jueves, 31 de agosto de 2017

El tiro por la culata

Darío Herchhoren

Desde hace quizá cientos de años, los USA vienen sancionando al mundo entero. Algunas de esas sanciones se han traducido en guerras o invasiones, tales como la invasión de Japón en la década de 1870; o la invasión de la isla de Granada, luego del desastre de Vietnam, y para levantar la moral de las tropas USA, que pretextaron la construcción de una pista de aterrizaje en la isla por trabajadores cubanos y la construcción de hornos de pan, que según dijeron eran una amenaza para los USA.

Otras veces esas sanciones se tradujeron en tratar de ahogar la economía de algunos países que no aceptaban la tutela de los USA, y otras simplemente consistían en no reconocer la legitimidad de las autoridades de algún país o su legalidad. Un caso paradigmático fue lo que sucedió con la República Popular China, luego del triunfo de la revolución en 1949. El ejército popular de liberación chino había conquistado todo el territorio continental chino, y las tropas fugitivas del ejército de Chiang Kai -sheck, se refugiaron en la isla de Formosa (Taiwan), y en algunas islas menores. En el territorio continental habitaban 800 millones de habitantes, y en Formosa alrededor de 17 millones. Sin embargo la tradicional torpeza de la diplomacia yanqui dispuso que la “verdadera” China era la de Formosa, y que en el Consejo de Seguridad de la ONU, que estaba compuesta por los cinco “grandes” que habían ganado la guerra, la representación china era la de Formosa que “representaba a todo el pueblo chino”.

Con mayor sensatez, muchos países fueron aceptando al gobierno chino representado por Mao Zedong y comenzaron a comerciar con la República Popular de China, a la cual los imperialistas seguían llamando “China Comunista”, en oposición a la “China Nacionalista”, según los imperialistas la verdadera China. Esta situación se hizo tan ridícula que fue el presidente Richard Nixon quien viajó a China y se entrevistó con Mao Zedong, y en esa ocasión las cosas se pusieron en su lugar. La República Popular China recuperó el sillón en el Consejo de Seguridad de la ONU, y el mundo entero aceptó esa situación. Se reconoció que solo había una China, y algunos, como los USA siguieron manteniendo relaciones no diplomáticas con Taiwan, a la cual convirtieron en una inmensa base militar y fuente de provocaciones hacia la verdadera China, pero les salió el tiro por la culata. China se convirtió en la principal potencia industrializada del mundo, y navíos mercantes chinos están en todos los puertos del mundo descargando los productos manufacturados chinos. ¿De qué sirvió esa política del imperio? De nada.

Estamos en 2017 y el imperio parece no haber aprendido nada de las lecciones de la historia. Ahora intenta sancionar a China, a Rusia, a la República Popular de Corea y a Irán. Pero el tiempo ha pasado, y la hegemonía ha sido perdida definitivamente por los USA. Los países sancionados han elaborado una estrategia consistente en no utilizar más el dólar como moneda de mensuración de su comercio y utilizar sus monedas nacionales además de desligarse del sistema SWIFT, que consiste en la posibilidad de utilizar el dólar USA, y fijar unos medios de compensación bancarios controlados por los USA, que obliga a sus usuarios a que todas las operaciones de su comercio exterior pasen por bancos USA, por los cuales cobran jugosas comisiones. Esto está a punto de acabarse, ya que los sancionados, acaban de crear su propio sistema de compensación en sus monedas nacionales, y parece que los países BRICS (Brasil, Rusia, China y Sudáfrica) adherirán a él. Se trata de un tráfico comercial de cien mil millones de dólares anuales (no es moco de pavo) que los bancos USA dejarán de pasar por sus ventanillas. Esto es una herida de muerte para el imperio; que seguirá recibiendo tiros por la culata. Con Trump o sin él, el imperio se hunde. Tenía razón Mao, cuando decía que el imperialismo era un tigre de papel. Ahora, ese tigre ha perdido sus dientes.

domingo, 27 de agosto de 2017

A los 20 años de la restitución de Hong Kong: un país, dos sistemas, pero un Estado soberano

Ceremonia de restitución de Hong Kong a la República Popular China, 1 de julio de 1997
Artículo publicado en Proletarian nº79, periódico del Communist Party of Great Britain (marxist-leninist), agosto de 2017 (ver fuente aquí)

El pasado primero de julio marcó el 20º aniversario del fin del dominio colonial británico en Hong Kong y la reanudación de la soberanía sobre el territorio por parte de la República Popular China. El aniversario dio lugar a celebraciones espectaculares en Hong Kong, así como por parte de la comunidad china en todo el mundo, cosa que fue subrayada por la visita del presidente chino Xi Jinping a Hong Kong, su primera desde que asumió los cargos de mayor relevancia en el país, a saber secretario general del Partido Comunista de China, presidente de la República Popular China y presidente de la Comisión Militar Central.

Para comprender por qué el pueblo chino le da tanta importancia a este aniversario, y por qué rechazan tan enérgicamente los insolentes intentos de Gran Bretaña de entrometerse en los asuntos internos de Hong Kong, es necesario remontarse a la historia de cómo Hong Kong fue colonizado por primera vez. Al igual que otros grandes crímenes del imperialismo británico, como la colonización de Irlanda e India o el comercio transatlántico de esclavos, se trata de una historia de violencia, explotación, duplicidad e hipocresía.

La isla de Hong Kong se convirtió en una colonia británica tras la primera guerra del opio (1839-42), que a su vez había sido la culminación de más de un siglo de agresión británica contra China.

En 1711, la Compañía Británica de las Indias del Este estableció un puerto comercial en Guangzhou, sur de China, para intercambiar té por plata. En 1700, Gran Bretaña importaba 32.000 kilogramos de té; en 1800, la cifra alcanzaba casi los 7 millones de kilogramos.

Los mercaderes británicos habían vendido grandes cantidades de opio cultivado en la India británica para pagar por este creciente comercio de té, pese a las objeciones chinas. Las exportaciones de opio crecieron de 15 toneladas en 1730 a casi 1400 toneladas al año en 1838. Para entonces, el opio representaba el 75% de todas las exportaciones pagadas en efectivo. Cuando los oficiales chinos confiscaron 20.000 cajas de opio y las destruyeron, los británicos lanzaron una guerra contra China que duró tres años.

El Tratado de Nanjing (Nanking) abrió los puertos de Guangzhou (Cantón), Shanghái, Xiamen (Amoy), Ningbo y Fuzhou para los mercaderes británicos para que pudiesen comerciar sin trabas. Los chinos fueron obligados a pagar por el opio destruido, al igual que todo el dinero que los mercaderes chinos debían a los traficantes de droga británicos y una compensación por los costes de guerra. Estos costes de reparación alcanzaron los 21 millones de dólares en plata, una suma colosal en aquellos tiempos.

El tratado también cedía la isla de Hong Kong a perpetuidad para la corona británica.

El buque británico Némesis destruyendo juncos chinos durante la Guerra del Opio en 1841
No hace tanta, la civilizada y refinada corona británica envenenaba con opio al pueblo chino
Otro tratado adicional en 1843 permitía a los ciudadanos británicos el poder estar exentos de obedecer a las leyes chinas. Durante los 20 años entre 1840 y 1860, las importaciones de opio de la India se triplicaron, de las 20.000 a las 60.000 cajas.

El antagonismo contra los colonialistas europeos condujo a enfrentamientos que estallaron en 1856 en la segunda guerra del opio. Una alianza anglo-francesa capturó Guangzhou y marchó hacia Beijing (Pekín). La dinastía Qing pidió paz y se firmó el Tratado de Tianjin (Tientsin).

Sin embargo, esta concesión no era suficiente para las potencias colonialistas, y los británicos enviaron a las tropas de Lord Elgin para saquear el Antiguo Palacio de Verano de Beijing; 3500 tropas británicas lo arrasaron durante tres días, mientras las negociaciones estaban en curso.

Saqueo del Antiguo Palacio de Verano por las tropas británicas
El Tratado de Tianjin fue finalmente ratificado en 1860, poniéndole fin a la guerra, legalizando el comercio de opio y concediendo el territorio de Kowloon a los británicos, también a perpetuidad.

La tercera parte del territorio chino en ser incorporada al Hong Kong británico fueron los Nuevos Territorios, un conjunto de aldeas rurales en el campo chino, y algunas islas insignificantes como Lantau. Siguiendo la derrota china en la primera guerra sino-japonesa (1894-1895), los británicos obligaron a la debilitada dinastía Qing a firmar la Segunda Convención de Beijing, que entregó los Nuevos Territorios al Hong Kong británico. A diferencia de los "acuerdos" sobre la isla de Hong Kong y Kowloon, aquí los términos de la convención eran una cesión gratis al Reino Unido por un periodo de 99 años.

En naranja, la isla de Hong Kong, en rosa, Kowloon, y en amarillo, los Nuevos Territorios
Es importante apuntar que la República Popular China, proclamada el 1º de Octubre de 1949 como resultado de la victoriosa revolución china, nunca reconoció la legalidad o validez de cualquiera de los tratados desiguales que la China semi-colonial y semi-feudal había sido forzada a firmar por las potencias imperialistas. Al expirar la cesión de los Nuevos Territorios en 1997, el gobierno de Reino Unido y China entablaron negociaciones sobre el futuro de Hong Kong a principios de los años 80.

Al igual que con otros episodios de la larga e ignominiosa historia de la retirada de Reino Unido de sus antiguos dominios coloniales, los hechos refutan el mito chovinista según el cual los británicos se despidieron amigablemente de sus antiguos dominios coloniales y sus antiguos sujetos se sentían agradecidos por la colonización. Al igual que en todos los demás lugares, la clase dominante británica intentó agarrarse con uñas y dientes a sus antiguos territorios. Solamente se vio obligada a retirarse por la fuerza y la determinación de la China socialista y del pueblo chino.

Al inicio de las negociaciones, la primera ministra Margaret Thatcher estaba llena de arrogancia tras su victoria contra la junta militar argentina y la reconquista de las Islas Malvinas (Falklands). se reporta que esto llevó al líder Deng Xiaoping a observar lo siguiente: "La Sra. Thatcher está muy equivocada si piensa que Hong Kong son las Malvinas o que somos Argentina".


Los papeles del gobierno británico, desclasificados en 2013 revelan que hubo negociaciones muy tensas con China antes del acuerdo de 1984 y que había temores de que todas las conversaciones se viniesen abajo.

El embajador de China ante el Reino Unido, Sir Percy Cradock, se quejó diciendo que los líderes del país eran un grupo "incorregible e ineducable" que estaban "cegados por el dogma y el orgullo nacional". Los negociadores chinos observaron correctamente que sus homólogos británicos tenían una "actitud colonialista e imperialista" que estaba "pasada de moda, carecía de realismo y no llevaría a ninguna parte".

Los papeles demuestran que Thatcher creía durante las primeras rondas de las negociaciones que sería posible una administración británica prolongada sobre Hong Kong incluso después de 1997.

Las negociaciones sobre el futuro de Hong Kong comenzaron en septiembre de 1982 cuando Thatcher se reunió con los líderes chinos en Beijing. Le dijo entonces al secretario general Zhao Ziyang que la propuesta china de que Hong Kong se convierta en una zona administrativa especial de China con un gobierno autónomo –básicamente el marco jurídico 'un país, dos sistemas' aplicado en la actualidad– sería "desastroso" para la confianza de los inversores y llevaría a su colapso como centro financiero.

Añadió que "habría una huida masiva de capitales desde Hong Kong" y que "tras haberse ido, este dinero no volverá". Thatcher concluyó: "Creemos que este plan llevaría al colapso de Hong Kong como centro financiero."

Thatcher propuso entonces que los británicos siguiesen administrando Hong Kong después de 1997 bajo "soberanía china". Dijo "La confianza en Hong Kong, y con ello el mantenimiento de su prosperidad, dependen de la administración británica".


Naturalmente, esto fue rechazado por China. En las actas británicas de la reunión se registra que Zhao Ziyang contestó: "China no dejará que otros administren Hong Kong en su nombre o que se coloque a Hong Kong bajo la tutela de otros."

En un principio Thatcher rechazó modificar su posición y las negociaciones se estancaron. En un papel preparado para ella en febrero de 1983 por el Foreign Office, sugiriendo posiciones alternativas para la negociación, una nota garabateada firmada "MT" decía: "Este papel es patético – es una receta para claudicar."

Thatcher incluso pidió a sus asesores civiles asesoramiento acerca de las capacidades militares para defender a Hong Kong en caso de que China reclamase su territorio por medios militares. Las averiguaciones no pudieron haber sido de una lectura muy agradable para la 'Dama de Hierro': "La guarnición [de Hong Kong] podría enfrentar una incursión a pequeña escala pero se vería limitada al establecerse los hechos de un ataque a gran escala." En palabras llanas, serían aplastados por el Ejército Popular de Liberación.

El diario hongkonés South China Morning Post comentó: "La primera ministra británico creía que se podía convencer a China de que se permitiera a la administración británica continuar a cambio de obtener la soberanía sobre Hong Kong entero. Thatcher argumentó que según los tratados firmados entre el Reino Unido y China en el siglo XIX, la isla de Hong Kong y Kowloon podrían permanecer siendo británicos. Los Nuevos Territorios fueron cedidos a Gran Bretaña bajo la forma de un arrendamiento que expiró en 1997.

"Pero China no reconoció estos tratados y exigió la vuelta de Hong Kong entero en 1997. Se reanudaron negociaciones considerables durante el verano de 1983, pero las tensiones siguieron siendo altas.

"Zhou Nan, uno de los negociadores chinos, dijo que la pretensión del Reino Unido de seguir administrando Hong Kong reflejaba 'una actitud colonialista e imperialista [que estaba] pasada de moda, carecía de realismo y no llevaría a ninguna parte con el gobierno o el pueblo de China'. Zhou añadió: "Si la administración británica era tan buena, ¿por qué tanta gente en las antiguas colonias británicas ha luchado por su independencia?".

"Cradock era muy crítico con los líderes chinos en un cable enviado a Londres. Escribió: "Los líderes chinos eran incorregibles e ineducables, de lo contrario no estarían donde están." Añadió: "Son hombres viejos con puntos de vista muy rígidos, cegados por el dogma y el orgullo nacional, y profundamente ignorantes de cómo funciona un lugar como Hong Kong.""

Irónicamente, Cradock se enfrentaría después a Chris Patten, el último gobernador colonial, al creer que su actitud públicamente provocativa contra China iba en contra de los intereses y las perspectivas a largo plazo del imperialismo británico en la región. Por este motivo, fue criticado por Patten... ¡e incluso fue acusado de ser un amigo de China!

Es cierto, Cradock podía ser un canalla imperialista, pero desde luego no era un idiota. En agosto de 1983, envió un cable a Londres: "Deberíamos sopesar ahora si queda algo intacto de nuestra demanda de continuidad de la administración británica que sea suficiente para evitar un hundimiento total de nuestra credibilidad en Hong Kong." Añadía: "Está bastante claro que no deberíamos intentar perseguir nuestra solución ideal."

El embajador británico ante la República Popular China, Percy Cradock, fue clave para que se llegara a un acuerdo entre China y el Reino Unido
Las negociaciones siguieron pero Gran Bretaña empezó a estar preocupada de que China pudio abandonar la mesa de negociaciones. En noviembre, Geoffrey Howe, que por entonces era secretario de asuntos extranjeros, informó a oficiales superiores de su gabinete, incluyendo a Thatcher, que las perspectivas de las conversaciones eran "sombrias". Si el Reino Unido seguía presionando para poder seguir administrando Hong Kong, "existe el riesgo de que los chinos puedan romper las negociaciones que podía precipitar una caída de nuestra credibilidad en Hong Kong", según lo que reflejan las actas de la reunión. 

En diciembre, Thatcher había suavizado su posición y las negociaciones con China en aquel mes dieron lugar a una "atmósfera mejorada". Tras esta ronda de conversaciones entre China y el Reino Unido, Howe informó a sus colegas de gabinete que las futuras negociaciones tendrían que hacerse "en base a la propuestas chinas", con el objetivo de hacer que sean "más aceptables y más provechosas", según lo que reflejan las actas.

Pero dada la débil posición del Reino Unido, Howe planteó la posibilidad de que los británicos se retirasen de las negociaciones: "Aunque los comentarios británicos podían tener algún impacto en las propuestas chinas, no había seguridad alguna de que el resultado llevase a un acuerdo con el Reino Unido. Era por lo tanto necesario reflexionar si había que continuar la estrategia presente o romper las conversaciones."

Durante las conversaciones posteriores a este informe, se discutieron muchos escenarios posibles. Las actas reflejan lo siguiente: "Se llegó a un punto en el que no había perspectivas de alcanzar un acuerdo con los chinos que pudiese ser encomendado al parlamento [británico]." También se barajó la posibilidad de que las negociaciones con China no produjesen ningún resultado. Si esto ocurría, las actas decían: "No estaba claro en modo alguno que [China] estuviese esperando simplemente a que expirase la cesión de los Nuevos Territorios."

Temían que si Deng Xiaoping "no pudiese alcanzar un acuerdo con el gobierno británico que fuera satisfactorio para él, opte por una temprana absorción de Hong Kong." (Ver artículo Hard-fought Sino-British negotiations over Hong Kong revealed in declassified files, South China Morning Post, 18 August 2013 – enlace aquí)

Teniendo en cuenta este contexto, es útil volver a las observaciones hechas por Deng Xiaoping en su conversación con Margaret Thatcher en el Gran Palacio del Pueblo de Beijing el 24 de septiembre de 1982 al inicio de las negociaciones:

"Nuestra posición fundamental sobre el problema de Hong Kong es clara. De lo que se trata aquí es principalmente de tres cuestiones: Uno, la soberanía; dos, la forma que a partir de 1997 China va a 
adoptar para la administración de Hong Kong y el mantenimiento de su prosperidad, y tres, la necesidad de que entre el Gobierno de China y el de Gran Bretaña se adopten formas de consulta apropiadas para asegurar que no se produzcan graves disturbios en los próximos 15 años, de ahora al año 1997.

"A propósito de la cuestión de la soberanía, a China no le queda margen de maniobra. Para hablar con franqueza, la soberanía no es un asunto que dé lugar a discusiones de ninguna especie. Ahora bien, las condiciones ya están maduras, y es preciso decirlo en términos explícitos: China recuperará Hong Kong en 1997. Esto significa que lo que China va a recuperar no son sólo los Nuevos Territorios, sino también la isla de Hong Kong y la península de Kowloon. Esta es la premisa sobre la cual China e Inglaterra están realizando sus negociaciones acerca de las formas y métodos para resolver el problema de Hong Kong. 

"Si después de 1997, o sea, 48 años después de la proclamación de la República Popular China, este país permaneciera sin recuperar Hong Kong, ningún dirigente ni gobierno de China podrían rendir cuentas a nuestro pueblo, y tampoco a los demás pueblos del mundo. La no recuperación de Hong Kong significaría que el actual Gobierno chino no se diferenciaría del de las postrimerías de la dinastía Qing [...]

"Hemos aguardado 33 años, lo que, sumados a 15 más de espera, hacen un total de 48. Tanto tiempo de espera sólo será posible gracias a la plena confianza del pueblo. Si al cabo de los próximos 15 años aún no hubiéramos recuperado Hong Kong, el pueblo ya no tendría razón para confiar en nosotros, y el Gobierno chino, sea cual fuere, debería renunciar al poder y desaparecería automáticamente del escenario político, sin más alternativa. Por eso ahora, no digamos hoy mismo pero sí a más tardar dentro de uno o dos años, China va a declarar formalmente su decisión de recuperar Hong Kong. Podemos esperar uno o dos años para hacer pública esta decisión, pero no más, definitivamente.

"Hablando de las cosas en una perspectiva amplia, la declaración de la decisión tomada por China también será favorable para Inglaterra, pues significará que ésta va a poner término en definitiva al período de su dominación colonial, y esto le valdrá comentarios positivos de la opinión pública mundial [...]

"En cuanto a la opinión según la cual es probable el estallido de desórdenes en Hong Kong una vez que China anuncie su decisión de recuperarlo, considero inevitable la incidencia de pequeños disturbios, pero si China y el Reino Unido adoptan una actitud de cooperación para resolver este problema, se podrá evitar la ocurrencia de graves disturbios. También quisiera manifestar a usted, señora Thatcher, que, al tomar esta decisión, el Gobierno chino ha considerado todas las situaciones que puedan presentarse. 

"Además, hemos hecho reflexiones sobre un problema que, si por nosotros fuera, nos las habríamos ahorrado: ¿Qué hacer si en estos 15 años del período de transición ocurren en Hong Kong graves disturbios? En tal caso, el Gobierno chino se vería obligado a considerar de nuevo en qué momento y en qué forma se haría la recuperación. Si sucede que el anuncio de nuestra decisión de recuperar Hong Kong "traerá consecuencias catastróficas”, como afirma la señora Thatcher, debemos afrontar valientemente semejantes catástrofes y tomar la decisión que se imponga." (Nuestra posición fundamental sobre el problema de Hong Kong, Deng Xiaoping, 24 de septiembre de 1982).


Dos años más tarde. en conversaciones posteriores con visitantes de Hong Kong, Deng declaró:

"Es preciso tener confianza en la capacidad de autogobierno de los chinos de Hong Kong. La falta de confianza en la capacidad de los chinos para administrar Hong Kong es muestra de una mentalidad heredada del antiguo colonialismo.

"Durante más de un siglo desde la Guerra del Opio, los extranjeros miraron por encima del hombro y humillaron a los chinos. La fundación de la República Popular China cambió la imagen de China. Hoy la imagen de nuestro país no es la creada por el gobierno de las postrimerías de la dinastía Qing, ni por los caudillos militares del Norte, ni por Jiang Jieshi (Chiang Kai-shek) y su hijo; es una imagen transformada por la República Popular China.

"Todos los hijos de la nación china, vistan como vistan, y sea cual sea su posición política, tienen como denominador común un sentimiento de orgullo propio de la nación china, sentimiento que es también inherente a los habitantes de Hong Kong. Estos podrán gobernar a Hong Kong como es debido, y en esto hay que tener confianza.

"La prosperidad de que viene gozando Hong Kong se debe principalmente a los esfuerzos de sus habitantes, chinos en su inmensa mayoría. Los chinos no son menos inteligentes que los extranjeros y en modo absoluto menos talentosos. No hay por qué creer siempre que sólo los extranjeros saben hacer bien las cosas. Hay que tener la convicción de que los chinos podemos trabajar con éxito por nosotros mismos. Eso de que los hongkoneses carecen de confianza en el porvenir no tiene nada que ver con la opinión verdadera que ellos mismos sostienen." (Un país, dos sistemas, Deng Xiaoping, 23 de junio de 1984).

El presidente Jiang Zemin estechando la mano del príncipe Carlos en la ceremonia de restitución de Hong Kong. A ambos lados, los primeros ministros Li Peng y Tony Blair.
Los acontecimientos en Hong Kong durante los últimos 20 años, desde que volvió a la patria, han hecho más que confirmar las palabras de Deng. Pese al inexorable declive del moribundo imperialismo británico y el crecimiento exponencial del poderío y de la impronta económica de China en el mundo, así como del Zimbabwe revolucionario y de otros países, la clase dominante británica no pierde la oportunidad de entrometerse en los asuntos internos de Hong Kong. 

Así, en vísperas del 20º aniversario, en lugar de meterse la cabeza por debajo de un cojín, como debería hacer, el secretario británico de asuntos extranjeros, el payaso de circo Boris Johnson, bramó lo siguiente: "A medida que miramos hacia el futuro, el Reino Unido mantiene la esperanza de que Hong Kong siga haciendo progresos hacia un sistema de gobierno plenamente democrático y responsable" (no hace falta recordar que esto nunca había sido la prioridad en más de un siglo de dominio colonial británico). 

Johnson dijo que era "vital" para la continuación del éxito de Hong Kong que su "alto grado de autonomía y Estado de derecho sean preservados".

Estas declaraciones suscitaron la respuesta fulminante del portavoz del ministerio chino de asuntos extranjeros Lu Kang, que calificó los comentarios de Johnson de "incorrectos" y "fuera de lugar". "Hong Kong es una Región Administrativa Especial de China, por lo tanto los asuntos internos de Hong Kong son asuntos internos de China", dijo Lu.

Según la agencia de noticias Xinhua, Lu añadió que el éxito de Hong Kong "ya ha sido demostrado durante los 20 años acaecidos desde su regreso a China, y gente de fuera no debería hacer comentarios incorrectos al respecto".

Lu añadió que la declaración conjunta, el acuerdo sino-británico que aseguraba que el Reino Unido abandonaría Hong Kong y consagraba el principio de "un país, dos sistemas" por 50 años a partir de 1997, ya no tenía carácter vinculante.

"Desde que Hong Kong volvió a la patria hace 20 años, la declaración, como documento histórico, ya no tiene significación práctica ni carácter vinculante para la administración central de Hong Kong", dijo Lu.  

El Reino Unido no tardó en reaccionar. Según la agencia de noticias Reuters, un portavoz del Foreign Office dijo: "La declaración conjunta sino-británica sigue siendo hoy tan válida hoy como cuando fue firmada hace 30 años."

"Se trata de un tratado legalmente vinculante, registrado en Naciones Unidas, y que sigue teniendo fuerza de ley. Como co-firmante, el gobierno británico se ha comprometido en supervisar de cerca su implementación." (ver artículo China attacks Boris Johnson over ‘incorrect’ views on Hong Kong, The Guardian, 30 de junio de 2017 – enlace aquí)

El Foreign Office puede protestar lo que quiera. Citando la frase memorable de I.V. Stalin, "la lógica de los hechos es más fuerte que cualquier otra lógica". Los tratados que permitieron que el Reino Unido ejerciera antaño un control sobre Hong Kong fueron tratados desiguales impuestos por la fuerza de las armas. Por lo tanto fueron acuerdos ilegales e inválidos.

La declaración conjunta entre el Reino Unido y China sobre el futuro de Hong Kong se hizo simplemente para contribuir a asegurar una transición suave, por no decir que se hizo para que los británicos pudiesen salvar la cara. Y para este objeto, ha servido a sus propósitos. Los asuntos de Hong Kong son un asunto del pueblo chino y únicamente del pueblo chino.

Parafraseando las inmortales palabras del líder más grande que ha tenido la clase obrera de Irlanda James Connoly, hablando de su propio país en un tribunal militar en 1916, el gobierno británico no tiene ningún derecho, nunca tuvo ningún derecho y no puede tener nunca ningún derecho en parte alguna de China.

"Celebrad con entusiasmo el regreso de Hong Kong" (cartel de 1997)
Como recordó el presidente Xi en su discurso en la cena de bienvenida en Hong Kong el pasado 30 de junio: "El emotivo regreso de Hong Kong a la patria en 1997, como un niño separado desde hace mucho tiempo volviendo a su cálido abrazo de su madre, aun está vivo en nuestra memoria.

"Aun recordamos la solemne ceremonia de transferencia de gobierno en Hong Kong, el excitante sonido del himno nacional de la República Popular China y el alzamiento de la bandera nacional de la República Popular China y de la bandera regional de la Región Administrativa Especial de Hong Kong. Aun recordamos la alegría y la excitación del pueblo de Hong Kong que animó el desfile de la guarnición de Hong Kong del Ejército Popular de Liberación, pese a la lluvia que caía.

"Y aun recordamos el ambiente festivo en toda China, cuando la gente cantaba y bailaba para saludar el regreso de Hong Kong. Estas históricas escenas se han convertido en parte de la memoria colectiva de todo el pueblo chino."

Y el presidente Xi añadió: "Deberíamos tener confianza en nosotros mismos. Los chinos son un gran pueblo. Nuestra civilización antigua de 5000 años es la única civilización antigua que ha sobrevivido sin interrupción.

"Durante gran parte de la historia conocida, la nación china ha liderado el mundo el terreno económico, científico, cultural, artístico y otros terrenos, y contribuyó en gran medida al progreso de la civilización humana. China ha estado por detrás de otros países en los países modernos, pero ha cambiado desde la fundación de la Nueva China en 1949.

"La nación china, bajo el liderazgo del Partido Comunista de China, y gracias a los esfuerzos del pueblo chino durante varias generaciones, puede estar orgullosa de haber ocupado su lugar entre las naciones." (Discurso del Presidente Xi Jinping en la cena de bienvenida en Hong Kong, Xinhua, 30 de junio de 2017).

Primera visita del presidente Xi Jinping a Hong Kong
Xi Jinping junto con la Jefa Ejecutiva de Hong Kong Carrie Lam
En un discurso al día siguiente, Xi añadió: "El destino de Hong Kong siempre ha estado estrechamente unido al de la patria.

"Tras los tiempos modernos, con una China débil gobernada por un régimen feudal corrupto e incompetente, la nación china se vio inmersa en un profundo sufrimiento. A principio de la década de 1840, Reino Unido envió una fuerza expedicionaria de solo 10.000 soldados para invadir China y logró forzar al gobierno Qing, que contaba con un ejército de 800.000 personas, a pagar reparaciones y cederle la isla de Hong Kong.

"Tras la guerra del Opio, China fue derrotada repetidamente por países que eran mucho más pequeños en tamaño y población. Kowloon y los 'Nuevos Territorios' le fueron arrebatados por la fuerza. Esa página de la historia de China es una de humillación y dolor.

"No fue hasta que el Partido Comunista de China condujo al pueblo chino a la victoria en una lucha intrépida y tenaz por la independencia nacional y la liberación y fundó la Nueva China que el pueblo chino se puso en pie de verdad y trazó un brillante camino de socialismo con características chinas distintivas."


Y explicó el concepto de "un país, dos sistemas" en su contexto correcto: "Es imperativo tener un entendimiento correcto de la relación entre los conceptos de "un país" y "dos sistemas".

""Un país" es como las raíces de un árbol. Para que un árbol crezca alto y exuberante, sus raíces deben ser profundas y fuertes. El concepto de "un país, dos sistemas" fue presentado, primero y ante todo, para lograr y defender la unidad nacional.

"Es por eso que en las negociaciones con Reino Unido, dejamos claro categóricamente que la soberanía no está a negociación. Ahora que Hong Kong ha regresado a China, lo más importante para nosotros es defender firmemente la soberanía, seguridad e intereses de desarrollo de China.

"En los asuntos cotidianos, debemos tener como guía un fuerte sentido de 'un país', cumplir firmemente el principio de 'un país', y así trazar correctamente la relación entre la Región Administrativa Especial de Hong Kong (RAEHK) y el gobierno central.

"Cualquier intento de poner en peligro la soberanía y seguridad nacionales, de desafiar el poder del gobierno central y la autoridad de la RAEHK o de utilizar Hong Kong para realizar actividades de infiltración y sabotaje contra la parte continental de China es un acto que traspasa la línea roja, y es absolutamente inadmisible." (Discurso de Xi Jinping por el 20º aniversario del retorno de Hong Kong y la ceremonia inaugural del quinto gobierno, Xinhua, 1º de Julio de 2017).

Proletarian y el PCGB-ML comparten la alegría del pueblo chino y de la República Popular en el 20º aniversario de la recuperación de Hong Kong. No solamente es nuestro deber internacionalista. Como le hizo saber Deng Xiaoping a Thatcher en 1982, terminar con el dominio colonial británico también es una contribución para con nuestro propio pueblo.

miércoles, 23 de agosto de 2017

Las compañías de China y Rusia que ayudan a Corea del Norte a "evadir" sus sanciones comerciales y que Estados Unidos tiene en la mira

Los puentes que unen la frontera entre Corea del Norte y China son parte del circuito comercial entre ambos países.
Estados Unidos ataca por varios flancos para endurecer las restricciones comerciales contra Corea del Norte.

Por ello, esta vez Washington no apunta a sancionar directamente al gobierno de Kim Jong-un, sino a las compañías que le sirven a su país para "evadir" las sanciones económicas que tiene vigentes.

Este martes, EE.UU. anunció una nueva serie de medidas para reducir aún más las posibilidades de Pyongyang de adquirir insumos para sus programas de armas y realizar negocios con el resto del mundo.

Seis entidades chinas, una rusa, una norcoreana y dos con sede en Singapur sospechosas de facilitar el acceso de Corea del Norte a mercados internacionales fueron incluidas dentro de la denominada "lista Clinton" de la Oficina de Control de Bienes Extranjeros (OFAC, por su sigla en inglés) del Departamento del Tesoro.

Esas compañías pueden sufrir expropiaciones de sus bienes en Estados Unidos, congelamiento de cuentas, prohibición de entrar a territorio estadounidense y la imposibilidad de hacer negocios con entidades de EE.UU.

Cuatro ciudadanos rusos, un chino y un norcoreano también fueron incluidos entre los sancionados.

A través de un comunicado, el Departamento del Tesoro señaló que la designación de 10 compañías y seis personas se hizo "en respuesta al desarrollo actual de armas de destrucción masiva de Corea del Norte, a violaciones de las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y la evasión de las sanciones estadounidenses".

Productos como estos paneles solares son comercializados en China y llevados a Corea del Norte en botes y camiones.
Por otra parte, el Departamento de Justicia estadounidense anunció este mismo martes que se presentaron recursos en tribunales de EE.UU. contra compañías que actuaron como "facilitadoras financieras" de Corea del Norte.

Alrededor de US$11 millones pertenecientes a esas entidades pueden ser incautados con esas acciones legales.

Según las autoridades estadounidenses, estas intervenciones pueden representar dos de las mayores incautaciones de fondos vinculados con Corea del Norte por parte del Departamento de Justicia.

"Es inaceptable que personas y empresas de China y Rusia permitan a Corea del Norte generar ingresos para desarrollar armas de destrucción masiva y desestabilizar la región". Steven Mnuchin, secretario del Tesoro de Estados Unidos.

La lista de la OFAC

Las recientes acciones anunciadas por Washington se producen semanas después de que Naciones Unidas aprobara nuevas sanciones contra Corea del Norte debido a la prueba de sus primeros dos misiles balísticos intercontinentales en julio.

El Departamento del Tesoro de Estados Unidos dijo que la medida busca presionar y aislar más a Pyongyang.

"Aumentará la presión sobre Corea del Norte apuntando a quienes apoyan el avance de los programas de misiles nucleares y balísticos y aislándolos del sistema financiero estadounidense", dijo el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin.

"Aumentará la presión sobre Corea del Norte", adelantó el secretario del Tesoro
Desde ahora, ningún individuo o empresa estadounidense está autorizada para hacer negocios con las entidades y personas incluidas en la lista.

Estados Unidos señaló que las sanciones se realizaron por las siguientes causas:

  • Apoyar directa o indirectamente a los programas nuclear y de misiles de Corea del Norte.
  • Ser parte de negocios vinculados la industria energética de ese país.
  • Facilitar la exportación de mano de obra norcoreana.
  • Permitir a entidades norcoreanas sancionadas acceder a sistemas financieros estadounidenses o internacionales.

"Es inaceptable que personas y empresas de China, Rusia y otros países permitan a Corea del Norte generar ingresos para desarrollar armas de destrucción masiva y desestabilizar la región", afirmó Mnuchin.

La nómina de la OFAC, o "lista Clinton" (creada en 1995 en el mandato de Bill Clinton), es uno de los dispositivos que utiliza Estados Unidos para imponer medidas contra compañías o personas del exterior.

Recientemente la utilizó para imponer sanciones contra altas figuras del gobierno venezolano, entre ellos el presidente Nicolás Maduro.

El presidente norcoreano Kim Jong-un y su equipo de asesores reiteró que seguirá adelante con su programa de misiles.
Qué hacen las empresas

China es el principal socio comercial de Corea del Norte y expertos de política exterior apuntan que son precisamente empresas de esa país las que tienen un papel clave en "facilitar" el financiamiento y acceso a mercados de Pyongyang.

Por ello, en criterio del exfuncionario del Departamento del Tesoro Anthony Ruggiero, las acciones recién anunciadas no solo apuntan a Pyongyang, sino a los "facilitadores" fundamentalmente de Pekín.

"Sin embargo, faltan elementos. No se hace hincapié en los esfuerzos de los bancos chinos que facilitan las transacciones. Estas redes chinas tienen probablemente otras compañías que operan en nombre de la red y que no fueron sancionadas", añadió el experto, que es miembro de la Fundación para la Defensa de las Democracias, con sede en Washington.

Las empresas chinas incluidas por Estados Unidos tienen, de acuerdo al Departamento del Tesoro, vínculos o tratos con compañías norcoreanas previamente incluidas en la lista de la OFAC o entidades públicas como la Oficina General de Energía Atómica, que es parte del programa nuclear de Pyongyang.

También se sancionó a compañías que compraron minerales norcoreanos como el vanadio.

El programa de misiles norcoreano es uno de los mayores motivos de las fricciones entre Estados Unidos y Corea del Norte.
El programa de misiles norcoreano es uno de los mayores motivos de las fricciones entre Estados Unidos y Corea del Norte.

La empresa rusa sancionada, Gefest-MLLC, según Estados Unidos, facilitó el acceso a metales a compañías norcoreanas implicadas en el programa de misiles.

En el aspecto financiero, la compañía china Mingzheng International Trading Limited fue incorporada a la lista por actual como una "pantalla" del Banco de Comercio Exterior norcoreano, considerado el principal agente cambiario de divisas.

Entre las sancionadas también están tres compañías importadoras de carbón que hicieron negocios con Pyongyang.

Por su parte, horas después de conocidas las sanciones, China respondió pidió a Estados Unidos "corregir inmediatamente su error" de castigar a sus empresas.

Fuente: BBC Mundo

viernes, 18 de agosto de 2017

El Partido Comunista chino 'toma el control' de las mayores empresas del país


Más de 30 compañías estatales chinas cotizadas en la bolsa de Hong Kong cambiaron sus estatutos para poner hincapié en el papel clave del Partido Comunista en su administración. Pekín defiende que estos cambios permitirán mejorar la eficiencia y la productividad de las compañías, que representan una quinta parte de todo lo que produce el país.

En el transcurso de las juntas anuales de accionistas, más de 30 empresas del gigante asiático aprobaron agregar a sus estatutos artículos que resaltan el papel clave del partido comunista, que "garantizará la administración y coordinación" de las compañías.

Las empresas aseguran que esta medida tiene como objetivo mejorar la eficiencia y la productividad. Hasta ahora, la voz cantante en la administración de los gigantes empresariales del país la llevaba el Gobierno chino.

La empresa de ferrocarriles China Railway Group, por ejemplo, incluyó en sus estatutos el punto siguiente: "Cuando el consejo de administración toma decisiones respecto a problemas importantes, en primer lugar, tiene que escuchar la opinión del comité del partido al respecto".

Según puntualiza el periódico The Financial Times, no todos los gerentes de las empresas afectadas se muestran entusiasmados con este paso de la cúpula comunista. "A veces, el partido y sus planes no coinciden con los intereses de los accionistas, pero ¿qué podemos hacer? En China siempre es así, un paso adelante, un paso atrás", se queja uno de los responsables de las empresas afectadas.

Fuente: Sputnik

miércoles, 16 de agosto de 2017

¿Cómo China domó el Yangtsé con las Tres Gargantas?

Con 6 300 km de largo, el Yangtsé es el río más extenso de China y de él proviene el 53,4 % de los recursos exportables de hidroenergía de la segunda potencia mundial
Por Iramsy Peraza Forte

Hubei, China.–Controlar y domar las poderosas aguas del río Yangtsé ha sido, durante siglos, parte de la esencia de la historia de China. La presa de las Tres Gargantas comenzó a construirse en el año 1993 con el objetivo de responder a la creciente demanda energética del delta del mayor río de Asia y de paso intentar reducir las inundaciones y crecidas que arrasaban con todo lo que viviera a sus orillas.

Sugerida por el líder Mao Zedong en la década del 50 de la pasada centuria, en septiembre del 2016 tras 23 años de trabajo, el gobierno chino dio por concluida la edificación de esta megaestructura integrada por la presa que cuenta con 32 turbinas generadoras de electricidad, un sistema de esclusas de dos vías y un elevador de barcos.

La planta hidroeléctrica de las Tres Gargantas, ubicada en la ciudad de Yichang, en la provincia de Hubei, puede producir 100.000 millones de kilowatt/hora de energía eléctrica limpia por año, el equivalente a quemar 50.000 millones de toneladas de carbón, por lo que contribuye a paliar los efectos del calentamiento global y evitar la ocurrencia de lluvias ácidas, explicó Peng Minnin, trabajadora de la represa.

Con 6.300 kilómetros de largo, el Yangtsé es el río más extenso de China y de él proviene el 53,4 % de los recursos exportables de hidroenergía de la segunda potencia mundial. El aprovechamiento de sus aguas verdosas para construir la mayor planta hidroeléctrica del mundo, reporta grandes beneficios pues permite producir energía eléctrica completamente limpia, mejorar la navegación y controlar las inundaciones.

Según expertos de esta empresa estatal, en el 2016, la presa llegó a producir 94.200 millones de kilowatt por hora y sirvió para abastecer de energía limpia a 130 millones de familias del sur, este y el centro de China. Pese a tener capacidad para satisfacer la demanda energética de la mitad de la población de esta nación, actualmente solo genera el 3% de la energía limpia que se consume en todo el territorio chino.

Al respecto Peng manifestó que a pesar de ser la mayor planta de su tipo en el planeta, Tres Gargantas no es la que más electricidad produce; el primer escaño en ese apartado se lo lleva la presa Itaipú, en el río Paraná. «Por el momento la hidroeléctrica no trabaja al 100 % de su capacidad, porque se debe cuidar el cauce del río Yangtsé».

Por otro lado esta monumental obra, que costó al gobierno 22.500 millones de dólares en 1993, aunque otras cifras elevan la inversión hasta los 40 000 millones de dólares, puede albergar 39.300 millones de metros cúbicos de agua y tiene incluida una capacidad para contener crecidas de hasta 22.150 millones de metros cúbicos, protegiendo a 50 millones de residentes a las orillas del torrente.

La estructura, que posee una longitud de 2.309 metros y una altura de 185 metros, cuenta con 32 turbinas generadoras de electricidad con capacidad de producir 700 megawatt por hora cada una, y otras dos de 50 megawatt. La planta en total produce 22.500 kilowatt por hora, energía que se consume exclusivamente en el territorio chino.

Pero las Tres Gargantas es mucho más que un proyecto hidroeléctrico. Tras más de 23 años de labores, el pasado 18 de septiembre finalizaron oficialmente las obras con la puesta en marcha del último detalle de la estructura, un elevador de buques.

Hasta el momento, la única forma que los barcos tenían de superar ese desnivel entre el río y la presa era un sistema de cinco esclusas con el que los navíos tardaban alrededor de cuatro horas en atravesar el dique.

El Yangtsé es una congestionada autopista de buques, tanto de carga como de pasajeros, por lo que este elevador permitirá que los barcos con una capacidad máxima de 3.000 toneladas, puedan superar el desnivel de unos 113 metros que separa el nivel del río antes y después de la presa en menos de 40 minutos, confirmó la institución.

Diseñado por ingenieros chinos y alemanes, el ascensor catalogado como el más grande del mundo se encuentra en un periodo de pruebas.

IMPACTO AMBIENTAL Y SOCIAL

Según comenta Peng Minnin la atención a los efectos que el proyecto tendría en el ecosistema y en la vida de los habitantes fue una prioridad durante todo el proceso. «La construcción del proyecto sirvió para mejorar infraestructuras locales y las condiciones de vida en las regiones del Yangtsé», reconoció.

Peng comentó que el Gobierno invirtió 39 200 millones de yuanes en el control de la contaminación del agua en la zona. También se realizó una limpieza previa del área que quedó sumergida con la construcción de la obra y se creó un sistema para albergar el agua limpia y descartar la turbia.

El pasado 18 de septiembre, finalizaron oficialmente las obras con la puesta en marcha de un elevador de buques
Además, añade, actualmente están implementando un método para el cultivo artificial del centurión de China, una especie de pez notablemente afectada con la construcción de la presa.

La ejecución de las Tres Gargantas implicó también el reasentamiento de más de 1,4 millones de personas a otras zonas de la provincia de Hubei, lo que supuso para el gobierno una inversión de casi la mitad del costo total del proyecto.

ATRACTIVO TURÍSTICO

Tan polémica como reconocida a nivel mundial, la presa obtuvo su nombre por las Tres Gargantas del río Yangtsé, una zona conformada por los cañones Qu Tang, Xi Ling y Wu.

Al innegable atractivo turístico de esta región que miles de años atrás albergó a los habitantes de la etnia Tujia, de la antigua cultura Ba y Chi, conocida como la tribu de las Tres Gargantas, se suman ahora una serie de estructuras creadas para que el ciudadano común pueda admirar, lo más cerca posible, esta imponente obra de la ingeniería.

La crisis sino-hindú en el Himalaya


Por Xulio Ríos

El presidente chino Xi Jinping dijo en su alocución con motivo del 90 aniversario de la fundación del Ejército Popular de Liberación, el pasado 1 de agosto, que China nunca consentiría la pérdida de cualquier parte de su territorio, por ínfima que fuera. Xi se puso el uniforme de campaña para reiterar que en ningún momento y de ninguna forma permitiría la separación de China de ningún trozo del territorio considerado como propio.

El Ministerio de Asuntos Exteriores publicó al día siguiente un documento sobre el conflicto que le enfrenta con India y Bután en el sector de Sikkim, en el Himalaya. Beijing acusa a India de cruzar el límite de la frontera, conminándola a la retirada inmediata de las tropas. Al mismo tiempo, el Diario del Ejército advertía a India para que "no se albergue ilusiones" respecto a la determinación del ejército para defender el territorio que considera chino. Beijing intensifica las advertencias a India para que retire las tropas advirtiendo que su contención tiene límites. La televisión central china divulga estos días imágenes de ejercicios con fuego real en una parte de Tíbet no identificada. El mensaje es claro: China no va a retroceder.

Beijing advierte contra los intentos de mantener el pulso de forma indefinida y se dice dispuesta a "tomar todas las medidas necesarias".

La presencia militar india más allá de su frontera es la respuesta a la construcción china de una carretera en el área de Doklam, disputada por China con Bután, quien habría solicitado ayuda a India. Doklam tiene un importante valor estratégico para India debido a su proximidad con el corredor Siliguri. La carretera que pretende China representa para Nueva Delhi un cambio del statu quo que afecta a su seguridad en esta zona, también conocida como "cuello de pollo", que conecta sus siete estados nororientales con el resto del país. China, aducen, podría conseguir bloquear ese corredor. Nueva Delhi ha rehusado retirarse mientras reúne fuerzas armadas en el lado indio de la frontera donde concentra provisiones y parece pertrecharse para una larga presencia.

China e India tienen varias zonas fronterizas en disputa pero Doklam no es una de ellas. China niega también que sea un área de disputa con Bután con quien mantiene negociaciones fronterizas desde hace años, hasta el momento sin incidentes serios.

Casi dos meses después de los primeros movimientos de tropas, la situación sigue enquistada y el riesgo de escalada de la crisis va en aumento. La retórica china sube el tono y la posibilidad de una acción militar no se descarta, aunque podría demorarse. El actual estado de cosas da a entender que las conversaciones bilaterales, incluidas las llevadas a cabo con el asesor de seguridad nacional indio Ajit Doval en el marco de las reuniones preparatorias de la cumbre de los BRICS de septiembre, no avanzan al ritmo debido. Pero Beijing advierte contra los intentos de mantener el pulso de forma indefinida y se dice dispuesta a "tomar todas las medidas necesarias". Estas podrían llegar antes del XIX Congreso del Partido Comunista, a celebrar en octubre o noviembre.

China e India comparten una frontera de 3.500 km, buena parte de ella objeto de disputas. En 1962, la guerra causó miles de muertos. ¿Se repetirá la historia?

sábado, 5 de agosto de 2017

El trance de China con Maduro


Por Xulio Ríos

China observa con cierta angustia la inestabilidad creciente que vive la Venezuela de Maduro. Durante el mandato de Hugo Chávez, los vínculos bilaterales se intensificaron de forma exponencial en función de una simpatía estratégica y visión compartida del orden internacional que encontraba en el suministro de barriles de petróleo un fundamento capaz de pasar a segundo plano contradicciones, cautelas, fragilidades y reveses. El propio Nicolás Maduro tuvo la oportunidad de afianzar esa relación en su periodo al frente de la diplomacia de Caracas.

Las inversiones chinas en Venezuela han crecido significativamente en los últimos lustros y son cuantiosas. De hecho, los recursos invertidos superan ampliamente los préstamos otorgados por China al resto de los países de la región. Hoy, los intereses económicos chinos van más allá de la energía abarcando numerosos dominios en los que sus empresas están presentes: desde la industria a la agricultura, el transporte, la vivienda, etcétera.

Maduro, con abierta simpatía por el modelo chino de desarrollo, estimuló la creación de zonas económicas especiales, en buena medida financiadas con préstamos procedentes del gigante asiático.

La receptividad bolivariana explica que altos dirigentes del gigante asiático, incluido el propio presidente Xi Jinping o el vicepresidente Li Yuanchao, hayan calificado a Caracas como su más fiel aliado en América Latina. Pese a que ahora ven peligrar el futuro de una relación que se pretendía modélica para otros países de la región, esas palabras no son retóricas. Por otra parte, la alianza con China es una pieza clave de la política exterior del presidente Maduro y a partir de ahora lo será más ante la expectativa del aislamiento alentado por las potencias occidentales tras la convocatoria del pasado domingo.

Pero hay luces y sombras en el entendimiento bilateral. Pekín, por ejemplo, dio largas abiertamente a un hipotético acuerdo con el ALBA que pudiera ser interpretado como un aval sin matices al bloque promovido por Venezuela; también desechó un papel protagonista de Caracas en la gestión parcial de su relación con la CELAC o, siempre, marcó distancias con el tono antiestadounidense del discurso bolivariano por más que simpatizara con el énfasis en la defensa de la soberanía nacional. En suma, fiel a su pragmatismo, trató de mitigar la hipotética carga ideológica de la relación bilateral y evitar dar la impresión de abrigar la más mínima intención de contrariar los intereses de EE UU. Voluntad política y hasta entusiasmo, pero con silenciador.

Cada vez con más insistencia, no pocos inversores orientales, en su mayoría públicos, alertaron al Gobierno chino de lo arriesgado de la apuesta significando los numerosos condicionantes que pueden derivar en un escenario de caos similar al experimentado en otras latitudes con pésimas consecuencias para los intereses de su país. Esto no es nuevo. Libia está en la mente de todos. Pero aunque la preocupación va en aumento, no parece que China vaya a desentenderse y dejar caer sin más a Maduro. Con pocos puentes tendidos hacia la oposición y dificultades para acompañar las alternancias, el afán de afirmación global de sus intereses que hoy determina su política exterior podría incitarle a elevar el tono de su apuesta.

Xulio Ríos es director del Observatorio de la Política China

miércoles, 2 de agosto de 2017

En defensa del pueblo Chino. Respuesta a Elisseos Vagenas (5ª parte y última)

1. Introducción

“2000 años de enemistad sino-vietnamita y cientos de años de recelos mutuos entre Rusia y China fueron suspendidos cuando se unieron contras nosotros en Vietnam.”
(Richard Holbrooke, diplomático estadounidense)

En la anterior entrega de mi análisis del artículo “El papel internacional de China”,[1] escrito en 2011 por Elisseos Vagenas, responsable de relaciones internacionales del Partido Comunista de Grecia, había tenido la oportunidad de refutar en detalle la aberrante afirmación según la cual China sería un país imperialista. Ya poco nos queda para terminar de refutar el conjunto de no-verdades que contiene el artículo de Vagenas. He reservado esta quinta y última entrega para hablar de la colaboración entre China y Vietnam entre 1954 y 1975 –año de la victoria de Vietnam contra la intervención imperialista estadounidense–, con motivo de una afirmación gravísima que hace Vagenas respecto de esta cuestión. También abordaré la polémica cuestión sobre el enfrentamiento militar entre China y Vietnam de 1979. 

En su artículo, Vagenas falsea la historia tergiversando algunos hechos históricos relacionados con estas cuestiones, con el fin de establecer un cuadro simplista que coincida con su visión maniquea según la cual la República Popular China había sido desde su misma creación un “ente maligno” cuya vocación primera habría sido la de perjudicar al llamado “campo socialista”. No hace falta recordar que la heroica lucha del pueblo vietnamita por su liberación ha generado muchas simpatías en el mundo y en el movimiento comunista en particular. Es por ello que Vagenas no duda en utilizarla de forma demagógica como un arma contra China. Pero hay que decir las cosas como son: la particular predilección que sienten algunos autodenominados “pro-soviéticos” como Elisseos Vagenas[2] por Vietnam se debe mucho menos a una cuestión de principios que al hecho de que a partir de cierto momento el Partido de los Trabajadores de Vietnam (PTV)[3] formó parte de la misma “familia” que el PCUS de Leónidas Brézhnev. De la misma manera que desde el Cisma de Oriente de 1054, católicos apostólicos romanos y cristianos ortodoxos saben reconocer a los suyos. Por lo tanto, en el caso de la dirección del KKE lo que hay es mucho más una solidaridad inter-clanes que una cuestión política y/o de principios.

En el apartado “Precedente histórico” de su artículo, Vagenas escribe lo siguiente: 

“Otro caso característico es la actitud de China frente al pueblo de Vietnam mientras luchaban por la liberación nacional. China rechazó las propuestas de la URSS para la organización de actividades comunes de apoyo a Vietnam.”

En tres líneas, Vagenas pretende resumir todo el papel jugado por China en la lucha del pueblo vietnamita por su liberación, borrando por completo el papel trascendental que jugó en la guerra de Indochina contra el colonialismo francés (1945-1954), y la ayuda que siguió aportando en la guerra de Vietnam contra la intervención estadounidense (1954-1975). Estas palabras, que una vez más suponen un grave ejercicio de revisionismo histórico, son un insulto a la memoria histórica de los pueblos que han luchado contra el imperialismo durante el siglo XX. Por ello, en esta última entrega voy a tratar de restablecer la verdad histórica y matizar algunas otras afirmaciones con respecto a las relaciones sino-vietnamitas durante la guerra fría.

2. La participación de China en la guerra del pueblo vietnamita por su liberación 

Por lo que parece, el reloj de Vagenas solo empezó a contar cuando se consumió la ruptura entre el PCCh y el PCUS en 1962. Ruptura que, recordémoslo, había alcanzado la esfera de las relaciones diplomáticas entre la República Popular China y la URSS, lo cual no pudo tener otra consecuencia –y es fundamental tener esto presente– que afectar también a la relación con terceros países como Vietnam. Pero lo que Vagenas parece ignorar es que tan pronto como en abril de 1950, China empezó a jugar un papel fundamental en la formación y el entrenamiento del ejército vietnamita para ayudarle en su lucha contra el colonialismo francés, durante lo que se conoció como la Guerra de Indochina (1945-1954).

De hecho, en aquella ocasión fue la URSS quién había optado por desentenderse de esta guerra. El hecho de tener presente este hecho, que en sí no es algo reprochable y es hasta comprensible, puede ayudar a elevarse por encima de la visión maniquea vageniana según la cual estaban por un lado los “buenos” y por otro los “malos”. En efecto, poco antes de la proclamación de la República Popular China en 1949, en una reunión con Stalin y otros dirigentes, Liu Shaoqi había acordado con los dirigentes soviéticos que la responsabilidad de ayudar al pueblo vietnamita –con quienes los comunistas chinos mantenían lazos fraternales desde los años 20– en su lucha contra el colonialismo francés recaería en primer lugar en China. El 24 de diciembre de 1949, en una reunión en Moscú con Stalin, Mao Zedong confirmó dicho acuerdo.[4]

La postura de Stalin era comprensible, puesto que, aparte de las cuestiones geográficas, en aquel momento la URSS debía concentrarse en reconstruir el país después de la sangría que supuso la victoria en la Gran Guerra Patria contra la invasión hitleriana. Además, los soviéticos no podían arriesgarse a que hubiese una intervención estadounidense en Vietnam si la URSS participaba en la guerra.

Vamos a enumerar una serie de datos que permitan hacerse una idea del nivel que tuvo la solidaridad de China con el pueblo de Vietnam durante aquella guerra. De hecho, se puede afirmar sin problemas que de no ser por China, Vietnam no habría ganado la guerra contra el colonialismo francés, porque el papel de China fue de una importancia decisiva, tanto en el suministro de armas, como en el entrenamiento de tropas, la dirección de operaciones militares, etc. De hecho, el 18 de abril de 1950, la República Popular China fue el primer país del mundo en reconocer formalmente a la República Democrática de Vietnam (en aquel momento Vietnam del norte), pese a que Francia aún controlaba un buen número de ciudades.

Ya desde el 17 de abril de 1950, la Comisión Militar Central del PCCh ordenó a varias divisiones del Ejército Popular de Liberación que proporcionasen al ejército vietnamita asesores de batallón, regimiento y división para la creación de una división vietnamita, creándose a este efecto un Grupo Asesor Militar chino y una escuela militar para los vietnamitas.[5]

En agosto de 1950, el Grupo Asesor, compuesto por 79 oficiales, llegó a Vietnam con el general Wei Guoqing al frente, y empezó a servir de inmediato a las fuerzas armadas vietnamitas. El general Chen Geng, que desempeñó un papel importante en la guerra, vino a Vietnam por petición expresa de Ho Chi Minh, que lo conocía desde los años 20. En coordinación con el PTV, el Grupo Asesor no sólo estableció la estrategia militar general durante la guerra, sino también la dirección de la mayoría de los combates.[6]

Entre abril y septiembre de 1950, China entregó a la Liga por la Independencia de Vietnam (Vietminh) 14.000 fusiles, 1700 ametralladoras, 150 cañones, 2800 toneladas de cereales y una gran cantidad de municiones, medicinas, uniformes y equipos de comunicación. A su vez, el Vietminh enviaba tropas a la región china de Yunnan para que fueran adiestradas.[7]

Durante la batalla de Dien Bien Phu, que fue decisiva en la victoria contra el colonialismo francés, China envió a Vietnam 200 camiones, más de 10.000 barriles de petróleo, más de 100 cañones, 3.000 piezas de fusiles, cerca de 2.400.000 balas para armas ligeras, más 60.000 proyectiles de artillería y unas 1700 toneladas de cereales.[8]

Hasta aquí hemos hablado de la ayuda prestada durante la Primera Guerra de Indochina contra el colonialismo francés. Pero lo que hay que saber es que durante la Segunda Guerra de Indochina contra la intervención estadounidense (1955 y 1975), China siguió prestando ayuda cuantiosa a Vietnam, aunque es cierto que en una menor medida que la URSS.

Pese a las fricciones con la URSS, entre 1956 y 1963 China envió a la República Democrática de Vietnam 270.000 fusiles, más de 10.000 piezas de artillería, 200 millones de balas de diferentes tipos, 2,02 millones de cargas de artillería, 15.000 transmisores por cable, 5000 radiotransmisores, más de 1000 camiones, 15 aeroplanos, 28 buques y 1,18 millones de uniformes militares.[9]

Tras una visita de Ho Chi Minh a Beijing en el verano de 1962, el gobierno chino se ofreció para equipar a otros 230 batallones vietnamitas.[10]

En mayo de 1963, el gobierno chino firmó un protocolo de seguridad con los vietnamitas en caso de que Estados Unidos invadiera la República Democrática de Vietnam (recordemos que en Vietnam del Sur se había colocado en el gobierno a un títere de los Estados Unidos, Ngo Dinh Diem). Tras una visita a Hanói, Liu Shaoqi prometió a Ho Chi Minh que en caso de invasión, los vietnamitas podrían “contar con China como retaguardia estratégica”.[11]

En agosto de 1964 estalló el incidente de la bahía de Tonkín, que fue una operación de falsa bandera organizada por los servicios secretos de los Estados Unidos, en la que se simuló el ataque de torpederos de la República Democrática de Vietnam contra barcos de la Armada estadounidense. Esto sirvió de pretexto para la intervención militar estadounidense. En reacción a ello, el 12 de agosto de 1964, el PCCh decidió trasladar el VII regimiento aéreo chino a la ciudad de Nanning, provincia de Guangxi, para hacerse cargo de las operaciones que surgieran en el golfo de Tonkín. El 13 de agosto, Mao Zedong comunicó a Le Duan, primer secretario del PTV, que China había mandado varias divisiones aéreas y de artillería a las regiones de Yunnan y Guangxi, y que los chinos se apretaban a construir varios aeródromos en la zona para disuadir a los estadounidenses.[12]

Estos preparativos militares fueron acompañados de manifestaciones masivas en China en apoyo de la República Democrática de Vietnam. Según la agencia de noticias Xinhua, entre los días 7 y 11 de agosto de 1964, más de 20 millones de chinos participaron en manifestaciones y mítines por todo el país. El 6 de agosto de 1965, Diario del Pueblo declaraba: “la agresión contra Vietnam es también una agresión contra China, y China nunca dejará de acudir en ayuda de los vietnamitas”.[13]

El 8 de abril de 1965, en una entrevista en Beijing con Liu Shaoqi, tanto Le Duan como el general Vo Nguyen Giap expresaron que “China es el amigo más fiable de Vietnam” y que “la ayuda prestada por China a Vietnam era la máxima posible por su cantidad, y la mejor por su calidad”.[14]

En mayo y junio de 1965, Ho Chi Minh y Van Tien Dung, jefe del Estado mayor vietnamita, se reunieron con Mao Zedong y Luo Ruiqing en Changsha, provincia de Hunan, y acordaron que China construiría 12 carreteras en Vietnam con unos 100.000 soldados de ingeniería, uniendo estas carreteras a las de China y asumiendo al mismo tiempo su defensa durante la construcción. Las tropas de ingeniería chinas formaron 6 divisiones, en las que participaron los mejores ferroviarios chinos, 12 batallones de artillería aérea, 15 regimientos de ingenieros, una brigada hidrológica, una brigada de transporte marítimo, una brigada de ingenieros de comunicación, un regimiento de transporte por camión, ingenieros de la fuerza aérea china y 3 divisiones de ingenieros de caminos formados por 80.000 soldados.

Gracias a estas brigadas, entre 1965 y 1970 el ejército chino construyó 117 kilómetros de vías férreas, 39 puentes ferroviarios, 14 túneles, 20 estaciones de ferrocarril, 894 kilómetros de líneas telefónicas, cuatro estaciones de enlace telefónico y una base aérea en Yen Bai. Reconstruyó 362 kilómetros de antiguas vías férreas y estableció comunicaciones con 15 islas cercanas a la costa y en 8 puntos costeros situados en el golfo de Tonkín. Reconstruyó la carretera principal que unía Pingxiang y Jinxi con Cao Bang, Thay Nguyen y Hanói, al norte del Vietnam, y también construyó nueva carretera que unió Lao Cai con Yen Bai, uniéndola con la carretera de Hanói, así como refugios aéreos en el aeropuerto de Hanói. Las seis divisiones construyeron en total 1206 kilómetros de carreteras, 395 puentes con una longitud total de 6854 metros, y 4441 redes de drenaje bajo las carreteras con una longitud total de 46.938 metros.[16]

Entre 1965 y 1969, un total de 16 divisiones de artillería antiaérea china estuvieron luchando en Vietnam, participando en 2154 batallas, derribando 1707 aviones estadounidenses y causando desperfectos en otros 1608. A título anecdótico, el 9 de agosto de 1965 fueron dos divisiones de artillería antiaérea china en Vietnam quienes derribaron el primer avión estadounidense caído en la guerra.[17]

Pese a las fricciones con la URSS, entre 1964 y 1975 China envió a Vietnam una ayuda material cuantificada en (me he permitido redondear las cifras): 1.927.900 armas de fuego, 64.500 piezas de artillería, 1.047 millones de balas, 17 millones de proyectiles, 30.800 radiotransmisores, 48.900 teléfonos, 560 tanques, 152 buques, 164 aeroplanos, 15.770 vehículos, y 10.000 uniformes militares.[18] 

No está de más añadir que pese a la rivalidad que la enfrentaba a la URSS, durante la guerra China colaboró para trasladar a Vietnam un total de 5750 vagones de ferrocarril provenientes de otros países socialistas, incluyendo a la URSS, sin contar a la propia China. 

En resumen, China hizo una gran demostración de solidaridad internacionalista ayudando generosamente al pueblo de Vietnam, tanto en su guerra contra el colonialismo francés como contra el imperialismo estadounidense. Y empezó a hacerlo cuando apenas había pasado un año desde la fundación de la República Popular China, con el país en ruinas tras 13 años de guerras internas y externas y con la economía en un estado muy precario.

A pesar de ello, Vagenas obvia esta realidad histórica y se atreve a escribir lo siguiente:

“…pocos años tras la liberación del país por los imperialistas el 17 de febrero de 1979, China lanzó un ataque militar contra Vietnam. A principios de febrero de 1979 el vicepresidente chino, Deng Xiaoping, había visitado Washington donde se refirió a la necesidad de “dar una lección sangrienta a Vietnam” y fue aplaudido por los políticos estadounidenses que le prometieron ayuda en armas de parte de los países occidentales.” 

Fiel a su estilo goebbelsiano, Vagenas manipula la historia recortando con tijeras aquellos hechos que le convienen, de manera a hacer encajar la historia con su tesis. De la guerra de Vietnam contra la intervención estadounidense, se traslada directamente al año 1979, cuando se produjo el enfrentamiento militar sino-vietnamita, obviando todo lo acontecido anteriormente, con la intención de hacer creer al lector que a esto se resume la actitud general de China hacia Vietnam. Condena el ataque militar de China contra Vietnam de 1979, pero también se abstiene de explicar qué fue lo que motivó dicho ataque. Es lo que vamos a tratar de explicar a continuación. 

Puede leerse el resto del artículo pinchando aquí. 


[1] “El papel internacional de China” http://www.tercerainformacion.es/antigua/spip.php?article43892
[2] Aunque ya lo haya dicho en repetidas ocasiones, lo vuelvo a repetir: no meto en el mismo saco a todos los “pro-soviéticos”, entre los cuales me incluyo a mí mismo.
[3] Nombre que había adoptado el PCV entre 1951 y 1976. En 1976 volvió a adoptar la denominación de Partido Comunista de Vietnam.
[4] Chen Jian, La China de Mao y la Guerra Fría, The University of North Carolina Press, 2001.
[5] Ibíd.
[6] Chen Jian, op. cit. 
[7] Ibíd.
[8] Ibíd. 
[9] Cálculos hechos en base a los datos ofrecidos por Li Ke y Hao Shenghang, El ejército popular de liberación y la revolución cultural, citado por Chen Jian en La China de Mao y la guerra fría.
[10] Ibíd. 
[11] Ibíd. 
[12] Ibíd. 
[13] Ibíd. 
[14] Ibíd.
[15] Ibíd.
[16] Ibíd. 
[17] Ibíd. 
[18] Cálculos hechos en base a los datos ofrecidos por Li Ke y Hao Shenghang, El ejército popular de liberación y la revolución cultural, citado por Chen Jian en La China de Mao y la guerra fría.