domingo, 29 de junio de 2014

China y la materialización de un sueño

Claudia Fonseca Sosa | Granma

BEIJING.— En China lo que parecía imposible se ha hecho posible en los últimos 35 años. Millones de personas han salido de la pobreza. Se han edificado las ciudades más modernas y hacia ellas se han trasladado las más influyentes compañías de negocios. La nación oriental ha salido del aislamiento impuesto por Occi­dente, ha ganado prestigio internacional y se ha convertido en uno de los principales socios comerciales de Europa, Estados Unidos, Amé­rica Latina, Asia y África.

No cabe duda de que con China hoy hay que contar. De Norte a Sur y de Este a Oeste, el país muestra que ha dejado muy atrás su pasado feudal.

Sin embargo, con el desarrollo acelerado también han surgido desigualdades entre quie­nes reciben los dividendos de la llamada “fábrica del mundo”. Aun cuando en la China actual todos los habitantes viven mejor que sus ancestros, la aspiración del gobernante Partido Comunista (PCCh) es que “el enriquecimiento sea conjunto”.

El enorme desafío de la redistribución de las riquezas en la nación más poblada del planeta es el propósito fundamental del anhelado Sueño chino, una política de Estado que busca establecer para el año 2020 una “sociedad modestamente acomodada”.

¿Qué significa esto? De acuerdo con lo ex­puesto por autoridades del PCCh y académicos chinos durante un seminario sobre So­cialismo en el Siglo XXI, realizado las pasadas semanas en ese país, si en el año 2010 el Producto Interno Bruto nacional era aproximadamente de 10,34 billones de dólares, dentro de apenas seis años podría doblar esa cifra, mientras que la renta per cápita también se duplicaría.
Con el proceso de urbanización se han erigido múltiples comunidades vecinales en antiguos centros rurales. Foto: / Foto del autor

Para cumplir ese propósito, afirmaron, Chi­na ya ha escogido su propia senda del de­sarrollo: el socialismo con peculiaridades chinas, en armonía con la naturaleza, con sus vecinos y con el mundo.

La aspiración del renacimiento de la gran nación china y su cultura milenaria ha venido de la mano del proceso de modernización e industrialización que impulsa el PCCh desde 1979. Pero también puede decirse que ha estado presente durante toda la historia contemporánea de la República Popular.

Ahora, no obstante, el Sueño chino se convierte en bandera de la joven administración de Xi Jinping, como respuesta a las demandas internas y al orden económico y político internacional.

Luego de décadas con un crecimiento del 10 % (como promedio), la economía china ha entrado en un periodo de avance estable y de ritmo normal (7,5-8 %). Por tanto, las medidas puestas en práctica tras el XVIII Congreso Nacional del PCCh y de su III Sesión Plenaria buscan saldar deudas sociales y efectos negativos de la reforma como la propia disparidad del ingreso, el desequilibrio en el desarrollo regional, la sobrecapacidad productiva, la contaminación atmosférica y la presión inflacionaria.

Hasta el momento, el modelo de desarrollo extensivo implementado en China —que le permitió acumular un superávit de varios billones de dólares— descansaba en el fo­mento de la inversión extranjera y la exportación. Pero en esta nueva etapa se orienta hacia un modelo de crecimiento más intensivo, otorgándole un rol destacadísimo a la ciencia y la técnica en los procesos de producción, y preocupándose por construir una civilización ecológicamente sostenible.

La actual profundización de la reforma china está encaminada a redirigir su modelo de crecimiento hacia el consumo interno —pues tiene el mayor mercado del mundo, que ahora puede comprar—, y limitar su dependencia del exterior —sobre todo, de la inestabilidad del sector financiero—. Para ello, plantea disminuir el protagonismo del Esta­do en la actividad socioeconómica y empresarial, redistribuyendo sus responsa­bi­li­­dades administrativas de una forma más razonable y eliminando probables vías de corrupción.

Así lo pudimos constatar el grupo de académicos y periodistas latinoamericanos presentes en el seminario, más allá de las diversas tendencias ideológicas o políticas que nos caracterizaba. La estancia en ciudades y zo­nas rurales en Beijing, Shandong y Shanghái nos permitió comprobar cuánto se desconoce sobre el proceso, único en su tipo, que tiene lugar en ese inmenso país.

Comprendimos que la capacidad de innovar, autoevaluarse y corregir errores, así como la tenacidad del PCCh para dirigir las reformas codo a codo con el pueblo trabajador podrían explicar el milagro chino.

China ha adecuado con éxito las reglas del mercado a sus condiciones y necesidades concretas, sin abandonar el imperativo socialista de que nadie debe quedarse atrás.

Beneficios compartidos

Como habíamos dicho antes, con el boom económico de China algunos sectores de la sociedad se quedaron rezagados y se abrió una brecha visible en el desarrollo de algunas regiones con respecto a otras.

Además, la estructura demográfica nacional experimentó una transformación. La población se ha envejecido y cada vez más se ha trasladado desde el campo hacia las ciudades, lo cual ha conllevado también a un au­mento de la competitividad laboral para los más jóvenes.

En consecuencia, buena parte de las medidas aprobadas en el III Sesión Plenaria toman en cuenta el desarrollo demográfico equilibrado a largo plazo, la creación de nuevos empleos, la reforma del régimen del registro de residencia permanente (hukou, en mandarín), la protección del derecho de los bienes de los campesinos, la seguridad alimentaria y de los medicamentos.

La famosa política del hijo único ya fue modificada y con un gigantesco plan de urbanización en marcha, las autoridades han tenido que flexibilizar el hukou para ampliar el acceso de los emigrantes a los servicios básicos en educación, compra de viviendas, empleo y seguro social en las ciudades.

Durante nuestro recorrido por la provincia de Shandong, al sur de Beijing, visitamos comunidades campesinas que se construyeron tras la unificación de varias aldeas.

En esencia, se trataba de pequeñas ciudades erigidas en centros rurales hacia donde los campesinos se han trasladado junto a sus familias.

En los nuevos edificios tienen mejores condiciones de vida y, a la vez, pueden continuar trabajando la tierra en parcelas circundantes.

Cada comunidad cuenta con jardines in­fantiles, escuelas primarias, clínicas y asilos para adultos mayores o personas con discapacidad, entre otras facilidades. La seguridad social también garantiza que las personas que lo necesiten reciban un seguro o ayuda.

La medida promueve el cambio tradicional de estilo de vida del campo por uno nuevo, más intensivo, centralizado y eficiente, afirman las autoridades chinas.

Además, dicen, cambia el modo de uso extensivo de la tierra y planifica, con una visión de conjunto, las viviendas, carreteras, los servicios de agua potable y drenaje de residuales, telecomunicaciones, ciencia, cultura, deporte, sanidad y seguridad.

El experimento de Shanghái

La creación de zonas especiales de de­sarrollo fue otra de las medidas más llamativas del paquete aprobado en la III Sesión Plenaria. Precisamente, durante nuestra es­tan­cia recorrimos la Zona Experimental de Libre Comercio Shanghái (EFTZ, por sus siglas en inglés). Unos 28 kilómetros cuadrados que funcionan como laboratorio para la profundización de las reformas en China.

Ese territorio, enmarcado entre el aeropuerto internacional Pudong, el puerto de aguas profundas Yangshan y la zona franca y logística de Wai Gaoqiao, tiene una capacidad de almacenamiento para 33 millones de contenedores y sería la zona de mayor movimiento comercial del mundo.

Resulta tan atractiva que en menos de un año unas 9 000 empresas ya se han establecido en ella, incluidas 114 de las 500 transnacionales más importantes del planeta, de acuerdo con la revista Forbes.

La EFTZ se estableció oficialmente en septiembre de 2013 con el objetivo de promover la apertura de sectores de servicios de capital extranjero en China, es decir, finanzas, transporte, comercio, cultura, servicios especializados y sociales. Asimismo, busca vigorizar normativas orientadas a reducir el elemento político (o burocrático) y darle más espacio al mercado.

Lo que se quiere es que el gobierno cambie su rol y pase de un sistema de examen y aprobación a uno de inscripción y registro, ex­plican.

Por primera vez en el país, la zona ensaya la aplicación activa de medidas que pretenden ampliar la apertura de los campos de inversión, impulsar el cambio de modalidad del comercio y fomentar las innovaciones financieras.

Según fuentes oficiales, algunas de las reformas aplicadas en la zona incluyen las cuentas de capital de yuanes convertibles, la apertura del sector de servicios financieros al capital privado y a las instituciones financieras extranjeras.

La EFTZ permitirá, además, acumular experiencias y confianza para el crecimiento de la industria de servicios del país, así como desarrollar un sistema de gestión de capitales competitivo a nivel internacional.

China es cada vez más atractiva para el mundo. Mientras que, antes, las empresas de capital extranjero la escogían por su abundante mano de obra, ahora valoran mucho más su mercado diversificado de 1 300 millones de consumidores.

Si la experiencia de Shanghái finalmente se multiplica en otras regiones de la geografía china, como es la aspiración gubernamental, podría afirmarse que el futuro del país y la materialización de gran parte de su sueño se deciden allí.

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