Por Manlio Dinucci
El gobierno chino recurre a prácticas comerciales “desleales”, al estimular la economía y las exportaciones mediante ayudas públicas, en lugar de emprender “reformas económicas sustanciales”: es la primera acusación que aparece en el informe presentado en noviembre al Congreso de los Estados Unidos por la US-China Economic and Security Review Commission. Pese al aumento de la exportación estadounidense hacia China, el déficit de los Estados Unidos en la balanza comercial con China ha crecido en 2013 hasta los 318,4 billones de dólares, y sigue aumentando. Se trata del mayor déficit registrado a escala mundial en los intercambios comerciales entre dos países.
El valor de los productos made in China importados por los Estados Unidos supera en cuatro veces la de los productos made in USA exportados hacia China. Esto ha contribuido a provocar entre 2001 y 2014 una caída del 29% en el empleo del sector manufacturero estadounidense. La misma Comisión debe reconocer sin embargo que esto se debe en parte a que las multinacionales estadounidenses han deslocalizado muchas producciones en China (donde encuentran un mano de obra a menor coste, y otras ventajas), extrayendo de ello notables beneficios, mientras que son los trabajadores estadounidenses quienes sufren las consecuencias negativas. Y ello pese a que se observe una recuperación parcial de los empleos, debido a las inversiones chinas en los Estados Unidos, que han superado en 2014 las inversiones estadounidenses en China.
Las empresas chinas también están cada vez más presentes, con sus propias inversiones, en Europa, Asia, África y América Latina, ofreciendo condiciones mucho más favorables que las de las multinacionales estadounidenses. En otras palabras, contrariamente a lo que deseaban, los Estados Unidos no han conseguido someter a China a su mecanismo de explotación neocolonial como una simple fuente de mano de obra barata y como mercado para sus productos. Y no han obtenido la completa “liberalización” de la economía china que – como subraya la Comisión – aún está “dominada por empresas de propiedad pública”; por ello los Estados Unidos “no le reconocen a China el estatus de economía de mercado”.
La Comisión declara estar preocupada también por la modernización de las fuerzas armadas chinas y por el aumento consecutivo del presupuesto militar, que ha subido a 131 billones de dólares en 2014. Pero no dice que los Estados Unidos, con una población cuatro veces inferior a la de China, tienen un gasto militar (incluyendo partidas extra asignadas al Pentágono) que asciende casi a 1000 billones de dólares anuales. Como tampoco dice que, mientras los Estados Unidos tienen, según los datos oficiales del Pentágono, 576 bases militares en el extranjero (además de otras muchas a su disposición), las bases militares chinas no se encuentran más que en el territorio chino. Y precisamente, alrededor de China de extiende una red de bases estadounidenses. La Comisión recomienda al Congreso aumentar las atribuciones financieras de manera que los Estados Unidos puedan aumentar su presencia militar en la región Asia-Pacífico para “contrarrestar las capacidades militares crecientes de China”. Se aumentarán las fuerzas del comando USA en el Pacífico, que dispone actualmente de 360.000 militares, 200 navíos y 1.500 aviones. Según los planes del Pentágono, de aquí a 2020 estarán concentrados en el Pacífico el 60% de los navíos y bases de la US Navy.
“Los Estados Unidos – subraya el Pentágono en la Quadrennial Defense Review 2014 – han contribuido, notablemente en las últimas seis décadas, a la paz y la prosperidad de la región Asia-Pacífico.” De ello da fe la masacre de más de medio millón de indonesios durante el golpe de Estado organizado por la CIA en 1965, y de 2-3 millones de vietnamitas durante la guerra librada por los Estados Unidos en los años 60 y 70.
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