Estación de autobuses de Shenzen. (Kanmu / Getty) |
La ciudad de Shenzhen ha cambiado mucho en todo este tiempo. Y, aunque quizás para muchos haya pasado desapercibida, sus parques empresariales y numerosos rascacielos han irrumpido con fuerza y, sobre ella, se ha consolidado la revolución sociodemográfica que viven las principales ciudades chinas. Un reflejo del cambio acelerado, la aglomeración y la migración de masas desde las zonas rurales a las (prósperas) urbes costeras.
De hecho, este rápido crecimiento urbano e industrial ha traído consigo una elevada contaminación a la que tienen que hacer frente los más de 12 millones de habitantes que conviven en ella. Por ese motivo, en un intento por continuar siendo la superpotencia del siglo XXI y reducir la contaminación en la localidad, el Gobierno municipal ha sustituido los autobuses diésel por una flota de 16.000 buses eléctricos puros y, por tanto, “cero emisiones” con los que poder reducir las emisiones de CO2 y otros contaminantes como los óxidos de nitrógeno, hidrocarburos y las partículas en un 48%.
Los nuevos parques y rascacielos que dominan Shenzhen. (real444 / Getty) |
Por ello, para seguir librando esta guerra, el régimen chino ha decidido mostrar que el país oriental es uno de los grandes impulsores del bus eléctrico. Concretamente, el 98,3% de la flota global de autobuses eléctricos opera en este país con 170.000 unidades circulando en todas sus ciudades. Tan solo en Shenzhen, los 16.000 buses urbanos eléctricos se han convertido en los vehículos “más limpios y menos contaminantes” para la población y, además, apenas generan contaminación acústica.
Desde que están en funcionamiento, la compañía Shenzhen Bus Group ha calculado que han conseguido reducir 440.000 toneladas de CO2, al año. Y, por si fuera poco, a las evidentes ventajas medioambientales, hay que sumarles las de rentabilidad. Incluso en el peor de los casos, el autobús eléctrico saldría más barato que uno convencional, después de quince años de uso. Es decir, la diferencia de precio se vería reflejada en la factura a partir de los 60.000 kilómetros. Y, aunque parezca una distancia muy elevada, esto solo significa realizar como mínimo 164 kilómetros por día, se deduce del estudio.
Un proceso costoso
Sin embargo, la implantación de decenas de autobuses eléctricos en la ciudad es muy costosa. En el caso de Shenzhen, “más de la mitad del precio del autobús ha sido financiado por el Gobierno”, ha reconocido Joseph Ma, subdirector general de la compañía, en una entrevista para The Guardian . Sin esta ayuda, difícilmente, las ciudades se pueden plantear establecer un modelo económico y sostenible para su transporte.
Otra de las complicaciones a la hora de conseguir plena inclusión del transporte eléctrico son las puntos de recarga. Aproximadamente, Shenzhen cuenta con 40.000 pilas de carga y un total de 180 instalaciones repartidas por toda la ciudad para poder cargarlas. “La mayoría de autobuses se cargan dos horas por la noche y ya pueden realizar un servicio completo de 200 kilómetros”, ha añadido Ma.
¿Y los taxis?
Esto es otro cantar. Para conseguir reducir las emisiones de CO2 a través de los taxis, los 22.000 vehículos que conforman la plantilla operativa en la ciudad deberían ser reemplazados. Y, de nuevo, Shenzhen Bus Group se ha adelantado y ya ha sustituido los 4.600 modelos que posee por vehículos puramente eléctricos.
Pero, otra vez, nos topamos con el mismo inconveniente: la recarga. En este caso, además, hay que sumar que los taxis no tienen rutas fijas y que, a la hora de poner a cargar los vehículos, pueden surgir problemas debido a la falta de estaciones. “Todavía estamos buscando soluciones y estamos pensando en alguna medida como incluir estos espacios de estacionamiento en áreas públicas o en los principales centros gubernamentales”, han explicado desde la compañía.
Madrid y Barcelona
Las principales ciudades españolas ya han dado los primeros pasos para avanzar en la “electrificación” de la flota municipal, dentro de su compromiso con la sostenibilidad y la búsqueda de alternativas para reducir el impacto del transporte en el medio ambiente. Su objetivo es conseguir una óptima calidad del aire en estas ciudades, a través de autobuses sostenibles y poco contaminantes.
Concretamente, en Madrid, el Ayuntamiento y la Empresa Municipal de Transportes (EMT) ya han emprendido un proyecto de movilidad sostenible a través de la renovación de las flotas de autobuses municipales para cumplir con el Plan A de Calidad de Aire y Cambio Climático, de cara al 2020. Por el momento, la capital cuenta con 15 buses cien por cien eléctricos y, entre 2019 y 2020, se prevé incorporar otros 40 autobuses eléctricos de modo que a finales de 2020, la flota de la EMT alcance los 93 vehículos de propulsión eléctrica, según han comunicado desde el Ayuntamiento.
Uno de los autobuses eléctricos que opera en Barcelona. (Marc Arias) |
Fuente: La Vanguardia
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