Esto es lo que tenéis que
creer, según los ideólogos y políticos occidentales: China ya no es un país
subdesarrollado. Es la mayor nación industrial y la mayor nación comercial del
mundo. En estos dos planos, es más fuerte que Estados Unidos - ¿cómo podemos,
por tanto, ver todavía allí a un país subdesarrollado?
El hecho de decir que China ya no es un país subdesarrollado tiene en primer lugar el objetivo de impedir la
simpatía por los logros sociales y económicos de China. Ello es por qué los
ideólogos occidentales dicen que China se ha convertido en una gran potencia o
que, al menos, será una gran potencia en el futuro. Efectivamente, los Estados
Unidos son un monstruo, hay que admitirlo. Pero la cosa no es distinta con China.
Es más, China es incluso algo peor que Estados Unidos porque – siempre según lo
que pretenden los ideólogos y los políticos occidentales – China rompe los
equilibrios del planeta. Y ello es peligroso, porque el desequilibrio lleva a la
guerra para restablecer el equilibrio en beneficio de la nueva potencia
emergente. Lo mismo ha ocurrido ya el pasado siglo con Japón y Alemania, dicen
nuestros ideólogos. La “amenaza” de China equiparada a la amenaza en los años
30 del Japón militarista y de la
Alemania fascista. Hay un trecho…
La gente que ha seguido con
simpatía los progresos de la juventud china, del trabajador y del campesino
chino, se encuentran ahora en un rincón donde reinan la inquietud, el
resentimiento y el miedo. La simpatía espontánea por los logros conseguidos,
que podrían conducir a investigaciones sobre las diferencias sistémicas entre
capitalismo y socialismo, es así desnaturalizada y se transforma en una actitud
de desconfianza y hostilidad.
Es más, algunos críticos de extrema
izquierda del socialismo chino pretenden que China ya no es un país
subdesarrollado. Esta aseveración no se basa en hechos sino que es de
naturaleza ideológica. Estas críticas pueden, finalmente – y con muchas
reservas – aceptar que a finales de los años 1970, China introdujo elementos de
mercado para desarrollar su economía de manera acelerada. A fin de cuentas, no
pueden no ver la realidad, que demuestra que los logros económicos del periodo
previo a la reforma no parecen gran cosa cuando se los compara con los logros
económicos del periodo posterior. Se vislumbra por tanto cierto mérito en esta
economía socialista de mercado que ellos execran. Pero, nos dicen los críticos
de izquierda, ahora ya está bien, hoy estos elementos de mercado ya no son
necesarios porque China ya no es un país subdesarrollado. China debe regresar a
una economía planificada más pura. Si China no lo hace, entonces es una traición
al socialismo. Aquí también, el resultado del razonamiento ideológico es la
antipatía y el resentimiento hacia China.
¿Realmente ya no es China un
país subdesarrollado? En 2011, China produjo 0,2% más productos industriales
que Estados Unidos y se convirtió así en la primera nación industrial del
mundo. El año siguiente, China se convertía en la mayor nación comercial. Y de
esta forma, estaría demostrado que China ya no es un país subdesarrollado.
Un indicador del desarrollo
es el Producto Interior Bruto (PIB) por habitante. El PIB es la suma de todo lo
que es producido en mercancías y servicios en un país en un año. En 2011, el
PIB de China por habitante era de 5.400 dólares. China ocupaba la 90ª posición
en el mundo. El PIB por habitante de los Estados Unidos era entonces de 48.300
dólares, es decir nueve veces más. El de Bélgica era de 46.900 dólares, el de
Holanda de 50.200 dólares, el de Francia de 44.000 dólares.
Existe otro método de cálculo,
que es el producto interior bruto por habitante, expresado en poder adquisitivo
(en inglés, en PPP: power purchasing parity). Una persona que gana 1.000 dólares
en los Estados Unidos puede comprar allí menos cosas que una persona que gana
1.000 dólares en China, porque los precios en China son en promedio más baratos
que en los Estados Unidos. El PIB por habitante en PPP de China en 2011 se
elevaba a 8.500 dólares. De esta forma, no figuraba más que en el 121º puesto
mundial.
Otro criterio para medir el
subdesarrollo es el grado de innovación independiente y el nivel tecnológico de
la producción. La economía china depende prácticamente en un 50% de la tecnología
extranjera. En los Estados Unidos y en Japón, están a menos del 5%. China es el
país que más exporta, pero, de estas exportaciones, sólo un 10% porta marcas realmente
chinas. Las acerías y la industria química y petroquímica necesitan, para la
misma producción, un 30% más de energía que la media mundial. En comparación
con los Estados Unidos y Japón, estas ramas industriales chinas llegan a
necesitar hasta seis veces más energía. Debido a su débil nivel tecnológico,
China es débil en el plano de la competitividad. Puede ser la primera nación
industrial del mundo en el plano del volumen de mercancías, pero en materia de
competitividad, no ocupa más que el 29º puesto mundial.
La naturaleza del consumo de
energía es también otro criterio para comprobar si un país ya se sitúa en una
fase desarrollada. Los países desarrollados utilizan sobre todo, como
combustibles fósiles, petróleo y gas. En China, el carbón representa el 67% del
consumo total de energía. En 2011, China consumió 3,8 billones de toneladas de
carbón. Juntos, el resto de países del planeta consume 4,3 billones de
toneladas. No será hasta dentro de 15 o 20 años cuando China habrá transformado
completamente su modo de energía con el establecimiento del sector de energía eólica
y solar.
Peter Franssen, mayo de 2013
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