BEIJING, 17 oct (Xinhua) -- En momentos en que las crisis y el caos sacuden la democracia liberal de Occidente, puede ser instructivo examinar la democracia china y preguntarse cómo sale librado el sistema que pone los estándares actuales para el desarrollo y el progreso.
El XIX Congreso Nacional del Partido Comunista de China (PCCh) es una buena oportunidad para analizar la excepcional organización socialista desde las perspectivas histórica y global.
Cada cinco años, los delegados del PCCh se reúnen para proyectar las estrategias tanto para el Partido como para el país en el próximo lustro. Este año, el objetivo primordial es "Xiaokang", la primera meta centenaria.
En los tres años que vienen, es decir a más tardar en 2020, el establecimiento de una sociedad moderadamente acomodada será la culminación de 100 años de trabajo por parte del PCCh. La segunda meta centenaria, la conmemoración de la fundación de la República Popular China en 1949, verá la realización del Sueño Chino del rejuvenecimiento nacional.
En agosto, el PCCh consultó con otros ocho partidos no comunistas y con personajes prominentes sin afiliación a ningún partido. Sus opiniones y recomendaciones fueron incluidas en un borrador de informe al congreso. Esta bien establecida práctica de consulta institucional es sólo una de las formas en que el PCCh garantiza la naturaleza democrática de la toma de decisiones.
Este sistema de cooperación y consulta entre múltiples partidos encabezado por el PCCh, un tipo totalmente nuevo de sistema político, inaugurado en 1949, es muy diferente de los sistemas bipartidistas o multipartidistas de los países occidentales, y del sistema de partido único practicado en otros.
A diferencia de la política occidental, competitiva y conflictiva, el PCCh y los partidos no comunistas cooperan entre sí, trabajando juntos para impulsar el socialismo y esforzándose por mejorar el nivel de vida del pueblo. Esa relación mantiene la estabilidad política y la armonía social, y además garantiza la eficiencia en la elaboración y la implementación de las políticas.
Siendo el partido dirigente, el PCCh recibe recomendaciones de otros partidos en cuanto a las principales políticas, planes, revisiones a la ley y otros asuntos, permitiendo a los miembros de otros partidos mantener puestos oficiales.
La democracia consultiva institucionalizada es importante en China, cuyos sistemas políticos básicos también incluyen las asambleas populares y el autogobierno a nivel de las bases, como los comités de aldeas.
El sistema chino dirige hacia la unidad social en vez de a las divisiones que vienen como una consecuencia inevitable de la naturaleza belicosa de la democracia occidental de hoy. Las incesantes difamaciones, disputas y reversiones de políticas, que componen el sello distintivo de la democracia liberal, han retardado el progreso económico y social, y han pasado por alto los interéses de la mayoría de los ciudadanos.
La Constitución de la República Popular China declara que, "el sistema de cooperación multipartista y consulta política bajo el liderazgo del PCCh debe continuar existiendo y desarrollándose durante un largo tiempo por venir".
En la política parlamentaria o presidencial, los partidos obtienen su legitimidad por turnos a través de elecciones, causando frecuentes cambios de régimen, y, con frecuencia, giros de 180 grados en cuanto a las políticas. Con frecuencia, cualquier progreso logrado se pierde, y por esto reina la ineficiencia.
A sus 96 años, y con 89 millones de miembros, el PCCh representa los intereses de la mayoría del pueblo y está dedicado a servirle al pueblo, con el desarrollo centrado en el pueblo profundamente arraigado en la cultura del Partido. La diversidad del Partido está claramente demostrada en la extensiva representación de los diferentes estamentos sociales entre los más de 2.200 delegados al congreso nacional.
Puesto que en Occidente los partidos cada vez más representan a determinados grupos de interés y estratos sociales, la naturaleza de la democracia capitalista se hace más oligárquica. Las fracturas ya se empiezan a notar, con muchos resultados excéntricos o imprevistos en los últimos plebiscitos.
Bajo el liderazgo de un PCCh sobrio y progresista, la democracia de estilo chino nunca ha sido más saludable, y China no tiene en absoluto la necesidad de importar los fallidos sistemas políticos de partidos de otros países.
Tras cientos de años, el modelo occidental ya está mostrando su edad. Es hora para una reflexión profunda sobre los males de una democracia tambaleante que ha precipitado tantas de las enfermedades que padece el mundo y ha resuelto tan pocas. Si la democracia occidental no quiere derrumbarse por completo, debe ser revitalizada, revaluada y reiniciada.
El PCCh ha llevado a la nación china a un crecimiento sin precedentes y a logros asombrosos, particularmente en la reducción de la pobreza. Podría ser descrito justamente como un milagro transformacional que ha traído una prosperidad y un optimismo que eran inimaginables hace apenas cuatro décadas.
Después de cinco años de reforma intensiva, de una lucha anticorrupción sin precedentes y de una maduración del Estado de derecho, un PCCh confiado en sí mismo, manteniéndose fiel a sus principios básicos, se antoja adecuado para mantener al país en el curso correcto "durante un largo tiempo por venir".
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