viernes, 20 de abril de 2018

Construir un socialismo con peculiaridades chinas (Deng Xiaoping)


30 de junio de 1984

*Parte de una entrevista con la delegación del Comité Japonés para la II Conferencia de Personalidades No Oficiales de China y Japón:

Después del aplastamiento de la “banda de los cuatro”, hemos trazado, comenzando por la III Sesión Plenaria del XI Comité Central del Partido, una acertada línea ideológica, política y organizativa, así como toda una serie de principios y políticas. ¿En qué consiste nuestra línea ideológica? En persistir firmemente en el marxismo, integrándolo con la realidad de China, o, en otros términos, en el principio, preconizado por el camarada Mao Zedong, de buscar la verdad en los hechos, en el pensamiento básico del camarada Mao Zedong. Para China es de suma importancia perseverar en el marxismo, así como en el socialismo. En el transcurso de más de un siglo desde la Guerra del Opio32, nuestro país fue víctima de agresiones y humillaciones, y sólo cuando el pueblo chino supo hacer suyo el marxismo y persistir en el camino de pasar por la nueva democracia para llegar al socialismo, pudo triunfar la revolución china.

La gente preguntaría: ¿Habría podido ponerse en pie el pueblo chino y emanciparse China si el país hubiera emprendido el camino capitalista en lugar del socialista? Echemos una mirada a la historia. Por el camino capitalista marchó el Guomindang durante más de 20 años, pero China no logró cambiar su condición de sociedad semicolonial y semifeudal, lo que demostró que dicho camino no puede tener éxito en China. En cambio, persistiendo en el marxismo y en el pensamiento de Mao Zedong, que implica la integración del marxismo con la realidad de China, y tomando su propio camino, o sea, el camino de cercar las ciudades desde el campo, los comunistas chinos logramos coronar con la victoria la revolución china. Si no hubiéramos sido marxistas ni hubiéramos tenido plena convicción en el marxismo, o si no lo hubiéramos integrado con la realidad del país tomando un camino propio, no habríamos podido conducir la revolución al éxito y China habría permanecido hasta ahora como un país desmembrado, sin independencia ni unidad. La convicción en el marxismo es una fuerza motriz en Jo espiritual para impulsar la revolución china hasta la victoria. Al fundarse nuestra República Popular, lo que recibimos de la vieja China fue una mina: la industria rayaba en la inexistencia, escaseaban los alimentos, la inflación era galopante y la economía estaba sumida en un gran caos. Pusimos manos a la obra para resolver los problemas de la alimentación, el empleo, la estabilización de los precios y la unificación del sistema financiero y económico. Fue así como logramos restaurar con rapidez la economía nacional, y sobre esta base, emprendimos la construcción económica a gran escala. ¿En qué nos apoyamos? En el marxismo, en el socialismo. Hubo gente que se presentó a decirnos: ¡Qué ganas tienen ustedes de implantar el socialismo! Y nosotros respondimos: En China no funciona el capitalismo, y hay que implantar el socialismo. Si, en vez de construir el socialismo, hubiéramos seguido el camino capitalista, no habríamos podido acabar con el caos en que estaba sumido el país, ni modificar el estado de cosas de entonces caracterizado por la miseria y el atraso. Por lo tanto, hemos reafirmado repetidas veces la necesidad de persistir en el marxismo y en el camino socialista. Pero han de ser un marxismo integrado con la realidad de China y un socialismo que corresponda a la realidad del país y que tenga peculiaridades propias de China.

¿Qué es socialismo y qué es marxismo? Respecto a este problema, no teníamos en el pasado una idea del todo clara. A lo que mayor importancia atribuye el marxismo es al desarrollo de las fuerzas productivas. El socialismo a que nos referimos es la etapa primaria del comunismo; al llegar al comunismo en su etapa superior, el principio vigente será “de cada uno según sus capacidades, a cada uno según sus necesidades”. Esto presupone un alto grado de desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad y una gran abundancia de bienes materiales. Por tanto, la tarea fundamental para la etapa del socialismo consiste en desarrollar las fuerzas productivas. La superioridad del socialismo ha de manifestarse, al fin y al cabo, en un mayor y más rápido desarrollo de las fuerzas productivas que bajo el capitalismo, y en el mejoramiento incesante, sobre la base del desarrollo de las fuerzas productivas, de las condiciones de vida cultural y material del pueblo. Si alguna falla tuvimos después de la fundación de nuestra República Popular, ésa fue que descuidamos hasta cierto punto la necesidad de desarrollar las fuerzas productivas. El socialismo está llamado a acabar con la pobreza. La pobreza no es socialista, y menos aún comunista.

En las actuales circunstancias de atraso de nuestro país, ¿qué camino debemos tomar para desarrollar las fuerzas productivas y mejorar las condiciones de vida del pueblo? Este problema nos hace volver a la disyuntiva de persistir en el camino socialista o emprender el camino capitalista. Si se emprendiera el camino capitalista, podría enriquecerse un pequeño porcentaje de la población china, pero esto no resolvería en lo más mínimo el problema de asegurar una vida acomodada a más del 90 por ciento de la población. En cambio, ateniéndonos al socialismo y al principio de “a cada uno según su trabajo”, podremos evitar que se produzca una brecha demasiado grande entre ricos y pobres. Tampoco habrá polarización aun al cabo de 20 ó 30 años, cuando nuestras fuerzas productivas hayan crecido considerablemente.

En nuestra línea política tomamos como punto prioritario las cuatro modernizaciones y perseveramos en el desarrollo de las fuerzas productivas; no se debe aflojar este eslabón fundamental a todo lo largo del tiempo a menos que se produzca una guerra mundial. Pero ni en tal caso dejaríamos de emprender la construcción una vez terminada la guerra. Las cuatro modernizaciones que nos planteamos tienen como meta mínima alcanzar hacia fines del siglo un nivel de vida modestamente acomodada. A esta idea hice referencia por primera vez en la charla que sostuve en diciembre de 1979 con Masayoshi Ohira, entonces Primer Ministro japonés, que estaba de visita en nuestro país. Por vida modestamente acomodada se entiende que el producto nacional bruto per cápita asciende a la suma de 800 dólares. Este nivel, en comparación con el de su país, es todavía bajo, pero, para nosotros, significa una meta ambiciosa. Ahora China cuenta con una población de 1.000 millones, y para ese entonces la población ascenderá a 1.200 millones y el producto nacional bruto será de un billón de dólares, suma ésta que no permitiría librar de la pobreza y el atraso a las grandes mayorías si la distribución se hiciera a la manera capitalista, pero, si aplicamos el principio de distribución socialista, podremos lograr que por regla general la vida de todo el pueblo sea modestamente acomodada. He aquí por qué nos adherimos firmemente al socialismo. Sin persistir en el socialismo, es imposible hacer realidad en nuestro país una sociedad modestamente acomodada.

El mundo de hoy es un mundo abierto. Una vez realizada la revolución industrial en los países occidentales, China se quedó a la zaga. Una de las razones importantes de ello es el autoaislamiento. Tras la fundación de la República Popular, es cierto que fuimos bloqueados, pero hay que admitir que en cierta medida también nos autoaislamos, lo que nos acarreó determinadas dificultades. Las experiencias y lecciones de más de 30 años nos dicen que a puertas cerradas no es posible llevar adelante la construcción ni lograr el desarrollo. Eso de las puertas cerradas tiene una doble connotación: una, frente al exterior y, la otra, en lo interno, es decir, una región respecto de
otra y un departamento en relación con otro. Ambas son inadmisibles. Nos planteamos la necesidad de un desarrollo un poco más acelerado; no correspondería a las posibilidades reales el exigir un desarrollo demasiado rápido, pero debemos lograr un desarrollo lo más acelerado posible. Esto presupone agilizar la economía en el interior y practicar la política de apertura al exterior.

Partiendo de la realidad de China, tenemos que resolver ante todo el problema del campo. Como el 80 por ciento de nuestra población vive en el campo, para saber si China está estable, primero hay que ver si así ocurre con este 80 por ciento de la población. Por muy deslumbrante que sea el aspecto que presenten las urbes, esto no vale nada si no se cuenta con una base estable en el campo. Es por eso que, en primer lugar, aplicamos en el campo la política de agilización de la economía y de apertura al exterior, lo que permite dinamizar la iniciativa del 80 por ciento de los habitantes chinos. Fue a finales de 1978 cuando trazamos esta orientación, que a los pocos años surtió efecto. La reciente II Sesión de la VI Asamblea Popular Nacional decidió extender la reforma del campo a las ciudades. En las ciudades, la reforma no sólo abarcará la industria y el comercio, sino también la ciencia, la tecnología, la educación y las más variadas ramas de actividad. En una palabra, debemos proseguir la reforma dentro del país y dar un paso adelante en la apertura.

Hemos abierto al exterior 14 ciudades costeras33, todas grandes o medianas. Damos buena acogida a las inversiones extranjeras, y también a las avanzadas técnicas de otros países, dentro de las cuales se cuenta la administración. ¿Sacudirá esto a nuestro socialismo? Creo que no, porque en nuestro país la economía socialista es el sector principal de la economía nacional. La base en que se apoya la economía socialista es muy extensa, y no será sacudida por admitir varias decenas o un centenar de miles de millones de dólares de inversiones extranjeras. De esta manera, la admisión de capitales extranjeros constituirá sin duda alguna un importante complemento para nuestra construcción socialista y, desde el punto de vista de hoy, se puede decir que es un complemento imprescindible. Desde luego, esto conllevará ciertos problemas, pero, después de todo, los efectos negativos serán mucho menores que los positivos en la. utilización de las inversiones extranjeras. Hay algo de peligro, pero no es tan grande.

Si nos pusiéramos a hablar de idea tentativa, ésta es la que concebimos. Debemos continuar acumulando experiencias; puede que surjan nuevos problemas, para los cuales habrá que plantear nuevas soluciones. En términos generales, este camino que tomamos puede llamarse camino para construir un socialismo con peculiaridades chinas. Tenemos la convicción de que es un
camino transitable, y que hemos hecho bien en emprenderlo. Ya llevamos cinco años y medio marchando por este camino, y las cosas se han desarrollado bastante bien, siendo mayor de lo previsto el ritmo de nuestro desarrollo. A este ritmo, alcanzaremos sin duda la meta de cuadruplicar el producto nacional bruto hacia finales del presente siglo. Ahora puedo asegurarles a ustedes, estimados amigos, que ha aumentado nuestra fe en el éxito de nuestra causa.

Fuente: Teoría china

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