector privado, o creando mejores
condiciones para acceder a los créditos bancarios.
En
tanto, es importante conservar tasas de crecimientos económicos no inferiores
al 7,5% anuales; precisos para anular posibles inestabilidades sociales, que
amparen niveles de empleo que no bajen de los 10-11 millones al año. Tampoco,
ignorar los problemas de las disparidades en los ingresos entre el campo y las
urbes; ofrecer a los inmigrantes hacia la ciudad (más de 260 millones) acceso a
servicios sociales: Educación y salud, iguales a los de los residentes
citadinos.
Además,
se hace necesario atender las oscilaciones originadas en el hukou (introducido
en 1956) o permiso de residencia, la política del hijo único, así como el
envejecimiento de la población. Sin olvidar que se hace perentorio controlar y
reducir las afectaciones producidas en el medio ambiente; además, hay que
atender las distorsiones surgidas entre hombres-mujeres que en el 2030 dejaran
sin pareja a 40 millones de hombres.
Sin
embargo, es real que el país tiene que estar a la mira de otras aristas más
abarcadoras del quehacer económico. En la esfera financiera, continuará con
paso estable y sin detenerse la política diseñada para integrar plenamente a
China en la economía internacional. En este plano, lugar destacado lo ocupará
hacer del yuan (renminbi) una divisa internacional lo cual apunta al reinado,
por largos años del dólar. Ya suman 21 las naciones de diferentes regiones del
planeta que firmaron convenios de intercambios comerciales, y otras operaciones
con China utilizando el yuan.
Paso
importante en este rumbo lo constituyó la inauguración (30/9/2013) de la Zona
de Libre Comercio (ZLC) de Shanghái que, en su curso, entre otros objetivos,
será un polígono de ensayo para el despliegue de la reforma financiera. Así, se
ha comenzado por autorizar a seis fondos de alto riesgo extranjeros a captar
capitales en yuanes para invertirlos en bolsa fuera de China, por valor de
3.000 millones de dólares. Los tipos de interés fluctuarán dependiendo del
mercado, así como del uso transfronterizo de la moneda china en la Zona.
En
perspectiva Shanghái está llamada a convertirse en un centro financiero de
alcance mundial. En este sentido, la III Sesión Plenaria del XVIII Congreso del
PCCh, efectuada (9-12/11/2013) definió los matices y direcciones principales
por los que transitará la adecuación de la Reforma y Apertura en el nuevo
escalón reformador en el que entra China en la etapa.
Otro
punto interno neurálgico contenido en lo aprobado en el XVIII Cónclave del
PCCh, registra que en el decenio (2011-2021) el país tendrá que duplicar el
Producto Interno Bruto (PIB) con relación al 2010, y alcanzar una nación
socialista moderna, armoniosa, rica, poderosa y democrática; y con ello,
saludar el Centenario (1921-2021) de la fundación del Partido. Desde que Xi
Jinping asumió el cargo de Secretario del PCCh, China ha conocido un ritmo frenético
de iniciativas sobre los ejes de un discurso nacionalista (el sueño chino), y
que ataca a la corrupción.
En
lo concreto, China entra de lleno en imprimir una nueva visión de la Reforma y
Apertura abierta por Deng Xiaoping en 1978. La Reforma Nueva, y la quinta
modernización, a diferencia de los impulsos sostenidos en los primeros
balbuceos democratizadores, tienen ante sí los reclamos propios de encarar los
peligros de romper las ideas y conceptos que la pueden inhibir, así como
liberarse de los nuevos intereses corporativos creados.
Sin
embargo, en el fondo se percibe en las proyecciones recientes de los líderes
chinos, la Reforma Nueva a implementarse en lo económico no deben poner en
riesgo el papel dirigente del Partido. Enfoque que parece puesto de relieve en
el manejo que primó en el juicio por abuso de poder, soborno y corrupción,
contra Bo Xilai, ya sea en la cobertura mediática como en la aplicación de la
ley.
Finalmente,
si bien la visión del sueño chino pone sobre el tapete prestar primerísima
atención a la lucha contra la corrupción e, insistir en el socialismo con
características chinas, resultan meritorios los esfuerzos por fortalecer la
legitimidad del PCCh, así como apreciar los cambios que se producen en lo
social en China. En las nuevas condiciones, mantener el funcionamiento de los
órganos político-económicos fincados en las reglas heredadas requerirá,
instrumentar otras pautas y conductas que sustenten esa continuidad. Puede
afirmarse, el (2012-2022) será todo hito en China.
Por
último, aunque breve el recuento, el alcance de los obstáculos y tareas que en
el decenio (2012-2022) enfrentarán los líderes del PCCh electos en el XVIII
Cónclave, evidencian la complejidad y alcance de los proyectos emprendidos.
Lograr la reconversión de la economía, para transitar de un crecimiento y
desarrollo económico-social basado en las exportaciones e inversiones, a un
modelo con acento en el consumo interno, será prioritario.
III
Los
nuevos líderes de China surgidos en el XVIII Congreso del PCCh, están
conscientes y preparados para liberar a la economía de su dependencia de las
exportaciones, la inversión, así como alentar el consumo interno. El informe
China 2030, elaborado a instancias del Consejo de Estado (CE) y el Banco
Mundial (BM), entre otras cuestiones, plantea la necesidad de adelgazar el
sector público, eliminar restricciones administrativas, ofrecer más apoyo a la
economía privada y reducir las dispensas de las grandes empresas públicas.
Estas encarnan más del 63%, poseen el 90% del capital y el 82% de los giros
económicos, de las 500 mayores firmas nacionales.
Precisamente,
al tándem Hu Jintao-Wen Jiabao (2002-2012), aunque prosiguió la labor de sus
predecesores a favor de un mayor reconocimiento de la economía privada, se le
atribuye haber aumentado el peso de las empresas estatales, que reinan en
sectores estratégicos como la energía, el acero, la banca, las
telecomunicaciones, la aeronáutica o la defensa, al tiempo que fortalecieron la
condición subsidiaria del sector privado. No obstante, parece que esta fue una
decisión política meditada y, a juzgar por los resultados --China pasó de la
sexta a la segunda economía global--, no puede catalogarse de una pérdida ni
tan errada.
Es
entendible que, por más de una razón, las empresas públicas chinas estén en el
ojo del huracán. Se dice que son gigantes a la vieja usanza --no tanto como a
veces se pretende--, que emplean a millones de personas y dilapidan recursos a
gran escala; son señaladas de frenar el desarrollo o acaparar la casi totalidad
del crédito, a tasas ventajosas en perjuicio del sector privado. Además, no son
eficaces, incluso dificultan el estímulo de la creatividad, e impiden el avance
de las reformas económicas. Son poco más de un centenar bajo la férula central.
Mientras, miles de entidades públicas las controlan los gobiernos locales. Las
primeras rinden beneficios, incluso de dos dígitos, y en las segundas el
panorama es más diverso y complejo.
En
sentido general, las objeciones tienen dos frentes principales. El primero,
eliminar los privilegios de las grandes empresas y acotar su presencia --sector
inmobiliario --y su dimensión. Es decir, equiparar paso a paso su estatus al de
las firmas privadas en los órdenes principales y hacerlas depender en mayor
medida del mercado, así como disminuir su condición monopolística en sectores
clave de la economía estatal. El segundo, abrir más espacio a la aportación
privada lo que, en función de los límites a establecerse, delimitarían los
cambios en la naturaleza de la propiedad.
De
este enfoque podría decirse que, si bien el proceso no se verificará de golpe,
sino progresivamente, las urgencias parecen ganar terreno erigiéndose en una
cuestión de vida o muerte, sobre todo desde vaticinios generados por
especialistas formados en el exterior, para garantizar la continuidad de la
bonanza de la economía china, aportada por la Reforma y Apertura. Tampoco
faltan, claro está, adalides internos, que llevan agua a ese molino, muchos de
ellos tecnócratas formados en las escuelas de negocios dentro y afuera de la
Gran Muralla, es decir, en el mundo de los bárbaros.
Sin
lugar a duda, el sector público del país necesita reformas, no solo económicas,
también sociales y políticas. Que ello deba afectar, de seguro, a la naturaleza
de la propiedad no debiera entenderse como un dogma y menos en China cuyo
avance la señala como heterodoxa en muchos campos. La economía china, con
razón, se ha visto impulsada por una mezcla de inversiones, créditos y
estímulos fiscales, pero ese patrón de crecimiento es insostenible. China,
necesita un crecimiento económico más equilibrado y sostenible; reformas que
limiten los crecientes riesgos de la estabilidad social, así como poder expandirse
apoyada en el consumo interno, además de ser incluyente en la distribución de
la riqueza y amigable con el ambiente.
Por
otra parte, la problemática ambiental en China requiere de urgentes medidas y
un ordenamiento social-institucional más fuerte, está apoyado en cifras. Entro
otras incidencias perversas, un estudio reciente ha demostrado que la
contaminación de algunas regiones de China es tan grande que ha reducido la
esperanza de vida en más de cinco años en zonas del Norte del país. Quizás esto
explica declaraciones sobre las acciones de los funcionarios que, ahora no
serán juzgados únicamente sobre la base del crecimiento del PIB, sino que
también estará relacionada con sus logros profesionales en el campo de la
protección del medio ambiente.
El
Ministerio de Protección Ambiental de China ha medido el PIB verde, un
indicador alternativo de crecimiento económico que refleja los costos de la
contaminación. El último estudio muestra que el desempeño del Ministerio no era
alentador. Se demostró que el costo de la contaminación era de 250 000 millones
dólares en el 2010, lo que equivalía al 3,5% del PIB de ese año. El BM ha
calculado el costo total de toda la contaminación y el agotamiento de los
recursos en China en el 9% de la renta nacional bruta (RNB) en el 2009.
Mientras, Greenpeace ha estimado que sólo el costo de la contaminación de
carbón equivalía al 7,1% del PIB del país del 2007.
De
otro lado, aumentar el consumo interno reclama reducir la alta tasa de ahorro
familiar y empresarial. Para conseguir ese fin, entre otras variables, es
preciso mejorar las pensiones, la sanidad, la educación y que las empresas
estatales repartan beneficios. También, hay que prestar atención al comercio
exterior en presencia de la recesión internacional. Es más, hay que
contrarrestar la tendencia a la baja en los dos principales mercados de
exportación de China: Estados Unidos y la UE. En adición, reestructurar las
pautas del desarrollo económico hacia el consumo interno hará necesario
abandonar tasas de inversión del 45% del PIB y del 50% del ahorro que exponen
la economía a un bajo rendimiento del capital.
En
tanto, un crecimiento devorador de recursos y destructor del medio ambiente
como el habido por China es insostenible e inadmisible. El país se ha convertido
en una enorme aspiradora de materias primas energéticas, minerales y metales, y
no solo por su alta demanda, sino también por la elevada intensidad en el
consumo de esos medios.
Además,
en China están presentes, y con graves extremos, prácticamente todos los males
ecológicos de nuestra época: Emisión de gases de invernadero, degradación del
suelo, contaminación del aire y del agua, deforestación, etc. Hay que reconocer
que la dirigencia del PCCh, y el Gobierno, han dicho que no sacrificarán el medio
ambiente en aras del crecimiento a corto plazo.
Aquí,
no es ocioso recordar que, no faltan especialistas que visualizan para China,
la llamada trampa de la renta media, en virtud de la cual el país estaría
llegando a un nivel de progreso que le impediría competir a la vez con los
países de alto nivel tecnológico y con los de bajos salarios, lo que provocará
su estancamiento. Los defensores de esta tesis arguyen que China no efectúa un
progreso técnico suficiente, a causa de un desarrollo muy intensivo en el
empleo de la fuerza de trabajo y que los salarios suben por la
industrialización acelerada. Así, llegará un momento en el que China se verá
cogida entre las tenazas de los países ricos, por ejemplo Alemania, y los
nuevos exportadores, como Bangladesh, Vietnam o Camboya.
En
realidad, esa tesis no parece convincente en el caso de China. No es objetivo,
ni cierto, afirmar que en el país no ha habido un notable progreso técnico y un
crecimiento intensivo, basado en incrementos de los beneficios, aunque ambas
cosas a menudo se ignoran en las publicaciones expertas. Un ejemplo, pone en
solfa esas profecías, los gastos en investigación y desarrollo (I+D) del país
(2012) fueron el 2% del PIB, más que la media de la UE, y los segundos en monto
a nivel del orbe. Gradúa cada año más de 7 millones de egresados
universitarios, incluyendo a más de 600 mil ingenieros.
Al
mismo tiempo, China aun tiene una significativa reserva de mano de obra en las
provincias interiores, allí viven unos 650 millones de personas. La
industrialización y la urbanización del Centro y el Este del país, y la
emigración hacia las zonas costeras, son factores limitantes de la elevación de
los salarios. Así, la industria textil, de confecciones o del juguete no se deslocalizan
en masa hacia Indonesia, Camboya o Bangladesh, sino que lo hacen hacia el
interior de la nación. Sí es cierto que en China habrá un crecimiento económico
menos explosivo; que, sin embargo, en relación con la recesión existente en las
áreas desarrolladas sigue siendo espectacular.
Esfera
clave en el impulso que necesita el cambio de modelo de desarrollo, le
corresponde a la técnica y tecnología. Se avanza en la aplicación Programa
Científico-técnico 863 que hace énfasis en varias direcciones. Entre ellas,
destacan la innovación científica y tecnológica para hacer efectivo el
crecimiento sostenible del área agrícola. Comenzó a funcionar el programa
Beidou de posicionamiento satelital, al que seguirá la puesta en órbita de 100
satélites antes del 2015. En solo 20 años, el programa espacial de China
cumplió las mismas tareas que a otros les llevó casi medio siglo desplegar,
incluidos los vuelos espaciales tripulados, las caminatas en el cosmos y el
procedimiento manual de engarce cósmico.
El
éxito del ajuste exitoso de la Shenzhou-9 con el módulo de laboratorio
Tiangong-1 resultó un nuevo nivel para la exploración espacial china. Desde
1992, el país decidió establecer su programa cósmico tripulado. Las políticas
científicas han facilitado el proyecto y le han ayudado a desarrollarse de
manera general y sostenible. La industria aeroespacial con el éxito de la
Shenzhou-9, demostró la capacidad alcanzada en la esfera espacial por China. En
los próximos cinco años se iniciaran los preparativos para poner a un hombre en
la luna. A la vez, marchan por buen camino las tareas para disponer en 2020 de
una estación cósmica propia.
Es
cierto que, de conjunto, la Reforma y Apertura catapultó a China a la segunda
economía del planeta. A su vez, han aflorado graves desajustes sociales que
reclaman atención. Salieron de la extrema pobreza cientos de millones de
habitantes del país. No obstante, las disparidades de ingresos hoy son
irritantes, con vaticinios que le otorgan base para poner en riesgo la
estabilidad social. Esto lo muestra la evolución que experimentó el coeficiente
Gini en la última década. En el año 2000 datos oficiales lo fijaron en 0,41; en
el 2013, se reconoció que ascendió al 0,47. Otras fuentes, en el 2010 lo
situaron en 0,61. En el (2011-2015), se prevé que las entradas monetarias de la
población se eleven en un 13% anual.
A
la vez, los números indican que los ingresos en las áreas rurales están
alrededor de los 9,261 yuanes; mientras que los urbanos rozan los 28,710
yuanes. Diferencia que los distancia en más de 3,1 veces. Cuentan con mayores
ingresos netos: Shanghái, con 36,230; Beijing, 32,903; y Zhejiang, 30,971
yuanes. Les siguen Tianjin, Guangdong, Jiangsu, Fujian y Shandong. Las Regiones
con ingresos más bajos se concentran en el Tíbet, Mongolia Interior,
Heilongjiang, Qinghai, Xinjiang, Guangxi y Gansu. A finales del 2013, los datos
arrojaban que China había experimentado la mayor emigración demográfica del
campo a las Zonas urbanas en toda su historia. Abarcó a más de 262 millones de trabajadores
migratorios.
En
tanto, estudios de la Academia de Ciencias Sociales de China muestran que las
causas que aglutinan la mayoría de los conflictos sociales en el país, incluyen
los embargos de tierras agrícolas, demoliciones de casas, la contaminación
ambiental, y los problemas laborales. Factores que en ocasiones se ven
potenciados por regímenes de trabajo excesivos, e intensifican los brotes de
las protestas sociales. Afrontar tales obstáculos requiere respuestas
relacionadas, entre otras, como las ayudas al desempleo, la extensión del
sistema de pensiones, la asistencia a la salud, educación, acceso a la
vivienda, etc., sin olvidar las discriminaciones que sufre la población que
emigra a las ciudades.
No
puede pasarse por alto el despliegue de la campaña que en China se instrumenta
en la lucha contra la apropiación ilegal de tierras, a fin de garantizar una
extensión suficiente de suelos de labranza capaz de alimentar al pueblo y
proteger a los campesinos. Sin embargo, un factor de mucho peso en esas
violaciones lo tienen los gobiernos locales que dependen mucho de las ventas de
áreas para garantizar sus ingresos, por ello suelen ofrecer un trato favorable
a las promotoras inmobiliarias.
Otro
factor que pesa en el ámbito social es lo abultado de la población inmigrante
(262 millones) que, se afirma, ha sido artífice del desarrollo del país; de
ella unos 164 millones comprenden edades entre los 18 y 25 años. Segmento
poblacional que reclama acceso legal a la residencia, servicios de salud y educación,
etc. Esto demanda solución para el hukou o venia de residencia, cuya supresión
gradual se debate en los últimos años. Al avanzar el nuevo Siglo, para el 2030,
cerca de la tercera parte de los habitantes del país, superará los 60 años.
Aparece como paliativo retrasar la edad de jubilación hasta los 65 años; en la
actualidad, el retiro es de 60-55 años para los hombres-mujeres en el sector
público y de 50 para otras categorías.
Asimismo,
otro de los elementos o fenómenos presentes hoy en la presión social en China,
radica en la chinización --emigración de los Han hacia otros territorios--, del
factor político para algunas de las minorías nacionales. Desde una óptica muy
amplia la implementación de políticas inversoras dirigidas a crear infraestructuras
modernas, en las Regiones habitadas por minorías oriundas, así como incentivar
el bienestar social resulta destacable y útil.
Sin
embargo, esos componentes no agotan ni resuelven situaciones de más calado
social como pueden ser la estima por la identidad. Por ello, las mejoras
económico-sociales realizadas, entre otros ejemplos, en el Tibet y Xinjiang,
son importantes por su reflejo en el bienestar de sus habitantes; aunque por
ello no disminuyeron las tensiones entre las minorías territoriales y los Han
radicados en dichas Zonas, incluyendo las de raíz en el gobierno central.[1]
Un
recuento de los factores económico-sociales que permean la sociedad china
actual, destacaría la presencia de la creciente corrupción en las áreas
gubernamentales y del PCCh. Es perfectamente perceptible que la lucha contra la
corrupción desencadenada en los últimos años en China, no tiene referentes
análogos en el desenvolvimiento reciente del país. Es sabido que los castigos,
en función de la gravedad de los delitos cometidos, van desde largas condena a
prisión hasta la pena capital. De esta última no se han librado dignatarios de
la administración del Estado y altos dirigentes del PCCh. Si en el 2007 se
procesaron 18,200 funcionarios, en el 2013, fueron sometidos a investigación
182 mil; entre ellos, 31 altos funcionarios.
Quizás,
vale mencionar que la corrupción tiene en China raíces bien profundas, perdidas
en el origen de la unificación del país. Durante la dinastía del primer
emperador, Qin Shihuandi (221 a.e.), surgió promover la burocracia como medio
para conformar lealtades; intermedio por el cual se trataba de apartar a los
linajes y aristocracias locales que pugnaban por retener parcelas de riqueza y
predominio social capaces de desafiar al poder central. No faltan estudiosos
del acontecer chino que infieren hoy, de modo similar, en la corrupción y abuso
de poder extremos de un pasado lejano, presentes en el diseño político e
institucional del Estado chino.
Un
hecho digno de mención en este ámbito, por sus repercusiones político-sociales
resultó la defenestración de Bo Xilai, miembro del Buró Político y jefe del
PCCh en la megalópolis de Chongqing (32 millones de habitantes, Municipio
Especial). Ocasión que sirvió para que el PCCh presentara el incidente como prueba
de imparcialidad y firmeza a la hora de luchar contra la corrupción y el abuso
de poder. El juicio de Bo Xilai concluyó con un castigo de cadena perpetua.[2]
Pero, las condenas de su esposa, Gu Kailai, acusada de la muerte de un súbdito
inglés (pena de muerte, suspendida por dos años), y de su mano derecha, Wang
Lijun, Jefe de la Policía en Chongqing (15 años de cárcel) precedió a su propio
proceso.
Este
sucinto recuento de las variables que tiran con intensidad de los acomodos
necesarios en lo económico-social-político, en la etapa actual de la Reforma y
Apertura en la nueva coyuntura interna, envuelve los desafíos que en la
urbanización enfrenta hoy China. De acuerdo con varios altos funcionarios
citados por el Global Times el coste de la urbanización es demasiado alto, y
uno de los puntos clave para salir de ella es reducir el consumo de energía que
se necesita para hacer crecer el PIB.
Según
el sitio web del Diario del Pueblo, un aumento de un punto porcentual de la
urbanización en China consume el equivalente a 80 millones de toneladas de
carbón. Así, en 2020 –cuando, si todo va según lo previsto, el 60% del país
estará urbanizado– China va a quemar aproximadamente 5,5 mil millones de
toneladas de carbón al año. Por otra parte, hay que señalar que China va a la
cabeza del mundo en el uso de las energías renovables.
Resulta
positiva la resolución expedida en la que se establece la detención de la
construcción de edificios públicos por cinco años. Por lo tanto, este es un
cambio tangible. Y si hay voces que no dan mucho crédito a la voluntad
política, expresada en las medidas en curso para contener la degradación, en
las áreas de la protección del ambiente y la urbanización, no hay dudas que se
va por buen camino, o al menos se marcha en esa dirección. Además, el gobierno
obligará a las fábricas que publiquen sus normas ambientales y también se ha
establecido la meta de reducir la intensidad de las emisiones en los sectores
clave en un 30% a finales de 2017.
Por
otra parte, no puede ignorarse que en el 2012, China, siguió desarrollando un
ingente esfuerzo en el aspecto cultural que, en esencia, busca proyectar la
extensión del poder blando e influencia en el plano internacional. El Premio
Nobel de Literatura (2012) otorgado a Mo Yan resultó un evento que contribuyó a
renovar la imagen del país. También, en la formación de aquel perfil se
inscriben los Institutos Confucio que, con más de 440 filiales y 500 aulas,
esparcidas por la geografía del planeta aportan otras dimensiones a la esfera
cultural. No puede ignorar que, desde Occidente, se despliega una guerra
cultural y mediática encaminada a imponer patrones liberales y minar las raíces
de las pautas sociales chinas.
Recapitulando,
puede puntualizarse que, el temor a un estancamiento en el crecimiento
económico como consecuencia de la suma de adversos factores internos y
globales, agrupa a los sectores que en China abogan por impulsar la
liberalización. Se acusa a quienes se oponen a las políticas de desestatificación
de defender prerrogativas burocráticas, razón última de sus resistencias, que
pueden explicarse por posturas asociadas a imperativos ideológicos o a la
preservación de intereses colectivos.
En
este plano, el problema es doble. Ante todo, el papel del Estado en la economía
se vuelve un tema inevitable. Habría que dilucidar si en realidad es fomentador
de la ineficacia o garante de un poder lo suficientemente sólido y capaz para
no dejar el interés público inerme y a merced de los mercados. El CE parece
enfatizar en un mayor papel para el mercado, a tono con las recomendaciones
sugeridas por el BM. Entonces, es factible, en la práctica, que en China urge
encontrar nuevos equilibrios entre las demandas sociales y políticas.
Es
también real que el sector público precisa reformas profundas que faciliten su
adaptación a una economía que debe centrarse más en la innovación y menos en la
inversión. Pero si de esto se trata –y es una de las claves de futuro menos
cuestionable--, los que apelan a los cambios como sinónimo de la alteración del
carácter de la propiedad, no deben olvidar también aquellas innovaciones
políticas que garanticen la expresión de una mayor libertad en los ámbitos
sociales. Cuestión que incluye a la academia-investigación que se vería más
favorecida por una atmosfera más creativa. Hay consenso en que el grado de
independencia y derechos en China hoy, no tiene igual panorama a los existentes
40 años atrás.
Ante
el cúmulo de tareas a enfrentar por China durante el mandato del Buró Político
del PCCh elegido en el XVIII Congreso, parecen atinadas las declaraciones que
llaman a profundizar las reformas en áreas cardinales con valor y sabiduría
políticos aún mayores para superar las barreras institucionales que restringen
el crecimiento. Además de enfatizarse en la necesidad de una economía sana para
lograr las metas establecidas durante el Cónclave. Al menos, cinco serían las
relaciones cruciales para ahondar la reforma: Mantener una mente abierta y
buscar la verdad; avance integral y logros clave; la mejor planificación y
exploración básica; innovación audaz con una base estable; y equilibrio dentro
de la reforma, crecimiento y estabilidad.
En
definitiva, desde que asumieron el cargo (15/11/2012-3/2013), los nuevos
líderes del país han reiterado fortalecer la economía y atacar las tareas
económico-político-sociales, a través de reformas más profundas, incluido
delegar el poder administrativo a los niveles inferiores y disminuir los
controles en el sector financiero. El dilema es claro, China tiene que romper
las barreras de los grupos atrincherados en la defensa de sus intereses, para
liberar aún más la productividad social y vigorizar la creatividad. Ante tal
alternativa no caben las detenciones o retrocesos.
En
resumen, el momento es de impulso a la vitalidad del desarrollo económico; el
aumento de las eficiencias de gobierno, el fomento de la armonía social y la
innovación, la salvaguardia de la justicia social, y la mejora del arte de
liderazgo y de la capacidad de gobernanza del PCCh. Sobre todo, cuando se sabe
que el país no puede copiar el modelo de modernización de los países
desarrollados. La tierra no tiene suficientes recursos para apoyarla. China,
tiene que tomar su propio camino y por esta vía hacer su oportuna contribución al
bienestar de la humanidad.
IV
Sin
embargo, los saltos experimentadas por China, en la etapa (1978-2013) traídos
por la Reformas y Apertura, ha tenido su precio. Así, hoy son múltiples los
factores que reclaman atención económico-social-política. Entre otros, es
destacable que no es posible seguir creciendo a cualquier costo, es necesario
frenar las crecientes desigualdades de ingresos de los habitantes del campo y
la ciudad, poner coto a la contaminación y sus nocivos efectos sobre el medio
ambiente, cortar de raíz los fenómenos sociales que fomentan la corrupción,
equilibrar los desajustes poblacionales (hukou, hijo único, envejecimiento),
ganar mayor eficiencia energética, y en la esfera financiera y en el
funcionamiento de la economía estatal.
Precisamente,
la III Sesión Plenaria del XVIII Congreso del PCCh (9-12/11/2013), resultó el
foro idóneo donde fue trazada la hoja de ruta para superar las distorsiones
económicas que permean el quehacer social-político de China, y entre otros,
llevar a la práctica (2020) los objetivos cardinales para la formación de una
sociedad acomodada.[3] Parece haber consenso en ver en la III Plenaria del
XVIII Congreso, la apertura de una nueva fase, la Reforma Nueva, en relación
con las decisiones tomadas en (18-22/12/1978) con el destape de las Cuatro
Modernizaciones, que pusieron el acento principal en el desarrollo económico y
no en la ideología.
Las
directrices principales debatidas y aprobadas en la III Plenaria, abarcan diez
líneas magistrales, resumidas en: 1) El papel del mercado será decisivo; la
profundización de la reforma económica tiene como punto clave, las relaciones
del gobierno y el mercado, donde éste último tendrá un papel categórico en la
distribución de los recursos. 2) El sistema judicial se convertirá en una
administración vertical. La defensa de la Constitución y las leyes, introducir
reformas en la ejecución administrativa de la ley, lograr firmeza y justicia de
las autoridades fiscales y tribunales, y proteger los derechos humanos, están
consignadas en la Resolución como prioritarias.
En
calidad de nueva estructura se creará: 3) La Dirección para la Profundización
Integral de la Reforma; órgano encargado de diseñar, coordinar, promover la
reforma, así como supervisar su realización. 4) Igualmente, se organizará un
Comité de Seguridad Estatal; pieza de carácter estratégico de la nueva
dirección colectiva central en materia de la seguridad estatal. 5) No faltó la
reafirmación que el objetivo general de profundizar la reforma consiste en
perfeccionar y desarrollar el socialismo con características chinas; e incluye,
impulsar la modernización del sistema administrativo del país y sus
capacidades.
La
declaración final, deja claro que: 6) El país mantendrá un sistema económico
básico caracterizado por una economía mixta, teniendo de pilar central la
propiedad pública; componente del socialismo con peculiaridades chinas y
plataforma de la economía de mercado socialista. 7) Asimismo, se harán cambios
importantes en la construcción del ejército, se reajustará el sistema militar y
prestará más atención a la industria de guerra. 8) El sistema fiscal y
tributario sufrirá sustanciales reformas.
Quedaron
delimitadas las responsabilidades de los estamentos gubernamentales; se fijaran
los impuestos y será más transparente el presupuesto. Un sistema financiero
moderno integrará plenamente a China en la economía mundial.
La
explotación de la tierra no está fuera del proceso renovador. 9) Se consignó
que cambiará significativamente el usufructo en la agricultura; y se impulsará
la transferencia del derecho de gestión de las tierras. De forma paralela fue
subrayado que en el agro chino es indispensable establecer reglas de mercado
justas, abiertas y transparentes y mejorar el mecanismo de fijación de los
precios de mercado. A la vez, se situaran en el mercado las tierras en las
ciudades y el campo dedicadas a la construcción; además de perfeccionar la
esfera del mercado financiero, así como profundizar la reforma de los métodos
técnicos-científico y tecnológico en el agro.
No
menos trascendental resultó el señalamiento: 10) Es muy necesario continuar
luchando contra la corrupción y el consumo a costa del erario público. Se
declaró ineludible restringir el poder e implantar una coordinación científica
y eficaz, entre las instancias gubernamentales mediante el desarrollo de la
innovación institucional, así como establecer un sistema que garantice el
trabajo sistemático contra la corrupción y mejorar de continuo los estilo de
trabajo en esta lucha.
Las
directrices magistrales perfiladas en la III Plenaria del XVIII Congreso
evidencian que las soluciones chinas tienden, entre otras medidas, a
universalizar el mercado, promover la competencia, diversificar la inversión
extranjera en varios sectores o facilitar el acceso a otros como pueden ser la
exploración, importación y distribución de petróleo, gas no convencional, la
industria eléctrica, la reorganización de las telecomunicaciones, la reforma del
usufructo del suelo y del sistema financiero. Eventos a desarrollar de modo
progresivo-experimental en todas y cada una de las medidas a aplicar.
Muestra
de ello, en las finanzas, lo constituyó la creación de la zona económica piloto
de Shanghái que servirá para ensayar como facilitar la introducción plena de
China en las finanzas internacionales y el modo de internacionalizar el yuan.
Elementos que a no dudarlo, proveerán nuevas condiciones para que el país
desempeñe un papel más relevante a nivel global. Es bueno señalar que
recientemente fueron listadas 18 actividades sensibles a las que los inversores
extranjeros no podrán acceder. Shanghái es una zona especial económica, pero no
política.
Por
otra parte, la III Plenaria reafirmó que, en lo económico, tanto el sector
público como el privado son componentes reconocidos de la economía nacional. A
la inversión privada se abren sectores como la banca, energía, infraestructura,
o telecomunicaciones. El objetivo parece claro; tiende a favorecer la competencia
y desintegrar los monopolios. Las empresas estatales tendrán que adaptarse a un
régimen financiero duro. Además, entregaran al Estado el 30% de sus ganancias,
frente al sistema actual que oscila entre 0-15%, disponiendo de un plazo de
siete años (2020) para operar en las nuevas reglas. También, se procederá a
separar las funciones de gobierno de la gestión empresarial, tal como se hizo
con el ferrocarril.
Por
otro lado, la integralidad de las políticas económicas diseñadas insisten en
lograr un desarrollo coordinado, tanto urbano como rural. Se trata de eliminar
las disparidades campo-ciudad y equiparar los frutos de la modernización de
modo que los beneficios del desarrollo lleguen a todos por igual. Se aplicaran
estrictas medidas de protección de los suelos cultivados, cesión de derechos a
los campesinos de cómo poseer, usar, beneficiarse y transferir sus contratos, e
inclusive, usar éste como garantía para la obtención de préstamos. Serán
promovidos el agro-negocio, las cooperativas, así como orientar fondos
industrial-comerciales hacía el campo; incluidos la equiparación de los
servicios educativo-salud y otros bienes sociales.
Igualmente,
la protección de los derechos humanos tiene su lugar en la Resolución aprobada.
Fue declarada la abolición del sistema de reeducación mediante el trabajo; data
de 1956. Asimismo, hay que destacar la reducción paso a paso del listado de
delitos susceptibles de castigos con pena de muerte, así como la nulidad de las
confesiones obtenidas con el empleo de la fuerza física. El sistema de
peticiones (datan del Imperio) ante las insatisfacciones en las quejas contra
las autoridades locales, llevadas al poder central, será objeto de reforma,
procurando que las instancias regionales o locales faciliten su solución.
Tampoco
falta, en el orden político, la alusión que el PCCh avalará tanto la autoridad
de la Constitución como de las leyes. Fue declarado que todos los ciudadanos
son iguales; ningún individuo u organización estará por encima de la
Constitución o las leyes; toda violación de éstas será castigada. En este
orden, la justicia notará reformas, incluida la creación de un régimen
relativamente separado. Busca evitar errores judiciales, fomentando la
independencia del poder judicial y la fiscalía, y aumentar la transparencia
mediante un código claro de derechos y deberes.
En
lo inmediato, el foco de atención para el 2014 estará centrado, entre otros
criterios, en un crecimiento razonable del crédito y el financiamiento social.
Impulsar la liberalización de las tasas de interés, y avanzar en
internacionalizar el uso del yuan. Las seis tareas primordiales fijadas para el
año se concentran en:
-Seguridad
en la cadena de suministro de alimentos y, al mismo tiempo, certeza en la
calidad de los alimentos.
-Cambiar
la estructura industrial, resolver el problema del exceso de capacidades en
varias ramas, así como promover un crecimiento económico sostenible, impulsado
por el consumo interno, los servicios y la innovación.
-El
gobierno implementará medidas para mejorar la gestión de la deuda de las
administraciones locales.
-Coordinar
el desarrollo entre las diferentes regiones.
-Mejorar
la calidad de vida de la ciudadanía e impulsar la creación de empleos.
-Último
pero no menos importante, China estimulará la cooperación financiera
internacional, principalmente en las áreas de acuerdos de libre comercio y
arreglos de inversión. Se espera que la economía china crezca un 7.5%.
Finalmente,
todo indica que el (2012-2022) marcará un decenio decisivo en el desarrollo
económico y democrático de China. Ante todo, deberá transformarse el patrón de
crecimiento con sostén en el consumo interno. El desgrane de las líneas
magistrales delineadas por la III Plenaria del XVIII Cónclave, irán hallando
acomodo con el fin último de hacer más eficiente el desempeño
económico-político, eliminar o atenuar los vacios sociales, incluidas las
subyacentes entre algunas de las minorías.
Por
último, es perceptible que el PCCh, al situarse en el centro impulsor de la
Reformas Nueva, pone solidas bases para, en lo político, dejar atrás parte del
núcleo duro heredado del modelo soviético. Sabiduría y experiencia le sobran.
Bibliografía
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Samir
Amin, “¿China es capitalista o Socialista?”, El Viejo Topo 302, marzo 2013, pp.
29-41
[1]
En China hay 55 minorías nacionales que en el año 2000 ascendían a más de 106
millones de habitantes. De ellas, 2 tenían más de 10 millones; 16 exhibían una
población de más de un millón; 18 menos de un millón y más de 50 mil
individuos; 19 muestran menos de 50 mil personas. La etnia tibetana tenía 5
millones 416 mil 021; y la uigur 8 millones 399 mil 393 habitantes.
[2]
Entre el 23-26/8/2013, en el Tribunal Popular Intermedio de Jinan, provincia de
Shandong, concluyó el jucio contra Bo Xilai; fue condenado a cadena perpetua.
La agencia de prensa Xinhua ofreció una amplia cobertura al proceso. Ver, por
ejemplo, los comunicados de Xinhua de los días: 23-27-28/8/2013.
[3]
El PCCh, del XVIII Congreso, contó con un Secretario General, un CC de 204
miembros permanentes y 105 suplentes; 25 integrantes del Buró Político (BP) y 7
miembros del Comité Permanente (CP). El CC se reúne una vez al año; es el
máximo órgano político entre los Congresos; los mandatos son de 5 años; las
renovaciones se hacen cada 10 años. Las III Plenarias tienen cierta relevancia
por concretar los programas y aspiraciones de cada nueva dirigencia del PCCh.
En la reunión del (9-12/11/2013) participaron, además, 400 altos funcionarios,
incluyendo representantes de los gobiernos locales, de empresas, instituciones
financieras estatales, organizaciones sociales, la academia y think tanks. Se
desarrolló a puertas cerradas.
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