Ciudad-bosque de Liuzhou, en proyecto para 2018, enteramente autosuficiente en el plano energético y destinada a la mejora de la calidad del aire y de la biodiversidad. |
Por Guillaume Suing
Es algo que ya se sabe: China es uno de los principales contaminantes del mundo. Evidentemente, siempre se cita la cifra bruta, pero jamás la cifra por habitante[1]… ¡pero es ahora evidente que el voluntarismo del Estado chino en materia de lucha contra la contaminación del aire y el calentamiento climático, que constó en particular en el último Congreso del Partido Comunista Chino en 2012 [NdT: a día de hoy el último Congreso del PCCh ya fue en 2017], está dando sus primeros frutos, que son de una talla considerable!
En efecto, China ha pasado de la simple represión financiera de las fábricas más contaminantes (que se mantiene en la actualidad pero se está encontrando evidentemente con frenos locales en el plano del sector privado) al financiamiento masivo de grandes planes urbanos de restauración de la calidad del aire y la biodiversidad, así como a una política tenaz de reconversión energética del territorio.
En lo que respecta a la energía, se sabe por ejemplo que proyectos de centrales nucleares chinas descansaban inicialmente en el principio de “fisión de sal fundida” (torio), cosa en la cual los chinos fueron pioneros en los años 70, oponiéndose al principio de fisión del uranio (centrales nucleares de alto riesgo y de fuerte producción de residuos radiactivos en nuestros países)[2]. Este tipo de central, que limita de forma considerable los residuos, ya no se estudia en Occidente a falta de financiamiento y bajo la presión del lobby militaro-industrial: éste recicla el uranio empobrecido para armamento, –mientras que las centrales de sales disueltas no lo producen– y emplea el mismo combustible para las bombas atómicas. Es a falta de tecnología que el país [NdT: probablemente se refiere a Francia] tuvo que abandonar esta oportunidad en los años 70, pero el Estado chino lleva a cabo actualmente el único proyecto de gran amplitud en la actualidad para la implantación de estas centrales, con un financiamiento de 250 millones de dólares y una apertura en menos de 20 años (fuente “Un nuclear seguro existe, y China abre la puerta con el torio”, The Telegraph, marzo de 2011).[3] Ésta abrirá una verdadera revolución energética en la región.
El Estado chino quiere por lo tanto dotarse de energías llamadas “limpias”, rechazando los gases de efecto invernadero (no producidos por la energía nuclear) y no obstante de alto rendimiento, para salir de la muy contaminante industria del carbón, que aun domina el mercado chino.
Por otra parte, China se ha ilustrado recientemente al poner en marcha este año la primera mega-central flotante de energía solar en Huainan, cerca de Shanghái, y se coloca en el primer lugar mundial en lo que respecta a la energía hidroeléctrica (renovable, no intermitente y sin residuos).
En lo que respecta a los proyectos urbanos, estamos hablando de una indiscutible vanguardia: el Estado chino promueve en varias ciudades la construcción de “ciudades-bosques” para 2020, ¡y no se trata de “hermosas promesas”, es algo concreto! Se habla mucho este mes [NdT: se refiere al mes de junio de 2017] de la famosa Liuzhou Forest City, que será la primera ciudad enteramente concebida para la mejora de la calidad del aire, de la biodiversidad y del ahorro de energías. Podrá acoger a 35.000 habitantes. Una ciudad similar de 100.000 habitantes también está prevista en Shijiakhuang, así como dos grandes “torres forestales” en la ciudad de Nanjing (previstas para 2018), que son edificios revestidos con 23 especies de árboles y 2500 arbustos.
Liuzhou Forest City contiene 40.000 árboles y más de 100 especies diferentes, que podrán acoger la fauna, particularmente la avifauna local, y ofrecer a la ciudad una cobertura térmica natural que permita el ahorro de energía durante el invierno, y una sombra suficiente durante el verano. Esta cobertura vegetal absorberá 1000 toneladas de dióxido de carbono al año y 57 toneladas de contaminantes, produciendo al mismo tiempo 900 toneladas de oxígeno. La ciudad será enteramente autosuficiente en el plano energético: energía solar y energía geotérmica serán sus recursos
exclusivos.
Su superficie será voluntariamente reducida (175 hectáreas) para dejar un mayor lugar a la naturaleza circundante, y será conectada a las ciudades de alrededor mediante una red ferroviaria y de carreteras enteramente eléctrica.
El ejemplo de Liuzhou Forest City debería hacernos reflexionar más allá de la anécdota. ¿Propaganda totalitaria? ¿Bluf político? ¿”Capitalismo verde”? Nuestros ecologistas harían bien en hacerse las preguntas que se imponen: a partir del momento en que un país se ha desarrollado suficientemente en el plano económico (es el caso en nuestro país como en China), ¿por qué la ecología política debería ser objeto de suspicacia con términos como “proyecto faraónico”, “desmesurado” (términos encontrados en la prensa irónica, pero que está obligada a hablar de ello[4]) para promover solamente soluciones “familiares”, “locales”, en medio de un océano de agro-business, de productivismo industrial desenfrenado y de búsqueda capitalistas del máximo e inmediato beneficio? ¿No es evidente que los únicos proyectos viables y duraderos desde el punto de vista de la protección del medio ambiente a gran escala sólo pueden apoyarse sobre políticas pensadas, financiadas y planificadas por una economía nacional soberana, y nunca por la libre empresa y la competencia inter-imperialista? ¿No es evidente que a escalas diferentes, los únicos Estados que destacan en este tipo de política de protección medioambiental sean Cuba y China?
Al igual que en muchas otras cuestiones, desde la industria aeroespacial a las grandes políticas industriales en los países atrasados, es el socialismo, es decir la capacidad de invertir masivamente (y sin esperar un retorno inmediato de la inversión), a escala nacional y de manera coercitiva en planes de protección del suelo, de los recursos energéticos y del ambiente natural, quien resulta más efectivo y prometedor. Incluso en un grado menor en países que han sufrido un retroceso político debido a la desaparición del campo soviético en los años 90, se colocan de inmediato a la vanguardia de una verdadera “revolución verde”, cuyos resultados nuestros militantes ecologistas en los países imperialistas deben estudiar.
[1] Ocho toneladas de carbono producidos por habitantes en China contra diez en la Unión Europea y veinte en los Estados Unidos.
[2] Las centrales que funcionan en base a este principio son las únicas para las cuales un sobrecalentamiento del reactor se apaga inmediatamente por la dilución inmediata de la reacción en cadena, por la fundición de un tapón de control: la sal fundida es a la vez el fluido portador de calor y su primera barrera de confinamiento. Verte el documental del canal Arte “Torio, la cara oculta de lo nuclear” [https://www.youtube.com/watch?v=9tPoOMHxrao]
[3] http://www.telegraph.co.uk/finance/comment/ambroseevans_pritchard/8393984/Safe-nuclear-does-exist-and-China-is-leading-the-way-with-thorium.html
[4] https://sciencepost.fr/2017/06/chine-commence-construction-de-premiere-ville-forestiere-monde/
Fuente: https://germinallejournal.jimdo.com/2017/06/30/la-chine-avant-garde-de-l-écologie-réelle/
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