domingo, 7 de octubre de 2018

Sobre la implementación de un régimen económico de mercado socialista en China

Por Jiang Zemin

9 de junio de 1992

Parte de una intervención en un curso de estudios avanzados organizado por la Escuela del Partido del Comité Central del Partido Comunista de China para cuadros de rango provincial y ministerial, la cual se titulaba “Con comprensión cabal y plena aplicación del espíritu de las importantes conversaciones del camarada Deng Xiaoping, agilizar y optimizar la construcción económica y la reforma y apertura"

La tarea fundamental del aceleramiento de la reforma del régimen económico consiste en implantar lo antes posible un nuevo régimen económico socialista. Y la clave para esta tarea radica en conocer con certeza la planificación y el mercado así como sus relaciones recíprocas, es decir, atribuir mayor importancia al papel del mercado en la distribución de recursos bajo el macrocontrol del Estado y desplegarlo aún más.

La experiencia histórica demuestra que el completo desenvolvimiento de la economía mercantil constituye una etapa ineludible para alcanzar un desarrollo socioeconómico de alto nivel. Una economía mercantil plenamente desarrollada es necesariamente indesligable de un mecanismo de mercado totalmente madurado y perfeccionado. La inquietud acerca de que una mayor función del mercado pueda conducirnos al capitalismo carece de fundamento y es también desatinada. A finales de 1990, el camarada Deng Xiaoping ya subrayó con claridad: “En lo teórico debemos llegar a comprender que la diferencia entre capitalismo y socialismo no reside en cuestiones como la disyuntiva entre planificación y mercado. En el socialismo también hay economía de mercado, igual que existe control planificado en el capitalismo. ¿Acaso en las condiciones del capitalismo ya no hay control alguno y uno puede portarse a su libre voluntad? ¡El trato de na- ción más favorecida no es otra cosa que control! No se crea que practicar cierta economía de mercado es seguir el camino capitalista. ¡Nada de eso! Tanto la planificación como el mercado son necesarios. Sin desarrollar el mercado, uno no tiene acceso ni siquiera a la información mundial, lo que significa resignarse a quedarse a la zaga”1. En sus conversaciones recien- tes, él puntualizaba este problema en términos más concisos y con mayor profundidad: “En cuanto a que haya más planificación o más mercado, no  es allí donde radica la diferencia esencial entre socialismo y capitalismo. Economía planificada no es sinónimo de socialismo, pues en el capitalismo también hay planificación; y economía de mercado tampoco es sinónimo de capitalismo, ya que en el socialismo también hay mercado. Tanto la pla- nifcación como el mercado son mecanismos económicos”2.

Respecto al punto de que “en el capitalismo también hay planificación”, ya Engels empezó a percibir esta cuestión en los últimos años de su vida. En 1891 señaló en su crítica al proyecto de programa del Partido Socialdemócrata Alemán que el surgimiento de trust capitalistas marcaba la desaparición de la ausencia de planes en la producción. Indicó además que las palabras “la ausencia de plan, que radica en la esencia misma de la producción capitalista privada” en el proyecto del programa requerían una corrección a fondo3. Lenin también señalaría, en abril de 1917, que la Primera Guerra Mundial aceleraba la transformación del capitalismo en impe- rialismo y el paso del monopolio a estadificación4, lo que le llevaba directa- mente a “la revolución directa a su forma superior, su forma planificada”5. Puntualizó además Lenin que era “deficiente plantear la cuestión del capi- talismo sin tener en cuenta el papel de los trust, y decir que ‘el capitalismo se distingue por la ausencia de planes’”6. Al citar las palabras de Engels y de Lenin, quisiera llamar una mayor atención a los camaradas para que cuiden de intensificar su estudio sobre el desarrollo y evolución de la economía ca- pitalista, lo que les ayudará a discernir cuáles son la esencia y características del capitalismo y cuáles no.

Con la aparición del keynesianismo7 en la década de los treinta del presente siglo, los países capitalistas de Occidente acentuaron su intervención en la vida económica; en otras palabras, reforzaron evidentemente su macrocontrol sobre la economía. Keynes subrayaba la necesidad de con- trolar la demanda global de la sociedad y, en especial, regularla valiéndose de políticas fiscales, lo que jugó un importante papel en ayudar a los países occidentales a superar la Gran Depresión en esa década. Además, los seguidores del keynesianismo y el postkeynesianismo8 también destacaban la necesidad de regular la redistribución de ingresos mediante el impuesto progresivo sobre la renta personal, el impuesto sobre sucesiones y el im- puesto sobre donaciones. Esto demuestra que en la economía capitalista de Occidente, además de una planificación interna acentuada en las empresas, se empezó a ejercer también en cierta medida la regulación planificada en el nivel macroscópico.

Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, sobre todo a partir de la década de los sesenta, a medida que se profundizaban cada día más las contradicciones inherentes al capitalismo y se desarrollaban rápidamente la ciencia y la tecnología, de forma sucesiva ciertos países desarrollados de corte occidental elaboraron y pusieron en ejecución distintos tipos de planes macroeconómicos. Por ejemplo, Japón elaboró en serie nueve planes de desarrollo económico, y Francia, a su vez, diez. Todo esto explica que no son pocos los países capitalistas que prestan mucha atención al control planificado sobre la actividad económica. Por consiguiente, ideológicamen- te nuestros camaradas no deben seguir permaneciendo en los conceptos del pasado ni tomar la presencia de planificación sólo como una característica propia del socialismo. Por supuesto, el alcance y la metodología de los medios de planificación que se aplican bajo el sistema socialista difieren en cierta medida de los del sistema capitalista, y lo mismo ocurre con los me- dios del mercado.

En cuanto al tema de que “en el socialismo también hay mercado”, podemos decir que después de más de diez años de reforma y apertura hemos adquirido una comprensión más profunda. Hemos introducido el mecanismo de mercado en la vida económica, lo que ha inyectado mayor vitalidad y vigor a la economía socialista de nuestro país y ha desempeñado un evidente papel en acelerar el desarrollo de la economía. En el pasado sólo veíamos los efectos negativos que el mercado nos traía por su carácter espontáneo, y apenas llegamos a percatarnos de su papel positivo en esti- mular la competencia entre las empresas e impulsar el progreso económico; sobre todo, ignorábamos que es una forma de distribución de recursos, ignorábamos su papel propulsor para la optimización de dicha distribu- ción. Evidentemente había una comprensión parcial. Numerosos hechos nos demuestran que el mercado constituye una forma eficaz de distribuir recursos y ofrecer estímulo, pues, por medio de la competencia y la palanca de los precios, puede asignar unos bienes escasos al eslabón capaz de crear la mayor rentabilidad, y producir por consiguiente fuerza de presión e impulso para las empresas. Además, reacciona de modo sensible y rápido ante distintas señales. Precisamente por estas ventajas, el papel positivo del mercado en el desarrollo económico ha venido siendo comprendido por un creciente número de personas en los países socialistas, deshaciéndose la unilateralidad de comprensión y el prejuicio que había sobre el mercado en el pasado. Por supuesto, al destacar la necesidad de conocer a plenitud las ventajas del mercado, no queremos decir que éste cubra todos los as- pectos y sea omnipotente; tiene evidentemente sus puntos débiles y limitaciones. Por ejemplo, el mercado no puede conseguir automáticamente la estabilidad y equilibrio del volumen global macroeconómico; difícilmente puede regular la construcción de una parte de las instalaciones públicas, así como el consumo, y, cuando los efectos sociales prevalecen sobre los resultados económicos, la regulación mediante el mercado no podrá alcan- zar el objetivo social previsto, ni lograr el resultado ideal en algunas ramas monopolistas o con preponderancia de economía de escala. Por lo tanto, se nos exige hacer valer las ventajas de la regulación por planificación, para reparar y moderar las insuficiencias y las funciones negativas de la regula- ción mediada por el mercado, y realizar así debidamente el equilibrio ma- croeconómico, con el fin de asegurar un desarrollo integral de la economía en su conjunto. En los ámbitos que esta última regulación no llega a cubrir, igualmente es necesario recurrir a los medios de la planificación para distri- buir los recursos. Paralelamente, también hay que valerse de estos medios para reforzar la seguridad social y la regulación de la redistribución social de ingresos, con el objeto de prevenir la polarización.

De la III Sesión Plenaria del XI Comité Central a esta parte hemos ex- perimentado un proceso progresivo para adquirir conciencia sobre el tema de la planificación y el mercado así como sus relaciones recíprocas. En el XII Congreso del Partido se habló del principio de tomar la economía pla- nificada como lo principal y complementarla con el mercado como factor regulador; la “Decisión sobre la reforma del régimen económico”, aprobada por la III Sesión Plenaria del XII Comité Central del Partido, formuló el nuevo concepto de que la economía socialista es una economía mercantil planificada basada en el sistema de propiedad pública; en el XIII Congreso del Partido se planteó la tesis de que el régimen de economía mercantil pla- nificada socialista debería ser uno de unidad intrínseca entre planificación y mercado; y desde la IV Sesión Plenaria del XIII Comité Central se ha propuesto crear un régimen económico y un mecanismo de funcionamiento acordes al desarrollo de la economía mercantil planificada y capaces de in- tegrar la economía de planificación con la regulación mediante el mercado. Lo que hablo aquí son formulaciones en documentos oficiales del Partido, y aún hay muchos criterios y planteamientos divergentes vertidos al respec- to en los debates académicos y teóricos. Últimamente, en el estudio de las importantes palabras del camarada Deng Xiaoping, se han propuesto nue- vos planteamientos sobre planificación y mercado y sobre la implantación de un nuevo régimen económico. Consisten, a grandes rasgos, en establecer un régimen 1) de economía mercantil socialista que integre la planificación y el mercado, 2) de economía de mercado planificada socialista y 3) de economía de mercado socialista. La evolución y el cambio en el conocimiento son normales, incluido el que aparezcan debates sobre diferentes criterios y puntos de vista, lo cual explica que no es posible conocer de una sola vez las cosas objetivas, sobre todo en cuestiones importantes, pues suelen necesitarse repetidos estudios y discusiones, y sintetizarlos e incrementar- los en la práctica, para poder conocer de forma relativamente científica. Hoy día podemos decir que, después de más de diez años de exploración y compendio de las experiencias adquiridas dentro y fuera del país, hemos logrado una comprensión bastante madura, tanto en lo teórico como en términos de práctica, del establecimiento de un nuevo régimen económico socialista, comprensión que hemos unificado en mayor medida en todo el Partido, con lo cual podemos iniciar, en todos los sentidos, la etapa de su presta ejecución.

Sobre cuál de las formulaciones antes referidas corresponde más a la realidad económica del país, cuál es la más aceptable por la mayoría de los camaradas y cuál favorece más impulsar el desarrollo de nuestra construc- ción económica, podemos proseguir nuestro estudio, sin precipitarnos en sacar conclusiones por el momento. Sin embargo, pienso que en el informe ante el XIV Congreso del Partido debemos definir finalmente una formulación más o menos científica del régimen económico que apruebe la ma- yoría de los camaradas, lo que ayudará a unificar en mayor grado el criterio y la acción de los militantes de todo el Partido y acelerar la implantación de un nuevo régimen económico socialista en nuestro país. Personalmente, yo me decanto por usar el término “régimen de economía de mercado socialista”. Porque la economía mercantil planificada es una economía planificada de mercado. En la economía socialista ha habido planificación desde un principio, lo que la gente siempre ha tenido bien claro en su mente y entender, así que no va a haber dudas de si se ha suprimido la planificación, ausente la palabra “planificada” en la formulación. Por otra parte, tal como he mencionado anteriormente, la economía capitalista no está libre tampoco de planes. Por esta razón, me parece que si usamos los términos “régimen de economía de mercado socialista” aceptará la mayoría de los cuadros y masas. Si bien se trata de un juicio personal mío, he intercambiado opinio- nes sobre el particular con camaradas de la dirección central y todos están de acuerdo con mi opinión en lo fundamental. Claro que ésta no es aún la conclusión definida. Sea cual sea la formulación que finalmente se adopte en el informe ante el XIV Congreso del Partido, se han de aclarar las características principales del nuevo régimen económico socialista de nuestro país, las cuales, a mi juicio, deben resumirse así: primero, en lo referente a la estructura de la propiedad, insistir en tomar la economía de propiedad pública como cuerpo principal y la economía individual, la privada y otras modalidades económicas como formas complementarias, y lograr el desa- rrollo conjunto de las economías de múltiples formas; segundo, en lo que respecta al sistema de distribución, seguir con firmeza el de a cada uno se- gún su trabajo como forma predominante, con las demás formas de distri- bución como complementarias, y permitir y estimular que algunas zonas y personas prosperen antes, con el fin de materializar paso a paso la prosperidad común y evitar la polarización; y tercero, en lo relativo al mecanismo de funcionamiento de la economía, combinar de modo orgánico los puntos fuertes de la economía de mercado y de la economía planificada y poner en pleno juego sus respectivas ventajas, con vistas a fomentar una asignación óptima de recursos y regular racionalmente la distribución social.

Para acelerar la implantación de un nuevo régimen económico, actualmente debemos empeñarnos en solucionar algunos problemas clave.

Primero, es preciso cambiar las funciones del gobierno y separar efectivamente las funciones y responsabilidades gubernamentales de las empresariales. La función administrativa del gobierno respecto a la actividad socioeconómica consiste principalmente en planificar con una visión de conjunto, dominar la aplicación de políticas, organizar y coordinar traba- jos, prestar servicios y ejercer la correspondiente revisión y supervisión, y valerse de los medios económicos, jurídicos y administrativos necesarios para asegurar el equilibrio entre la oferta y la demanda globales de la eco- nomía y la coordinación de los entramados económicos importantes y su distribución geográfica. Los departamentos gubernamentales han de dejar de intervenir en asuntos concretos de las empresas, como producción, gestión y administración, y deben garantizar con seguridad la liberalización y agilización microeconómica, a la vez que llevar a efecto como es debido el necesario macrocontrol, tareas ambas que se complementan mutuamente, sin que pueda cumplirse cualquiera de ellas en forma aislada.

En segundo lugar, hay que empeñarse en cambiar el mecanismo de gestión de las empresas, en particular de las grandes y medianas empresas estatales, y empujarlas realmente a acceder al mercado, para que se conviertan en sujetos de la competencia en éste y en verdaderas entidades con personalidad jurídica capaces de hacer realmente una gestión autónoma, responder de sus ganancias y pérdidas, autodesarrollarse, restringirse a sí mismas y asumir los riesgos por cuenta propia, logrando de este modo la integración de responsabilidades, derechos e intereses. El proceso de cambio del mecanismo de gestión que atraviesan las grandes y medianas empresas estatales conlleva en realidad una mayor exploración y selección de formas de realización de la economía de propiedad pública, las cuales deben ser múltiples, acertadas y eficaces. Para tal efecto, se requiere proseguir la experimentación audaz en la práctica y, una vez obtenidas experiencias exitosas, aplicarlas y generalizarlas. Pueden llevarse a cabo en distintos ámbitos y en forma selectiva, según las condiciones particulares de cada empresa estatal, modalidades como la gestión directa del Estado (en un segmento de em- presas importantes que atañen a la economía nacional y la vida del pueblo y que deben ser monopolizadas por él), la gestión por contrata, la gestión accionarial y la gestión por arrendamiento; luego, es preciso recapitular de continuo las experiencias de la aplicación a fin de perfeccionarlas paso a paso. Sea cual fuere la forma de gestión que se adopte, el único propósito es agilizar de veras las empresas estatales y llevar a buen término sus operaciones, logrando que incrementen sin cesar su competitividad y refuercen su capacidad para un desarrollo ulterior.

Lo tercero es, en adaptación a las exigencias de la economía mercantil y la ley del valor, actualizar efectivamente el concepto de planificación y cambiar la función y forma de la administración planificada a fin de que la planificación refleje realmente los cambios en la oferta y la demanda. Para- lelamente a ello, hay que hacer uso en mayor medida de políticas y palancas económicas para orientar y regular un desarrollo sano del mercado.

Cuarto, hay que preparar y desarrollar el mercado, para crear un mercado socialista unificado y completo. A este efecto, se exige que nuestros departamentos competentes y las partes concernientes colaboren conjunta- mente en los siguientes aspectos: por un lado, empeñarse en implantar un sistema de mercados y perfeccionarlo y, al mismo tiempo de continuar de- sarrollando el mercado mercantil, en particular el de medios de producción, fomentar activamente el mercado financiero de valores, incluidos acciones y bonos, y desarrollar el mercado de tecnologías, el laboral, el informático y el inmobiliario; y, por otro lado, pugnar por perfeccionar y aplicar con rigor el sistema de administración del mercado, favoreciendo la creación y el mantenimiento de un buen orden en éste.

En quinto término, se impone reforzar la elaboración de legislaciones económicas y la conformación de los demás sostenes necesarios para el funcionamiento económico. No sólo se necesita acentuar y perfeccionar la implantación de bases materiales, como comunicaciones, redes informáticas, banca y transporte, sino también completar y mejorar las de carácter intangible, como labores reglamentadas de contabilidad, auditoría, estadística, impuestos, etc., con vistas a asegurar un funcionamiento ordenado de la actividad socioeconómica.

  • NOTAS:
  1.  1 Deng Xiaoping: “Saber aprovechar la oportunidad para resolver el problema del desarrollo”, Tex- tos escogidos, t. III.
  2.  Deng Xiaoping: “Puntos esenciales de conversaciones sostenidas en Wuchang, Shenzhen, Zhuhai y Shanghai”, Textos escogidos, t. III.
  3.  F. Engels: “Contribución a la crítica del Proyecto de Programa Socialdemócrata de 1891”.
  4.  Véase V. I. Lenin: “Informe sobre el momento actual”.
  5.  V. I. Lenin: “Discurso a favor de la resolución sobre el momento actual”.
  6.  Ibíd.
  7.  Teoría económica y planteamiento político que tiene a Keynes como fundador. John Maynard Keynes (1883-1946), economista británico, planteó, después de la crisis económica de 1929 a 1933 en el mundo capitalista, el criterio de que el desempleo y la crisis económica se deben a una insuficiencia de la demanda efectiva. Era de la opinión de que, siempre que el Estado adoptara políticas adecuadas para regular la economía e incrementar tal demanda, sería posible eliminar las crisis y solucionar el problema del desempleo. Sostenía que el Estado interviniera activamente en la vida económica para acrecentar la inversión e incentivar el consumo. En 1936 vio la luz su obra Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, que representa la plasmación del keynesianismo. Las teorías económicas y los planteamientos políticos de Keynes ejercen gran influencia tanto en las políticas económicas de países como el Reino Unido y Estados Unidos como en la teoría reformista y la economía política vulgar modernas.
  8.  El keynesianismo moderno. Tras morir Keynes en 1946, sus seguidores reafirmaron su pensa- miento básico, aportando numerosas adiciones y modificaciones en términos de teoría económica y planteamiento político. Como diferían en concepción teórica, método de análisis y planteamiento po- lítico, se dividieron en distintas corrientes y escuelas. Entre ellas destacan principalmente la escuela de Cambridge, llamada también keynesianismo de izquierdas, encabezada por la economista británica Joan Robinson, y la neoclásica, corriente principal postkeynesiana de la economía, dirigida por el economista estadounidense Paul Samuelson.
Enlace: http://book.theorychina.org/upload/a03674af-817b-4e77-aa50-c4a402b93bfe/

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