miércoles, 4 de septiembre de 2013

De Tiananmen a Timisoara [4] China en la encrucijada

Publico la cuarta y última entrega de la serie dedicada a los sucesos contrarrevolucionarios de Tiananmen, que como ya dije anteriormente supusieron un punto de inflexión en la historia del socialismo en China. Con este trabajo pretendo haber perfeccionado la traducción del anexo final dedicado a Tiananmen del libro "De Tiananmen a Timisoara" (Ludo Martens, 1994) con respecto a su traducción del año 2010. Espero que este trabajo sirva para en un futuro para su divulgación en internet, o incluso para posibles ediciones en papel, si alguna organización revolucionaria lo considerase oportuno. 

Unas pocas palabras sobre el autor y sobre este cuarto capítulo. Como ya dije anteriormente, Martens se inclina más bien hacia un maoísmo ortodoxo, más propio de la "Revolución Cultural". Por tanto, se equivoca quien piensa que en este blog se desechan todas las opiniones críticas con Deng Xiaoping y con la orientación económica de la RP de China tras la muerte de Mao. En lo que a mi respecta, la opinión de Ludo Martens no sólo es respetable, sino que es necesario conocerla, puesto que sitúa cuestiones justas e interesantes. 

No obstante, parece ser que Martens reconoce a regañadientes los excesos así como todo lo que hubo de erróneo en la no tan felizmente célebre "Revolución Cultural". Incluso en la primera entrega de esta serie (primer capítulo del anexo sobre Tiananmen), Martens reconocía que había algo de justo en la decisión por parte del camarada Deng de iniciar la política de Reforma y Apertura. 

Dice Martens: "[...] durante la Revolución Cultural, Mao Zedong no dio con los métodos adecuados para resolver el problema de la degeneración capitalista, pero al menos abordó correctamente un problema crucial". 

Ese "problema crucial" del que habla Martens salió a la luz durante los sucesos contrarrevolucionarios de la plaza de Tiananmen, que hicieron que el socialismo en China pendiera de un hilo. Estos hechos, relacionados con la entrada del capital occidental,  el auge de una burguesía nacional en China, la corrupción, el pensamiento y los valores burgueses, las disparidades de rentas (que, nadie lo pone en duda, siguen existiendo a día de hoy) tienen sin duda mucho que ver con las críticas que emitió Mao durante la Revolución Cultural acerca de aquellos que, según él, "seguían la vía capitalista". No creo que, estrictamente hablando, se pueda meter al camarada Deng Xiaoping dentro de ese grupo. Al menos, ponerle esa etiqueta no serviría para hacer un balance de su obra política a lo largo de su vida. Pero no deja de ser cierto que es el mismo Deng quien se apoyó en un determinado momento en los Hu Yaobang y los Zhao Zhiyang, personas que a mi juicio si merecerían más ser objeto de las críticas de Mao. Es el mismo Deng quien hasta el último momento, antes de la represión del movimiento de los estudiantes de Tiananmen, seguía defendiendo a Zhao Zhiyang, cuando estaba claro que el imperialismo le había asignado el papel de "Gorbachov chino". Nadie niega que Deng sea un personaje de luces y también de sombras...

Pero como decía el camarada Gavroche de Unión Proletaria, en un artículo que publicamos hace poco, en su "esfuerzo por aprovechar las condiciones reales para avanzar de la manera más rápida hacia el comunismo, los grandes revolucionarios pudieron cometer errores de apreciación y errores prácticos, pero no por eso dejan de ser para nosotros un ejemplo del que debemos inspirarnos. A priori, es imposible saber si vamos a acertar, si nos vamos a pasar o a quedar cortos. Hay que estar dispuesto a asumir riesgos". 

El camarada Ludo Martens toma como referencia de lo que es la correcta línea marxista-leninista en el PCCh al camarada Chen Yun, por las críticas que hizo a Deng Xiaoping tras casi una década de Reforma y Apertura, cuando la ola de privatizaciones y de inversión de capital empezó a alcanzar dimensiones preocupantes. Apoyándose en las críticas de Chen Yun, Martens valora al camarada Deng como un "centrista" que se habría ido deslizando cada vez más hacia una línea derechista. Pero, efectivamente, como dice el camarada Gavroche, es criticable por tal o cual política sólo quien está dispuesto a correr riesgos. Riesgos que el propio Deng conocía. Es posible, efectivamente, que Deng acabara inclinándose progresivamente hacia una línea de concesiones excesivas a la burguesía y el capital privado. Pero en este caso, estaríamos hablando de un error en la aplicación táctica, práctica de una determinada línea política, y no de la justeza de la orientación estratégica de la política de Reforma y Apertura, que, en mi opinión tras décadas de aislamiento del bloque soviético, grandes saltos hacia adelante y revoluciones culturales, estaba plenamente justificada para sacar al país del atraso y la pobreza. Por lo tanto, es posible que la línea avanzada por Chen Yun fuera muy correcta, pero el hecho de que Chen Yun criticara a Deng no implica necesariamente que éste sea un "revisionista". Esa es una afirmación que ya no se puede hacer de forma tan categórica, en mi humilde opinión. En caso contrario, ¿qué sencillo sería el mundo, no? Una vez más, como dice el camarada Gavroche, refiriéndose a las últimas generaciones de dirigentes del PCCh:  "Los comunistas chinos parecen confiar excesivamente en evitar que, en su país, la burguesía tome el Poder político y que, a escala mundial, desencadene un gran conflicto. Quizás sean demasiado confiados con el enemigo y demasiado desconfiados con el potencial revolucionario de los trabajadores, pero no existen fundamentos sólidos para afirmar que son revisionistas partidarios del capitalismo. Al contrario, su línea política, aunque heterodoxa, respeta las bases científicas del marxismo y está haciendo mucho más de lo que parece para ayudar a la causa proletaria".

Con estas reflexiones quisiera invitar a que se haga la síntesis de la experiencia de las últimas décadas de construcción socialista en China, recogiendo lo que había de justo en cada etapa histórica de la revolución china, tanto previa a la muerte de Mao como posteriormente a ella, y que desechemos lo que hay de erróneo. Creo que, superando sus propios prejuicios maoístas, eso fue lo que el camarada Ludo Martens intentó hacer. Recojamos el testigo. 

 
¿Cómo evocar el futuro de este inmenso país que es China popular, un año después de la represión del motín contrarrevolucionario de Pekín?

Hoy, todavía existe el riesgo de que la agitación contrarrevolucionaria vuelva a empezar y todavía existe el peligro de que la línea revisionista y pro-capitalista se haga con la dirección del Partido Comunista chino. Si, de esta manera, la derecha llega minar el Partido desde el interior del mismo para después derrocarlo, China será sumergida en un caos catastrófico que, en pocos años, costará la vida a millones de personas.

China podrá evitar este cataclismo a condición de que el enderezamiento, la rectificación y la revolucionarización del Partido Comunista sean llevadas hasta el fin. Sólo el socialismo puede salvar a China y sólo el Partido Comunista puede dirigir la construcción socialista. La historia reciente, tanto de Europa del Este como de China, nos enseña una vez más que en los países socialistas hay que llevar adelante dos tipos de lucha. Por una parte está la lucha contra los reaccionarios, los elementos hostiles al socialismo, los agentes del imperialismo. Pero también está la lucha en el interior del Partido por la conservación de sus cualidades y tradiciones revolucionarias. Esta lucha por la revolucionarización constante del Partido, contra las tendencias hacia la degeneración es, sin duda la más compleja, pero también la más crucial.

Estamos en desacuerdo con aquellos que hacen de la lucha por “la democracia” la cuestión principal. El ejemplo de Tiananmen demuestra claramente que la palabra “democracia”, supuestamente por encima de las clases, sirve para propagar el desarrollo libre de toda clase de organizaciones anti-socialistas y pro-imperialistas. Así, “la democracia” es la consigna central de Taiwán y significa en este caso el derecho del partido fascista Kuomintang a regresar a China. Defendemos el desarrollo de la democracia socialista, es decir la participación activa y constante de las masas populares en la edificación del socialismo, en su defensa y en el perfeccionamiento de su sistema político y económico. El desarrollo de la democracia socialista está condicionado por la revolucionarización del Partido. Un elevado grado de democracia socialista depende del trabajo ejemplar de los comunistas, de su ligazón con las masas, de su estilo de vida simple y de ardua lucha, de su espíritu de sacrificio, de su fidelidad, no sólo en palabras sino en hechos, hacia el marxismo-leninismo y de su capacidad para centralizar todas las ideas progresistas de las masas.
   
Pero el Partido cometió errores... 

A veces, se nos objeta que el Partido Comunista chino ha cometido errores y fallos. Esto es una evidencia. Pero, ¿cuáles son las conclusiones que se sacan de esta constatación? Ponerse del lado de la contrarrevolución y del revisionismo, ¿es ésa la cura para las enfermedades del socialismo? Todas las corrientes demagógicas siempre se apoyarán en los errores y las debilidades reales del Partido, para impulsar sus concepciones anti-socialistas y contrarrevolucionarias. 

Los que apoyaron a los héroes de la Plaza de Tiananmen ahora pueden constatar de manera amarga que apoyaron a una dirección ferozmente anti-socialista y pro-taiwanesa. Los que apoyaron a Zhao Zhiyang, el moderado, el reformista, el hombre que dio muestras de flexibilidad y voluntad de diálogo, pueden ver hoy que apoyaron a una línea política de privatizaciones y mercado libre. Luchar contra los errores y las debilidades del Partido desde una óptica revolucionaria, es luchar por la depuración del Partido de los elementos burgueses, oportunistas, burocráticos y podridos, es luchar por la conservación de los principios marxistas-leninistas y por su desarrollo. 
   
Buena y mala gerontocracia

Los acontecimientos de China nos enseñan una vez más que, bajo el socialismo, la lucha de clases en el Partido es extremadamente compleja. Es necesario adoptar una actitud de investigación, estudio y análisis para hallar los intereses de clase reales que se esconden detrás de tal o cual tentadora propuesta.

Queremos desarrollar esta idea tomando el ejemplo de la demagogia de la prensa burguesa contra la gerontocracia, los ancianos despóticos, los viejos conservadores y corruptos, opuestos a la juventud democrática y desinteresada.

Primero, en China, entre los viejos del Partido, los hay que son de izquierda, de derecha y de centro. Comencemos por la derecha. En un documento del Partido Comunista chino de 1984, podemos leer: “Hay un pequeño número de viejos miembros y cuadros del Partido que son incapaces de respetar los principios del Partido. Cuando se encuentran con una tendencia peligrosa, la siguen”. “Una vez que se empezó a hablar de apertura hacia el mundo exterior, algunos cuadros del gobierno y del Partido se sintieron atraídos por los negocios como abejas.”[1] En la lucha en el seno del Partido, estos viejos estaban del lado de Hu Yaobang y Zhao Zhiyang, y ni el imperialismo ni Taiwan se preocuparon nunca por su edad, ya que luchaban por la causa buena, la misma que la de otros buenos ancianos, como el pápa de Roma, Ronald Reagan y Willy Brandt. 

Por el contrario, Deng Xiaoping se ha convertido para Occidente en el prototipo de anciano tiránico y retrógrado. Y, sin embargo, cuando Deng apoyó la política revisionista de Hu Yaobang y Zhao Zhiyang, Occidente se deshizo en elogios hacia él. Deng autorizó la política nefasta de Zhao Zhiyang hasta abril de 1989. E incluso al comienzo del movimiento estudiantil, la prensa del Kuomintang expresaba su esperanza de que Deng se posicionaría a favor de la reforma y la democracia. Una revista taiwanesa escribía en aquel momento: “El lugar de Deng en la historia depende de esta decisión”. Resumiendo, durante diez años, el viejo Deng mantuvo una posición centrista, aunque inclinándose más bien hacia la derecha.

Otros viejos, como Chen Yun y Li Sien-nien, criticaron durante diez años algunos aspectos de la política de Deng Xiaoping. Fue Chen Yun quien más firmemente combatió la orientación hacia el mercado libre y el abandono de la planificación. También fue él –y merece la pena subrayar este hecho, ya que Chen Yun representa a los conservadores para el imperialismo, y por lo tanto a los corruptos– quien criticó con mayor constancia todos los fenómenos de corrupción en el seno del Partido.

En definitiva, la lucha de clases afecta tanto a viejos como a jóvenes, afecta a la población y al Partido. Por lo tanto, hace falta analizar el fondo y la coherencia de las distintas corrientes políticas.
   
La derecha pro-imperialista sufrió una derrota en China

¿Cuál es la conclusión que podemos sacar de dos meses de confrontación política en Pekín? La lucha de clases que se desarrolló en la primavera de 1989 acabó en una importante derrota para la derecha pro-capitalista en el Partido Comunista chino. Junto con Zhao Zhiyang, fueron depurados toda una serie de intelectuales de derecha y de extrema derecha, como Yan Jiaqi.

En su conjunto, la dirección actual está claramente más a la izquierda. He aquí algunos indicios de ello, primero en el terreno político e ideológico.

Hay una nueva toma de conciencia del peligro que suponen la subversión y la infiltración, organizadas a gran escala en China por el imperialismo y por Taiwán.

El Partido Comunista recupera la concepción de Mao Zedong según la cual la lucha de clases continúa bajo el socialismo y subsiste el peligro de restauración capitalista. En el seno del Partido Comunista chino, la política revisionista de Gorbachov es duramente criticada, al igual que su actitud de capitulación ante el imperialismo. El Partido pone de nuevo en evidencia el trabajo político e ideológico como principio director. Se reafirma la necesidad de que los intelectuales estén ligados a los campesinos y obreros. Algunos redescubren las obras de Mao Zedong, en un intento por comprender las características de la lucha de clases que acaban de vivir.

En el campo económico también, nos encontramos con algunas nuevas evoluciones.

La planificación socialista recupera su papel, se liberan fondos sustanciales para la agricultura, se frena y se controla mejor el desarrollo de las empresas privadas, vuelve a cobrar importancia la campaña contra la corrupción y contra la desigualdad de rentas.
   
Informarse ante todo 
   
No obstante, la lucha es muy compleja y su desenlace se mantiene incierto. Por lo tanto, es importante seguir los debates y analizar los diferentes puntos de vista que se manifiestan en el seno del Partido Comunista chino. Respecto a este punto, queremos subrayar la importancia de obtener información de primera mano sobre las posiciones de los comunistas chinos. Hay que decir que el desprecio de numerosos progresistas occidentales por la experiencia socialista de 1100 millones de seres humanos es sencillamente escandaloso. Aquellos que ni siquiera se toman la molestia de leer los documentos del Partido Comunista chino exhiben con una arrogancia indignante sus críticas de la política seguida y sus recetas infalibles para salvar el socialismo chino. La elemental honestidad intelectual nos obliga a seguir con atención e interés las publicaciones chinas. Allí podemos encontrar tanto análisis pertinentes como tesis discutibles y puntos de vista revisionistas. Informarse objetivamente sobre la política del Partido Comunista ya es enriquecedor de por sí. No tenemos por qué hacer un juicio sobre todas las medidas y sobre todas las tesis. Y debemos evitar juzgar demasiado pronto y de manera demasiado categórica.    

El futuro de China permanece incierto  

Efectivamente, se plantean muchas preguntas respecto del futuro de China.

A partir de 1986, ciertos especialistas norteamericanos consideraban que en China, el “point of no return” para la restauración capitalista se había alcanzado. La descolectivización en el campo, el desarrollo de las empresas privadas y colectivas, la autonomía de las empresas, el nacimiento de una capa de tecnócratas orientados hacia el modelo occidental, las zonas económicas especiales, las inversiones extranjeras, todo esto, decían, constituye una base económica sólida para el capitalismo. Ciertos revolucionarios consideraban asimismo que Deng Xiaoping había culminado la restauración del capitalismo en China. Pero el cambio en la orientación política y económica después de 1989 demuestra que estas conclusiones eran prematuras.

Queda preguntarse: ¿Podrá el Partido Comunista Chino proseguir con sus esfuerzos de rectificación durante un periodo prolongado y profundizar con las críticas de los errores cometidos?

Los especialistas de China manejan varias hipótesis de futuro.

Algunos creen que los revisionistas en el Partido volverán a entrar disimuladamente, harán discursos “más izquierdistas” y esperaran hasta el estallido de graves problemas económicos para retomar el poder.

Otros consideran que la rectificación política e ideológica actual se mantendrá como algo superficial, que el burocratismo, la corrupción y el parasitismo seguirán expandiéndose por la China profunda y que el proceso de degeneración continuará, como lleva ocurriendo desde 1978. La marcha hacia el capitalismo sólo será frenada por los acontecimientos de junio de 1989.

Una tercera escuela de pensamiento cree que Deng Xiaoping va a virar de nuevo hacia la derecha para apoyar otra tendencia del tipo de Hu Yaobang y Zhao Zhiyang. Recuerdan que aún en febrero de 1989, Deng afirmaba que el Partido no había cometido errores importantes desde 1978. Renunciando a hacer una autocrítica seria de este periodo, Deng volvería a una línea reformas en sentido capitalista.

Estas tres hipótesis prevén una victoria final de las tendencias revisionistas en China.

Otros especialistas prevén un estallido en China bajo la presión de terribles problemas económicos, sociales y demográficos, por el desarrollo de los particularismos provinciales y por la acción de las fuerzas contrarrevolucionarias y pro-taiwanesas. China conocería entonces una nueva era de guerras civiles devastadoras cuyo desenlace sería imprevisible.

Finalmente, podemos considerar que la actual dirección del Partido conseguirá hacer una síntesis entre los principios políticos correctos que Mao elaboró durante la Revolución Cultural y la política económica más flexible puesta en práctica desde entonces. Así, China podría encontrar un nuevo dinamismo tanto en el terreno político como en el económico. 
   
Una confirmación de algunas tesis de Mao Zedong  

Efectivamente, durante la Revolución Cultural, Mao Zedong no dio con los métodos adecuados para resolver el problema de la degeneración capitalista, pero al menos abordó correctamente un problema crucial. La evolución política de los últimos diez años confirma ampliamente algunos de sus análisis.

Mao decía lo siguiente: “Si nos apartamos de las masas, si no nos esforzamos en resolver sus problemas, los campesinos levantarán sus horcas, los obreros se manifestarán en la calle, los estudiantes provocarán disturbios. En el momento actual, hay gente que cree que con la conquista del poder del Estado, pueden dormir a pierna suelta y actuar como tiranos. Si esta gente se topa con las masas y éstas las reciben a pedradas o a golpes de azada, considero que se lo merecen y lo aplaudiré. Tenemos que evitar como sea el dejarnos contaminar por el estilo de trabajo burocrático y formar una capa burocrática alejada de las masas.

En el pasado, hemos llevado la lucha en el campo, en las fábricas y en los medios culturales, hemos iniciado el movimiento de educación socialista, sin llegar por ello a resolver el problema; porque no habíamos encontrado una forma, un método que permitiera movilizar a las grandes masas, en todos los campos, a partir de la base, para que denunciaran nuestro lado oscuro.

La sociedad socialista abarca un periodo bastante largo durante el cual siguen existiendo las clases, las contradicciones de clase y la lucha de clases, lo mismo que la lucha entre la vía socialista y la vía capitalista y el peligro de una restauración del capitalismo. Hay que comprender que esta lucha será larga y compleja, redoblar la vigilancia y proseguir con la educación socialista. Hay que situar y resolver correctamente los problemas relativos a las contradicciones de clase, distinguir las contradicciones entre el enemigo y nosotros, y las contradicciones en el seno del pueblo, y darles una solución justa. De no ser así, un país socialista como el nuestro se transformará en su contrario, cambiará de naturaleza y conocerá la restauración del capitalismo.

En el XI Congreso del Partido Comunista Chino, Hua Kuofeng explicó un principio esencial avanzado por Mao: “Al afirmar que la burguesía existe en el Partido comunista, el presidente Mao quería decir que allí se encuentran dirigentes que siguen la vía capitalista, y de ningún modo que existe una burguesía dentro del Partido. Mientras que el poder supremo del Partido y del Estado está en manos del núcleo dirigente que se atiene a la vía marxista-leninista, los dirigentes que siguen la vía capitalista no son más que un puñado; son denunciados y expulsados del Partido uno tras otro. No sabrían formar una burguesía. La formación de una burguesía monopolista burocrática y la conversión del Partido en un partido político burgués sólo será posible cuando los dirigentes que siguen la vía capitalista se apoderen del poder supremo del Partido y del Estado –como en la Unión Soviética.”[3]

El mundo ahora es uno. El imperialismo en crisis ha lanzado una ofensiva planetaria para reconquistar tanto los países nacionalistas del tercer mundo como los países socialistas, acentuando la explotación de los obreros en las metrópolis.

Un internacionalista estará siempre del lado de los obreros y de los trabajadores en lucha en su propio país, siempre apoyará los movimientos que en el tercer mundo combaten al imperialismo y la reacción, siempre se posicionará al lado de los países socialistas, en los éxitos y en las dificultades, y sacará lecciones tanto de sus victorias como de sus derrotas. En el actual clima de triunfalismo de la derecha y del anticomunismo, es importante dar a conocer las experiencias y los puntos de vista de los países que perseveran en la vía socialista. No hay que dejarse intimidar por la estúpida arrogancia de la derecha, sino que hay que atreverse a defender el socialismo, atreverse a defender a China, atreverse a defender a Cuba, atreverse a defender a Albania, atreverse a defender a la República Democrática y Popular de Corea.

A fin de cuentas, los pueblos, conjugando sus esfuerzos, conseguirán enterrar el imperialismo y la causa del socialismo triunfará.

Ludo Martens (1946-2011)

[1] Chen Yun, Inside Mainland China, Taiwan, noviembre de 1985, p.19. y 20.
[2] Issues and studies, mayo de 1989, Taipei, “Student Demonstrations…”, 6.
[3] Citado en Alain Bouc, La rectificación, Federop, Lyon, 1977, p.170.   

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