El 22 de diciembre de 1978 se celebró la III sesión plenaria del XI Comité Central del Partido, que marcó un punto de inflexión de importancia trascendental en la historia del Partido Comunista y en el desarrollo de China, y puso término a la incertidumbre que había estado reinando en el país en los dos años anteriores. Sin dejar de persistir en el socialismo, en aquella sesión se dio el
primer paso decisivo para una necesaria reforma de la estructura
económica y para una reforma correspondiente de la estructura política, que se conocerían bajo el nombre de política de Reforma y Apertura. En aquella sesión, Deng Xiaoping lograría hacerse con las riendas del Partido, mientras Hua Guofeng seguía siendo nominalmente presidente.
En aquella sesión, Deng Xiaoping pronunció el discurso titulado "Liberar el espíritu, buscar la verdad en los hechos, unirse de forma unánime y mirar hacia el futuro", en el que señaló que para resolver los problemas heredados del pasado, era preciso adherirse al principio marxista de buscar la verdad en los hechos y corregir los errores descubiertos. El Comité Central
discutió de forma concienzuda acerca del problema de cuál iba a ser el eje central de trabajo de todo el Partido. Llegó a la
conclusión de que el movimiento nacional
de crítica a Lin Biao y la Banda de los Cuatro había hechos grandes progresos, y que ya era hora de abandonar las críticas extensivas a la "revolución cultural" para dedicarse plenamente a las reformas económicas, la apertura hacia el exterior y las "cuatro modernizaciones", es decir, industria, agricultura, defensa nacional y ciencia, dándole especial importancia a la educación. Se lanzó la consigna de "hacer de China una moderna y poderosa nación socialista antes de final de siglo".
Se criticaron los efectos perniciosos del culto a la personalidad, en concreto la falta de democracia interna y de dirección colectiva, así como el seguir a las "instrucciones" de Mao. El Comité Central declaró que "Ningún punto de vista personal de ningún miembro del partido que ocupe un cargo de responsabilidad, incluyendo aquellos que formen parte del Comité Central, puede ser considerado una 'instrucción'". Se puso fin al excesivo culto a las personalidad de Mao Zedong y de Hua Guofeng, dejándose de llamarles "Presidente Mao" o "Presidente Hua". Aquello supuso una tremenda victoria contra los residuos de la mentalidad feudal reinantes en China. El Comité Central decidió fortalecer el centralismo democrático en el seno del Partido, perfeccionar las normas y reglamentos del mismo y defender el rigor de su disciplina; subrayó la dirección colectiva del Comité Central y de los comités en los demás niveles del Partido, y exigió a los medios de comunicación del país y las obras artísticas y literarias que prestarán más atención a las masas de obreros, campesinos y soldados, al Partido y a la vieja generación de revolucionarios, y que hicieran menos alabanzas a individuos aislados.
La sesión discutió ampliamente sobre los acontecimientos políticos ocurridos durante la “revolución cultural” y algunos problemas históricos heredados del período anterior a la misma; se anularon las resoluciones documentos erróneos emitidos en 1976 por el Comité Central durante la campaña “contragolpear al viento derechista destinado a revocar veredictos justos”, dirigida contra Deng, y las resoluciones relativas al incidente de Tiananmen de 1976, durante el cual el gobierno contrarrevolucionario de la Banda de los Cuatro mandó reprimir a los asistentes a una demostración popular de duelo por la muerte de Zhou Enlai, acusando a Deng de estar detrás de los disturbios. Se examinaron las conclusiones erróneas sobre Peng Dehuai, Tao Zhu, Bo Yibo, Yang Shangkun y otras víctimas de la "revolución cultural", siendo todas éstas rehabilitadas.
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