viernes, 10 de noviembre de 2017

No hay contradicción fundamental entre el socialismo y el mercado. Entrevista a Deng Xiaoping.

*El histórico secretario general del PCCh, Deng Xiaoping, responde a las preguntas en una rueda de prensa de Time Inc. en 1985. Deng es conocido en el imaginario popular como una de las figuras más relevantes de la historia del país y del partido comunista, propulsó y modernizó a la nación a un ritmo nunca vistos; sin embargo, el viraje político que emprendió sigue suscitando las más virulentas críticas. Ante esto es necesario preguntarse: ¿Es el socialismo incompatible con el libre mercado? Deng nos aclara:

Henry A. Grunwald (Redactor en jefe de Time): El Partido Comunista de China siempre educó a la gente para que fuera desinteresada y sirviera al pueblo. Pero ahora, con la reforma económica, están ustedes enseñándola a enriquecerse, y han surgido algunos casos de corrupción y de abuso de poder. ¿Qué medidas se preponen adoptar ustedes para resolver estos problemas?

Deng Xiaoping: Los resolveremos fundamentalmente por dos medios: la educación y la ley. Estos problemas no se resuelven de la noche a la mañana, y tampoco con unas pocas palabras de unas cuantas personas. Pero confiamos en que nuestro Partido y nuestro país son capaces de ir reduciéndolos y de eliminarlos finalmente.

Grunwald: ¿Hablan estas prácticas de una contradicción latente y difícil de resolver, esto es, una contradicción entre la economía de mercado y el sistema socialista?

Deng: No hay contradicción esencial entre el socialismo y la economía de mercado. De lo que se trata es de cómo desarrollar con mayor eficacia las fuerzas productivas. En el pasado siempre practicamos la economía planificada, pero largos años de experiencia demuestran que, en cierto sentido, practicar de modo exclusivo este tipo de economía limita el desarrollo de las fuerzas productivas. Combinando la economía planificada con una economía de mercado se pueden emancipar aún más las fuerzas productivas y acelerar el desarrollo económico.

Desde la III Sesión Plenaria del XI Comité Central del Partido, hemos venido subrayando invariablemente la necesidad de persistir en los cuatro principios fundamentales, el más importante de los cuales es el sistema socialista. Sin embargo, para poder persistir en este último, lo más esencial es desarrollar las fuerzas productivas de la sociedad, problema éste que durante largo tiempo no supimos resolver como era debido. La superioridad del socialismo tiene que expresarse, en último análisis, en un mejor desarrollo de las fuerzas productivas. Estos largos años de experiencia demuestran que apoyarse en la antigua estructura económica no era la solución indicada para desarrollar las fuerzas productivas. Por tanto, hemos de hacer nuestro lo que hay de útil en el capitalismo para desarrollar nuestras fuerzas productivas. Ahora se ve con claridad que es acertado el camino actual de aplicar una política de apertura al exterior y combinar la economía planificada con una economía de mercado, llevando a cabo toda una serie de reformas estructurales. ¿Es esto contrario a los principios del socialismo? No. Esto porque en la reforma persistimos en dos puntos: primero, mantener en su posición predominante la economía de propiedad social y, segundo, marchar en el desarrollo económico por el camino del enriquecimiento común, tratando de evitar en todo momento la polarización. El que atraigamos capitales del exterior y permitamos el desarrollo de la economía individual no resta consistencia a lo que es fundamental, o sea, a la posición predominante de la economía de propiedad social. Por el contrario, tanto la captación de capitales del exterior como el consentimiento de la existencia y el desarrollo de la economía individual tienen como objetivo, en último análisis, un desarrollo aún más dinámico de las fuerzas productivas y el fortalecimiento de la economía de propiedad social. Basta que el sector de propiedad social mantenga su posición predominante en la economía del país para que sea posible evitar la polarización. Desde luego, algunas zonas y algunas personas pueden enriquecerse antes que otras e impulsar y ayudar a éstas a marchar adelante, para así conseguir el enriquecimiento común. Estoy seguro de que a medida que se desarrolle la economía, se eleve el nivel científico, cultural y educacional del país y se refuerce la construcción del sistema democrático y jurídico, lo que hay ahora de negativo en el ámbito social no dejará de disminuir gradualmente hasta desaparecer de manera definitiva. En una palabra, la tarea de las tareas que enfrenta el país en este momento es dedicarse en cuerpo y alma a la obra de las cuatro modernizaciones. Hacemos valer lo que es propio del socialismo, y también hacemos nuestros algunos métodos del capitalismo (utilizándolos como simples métodos), todo ello con el objetivo de acelerar el desarrollo de las fuerzas productivas. Es cierto que en este proceso han surgido algunas cosas negativas, pero lo más importante es el hecho de que esta reforma y este camino nos han dado resultados alentadores. China no tendrá más camino sino éste. Unicamente siguiendo este camino será posible llegar al enriquecimiento y florecimiento.

Donald F. Mchenry (Profesor del Instituto de Diplomacia de la Univer- sidad   de Georgetown  y  ex  delegado  de  Estados  Unidos  a  las  Nacione Unidas): ¿Se siente usted contento con los cambios en los actuales órganos de dirección y de dirigentes? ¿Cree usted que ellos continuarán la política de reforma?

Deng: Ruego a nuestros estimados huéspedes que presten atención a lo que pasó en la reciente conferencia nacional de nuestro Partido. Esta adoptó dos medidas de gran importancia. Una de ellas consiste en haber hecho un balance de la experiencia de los siete años anteriores, establecido un ritmo apropiado para el desarrollo económico de nuestro país y creado, con el VII Plan Quinquenal, condiciones para un largo período de desarrollo estable y sostenido de China en el presente siglo y en el próximo. La otra medida que adoptó fue la solución, en el plano organizativo, del problema de la continuidad de nuestra política, o sea, el gradual rejuvenecimiento de los equipos de dirección a partir del nivel central, y esta vez, ante todo, de los organismos dirigentes del Comité Central y del Estado.

Para juzgar si tiene continuidad o no nuestra política, es preciso tomar en consideración, fundamentalmente, dos factores. En primer lugar, hay que saber si esta política es acertada o no, que es lo más importante. Pues, si la política no es acertada, ¿para qué continuarla? Si, en cambio, es acertada y contribuye a impulsar el desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad socialista y a mejorar gradualmente las condiciones de vida del pueblo, entonces esta política es, en sí misma, una garantía de su propia continuidad. En segundo lugar, hay que saber quiénes son los que aplican la política. Desde el nivel central hasta los diversos niveles locales, hace falta un contingente de personas valientes en la exploración y dotadas de bastantes energías. A partir de la III Sesión Plenaria del XI Comité Central del Partido, hemos venido llevando adelante el gradual rejuvenecimiento del contingente de cuadros, además, claro está, de su revolucionarización y su dotación de conocimientos culturales y especializados. La decisión de celebrar dicha conferencia del Partido fue tomada en el XII Congreso Nacional del Partido realizado en 1982, que decidió efectuar antes del Congreso siguiente una conferencia nacional centrada en la tarea de rejuvenecimiento de los órganos dirigentes del Partido, que en ese entonces se componían de miembros de edad más alta de lo conveniente.

Karsten  Prager  (Redactor de la edición internacional de Time): Me gustaría hacerle una pregunta de orden personal. En su larga trayectoria revolucionaria ha cambiado usted una y otra vez el destino y el rumbo del pueblo chino. ¿Cómo desea usted ser recordado por el pueblo cuando ya no esté?

Deng: Deseo que nunca se me dé excesiva prominencia. Lo que he hecho no es más que reflejar los anhelos del pueblo chino y de los comunista chinos, y, por añadidura, estas políticas del Partido son obra de la colectivi- dad. Fui también uno de los dirigentes principales del Partido antes de la “revolución cultural” y debo cargar con parte de la responsabilidad por los errores entonces cometidos. Después de todo, no hay hombre infalible en el mundo.

Fuente: Teoría china

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