Coincidiendo con que no hace mucho terminó la cumbre climática COP21 de París y que tampoco es un recuerdo lejano la catastrófica situación de esmog que hubo recientemente en el norte de China, por la cual el gobierno chino tuvo que declarar la alerta roja, podría ser un buen momento para publicar ahora este artículo de Frank Willems, ahora traducido del francés, sobre la posición de China en relación al cambio climático. Este artículo fue publicado en 2010 en el nº82 de Etudes Marxistes, revista teórica del Partido del Trabajo del Bélgica, justo después de la cumbre sobre el cambio climático de Copenhague celebrada del 7 al 18 de diciembre de 2009. Tras aquella cumbre, los países occidentales acusaron a China del fracaso del misma. Sin embargo, un gran número de países del tercer mundo veían en China a su representante. En aquella cumbre, el ministro de asuntos extranjeros de Cuba Bruno Rodríguez Parrilla declaró que: "En Copenhague se produjo un asalto, un atraco contra China, Brasil, India, Sudáfrica y contra todos los países llamados eufemísticamente en desarrollo." ¿Qué había pasado realmente en Copenhague y que hacía en 2010 China contra el cambio climático? A estas preguntas contestaba Frank Willems, que es ex-presidente de la Asociación China-Bélgica y gran conocedor de China, y del cual ya he traducido un artículo. Entiendo que muchos datos ofrecidos por el artículo habrán quedado obsoletos (tanto para lo bueno como para lo malo) después de seis años, pero lo esencial de las políticas del gobierno chino en la actualidad, en relación al medio ambiente y el cambio climático queda bien reflejado aquí. Y siempre es interesante saber cuál era la situación hace seis años, que no es tanto tiempo.
Según los Merkel, Brown y Sarkozy, China es responsable del fracaso de la cumbre de Copenhague. ¿Pero qué piensa China sobre ello y qué es lo que está en juego?
Un punto de vista del tercer mundo
Recordemos que China siempre apoyó la lucha contra el calentamiento global y que fue una de las primeras firmantes del protocolo de Kyoto, mientras que los Estados Unidos lo boicotearon.
De hecho, China tiene buenas razones para tomarse en serio la lucha contra el calentamiento global, que es responsable, entre otras cosas, del derretimiento de los glaciares del Himalaya. Las zonas situadas a más de 4000 metros de altitud se calientan mucho más rápidamente que el resto del planeta. Los glaciares tibetanos retroceden entre 10 y 15 metros de media al año. En la meseta del Qinghai, allí donde el Yangtsé toma su fuente, los glaciares han retrocedido cerca de 20 km2 en cuarenta años, lo cual ha arrastrado a corto plazo un aumento de las inundaciones, y a largo plazo una mayor sequía en el norte. En cuanto al sur, corre el riesgo de estar afectado en mayor medida por las tormentas tropicales. Todo ello, sumado a la falta de tierras cultivables, amenaza seriamente con comprometer el suministro de alimentos. Según expertos chinos, el aumento de las temperaturas podría arrastrar una disminución de entre el 14% y el 23% de la producción de cereales hasta el año 2050, si no se toman medidas de protección especial. Las grandes zonas costeras, como la megalópolis de Shanghái, podrían verse bajo el nivel del mar. Aparte de los cambios climáticos, es sobre todo la preocupación por asegurar la seguridad energética del país lo que empuja a China al ahorro energético y recurrir a las energías renovables. Sin olvidar la posibilidad de convertirse en líder mundial de las nuevas tecnologías ambientales.
Por una cuestión de principios, China siempre ha denunciado el papel histórico de los países industrializados. Nadie ignora que los gases de efecto invernadero permanecen en la atmósfera durante mucho tiempo, y que desde hace 250 años, Estados Unidos y Europa Occidental han sido con diferencia los mayores emisores de gases de efecto invernadero. Si se reconoce que China hoy emite el 18% de los gases de efecto invernadero, sólo un 8% de los gases emitidos durante los últimos 100 años, aún presentes en la atmósfera, han sido producidos por China. Según el enfoque histórico que prevé un aumento de la temperatura hasta un máximo de 2ºC en 2050, cada persona viviente sobre la tierra tendría derecho a una cierta cuota de emisiones históricas. Esta cuota de emisiones históricas ya ha sido totalmente agotada para los países industrializados. Los países como China y la India, por el contrario, aún disponen de una importante cuota por habitante. Dicho de otra manera, de ahora en adelante los países industrializados deberían absorber gases de efecto invernadero en lugar de emitirlos, y si esto no es posible, tendrán que encontrar urgentemente una manera de reducirlos prácticamente a cero, invirtiendo fondos generosamente (del 0,5% al 1% del PIB, es decir cerca de 100 billones de dólares al año) y poniendo gratuitamente sus tecnologías modernas a disposición de los países en vías de desarrollo, a fin de reducir allí las emisiones de gas y paliar las consecuencias del calentamiento global.
En Copenhague, el primer ministro chino Wen Jiabao reclamó “reglas equitativas”. Wen añadió: “Desde la revolución industrial, hace 200 años, los países industrializados han emitido el 80% del total de las emisiones de CO2… En los países en vías de desarrollo, la industrialización surgió hace solamente algunas decenas de años y en la actualidad la mayoría de sus habitantes aún viven en la extrema pobreza. Por lo tanto, es totalmente injusto pedirles que reduzcan sus emisiones por encima de las normas obligatorias en vigor y por encima de sus posibilidades, sin que se tengan en cuenta las responsabilidades históricas, el nivel de emisión por persona o incluso el nivel de desarrollo. Los países industrializados, que ya gozan de una vida bastante confortable, siguen emitiendo mucho más CO2 por persona que los países en vías de desarrollo, y estas emisiones provienen principalmente del consumo. En cambio, las emisiones de los países en vías de desarrollo provienen esencialmente de actividades vitales y de la producción destinada a la exportación. Las normas climáticas no pueden ser de ninguna manera un obstáculo al esfuerzo realizado por los países en vías de desarrollo por luchar contra la pobreza y recuperar su atraso. […] Los países industrializados deben tomar la iniciativa a la hora de reducir considerablemente sus emisiones y ofrecer un apoyo financiero y tecnológico a los países en vías de desarrollo. No se trata solamente de una ineludible responsabilidad moral, también legal de una obligación legal. Por su parte, los países en vías de desarrollo deben, con la ayuda financiera y tecnológica de los países industrializados, hacer todo lo que esté a su alcance para reducir la emisión de gases de efecto invernadero y adaptarse a los cambios climáticos en función de su situación nacional.”
En realidad, las palabras de Wen Jiabao no hacen más que retomar lo que ya figuraba en el protocolo de Kyoto. Ahí se hace la distinción entre los países que figuran en el anexo I (los países industrializados) y los países que no figuran en el anexo I (todos los países en vías de desarrollo, incluyendo a China). El artículo 10, relativo al compromiso de los países, estipula que “Todas las partes, teniendo en cuenta sus responsabilidades comunes pero también diferenciadas, y la especificidad de sus prioridades nacionales y regionales de desarrollo, sus objetivos y su situación, sin prever nuevos compromisos para las partes que no están listadas en el anexo I, llevarán a cabo […] (el texto enumera luego una serie de medidas que deberán ser adoptadas).” Dicho de otra manera, Kyoto no obliga a China ni a ningún otro país en vías de desarrollo a una reducción de emisiones y reconoce explícitamente que siendo los países industrializados los principales responsables, les corresponde a ellos el hacer esfuerzos.
En 2007, todas las partes afectadas se reunían en Bali para adoptar una hoja de ruta, el “Bali Road Map” sobre la reanudación de los compromisos a partir del año 2012. En el artículo 1, a) se puede leer: “A una visión común de la acción concertada a largo plazo […] para alcanzar el objetivo último de la Convención (Kyoto), de acuerdo con las disposiciones de este instrumento y los principios allí enunciados, en particular el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas y de capacidades respectivas, y teniendo en cuenta las condiciones sociales y económicas y otros factores pertinentes…” Y después, en el punto 1, b): “i) Compromisos o iniciativas de atenuación apropiados a nivel nacional, mensurables, notificables y verificables, incluyendo objetivos cuantificados de limitación y reducción de las emisiones, de parte de todos los países desarrollados […] ii) Medidas de atenuación apropiadas a nivel nacional de parte de los países en vías de desarrollo en el marco de un desarrollo duradero, sostenido y hecho posible por tecnologías, medios de financiación y un refuerzo de las capacidades, de una manera mensurable, notificable y verificable.” No se podría ser más explícito sobre la diferencia de trato entre países desarrollados y países en vías de desarrollo.
El presidente del GIECC[1], Pachauri, declaró en su discurso en Copenhague que “la conferencia debe conducir a la puesta en marcha urgente y a gran escala de iniciativas de atenuación. Y como dice la CMNUCC[2], estas iniciativas deben provenir de países industrializados que también deben conducir a la lucha contra el calentamiento global y sus consecuencias desastrosas.”
Se comprende mejor por qué China se negó, muy a pesar de los líderes europeos, firmar el proyecto de acuerdo danés – que solamente defendía el punto de vista de los países industrializados. Efectivamente, aceptar de aquí a 2050 una reducción de las emisiones de un 80% para los países desarrollados y de un 50% para China, supondría mantener las injusticias existentes y permitiría a los Estados Unidos seguir emitiendo por habitante en 2050 un 50% más que China. Según los expertos internacionales del GIECC, las emisiones de CO2, uno de los principales gases de efecto invernadero, deberían bajar para el año 2050 de 32 billones de toneladas a 11 billones. Ello representa para los países industrializados una disminución del orden del 90-95% y para China una disminución del 50% con respecto al nivel de 2005. Así se tendrían unas emisiones por habitante iguales en todos los países.
Tampoco ha sido posible encontrar un acuerdo a corto plazo (para el 2020). Lo que proponen los Estados Unidos y la Unión Europea no basta para alcanzar los objetivos de 2050. Para alcanzarlos, la reducción fijada para el año 2020 debería ser de al menos un 40% con respecto a la de 1990. Los Estados Unidos propusieron apenas un 3%. Los países industrializados también exigen que China fije un año y una cantidad máxima de emisiones. China no está de acuerdo, porque esto vendría a imponer un límite a su desarrollo cuando el país aún tiene un atraso importante. Con respecto a esta cuestión, el primer ministro chino empleó una metáfora más que elocuente: “Imaginad a un hombre rico que al terminar un festín suntuoso en un restaurante cinco estrellas, invita a algunos pobres a beber un café con él y les proponga después pagar la cuenta a partes iguales.” Concretamente, China está dispuesta a reducir sus emisiones de aquí al año 2050 hasta un nivel aceptable, de manera a limitar el aumento de la temperatura de 2ºC, pero se niega a aceptar para el periodo intermedio toda limitación a su crecimiento económico.
Último punto de ruptura de las negociaciones: el control de las emisiones. Los Estados Unidos quieren poder controlar las emisiones de China. Por supuesto, China se opone a ello. Se ha comprometido voluntariamente a reducir sus emisiones un 40-45% entre 2005 y 2020, y ha declarado ser capaz de medir ella misma su nivel de emisiones. Los Estados Unidos podrían controlar únicamente los proyectos que ellos apoyan financieramente. Si este debate puede parecer más bien teórico, en realidad está relacionado con medidas proteccionistas. En efecto, los Estados Unidos prevén la posibilidad de aumentar el impuesto sobre carbono para los productos que, según las autoridades estadounidenses, no habrían sido producidos empleando procedimientos llamados “débiles en carbono”.
En Copenhague, China no fue la única en oponerse a la actitud irracional de los países industrializados. Durante todo el periodo de negociaciones, China mantuvo estrechos contactos con el Grupo de los 77 y los países BRIC[3]. Durante la última ronda, Obama esperaba poder negociar con Wen Jiabao, pero se encontró con los presidentes de Brasil, India y Sudáfrica.
Mientras defendía su posición, en Copenhague China se hizo eco de la voz de los países en vías de desarrollo.
Hugo Chávez también tomó la palabra. Después de unos comentarios mordaces sobre el método de trabajo poco democrático de Dinamarca y la hipocresía de los Estados Unidos, terminó su intervención con estas palabras: “Bien, esto era un comentario al margen. Quería hacerlo antes, levanté la mano para acompañar a Brasil, India, Bolivia, China, apoyar sus interesante posición y decir que Venezuela y los países del ALBA la comparten plenamente, pero la palabra no me fue concedida.” (aplausos). Y después: “Este es el motivo por el cual estoy sorprendido: me parece extraño exigir aquí a China y a los Estados Unidos en los mismos términos. Los Estados Unidos tienen posiblemente unos 300 millones de habitantes, y China cinco veces más. Los Estados Unidos consumen más de 20 millones de barriles de petróleo al día, y China apenas 5 o 6 millones. No se puede pedir lo mismo a los Estados Unidos y a China[4].”
Cuba, Venezuela y algunos otros países se negaron a firmar el mini-acuerdo de Copenhague, y contrariamente a los líderes europeos, hicieron de los Estados Unidos los únicos responsables del fracaso de las negociaciones. Fidel Castro escribió en un artículo[5] que el ministro cubano de Asuntos Extranjeros había, durante una conferencia de prensa como portavoz del ALBA, defendido a China, India, Brasil, Sudáfrica y otros países emergentes… El ministro cubano se preguntaba (haciendo referencia al discurso de clausura de Obama) lo que entiende por “las mayores economías han tomado la decisión de asumir conjuntamente la responsabilidad”. “¿Significa esto que tienen la intención de hacer pagar gran parte del coste de la ayuda y la adaptación al cambio climático de los países, países del sur la mayor parte, como China, Brasil, India y Sudáfrica? Porque hay que decir que en Copenhague se produjo un asalto, un atraco contra China, Brasil, India, Sudáfrica y contra todos los países llamados eufemísticamente en desarrollo.”
Según un comunicado de prensa[6] del ministerio de Asuntos Extranjeros hindú, los ministros de Asuntos Extranjeros indio y chino conversaron por teléfono al día siguiente de la cumbre de Copenhague. El ministro Krishna subrayó que durante la cumbre de Copenhague, India y China “cooperaron estrechamente y eficazmente para la defensa de los intereses de los países en vías de desarrollo”.
Programas costosos
En 2008, China se convirtió en el mayor emisor de gases de efecto invernadero, superando así a los Estados Unidos. No obstante, si se coge la tasa de emisión por habitante, China emite 3,5 veces menos gases que los americanos. Pero su consumo de energía aumenta un 5% cada año y sus emisiones por cada dólar de producto interior bruto figuran entre las más elevadas del mundo. La realidad es que en China un gran número de instalaciones son poco eficaces, lo cual conlleva un gran despilfarro de energía, sin olvidarse del hecho de que China se ha convertido en “la fábrica del mundo”.
Frente al aumento de sus emisiones y al rechazo de los Estados Unidos y otros países a la hora asumir su responsabilidad en el cambio climático, China está cada vez más convencida de que no se puede dejar la lucha contra el calentamiento global únicamente en manos de los países industrializados.
Entre 1990 y 2005, el consumo de energía por unidad producida bajó un 50%. El plan quinquenal 2006-2010 prevé también una nueva disminución del 20%. Podemos esperar sinceramente que estos objetivos serán alcanzados hacia finales de 2010.
En junio de 2007, China publicó un plan nacional sobre el cambio climático. Por lo tanto, China es el primer país en vías de desarrollo en poner en marcha un plan de este tipo. El mismo año 2007, los 14 ministerios de China publicaron dentro de este marco un plan común de investigación y desarrollo tecnológico.
China prevé para el periodo 2010-2020 una reducción del 40-45% de sus emisiones por unidad producida. Según un estudio oficial, gracias a la política actual, sería posible alcanzar un disminución de las emisiones de alrededor del 30%. Pero para alcanzar el 50%, China tendría que renunciar cada año a un 1% de su crecimiento (algunos expertos hablan de un coste mucho más elevado). El plan prevé que en 2010 el 10% de la energía consumida deberá ser no-fósil, y que sea el 15% en 2020. El plan prevé además que el 20% de la producción de energía eléctrica será renovable. El monto de las inversiones hasta el año 2020 está estimado en 250 billones de euros.
¿Cuáles son las perspectivas de China para el año 2050? A finales de 2009, un proyecto de plan quinquenal 2011-2015 ha sido entregado al gobierno. Este proyecto considera tres escenarios a largo plazo para China, a saber: seguir su desarrollo y no emitir más de 13 billones de toneladas de aquí al año 2050; redoblar sus esfuerzos para limitar las emisiones a 9 billones de toneladas en 2050; y tomar medidas radicales para limitar las emisiones a 5 billones de toneladas en 2050, es decir un 20% menos que hoy. Según un reciente estudio realizado por McKinsey, China alcanzaría una tasa de emisión máxima hacia el año 2030, y en 2050 su tasa de emisión sería igual a la de 2005. Pero para llegar a ello, hace falta que a partir de ahora todas las nuevas instalaciones estén equipadas con las tecnologías más modernas y que toda la sociedad china se convierta en una sociedad llamada “pobre en carbono”. Dicho de otra manera, hace falta que los hogares consumen menos energía, que el transporte se vuelva eléctrico, que las fábricas ahorren mucho en combustible, que la producción de energía eléctrica se vuelva no-fósil y que las centrales de carbón sean mucho más económicas y puedan captar y almacenar los gases de efecto invernadero.
La realización de todos estos proyectos requiere de enormes inversiones, un promedio del 2,5% del PIB mundial, según el GIECC. Para el grupo de estudio dirigido por Zou Ji, jefe del departamento de gestión y economía del medio ambiente en la Universidad Renmin, un enfoque más agresivo de las emisiones de China después de 2030 costaría hasta 284 billones de dólares al año (es decir un 7,5% del PIB) y podría alcanzar los 500 billones de dólares después de 2050.
Para una minoría de profesores, sería preferible invertir menos en la lucha contra el calentamiento global y concentrar más bien los esfuerzos en neutralizar sus consecuencias.
Por lo tanto se puede decir que a todos los niveles, China se esmera seriamente en reducir sus emisiones. El nuevo plan del gobierno prevé para los 10 próximos años una inversión de 150 a 500 billones de euros en energías renovables, el transporte “verde”, un consumo de carbón más conveniente y redes de alta tensión más eficaces.
Energía renovable
En 2007, la capacidad de producción de energía eléctrica renovable de China ya se elevaba a los 151 GW (151 gigavatios, es casi 10 veces el total de la capacidad de producción eléctrica de Bélgica), ocupando así el primer lugar mundial.
La energía hidroeléctrica ocupa el primer puesto, con una producción hoy equivalente a los 142 GW, y que debería alcanzar los 300 GW en 2020. Y a largo plazo, se podrían alcanzar incluso los 700 GW. La construcción de grandes presas, en particular en la región del suroeste donde fluyen los tres grandes ríos (Salween, Mekong y Yangtsé) requiere de una estudio profundo del impacto sobre el medio ambiente.
El papel jugado por la bioenergía también es importante. Los campesinos utilizan desechos agrícolas para cocinar, calentarse o producir gas natural. Los desechos biológicos permiten así producir hasta 30 GW de electricidad. Algunos terrenos poco fértiles están reservados a la plantación de árboles destinados a la producción de biocarburantes (12 millones de toneladas de aquí al año 2020). En cuanto las tierras áridas, están reservadas a la plantación de árboles oleaginosos.
La energía nuclear pasará de menos del 2% al 5% de la electricidad en 2020, lo que representa 70 GW[7]. A largo plazo, se podría alcanzar los 160 GW.
Sobre el conjunto de la población, el 10% ya está equipado con paneles solares, que ya son obligatorios para toda nueva construcción. En 2007, esto ya representaba 1,9 MW (megavatios).
Las posibilidades de la energía solar y la energía eólica son mucho más importantes que lo que indica el programa.
El programa prevé para el año 2020 una producción de 30 GW de energía eólica, que a largo plazo debería aumentar hasta los 150 o 200 GW. Y hay fuertes posibilidades de que el objetivo fijado para el año 2020 ya se alcance este año. [Nota del Traductor: se refiere al año 2010]
Con la ley sobre energía renovable aprobada en 2005, la energía renovable empieza a atraer capitales, tanto chinos como extranjeros, notablemente de parte de los países participantes del Mecanismo de Desarrollo Limpio[8]. China es el tercer productor del mundo de energía renovable y pronto podría ocupar el primer lugar.
A finales de 2009, el gobierno puso un freno a la proliferación de nuevas plantas de fabricación de eólicas de mala calidad. Por una parte debido a la sobrecapacidad de producción existente, y por otra parte por el retraso en la necesaria construcción de nuevas líneas de alta tensión.
Según diversos estudios realizados recientemente, China debería estar en condiciones de satisfacer la totalidad de sus necesidades en electricidad a un precio razonable, gracias a la instalación de eólicas en las estepas de Mongolia y en las altas mesetas tibetanas. Queda por determinar en qué medida este proyecto es realizable en el plano ecológico y cultural.
China es el mayor productor de células fotovoltaicas del mundo, pero el 85% está destinado a la exportación. Si los 300 MW de energía solar generados por estas instalaciones no suponen mucho a escala nacional, representan no obstante el 15% del total mundial. El objetivo es alcanzar los 1,8 GW para el año 2020.
Recientemente, los primeros paneles solares subvencionados hicieron su aparición sobre los techos de las casas chinas. El gobierno está ahora empeñado en estudiar la demanda de subvenciones que se le ha hecho para equipar a 500 rascacielos con paneles solares. La mayor central solar a día de hoy (10 MW) está instalada en la famosa ciudad turística de Dunhuang. Y es en la provincia de Qinghai donde se han iniciado las obras de construcción de la mayor central solar del mundo, con 1 GW. La empresa norteamericana First Solar considera construir una central aún más grande en Mongolia Interior.
A finales de 2009, el gobierno prohibió la construcción de nuevas fábricas de células solares, al ser su capacidad de producción superior a la que puede absorber hoy el mercado mundial. La tecnología de las células solares no está lista y requiere de mejoras, y una capacidad sobrepasada podría frenar este proceso. En el momento actual, la energía solar cuesta entre 8 y 10 veces más que el carbón, pero el precio podría disminuir rápidamente. Y gracias a los subsidios previstos, podría volverse tan competitiva como el carbón en 2015-2020.
China aún seguirá dependiendo probablemente del carbón durante mucho tiempo. Es por este motivo que China está en el origen de un ambicioso programa internacional de recuperación del CO2, durante la explotación y la combustión del carbón y su almacenamiento en el subsuelo. Pero esta tecnología aún debe ponerse en pie. Según las estimaciones de la Agencia Internacional de la Energía, este método permitiría reducir en un 14% la totalidad de las emisiones de CO2 en el mundo. En China, cuatro proyectos piloto de gasificación subterránea del carbón han sido lanzados. El espacio así liberado es utilizado para el almacenamiento del CO2 de una central eléctrica cercana.
El metano y el carbón que se encuentran en el subsuelo no sólo suponen un grave peligro de explosión, sino que también son potentes gases de efecto invernadero cuando escapan a la atmósfera. Las minas están hoy todas equipadas con instalaciones que permiten bombear el metano con total seguridad y utilizarlo como combustible.
También se ha investigado sobre el destino de las enormes cantidades de metano congelado contenidas en el permafrost[9] de la meseta Qinhai-Tíbet. Se teme que el calentamiento global libere el metano y acelere aún más el cambio climático. Una solución sería explotar el metano congelado y utilizarlo como combustible antes de que se funda…
Ahorro energético
El ahorro energético constituye la principal forma de lucha contra el calentamiento global.
Una vez que salga de la crisis, China tendrá menos industrias, pero éstas habrán ganado en calidad. Se prevé hasta el año 2011 la supresión de una capacidad de producción de 72 millones de toneladas de hierro y de 25 millones de toneladas de acero. Se verán afectados los antiguos altos hornos de menos de 300 m3 y los hornos eléctricos de menos de 20 m3. Para el sector no ferroso, se prevé en dos años la supresión de una capacidad de producción de 300.000 toneladas de cobre, 600.000 toneladas de plomo y 400.000 toneladas de zinc. Se considera además la supresión de las antiguas fábricas de papel, es decir una capacidad de producción de 2 millones de toneladas de papel y de 7,5 billones de metros de impresión textil. También se prevé el cierre de todas las refinerías con una capacidad inferior a un millón de toneladas. En tres años y medio, China ya ha cerrado algunas pequeñas centrales eléctricas poco eficaces, es decir una capacidad de producción de 54 GW (una cifra superior a la capacidad de producción total de Australia).
Todas las nuevas centrales eléctricas deberán recurrir a la tecnología llamada “supercrítica” para alcanzar un máximo rendimiento. Desde el año 2007, China es el primer constructor de centrales de carbón limpio super-eficaces (con un rendimiento del 44% frente al 27% o 36%) que emplean ciclos de vapor de ultra-alta temperatura. Aunque cada mes se construya una nueva central de este tipo, el 40% de las nuevas instalaciones aún emplean la tecnología anterior. En Tianjin, en cambio, se ha construido una central de gasificación del carbón de nueva generación, una tecnología que aún no ha sido aplicada a escala comercial.
A finales de 2010, los productores de electricidad no podrán consumir más de 355 gramos de carbón por kilovatio.
De acuerdo con el código de construcción del año 2006, toda nueva construcción debe obligatoriamente conseguir un ahorro energético de entre el 50% y el 65%. Un objetivo difícil de alcanzar, puesto que los hogares chinos aún consumen en la actualidad entre un 50% y un 100% más de energía que los países industrializados.
Los aparatos electrodomésticos que consumen demasiada energía ya no pueden ser puestos en venta en el mercado.
Las inversiones para mejorar el transporte público son inmensas. En tres años, más de 200 billones de euros han sido invertidos en líneas férreas, y se prevé que para el año 2012 se alcancen los 110.000 kilómetros de vías férreas, de las cuales al menos 13.000 kilómetros estarán reservadas a trenes de alta velocidad. Para el año 2015, 19 ciudades estarán dotadas de nuevas líneas de metro.
En 2009, por primera vez, China vendía más automóviles que los Estados Unidos. Las normas de emisión para los vehículos son idénticas a las de Europa y son inferiores en un 40% a las de Estados Unidos. El impuesto sobre automóviles favorece a los coches menos contaminantes. También se estimula la transición hacia un modo de transporte eléctrico. Existe en China muchos más coches, autobuses o bicicletas eléctricas e híbridas que en nuestro país [Nota del Traductor: se refiere a Bélgica]. En el plano tecnológico, China también es el líder mundial de la producción de baterías ecológicas eficaces.
En líneas generales, las industrias van a tener que adoptar muy pronto medidas de ahorro energético. Los malos alumnos serán excluidos, no se facilitarán autorizaciones a los nuevos si éstos resultan ser demasiado contaminantes. En cuanto a los proyectos verdes, tendrán más fácil acceso a los créditos bancarios y los subsidios. Por lo demás, el sector debería invertir de aquí al año 2012 cerca de 200 billones de euros en ahorro energético y tecnología medioambiental.
En febrero de 2010, China puso en pie una especie de superministerio de la energía. Se trata de un grupo de trabajo interministerial especial conducido por el primer ministro, encargado de coordinar todas las decisiones tomadas en relación con la economía.
Evaluación internacional positiva
El informe sobre China de la AIE es positivo y favorable. En el estudio medioambiental anual de la AIE (2009), se puede leer: “China debería jugar un papel de primer orden en la lucha contra el cambio climático, no solamente porque alcanza sus objetivos sino que la mayor parte del tiempo los cumple de manera eficaz”. Fatih Birol, el jefe del departamento económico de la AIE, declaró que China hacía exactamente lo que hacía falta para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero por medio de sus tres principales objetivos: favorecer la energía renovable, adoptar modos de producción menos contaminantes y, en el plano económico, desarrollar una nueva estructura y poner en marcha un nuevo equilibrio.
Marc Bontemps, director belga de Ecolife[10], escribe lo siguiente en el marco de un estudio realizado en 2008 por Global Footprint Network, WWF China y el Centro de Investigación Chino CCICED: “En términos generales, China tiene en su mano la llave de aquello a lo que se parecerá el resto del siglo en el plano económico y ecológico… Si China logra sobrevivir siguiendo estas nuevas vías, no solamente se convertirá en un ejemplo interesante para otros países, sino que también limitará los riesgos de que su economía y su modelo de sociedad se encuentren con un escollo. […] Por supuesto, Occidente, que lleva un estilo de vida más ecológico, tendrá que detener los overshoot (superación de las capacidades ecológicas) de los que somos responsables. Y como China está dando sus primeros pasos en la escena mundial, dispone de grandes ventajas para determinar el futuro y el porvenir de un verdadero líder mundial.”
Finalmente, Steve Howard, director ejecutivo de The Climate Group, escribió lo siguiente en su introducción al informe “China’s Clean Resolution”[11] de 2008: “En lo que respecta a la transición hacia una economía pobre en carbono, en nuestra opinión China no emprenderá el camino seguido por otros, sino que al contrario será ella quién indicará a otros el camino a seguir.”
El medio ambiente en China
De entre las 20 ciudades más contaminadas del mundo, 16 están situadas en China. Esto es lo que afirman los medios occidentales. Los informes de los expertos nos muestran un cuadro del todo diferente. La situación en China evoluciona muy rápido, o, dicho en otras palabras, está mejorando, lo cual no significa que los problemas sean inexistentes.
Marco general
Se prevé que para finales de 2010 la renta per cápita sea de 4000 dólares, lo que permitiría que China pase del estatus de país pobre al de país con una renta media-baja. Lo que sigue siendo entre 10 y 15 veces menos que los países industrializados. En 1949, la renta per cápita se elevaba a 35 dólares. Al principio de las reformas en 1978, se elevaba a 200 dólares. Desarrollar un crecimiento económico rápido ha sido y sigue siendo la principal misión del gobierno chino desde hace una o dos generaciones.
Hasta el umbral del siglo pasado, China había seguido ciegamente el modelo de desarrollo occidental, “contaminar primero, limpiar después”. Todos los medios disponibles estaban dedicados por lo tanto al crecimiento. El medio ambiente no era una prioridad.
Si China está en condiciones de recuperar su atraso tecnológico, no sólo se debe a la importación de tecnologías extranjeras, sino también a los enormes presupuestos destinados a la investigación científica. No obstante, la mayor parte de las tecnologías punteras siguen siendo exclusividad de los países industrializados. Por otro lado, la introducción de tecnologías modernas en el campo es algo que requiere tiempo, y esto también vale para las tecnologías ambientales llamadas “limpias”.
En China, las cantidades de petróleo y gas disponibles por habitante son inferiores a la media mundial. Sólo el carbón, que es la fuente de energía más contaminante, es disponible en abundancia. China sigue siendo en la actualidad tributaria en un 70% del carbón, que sigue siendo la principal fuente de energía del país.
La descentralización en China es importante. En líneas generales, el presupuesto estatal está repartido de manera equitativa entre los cinco niveles de administración. Por lo tanto, las decisiones tomadas en materia de medio ambiente a nivel nacional que vayan en contra de los intereses económicos locales se aplican con dificultad.
En China, los cuadros son evaluados en función de su contribución al progreso económico. Y hasta hace poco, la protección del medio ambiente no formaba parte de los criterios de evaluación.
El despertar de una conciencia ecológica
El viraje se produjo a principios del siglo XXI. El aumento de la contaminación atmosférica en las ciudades y el aumento de la contaminación del suelo y las aguas en el campo empezaron a preocupar a la opinión pública. Al mismo tiempo, habían estallado una serie de tensiones sociales. En 2003, el gobierno desarrolló el concepto de “desarrollo armonioso” y de “desarrollo científico”. Entendiendo por “desarrollo armonioso” que el crecimiento económico debe estar acompañado siempre de una mejora sensible de las condiciones de vida de la gran mayoría de las masas trabajadoras, mientras que el desarrollo científico aspira a estimular aún más la investigación científica y la participación sistemática de los mejores expertos en la definición de la política. La protección del medio ambiente pasó entonces a ocupar un lugar cada vez más importante.
Las etapas del viraje
China ingresó en la ONU en 1971. En 1972, participó en la conferencia de Naciones Unidas sobre el medio ambiente. El año siguiente, China organizó una conferencia nacional sobre medio ambiente, y en 1974 puso en pie la Oficina de medio ambiente. En 1979 se publicó un primer proyecto de ley sobre la protección del medio ambiente, pero esta ley no sería adoptada hasta 1989. Mientras tanto, varias leyes fragmentarias fueron votadas en relación a la contaminación del agua y del aire, y se creó la Agencia Nacional para la Protección del Medio Ambiente (ANPME). En los años 90 se decretaron decenas de leyes fragmentarias y locales, y cientos de normas en materia de medio ambiente. La ANPMA empleada ya en aquella época a 80.000 personas.
Pero los objetivos a alcanzar son fijados a largo plazo. El plan quinquenal de 1995 estipulaba por ejemplo que “para finales de siglo, el país intentará tener bajo control la contaminación y la degradación del medio ambiente, y deberá obtener resultados tangibles en lo que respecta a la mejora de la calidad del medio ambiente en algunas ciudades y regiones. Para el año 2010, el país deberá sustituir la tendencia a la degradación del medio ambiente por una mejora sensible en las ciudades y los campos.” Los presupuestos destinados a la protección del medio ambiente fueron incrementados hasta un 0,8% del PIB y experimentaron un crecimiento gradual hasta alcanzar el 1,5% en el año 2000.
En 1997, China publicó un libro blanco sobre la protección del medio ambiente. Se estableció una lista negra de los mayores contaminadores, lo cual supuso el cierre inmediato de 50.000 fábricas. Entre 1997 y 2002, las empresas estatales obsoletas fueron integralmente rehabilitadas. Muchos empleos fueron suprimidos, pero las fuentes de contaminación industrial más peligrosas fueron eliminadas en las ciudades.
Durante el umbral del siglo XXI, el Banco Mundial declaraba que la mayor resistencia contra la protección del medio ambiente provenía de las empresas implantadas en el campo y en las pequeñas ciudades, que jugaban un papel importante en materia de empleo e impuestos locales y tenían buenas relaciones con las empresas locales. “China se ve confrontada a una tarea titánica en lo que respecta a la aplicación de su instrumentación jurídica, que en sí misma ya está lista.”
En 2004, un estudio de la OCDE confirmaba estas conclusiones. En aquel momento, el presupuesto de China destinado a la protección del medio ambiente ya había pasado al 1,2% del PIB. La OCDE publicó una serie de recomendaciones, entre las cuales estaba la evaluación de los cuadros locales sobre la base de sus prestaciones ecológicas. Fue más o menos durante aquella época cuando la ANPME lanzó su plan para un “PIB verde” calculado para cada región. El “PIB verde” es igual al PIB ordinario menos deducción de todos los gastos ligados a la protección del medio ambiente. Lamentablemente, el plan no pudo ponerse en aplicación, en parte por su complejidad, y por otra parte por la oposición encontrada en las regiones.
Aún a día de hoy, el principal obstáculo sigue siendo la aplicación de las leyes a nivel local. De tal manera que en 2009, los medios de comunicación, que jugaban cada vez más el papel de perros guardianes de la sociedad, denunciaron no menos de seis escándalos de intoxicación con plomo en el campo y en las pequeñas ciudades. En total, 3300 niños estuvieron gravemente intoxicados. En Jiangsu, los inspectores que, a petición de los habitantes, habían ido a investigar una fábrica de baterías no pudieron encontrar nada porque a cada ocasión la fábrica había sido informada de su llegada. En realidad esta fábrica trataba tres veces más plomo que las cantidades mencionadas en los informes sobre medio ambiente.
En 2004, el presidente Hu Jintao y el primer ministro Wen Jiabao hablaron largo y tendido, en sus discursos, sobre la cuestión del medio ambiente e insistieron en la necesidad de que China invierta en un desarrollo sostenible.
Los objetivos del plan quinquenal 2006-2010 son aún más concretos y ambiciosos. El plan 2006-2010 prevé en efecto reducir en un 20% el consumo de energía y en un 30% el consumo de agua por unidad producida; reciclar más del 60% de los desechos industriales; reducir en un 10% las emisiones más contaminantes; no aumentar más el consumo de agua de irrigación y mantener la superficie agrícola por encima de las 120 millones de hectáreas.
Un nuevo plan destinado a hacer aplicar efectivamente las leyes sobre el medio ambiente fue establecido para el periodo 2008-2015. Para el año 2015, una red de control nacional debería estar lista para asegurar el seguimiento de todos los aspectos ligados a los problemas medioambientales, y ello hasta el nivel local. Esta red de control velará por que las normas sean respetadas. Prevención, supervisión y cooperación del gran público son las prioridades. Para la realización de estos objetivos, el plan de acción prevé tres fases. Aparte de la mejora de las normas relativas a la contaminación del aire, el agua y el suelo, también se dispone de tres redes de vigilancia específicas cuyas diferentes estaciones están encargadas, entre otras cosas, de controlar la salud de los habitantes de la región.
En el año 2008 también, el medio ambiente (ANPME) se convirtió en uno de los cinco superministerios.
En agosto de 2009 se adoptó un reglamento que por primera vez imponía para cada plan económico y social (incluyendo el plan quinquenal 2011-2015) un estudio del impacto sobre el medio ambiente. La ANPME se volvía competente a partir de este momento para supervisar las decisiones tomadas en materia de medio ambiente para la mayoría de los demás ministerios. Por lo tanto esto iba más allá de los meros informes acerca del impacto sobre el medio ambiente, que desde el año 2003 eran obligatorios para todo nuevo proyecto y que muchas veces eran cuestionados por las partes interesadas.
En 2008, por ejemplo, el gobierno chino rechazó 156 proyectos porque consumían demasiada energía o eran demasiado contaminantes. La inversión total se había cifrado en 50 billones de euros. En junio de 2009, la ANPME anunció que no aprobaría más proyectos de extensión de dos de las mayores empresas eléctricas del país, Huaneng y Huadian, por las infracciones cometidas en materia de medio ambiente. Sólo serán estudiados los proyectos relacionados con nuevas formas de producción de energía y protección del medio ambiente. La construcción de presas sobre el río Jinsha (afluente del Yangtsé) en la provincia de Yunnan fue detenida, al igual que la puesta en marcha de los proyectos anteriormente aprobados. La empresa Huaneng construyó ilegalmente sobre el río Jinsha en 2009 la presa de Longkaikou, y la empresa Huadian hizo lo mismo con la presa de Ludila. Al actuar de esta forma, las dos empresas causaron daños a un medio ambiente frágil. Huaneng también ha sido criticada por la construcción de una gran central de carbono con agua enfriadora en Mongolia Interior, una región que ya se ve enfrentada a una importante escasez de agua. En Shandong, dos fábricas de acero también fueron cerradas porque empleaban máquinas contaminantes y poco económicas.
En el plan anticrisis de octubre de 2008, que desbloqueó para el periodo 2009-2010 cerca de 400 billones de euros, un 14% estaba reservado a la protección del medio ambiente. Pero según un estudio del banco HSBC[12], un tercio del total de las inversiones estaría relacionado con el medio ambiente. En otras palabras, a la hora de conceder préstamos bancarios en el marco de nuevos proyectos, se tiene en cuenta el estudio del impacto sobre el medio ambiente.
En enero-febrero de 2009, el gobierno publicó su visión a medio plazo del sector industrial en “un plan de adaptación y revitalización de diez industrias estratégicas de la economía”. Estas industrias crean conjuntamente el 80% del valor añadido del sector industrial y un tercio del total del PIB. Modernización, concentración, ahorro energético, respeto del medio ambiente son las principales consignas, además de, obviamente, la adaptación de la capacidad de producción a la demanda y el aumento de la fuerza competitiva.
No obstante, estas medidas de protección siguen siendo sufriendo un cierto retraso con respecto a la rápida expansión económica. Los informes de los expertos siguen siendo alarmantes. Así, en 2009 la contaminación habría causado la muerte prematura de 750.000 personas. Para los más pesimistas, el coste económico de la contaminación ambiental ascendería al 10% del PIB.
A continuación, una visión general de los principales ámbitos afectados:
Rehabilitación de los suelos y del medio natural
El mayor problema al cual se enfrenta China en materia de medio ambiente es la escasez de tierras cultivables. Desde hace varios siglos ya, la presión demográfica ha sido la causa principal de la deforestación y del exceso pasto de las estepas, lo cual ha supuesto a su vez la desertificación de importantes partes de China. Todo ello, combinado con la grave escasez de agua, podría constituir a largo plazo una amenaza para la seguridad alimentaria.
Las plantaciones de árboles (plantaciones en la linde de los desiertos y reforestación de las tierras agrícolas poco fértiles), así como la limitación de las manadas en las estepas, son programas a largo plazo que han sido reforzados en los últimos años. En 1977, la tasa de reforestación se elevaba en toda China al 5%. Hoy, alcanza el 20% y podría llegar al 22% en los próximos cinco años.
En 2009, el gobierno central chino tomó la decisión de prever cada año 80 millones de euros en materia de subsidios para la protección de los pastos tibetanos.
En la meseta del Qinghai, lugar donde el río Yangtsé y el río Amarillo toman su fuente, se encuentra un territorio dos veces más grande que Bélgica, donde los pastos están prohibidos. A finales del siglo pasado, estas mesetas se transformaron en una región árida donde 50 millones de agricultores han tenido muchas dificultades para sobrevivir. A finales de los años 90, el gobierno, en asociación con el Banco Mundial, lanzó un proyecto de rehabilitación. Así, gracias a técnicas agrícolas más eficaces, basadas en la experiencia de la población local, ha sido posible hacer que una superficie tan grande como Bélgica pueda de nuevo ser verde y fértil.
La lucha contra la erosión del suelo sobre una superficie de 100.000 km2, la rehabilitación del medio natural sobre 120.000 km2, la lucha contra la desertificación sobre 220.000 km² y la rehabilitación de las estepas dañadas sobre 1,1 millones de km² también forman parte del plan 2006-2010. Por otra parte, está previsto preservar el 16% de la superficie natural como reserva natural, de la cual la mitad son pantanos.
De ahora en adelante, la superficie total de las tierras agrícolas cultivables deberá mantenerse en el nivel actual, es decir 120 millones de hectáreas.
El aire
En estos últimos años, las emisiones de CO2 de los coches han venido a sumarse al esmog causado por las emisiones de carbono. Si los vehículos contaminan tanto, es debido a que en China las refinerías de petróleo no están equipadas para refinar correctamente el petróleo sulfuroso importado.
Pese a que ya se notaba en 2005 una ligera mejora con respecto a 1999, sólo el 50% de las ciudades chinas que no estaban homologadas a las normas de contaminación atmosférica lo son hoy en día.
Las partículas finas se han convertido en una de las principales preocupaciones de las ciudades. En 2003, la mitad de las ciudades examinadas poseía una tasa de partículas de más de 100 µg/m3, es decir la mitad de la norma americana. El 20% de las ciudades presentaba incluso una tasa superior a à 150 µg/m3. Sólo el 1% de la población china vivía en zonas en las cuales la tasa era inferior al 40 µg/m3.
La situación es menos catastrófica en lo que respecta al dióxido de azufre (SO2). En 2003, las tres cuartas partes de las ciudades tenían un nivel inferior a la media americana, es decir el 60 µg/m3. Pese a un alza del 75% del consumo de carbono entre 2000 y 2005, las emisiones de SO2 “sólo” aumentaron un 28% gracias a la desulfuración de los grandes consumidores. El plan 2006-2010 apunta a una reducción del 10% de las emisiones de SO2 con el mantenimiento de los niveles de óxido de nitrógeno. Estos objetivos hoy ya están alcanzados.
El gobierno quiere aumentar en un 5,6% el número de días durante los cuales la calidad del aire en las ciudades sea correcta.
Las cifras indican que la contaminación atmosférica es la causa de 411.000 muertes prematuras al año, en regla general debidas a enfermedades de los pulmones o enfermedades del corazón. El aumento de la contaminación también es responsable del alza del número de cánceres. Existen modelos que permiten calcular el coste de la mortalidad y de las diferentes enfermedades resultantes de la contaminación. Según el modelo utilizado, el coste de la contaminación atmosférica se elevaba en 2003 a 150 billones de yuanes al año en costes directos, y 520 billones de yuanes si se incluyen las pérdidas de producción.
Aparte del coste humano, la contaminación atmosférica engendra un coste en términos de lluvias ácidas y acarrea consecuencias sobre las cosechas. Las pérdidas económicas del sector agrícola debidas al SO2 y las lluvias ácidas estaban estimadas en 30 billones de yuanes al año en 2003.
El agua
Entre 1990 y 2005, la calidad del agua en el sur (rica en flujos de agua) ha ido mejorando. En cambio, en el norte, donde se enfrenta una grave escasez de agua, la calidad del agua tiende a degradarse. China decide entonces medir la calidad del agua de los ríos en 2.000 lugares distintos. De allí resulta que el 90% de las aguas situadas en el entorno de las ciudades están fuertemente contaminadas. La calidad del agua se clasifica de 1 (muy buena) a 5 (muy mala). Un estudio realizado en 2004 en los siete mayores ríos del país demuestra que sobre las 412 secciones de ríos analizadas, el 42% entraba en las categorías 1 a 3, el 30% en las categorías 4 a 5 y el 28% ni siquiera respondía a las normas del grupo 5. Los mejores resultados provenían del río de las Perlas y del río Yangtsé. El río más contaminado era el río Huai, con más de la mitad del agua de una calidad inferior a las normas del grupo 5. En cuanto a los grandes lagos, la situación apenas era mejor. Las tres cuartas partes de ellos sufrían de eutrofización[13].
La construcción de estaciones de depuración ha permitido estabilizar la cantidad de aguas industriales residuales.
El tratamiento de las aguas domésticas está mejorando. En 1999, sólo un 15% de las aguas empleadas eran depuradas en las ciudades, mientras que alcanzaba el 46% a finales de 2004. No obstante, lo que indica esta cifra es que en las megalópolis esta tasa se eleva al 75% pero que es mucho menor en las “pequeñas” ciudades.
Las cantidades cada vez más importantes de abono químico empleadas en la agricultura hacen de ello un difuso factor de contaminación.
El plan 2006-2010 prevé una disminución del 10% de la contaminación, medida en función de la demanda química en oxígeno, y apunta hacia una disminución de alrededor del 4,1% del agua de superficie de mala calidad así como un aumento de alrededor del 2% del agua de buena calidad.
En 2005, si bien cerca del 95% de la población tenía acceso a agua corriente en las ciudades, sólo una persona de cada tres podía disfrutar de ello en el campo. El acceso al agua potable para todos es una de las prioridades del plan anticrisis de 2008.
El empleo de abonos químicos se ha duplicado entre 1990 y 2000, lo cual ha conllevado a menudo la infiltración de nitratos en las capas freáticas. Se observa igualmente fuertes concentraciones de flúor en el agua potable. Cerca de 63 millones de personas consumen por lo tanto agua del grifo con fuertes concentraciones de fluor.
Según las cifras de la OCDE, esta agua contaminada, que acarrea graves diarreas, mata cada año a 30.000 niños chinos, particularmente en las zonas agrícolas. El número de fallecimientos por cáncer debido a la contaminación del agua es bastante parecido al de la media mundial, con cifras incluso más elevadas para el cáncer de hígado o estómago. En el caso de los adultos, ha sido demostrado que el 11% de los casos de cáncer del sistema digestivo se deben al consumo de agua contaminada.
El coste engendrado por las enfermedades y los fallecimientos causados por la contaminación del agua se estima en 66 billones de yuanes al año.
Escasez de agua
Mientras que el sur rebosa de puntos de agua, el norte carece cruelmente de ella. Se trata de las cuatro cuencas del norte, que sin embargo representan menos de una quinta parte del agua disponible, y que irrigan las dos terceras partes de las tierras agrícolas. Se habla de escasez cuando los niveles se sitúan entre 1000 y 17.000 metros cúbicos por persona. Por debajo de 1000 metros cúbicos se habla de escasez extrema. Las estadísticas indican que en seis provincias chinas (de un total de 30), la cantidad media de agua disponible por habitante es inferior a 500 metros cúbicos y que en otras cinco provincias no supera los 1000 metros cúbicos. En otras palabras, un tercio de las provincias se ven enfrentadas a una grave escasez de agua. Para hacerle frente, los agricultores utilizan la capa freática. Lo que explica por qué en algunas regiones ha bajado 50 metros desde 1960 y que siga perdiendo dos metros cada año. Otro medio al cual recurren los agricultores para hacer frente a la escasez de agua es la utilización de aguas contaminadas para la irrigación y la industria. Sin embargo, la utilización de aguas ya usadas para la irrigación no sólo conlleva una disminución de la producción, sino también de las cosechas, que pueden resultar nocivas para la salud, o incluso una degradación del suelo prácticamente irreversible.
El coste de la escasez de agua sumada a la contaminación es estimado según algunos especialistas en 147 billones de yuanes al año. El coste del agotamiento de la capa freática se eleva a 92 billones de yuanes.
Tres grandes canales están en vías de construcción para orientar el agua del río Yangtsé hacia las grandes ciudades y los territorios secos del norte. La sección oriental ya es parcialmente operativa, pero los trabajos de la sección que atraviesa la provincia de Shandong tienen un retraso de cinco años, precisamente a causa de la contaminación del agua. En lo que respecta a la sección central, que prevé el establecimiento de una gigantesca reserva río arriba, ya se han iniciado expropiaciones en masa. En cuanto a la sección oeste situada en la parte montañosa, aún se está estudiando la cuestión. Desafortunadamente, esto no bastará si no se le pone un freno al consumo desenfrenado. El plan 2006-2010 prevé reducir en al menos un 30% el consumo por unidad de PIB producida y bloquear las cantidades de agua de irrigación, que tendrán que ser utilizadas con mayor eficacia.
Las cantidades invertidas por China para el suministro de agua han alcanzado la cifra récord de 142 billones de yuanes en 2009, es decir dos veces más que en 2008 (65 billones). El gobierno ha desbloqueado más de 63 billones, el resto provenía de las provincias. Este dinero ha permitido mejorar más de 6000 depósitos y proveer a más de 61 millones de personas con agua potable. Entre 2008 y 2009, el país aumentó en 1,17 billones de metros cúbicos la capacidad de almacenamiento de agua y mejoró la irrigación de las tierras sobre una superficie de 3,84 millones de hectáreas.
Residuos sólidos
Los distintos escándalos que estallaron en 2009 en relación a los metales pesados han ocultado el hecho de que la reducción de los residuos urbanos e industriales está siendo conforme al plan. Para finales de 2010, el grado de reciclaje general deberá alcanzar el 60%.
En lo que respecta a los residuos domésticos, la mayoría de las operaciones de reciclaje son llevadas a cabo por pequeños autónomos. Por desgracia, se siguen vertiendo importantes cantidades de residuos. En los situados en los alrededores de las ciudades, inmensas cantidades de residuos esperan ser tratadas.
En el terreno industrial, China está en el buen camino para reducir el volumen de residuos.
Frank Willems (franki.willems@gmail.com) fue presidente de la Asociación China-Bélgica. Ha trabajado durante 25 años en el comercio con China. También ha vivido durante dos años en Shenyang, donde dio clases en la Universidad normal. Es uno de los fundadores de www.chinasquare.be y da numerosas conferencias sobre China.
Notas:
Según los Merkel, Brown y Sarkozy, China es responsable del fracaso de la cumbre de Copenhague. ¿Pero qué piensa China sobre ello y qué es lo que está en juego?
Un punto de vista del tercer mundo
Recordemos que China siempre apoyó la lucha contra el calentamiento global y que fue una de las primeras firmantes del protocolo de Kyoto, mientras que los Estados Unidos lo boicotearon.
De hecho, China tiene buenas razones para tomarse en serio la lucha contra el calentamiento global, que es responsable, entre otras cosas, del derretimiento de los glaciares del Himalaya. Las zonas situadas a más de 4000 metros de altitud se calientan mucho más rápidamente que el resto del planeta. Los glaciares tibetanos retroceden entre 10 y 15 metros de media al año. En la meseta del Qinghai, allí donde el Yangtsé toma su fuente, los glaciares han retrocedido cerca de 20 km2 en cuarenta años, lo cual ha arrastrado a corto plazo un aumento de las inundaciones, y a largo plazo una mayor sequía en el norte. En cuanto al sur, corre el riesgo de estar afectado en mayor medida por las tormentas tropicales. Todo ello, sumado a la falta de tierras cultivables, amenaza seriamente con comprometer el suministro de alimentos. Según expertos chinos, el aumento de las temperaturas podría arrastrar una disminución de entre el 14% y el 23% de la producción de cereales hasta el año 2050, si no se toman medidas de protección especial. Las grandes zonas costeras, como la megalópolis de Shanghái, podrían verse bajo el nivel del mar. Aparte de los cambios climáticos, es sobre todo la preocupación por asegurar la seguridad energética del país lo que empuja a China al ahorro energético y recurrir a las energías renovables. Sin olvidar la posibilidad de convertirse en líder mundial de las nuevas tecnologías ambientales.
Por una cuestión de principios, China siempre ha denunciado el papel histórico de los países industrializados. Nadie ignora que los gases de efecto invernadero permanecen en la atmósfera durante mucho tiempo, y que desde hace 250 años, Estados Unidos y Europa Occidental han sido con diferencia los mayores emisores de gases de efecto invernadero. Si se reconoce que China hoy emite el 18% de los gases de efecto invernadero, sólo un 8% de los gases emitidos durante los últimos 100 años, aún presentes en la atmósfera, han sido producidos por China. Según el enfoque histórico que prevé un aumento de la temperatura hasta un máximo de 2ºC en 2050, cada persona viviente sobre la tierra tendría derecho a una cierta cuota de emisiones históricas. Esta cuota de emisiones históricas ya ha sido totalmente agotada para los países industrializados. Los países como China y la India, por el contrario, aún disponen de una importante cuota por habitante. Dicho de otra manera, de ahora en adelante los países industrializados deberían absorber gases de efecto invernadero en lugar de emitirlos, y si esto no es posible, tendrán que encontrar urgentemente una manera de reducirlos prácticamente a cero, invirtiendo fondos generosamente (del 0,5% al 1% del PIB, es decir cerca de 100 billones de dólares al año) y poniendo gratuitamente sus tecnologías modernas a disposición de los países en vías de desarrollo, a fin de reducir allí las emisiones de gas y paliar las consecuencias del calentamiento global.
En Copenhague, el primer ministro chino Wen Jiabao reclamó “reglas equitativas”. Wen añadió: “Desde la revolución industrial, hace 200 años, los países industrializados han emitido el 80% del total de las emisiones de CO2… En los países en vías de desarrollo, la industrialización surgió hace solamente algunas decenas de años y en la actualidad la mayoría de sus habitantes aún viven en la extrema pobreza. Por lo tanto, es totalmente injusto pedirles que reduzcan sus emisiones por encima de las normas obligatorias en vigor y por encima de sus posibilidades, sin que se tengan en cuenta las responsabilidades históricas, el nivel de emisión por persona o incluso el nivel de desarrollo. Los países industrializados, que ya gozan de una vida bastante confortable, siguen emitiendo mucho más CO2 por persona que los países en vías de desarrollo, y estas emisiones provienen principalmente del consumo. En cambio, las emisiones de los países en vías de desarrollo provienen esencialmente de actividades vitales y de la producción destinada a la exportación. Las normas climáticas no pueden ser de ninguna manera un obstáculo al esfuerzo realizado por los países en vías de desarrollo por luchar contra la pobreza y recuperar su atraso. […] Los países industrializados deben tomar la iniciativa a la hora de reducir considerablemente sus emisiones y ofrecer un apoyo financiero y tecnológico a los países en vías de desarrollo. No se trata solamente de una ineludible responsabilidad moral, también legal de una obligación legal. Por su parte, los países en vías de desarrollo deben, con la ayuda financiera y tecnológica de los países industrializados, hacer todo lo que esté a su alcance para reducir la emisión de gases de efecto invernadero y adaptarse a los cambios climáticos en función de su situación nacional.”
En realidad, las palabras de Wen Jiabao no hacen más que retomar lo que ya figuraba en el protocolo de Kyoto. Ahí se hace la distinción entre los países que figuran en el anexo I (los países industrializados) y los países que no figuran en el anexo I (todos los países en vías de desarrollo, incluyendo a China). El artículo 10, relativo al compromiso de los países, estipula que “Todas las partes, teniendo en cuenta sus responsabilidades comunes pero también diferenciadas, y la especificidad de sus prioridades nacionales y regionales de desarrollo, sus objetivos y su situación, sin prever nuevos compromisos para las partes que no están listadas en el anexo I, llevarán a cabo […] (el texto enumera luego una serie de medidas que deberán ser adoptadas).” Dicho de otra manera, Kyoto no obliga a China ni a ningún otro país en vías de desarrollo a una reducción de emisiones y reconoce explícitamente que siendo los países industrializados los principales responsables, les corresponde a ellos el hacer esfuerzos.
En 2007, todas las partes afectadas se reunían en Bali para adoptar una hoja de ruta, el “Bali Road Map” sobre la reanudación de los compromisos a partir del año 2012. En el artículo 1, a) se puede leer: “A una visión común de la acción concertada a largo plazo […] para alcanzar el objetivo último de la Convención (Kyoto), de acuerdo con las disposiciones de este instrumento y los principios allí enunciados, en particular el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas y de capacidades respectivas, y teniendo en cuenta las condiciones sociales y económicas y otros factores pertinentes…” Y después, en el punto 1, b): “i) Compromisos o iniciativas de atenuación apropiados a nivel nacional, mensurables, notificables y verificables, incluyendo objetivos cuantificados de limitación y reducción de las emisiones, de parte de todos los países desarrollados […] ii) Medidas de atenuación apropiadas a nivel nacional de parte de los países en vías de desarrollo en el marco de un desarrollo duradero, sostenido y hecho posible por tecnologías, medios de financiación y un refuerzo de las capacidades, de una manera mensurable, notificable y verificable.” No se podría ser más explícito sobre la diferencia de trato entre países desarrollados y países en vías de desarrollo.
El presidente del GIECC[1], Pachauri, declaró en su discurso en Copenhague que “la conferencia debe conducir a la puesta en marcha urgente y a gran escala de iniciativas de atenuación. Y como dice la CMNUCC[2], estas iniciativas deben provenir de países industrializados que también deben conducir a la lucha contra el calentamiento global y sus consecuencias desastrosas.”
Se comprende mejor por qué China se negó, muy a pesar de los líderes europeos, firmar el proyecto de acuerdo danés – que solamente defendía el punto de vista de los países industrializados. Efectivamente, aceptar de aquí a 2050 una reducción de las emisiones de un 80% para los países desarrollados y de un 50% para China, supondría mantener las injusticias existentes y permitiría a los Estados Unidos seguir emitiendo por habitante en 2050 un 50% más que China. Según los expertos internacionales del GIECC, las emisiones de CO2, uno de los principales gases de efecto invernadero, deberían bajar para el año 2050 de 32 billones de toneladas a 11 billones. Ello representa para los países industrializados una disminución del orden del 90-95% y para China una disminución del 50% con respecto al nivel de 2005. Así se tendrían unas emisiones por habitante iguales en todos los países.
Tampoco ha sido posible encontrar un acuerdo a corto plazo (para el 2020). Lo que proponen los Estados Unidos y la Unión Europea no basta para alcanzar los objetivos de 2050. Para alcanzarlos, la reducción fijada para el año 2020 debería ser de al menos un 40% con respecto a la de 1990. Los Estados Unidos propusieron apenas un 3%. Los países industrializados también exigen que China fije un año y una cantidad máxima de emisiones. China no está de acuerdo, porque esto vendría a imponer un límite a su desarrollo cuando el país aún tiene un atraso importante. Con respecto a esta cuestión, el primer ministro chino empleó una metáfora más que elocuente: “Imaginad a un hombre rico que al terminar un festín suntuoso en un restaurante cinco estrellas, invita a algunos pobres a beber un café con él y les proponga después pagar la cuenta a partes iguales.” Concretamente, China está dispuesta a reducir sus emisiones de aquí al año 2050 hasta un nivel aceptable, de manera a limitar el aumento de la temperatura de 2ºC, pero se niega a aceptar para el periodo intermedio toda limitación a su crecimiento económico.
Último punto de ruptura de las negociaciones: el control de las emisiones. Los Estados Unidos quieren poder controlar las emisiones de China. Por supuesto, China se opone a ello. Se ha comprometido voluntariamente a reducir sus emisiones un 40-45% entre 2005 y 2020, y ha declarado ser capaz de medir ella misma su nivel de emisiones. Los Estados Unidos podrían controlar únicamente los proyectos que ellos apoyan financieramente. Si este debate puede parecer más bien teórico, en realidad está relacionado con medidas proteccionistas. En efecto, los Estados Unidos prevén la posibilidad de aumentar el impuesto sobre carbono para los productos que, según las autoridades estadounidenses, no habrían sido producidos empleando procedimientos llamados “débiles en carbono”.
En Copenhague, China no fue la única en oponerse a la actitud irracional de los países industrializados. Durante todo el periodo de negociaciones, China mantuvo estrechos contactos con el Grupo de los 77 y los países BRIC[3]. Durante la última ronda, Obama esperaba poder negociar con Wen Jiabao, pero se encontró con los presidentes de Brasil, India y Sudáfrica.
Mientras defendía su posición, en Copenhague China se hizo eco de la voz de los países en vías de desarrollo.
Hugo Chávez también tomó la palabra. Después de unos comentarios mordaces sobre el método de trabajo poco democrático de Dinamarca y la hipocresía de los Estados Unidos, terminó su intervención con estas palabras: “Bien, esto era un comentario al margen. Quería hacerlo antes, levanté la mano para acompañar a Brasil, India, Bolivia, China, apoyar sus interesante posición y decir que Venezuela y los países del ALBA la comparten plenamente, pero la palabra no me fue concedida.” (aplausos). Y después: “Este es el motivo por el cual estoy sorprendido: me parece extraño exigir aquí a China y a los Estados Unidos en los mismos términos. Los Estados Unidos tienen posiblemente unos 300 millones de habitantes, y China cinco veces más. Los Estados Unidos consumen más de 20 millones de barriles de petróleo al día, y China apenas 5 o 6 millones. No se puede pedir lo mismo a los Estados Unidos y a China[4].”
Cuba, Venezuela y algunos otros países se negaron a firmar el mini-acuerdo de Copenhague, y contrariamente a los líderes europeos, hicieron de los Estados Unidos los únicos responsables del fracaso de las negociaciones. Fidel Castro escribió en un artículo[5] que el ministro cubano de Asuntos Extranjeros había, durante una conferencia de prensa como portavoz del ALBA, defendido a China, India, Brasil, Sudáfrica y otros países emergentes… El ministro cubano se preguntaba (haciendo referencia al discurso de clausura de Obama) lo que entiende por “las mayores economías han tomado la decisión de asumir conjuntamente la responsabilidad”. “¿Significa esto que tienen la intención de hacer pagar gran parte del coste de la ayuda y la adaptación al cambio climático de los países, países del sur la mayor parte, como China, Brasil, India y Sudáfrica? Porque hay que decir que en Copenhague se produjo un asalto, un atraco contra China, Brasil, India, Sudáfrica y contra todos los países llamados eufemísticamente en desarrollo.”
Según un comunicado de prensa[6] del ministerio de Asuntos Extranjeros hindú, los ministros de Asuntos Extranjeros indio y chino conversaron por teléfono al día siguiente de la cumbre de Copenhague. El ministro Krishna subrayó que durante la cumbre de Copenhague, India y China “cooperaron estrechamente y eficazmente para la defensa de los intereses de los países en vías de desarrollo”.
Programas costosos
En 2008, China se convirtió en el mayor emisor de gases de efecto invernadero, superando así a los Estados Unidos. No obstante, si se coge la tasa de emisión por habitante, China emite 3,5 veces menos gases que los americanos. Pero su consumo de energía aumenta un 5% cada año y sus emisiones por cada dólar de producto interior bruto figuran entre las más elevadas del mundo. La realidad es que en China un gran número de instalaciones son poco eficaces, lo cual conlleva un gran despilfarro de energía, sin olvidarse del hecho de que China se ha convertido en “la fábrica del mundo”.
Frente al aumento de sus emisiones y al rechazo de los Estados Unidos y otros países a la hora asumir su responsabilidad en el cambio climático, China está cada vez más convencida de que no se puede dejar la lucha contra el calentamiento global únicamente en manos de los países industrializados.
Entre 1990 y 2005, el consumo de energía por unidad producida bajó un 50%. El plan quinquenal 2006-2010 prevé también una nueva disminución del 20%. Podemos esperar sinceramente que estos objetivos serán alcanzados hacia finales de 2010.
En junio de 2007, China publicó un plan nacional sobre el cambio climático. Por lo tanto, China es el primer país en vías de desarrollo en poner en marcha un plan de este tipo. El mismo año 2007, los 14 ministerios de China publicaron dentro de este marco un plan común de investigación y desarrollo tecnológico.
China prevé para el periodo 2010-2020 una reducción del 40-45% de sus emisiones por unidad producida. Según un estudio oficial, gracias a la política actual, sería posible alcanzar un disminución de las emisiones de alrededor del 30%. Pero para alcanzar el 50%, China tendría que renunciar cada año a un 1% de su crecimiento (algunos expertos hablan de un coste mucho más elevado). El plan prevé que en 2010 el 10% de la energía consumida deberá ser no-fósil, y que sea el 15% en 2020. El plan prevé además que el 20% de la producción de energía eléctrica será renovable. El monto de las inversiones hasta el año 2020 está estimado en 250 billones de euros.
¿Cuáles son las perspectivas de China para el año 2050? A finales de 2009, un proyecto de plan quinquenal 2011-2015 ha sido entregado al gobierno. Este proyecto considera tres escenarios a largo plazo para China, a saber: seguir su desarrollo y no emitir más de 13 billones de toneladas de aquí al año 2050; redoblar sus esfuerzos para limitar las emisiones a 9 billones de toneladas en 2050; y tomar medidas radicales para limitar las emisiones a 5 billones de toneladas en 2050, es decir un 20% menos que hoy. Según un reciente estudio realizado por McKinsey, China alcanzaría una tasa de emisión máxima hacia el año 2030, y en 2050 su tasa de emisión sería igual a la de 2005. Pero para llegar a ello, hace falta que a partir de ahora todas las nuevas instalaciones estén equipadas con las tecnologías más modernas y que toda la sociedad china se convierta en una sociedad llamada “pobre en carbono”. Dicho de otra manera, hace falta que los hogares consumen menos energía, que el transporte se vuelva eléctrico, que las fábricas ahorren mucho en combustible, que la producción de energía eléctrica se vuelva no-fósil y que las centrales de carbón sean mucho más económicas y puedan captar y almacenar los gases de efecto invernadero.
La realización de todos estos proyectos requiere de enormes inversiones, un promedio del 2,5% del PIB mundial, según el GIECC. Para el grupo de estudio dirigido por Zou Ji, jefe del departamento de gestión y economía del medio ambiente en la Universidad Renmin, un enfoque más agresivo de las emisiones de China después de 2030 costaría hasta 284 billones de dólares al año (es decir un 7,5% del PIB) y podría alcanzar los 500 billones de dólares después de 2050.
Para una minoría de profesores, sería preferible invertir menos en la lucha contra el calentamiento global y concentrar más bien los esfuerzos en neutralizar sus consecuencias.
Por lo tanto se puede decir que a todos los niveles, China se esmera seriamente en reducir sus emisiones. El nuevo plan del gobierno prevé para los 10 próximos años una inversión de 150 a 500 billones de euros en energías renovables, el transporte “verde”, un consumo de carbón más conveniente y redes de alta tensión más eficaces.
Energía renovable
En 2007, la capacidad de producción de energía eléctrica renovable de China ya se elevaba a los 151 GW (151 gigavatios, es casi 10 veces el total de la capacidad de producción eléctrica de Bélgica), ocupando así el primer lugar mundial.
La energía hidroeléctrica ocupa el primer puesto, con una producción hoy equivalente a los 142 GW, y que debería alcanzar los 300 GW en 2020. Y a largo plazo, se podrían alcanzar incluso los 700 GW. La construcción de grandes presas, en particular en la región del suroeste donde fluyen los tres grandes ríos (Salween, Mekong y Yangtsé) requiere de una estudio profundo del impacto sobre el medio ambiente.
Central hidroeléctrica de las Tres Gargantas, la más grande del mundo
El papel jugado por la bioenergía también es importante. Los campesinos utilizan desechos agrícolas para cocinar, calentarse o producir gas natural. Los desechos biológicos permiten así producir hasta 30 GW de electricidad. Algunos terrenos poco fértiles están reservados a la plantación de árboles destinados a la producción de biocarburantes (12 millones de toneladas de aquí al año 2020). En cuanto las tierras áridas, están reservadas a la plantación de árboles oleaginosos.
La energía nuclear pasará de menos del 2% al 5% de la electricidad en 2020, lo que representa 70 GW[7]. A largo plazo, se podría alcanzar los 160 GW.
Sobre el conjunto de la población, el 10% ya está equipado con paneles solares, que ya son obligatorios para toda nueva construcción. En 2007, esto ya representaba 1,9 MW (megavatios).
Las posibilidades de la energía solar y la energía eólica son mucho más importantes que lo que indica el programa.
El programa prevé para el año 2020 una producción de 30 GW de energía eólica, que a largo plazo debería aumentar hasta los 150 o 200 GW. Y hay fuertes posibilidades de que el objetivo fijado para el año 2020 ya se alcance este año. [Nota del Traductor: se refiere al año 2010]
Con la ley sobre energía renovable aprobada en 2005, la energía renovable empieza a atraer capitales, tanto chinos como extranjeros, notablemente de parte de los países participantes del Mecanismo de Desarrollo Limpio[8]. China es el tercer productor del mundo de energía renovable y pronto podría ocupar el primer lugar.
A finales de 2009, el gobierno puso un freno a la proliferación de nuevas plantas de fabricación de eólicas de mala calidad. Por una parte debido a la sobrecapacidad de producción existente, y por otra parte por el retraso en la necesaria construcción de nuevas líneas de alta tensión.
Según diversos estudios realizados recientemente, China debería estar en condiciones de satisfacer la totalidad de sus necesidades en electricidad a un precio razonable, gracias a la instalación de eólicas en las estepas de Mongolia y en las altas mesetas tibetanas. Queda por determinar en qué medida este proyecto es realizable en el plano ecológico y cultural.
China es el mayor productor de células fotovoltaicas del mundo, pero el 85% está destinado a la exportación. Si los 300 MW de energía solar generados por estas instalaciones no suponen mucho a escala nacional, representan no obstante el 15% del total mundial. El objetivo es alcanzar los 1,8 GW para el año 2020.
Recientemente, los primeros paneles solares subvencionados hicieron su aparición sobre los techos de las casas chinas. El gobierno está ahora empeñado en estudiar la demanda de subvenciones que se le ha hecho para equipar a 500 rascacielos con paneles solares. La mayor central solar a día de hoy (10 MW) está instalada en la famosa ciudad turística de Dunhuang. Y es en la provincia de Qinghai donde se han iniciado las obras de construcción de la mayor central solar del mundo, con 1 GW. La empresa norteamericana First Solar considera construir una central aún más grande en Mongolia Interior.
A finales de 2009, el gobierno prohibió la construcción de nuevas fábricas de células solares, al ser su capacidad de producción superior a la que puede absorber hoy el mercado mundial. La tecnología de las células solares no está lista y requiere de mejoras, y una capacidad sobrepasada podría frenar este proceso. En el momento actual, la energía solar cuesta entre 8 y 10 veces más que el carbón, pero el precio podría disminuir rápidamente. Y gracias a los subsidios previstos, podría volverse tan competitiva como el carbón en 2015-2020.
China aún seguirá dependiendo probablemente del carbón durante mucho tiempo. Es por este motivo que China está en el origen de un ambicioso programa internacional de recuperación del CO2, durante la explotación y la combustión del carbón y su almacenamiento en el subsuelo. Pero esta tecnología aún debe ponerse en pie. Según las estimaciones de la Agencia Internacional de la Energía, este método permitiría reducir en un 14% la totalidad de las emisiones de CO2 en el mundo. En China, cuatro proyectos piloto de gasificación subterránea del carbón han sido lanzados. El espacio así liberado es utilizado para el almacenamiento del CO2 de una central eléctrica cercana.
El metano y el carbón que se encuentran en el subsuelo no sólo suponen un grave peligro de explosión, sino que también son potentes gases de efecto invernadero cuando escapan a la atmósfera. Las minas están hoy todas equipadas con instalaciones que permiten bombear el metano con total seguridad y utilizarlo como combustible.
También se ha investigado sobre el destino de las enormes cantidades de metano congelado contenidas en el permafrost[9] de la meseta Qinhai-Tíbet. Se teme que el calentamiento global libere el metano y acelere aún más el cambio climático. Una solución sería explotar el metano congelado y utilizarlo como combustible antes de que se funda…
Glaciar en el Tíbet
Ahorro energético
El ahorro energético constituye la principal forma de lucha contra el calentamiento global.
Una vez que salga de la crisis, China tendrá menos industrias, pero éstas habrán ganado en calidad. Se prevé hasta el año 2011 la supresión de una capacidad de producción de 72 millones de toneladas de hierro y de 25 millones de toneladas de acero. Se verán afectados los antiguos altos hornos de menos de 300 m3 y los hornos eléctricos de menos de 20 m3. Para el sector no ferroso, se prevé en dos años la supresión de una capacidad de producción de 300.000 toneladas de cobre, 600.000 toneladas de plomo y 400.000 toneladas de zinc. Se considera además la supresión de las antiguas fábricas de papel, es decir una capacidad de producción de 2 millones de toneladas de papel y de 7,5 billones de metros de impresión textil. También se prevé el cierre de todas las refinerías con una capacidad inferior a un millón de toneladas. En tres años y medio, China ya ha cerrado algunas pequeñas centrales eléctricas poco eficaces, es decir una capacidad de producción de 54 GW (una cifra superior a la capacidad de producción total de Australia).
Todas las nuevas centrales eléctricas deberán recurrir a la tecnología llamada “supercrítica” para alcanzar un máximo rendimiento. Desde el año 2007, China es el primer constructor de centrales de carbón limpio super-eficaces (con un rendimiento del 44% frente al 27% o 36%) que emplean ciclos de vapor de ultra-alta temperatura. Aunque cada mes se construya una nueva central de este tipo, el 40% de las nuevas instalaciones aún emplean la tecnología anterior. En Tianjin, en cambio, se ha construido una central de gasificación del carbón de nueva generación, una tecnología que aún no ha sido aplicada a escala comercial.
A finales de 2010, los productores de electricidad no podrán consumir más de 355 gramos de carbón por kilovatio.
De acuerdo con el código de construcción del año 2006, toda nueva construcción debe obligatoriamente conseguir un ahorro energético de entre el 50% y el 65%. Un objetivo difícil de alcanzar, puesto que los hogares chinos aún consumen en la actualidad entre un 50% y un 100% más de energía que los países industrializados.
Los aparatos electrodomésticos que consumen demasiada energía ya no pueden ser puestos en venta en el mercado.
Las inversiones para mejorar el transporte público son inmensas. En tres años, más de 200 billones de euros han sido invertidos en líneas férreas, y se prevé que para el año 2012 se alcancen los 110.000 kilómetros de vías férreas, de las cuales al menos 13.000 kilómetros estarán reservadas a trenes de alta velocidad. Para el año 2015, 19 ciudades estarán dotadas de nuevas líneas de metro.
En 2009, por primera vez, China vendía más automóviles que los Estados Unidos. Las normas de emisión para los vehículos son idénticas a las de Europa y son inferiores en un 40% a las de Estados Unidos. El impuesto sobre automóviles favorece a los coches menos contaminantes. También se estimula la transición hacia un modo de transporte eléctrico. Existe en China muchos más coches, autobuses o bicicletas eléctricas e híbridas que en nuestro país [Nota del Traductor: se refiere a Bélgica]. En el plano tecnológico, China también es el líder mundial de la producción de baterías ecológicas eficaces.
En líneas generales, las industrias van a tener que adoptar muy pronto medidas de ahorro energético. Los malos alumnos serán excluidos, no se facilitarán autorizaciones a los nuevos si éstos resultan ser demasiado contaminantes. En cuanto a los proyectos verdes, tendrán más fácil acceso a los créditos bancarios y los subsidios. Por lo demás, el sector debería invertir de aquí al año 2012 cerca de 200 billones de euros en ahorro energético y tecnología medioambiental.
En febrero de 2010, China puso en pie una especie de superministerio de la energía. Se trata de un grupo de trabajo interministerial especial conducido por el primer ministro, encargado de coordinar todas las decisiones tomadas en relación con la economía.
Evaluación internacional positiva
El informe sobre China de la AIE es positivo y favorable. En el estudio medioambiental anual de la AIE (2009), se puede leer: “China debería jugar un papel de primer orden en la lucha contra el cambio climático, no solamente porque alcanza sus objetivos sino que la mayor parte del tiempo los cumple de manera eficaz”. Fatih Birol, el jefe del departamento económico de la AIE, declaró que China hacía exactamente lo que hacía falta para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero por medio de sus tres principales objetivos: favorecer la energía renovable, adoptar modos de producción menos contaminantes y, en el plano económico, desarrollar una nueva estructura y poner en marcha un nuevo equilibrio.
Marc Bontemps, director belga de Ecolife[10], escribe lo siguiente en el marco de un estudio realizado en 2008 por Global Footprint Network, WWF China y el Centro de Investigación Chino CCICED: “En términos generales, China tiene en su mano la llave de aquello a lo que se parecerá el resto del siglo en el plano económico y ecológico… Si China logra sobrevivir siguiendo estas nuevas vías, no solamente se convertirá en un ejemplo interesante para otros países, sino que también limitará los riesgos de que su economía y su modelo de sociedad se encuentren con un escollo. […] Por supuesto, Occidente, que lleva un estilo de vida más ecológico, tendrá que detener los overshoot (superación de las capacidades ecológicas) de los que somos responsables. Y como China está dando sus primeros pasos en la escena mundial, dispone de grandes ventajas para determinar el futuro y el porvenir de un verdadero líder mundial.”
Finalmente, Steve Howard, director ejecutivo de The Climate Group, escribió lo siguiente en su introducción al informe “China’s Clean Resolution”[11] de 2008: “En lo que respecta a la transición hacia una economía pobre en carbono, en nuestra opinión China no emprenderá el camino seguido por otros, sino que al contrario será ella quién indicará a otros el camino a seguir.”
El medio ambiente en China
De entre las 20 ciudades más contaminadas del mundo, 16 están situadas en China. Esto es lo que afirman los medios occidentales. Los informes de los expertos nos muestran un cuadro del todo diferente. La situación en China evoluciona muy rápido, o, dicho en otras palabras, está mejorando, lo cual no significa que los problemas sean inexistentes.
Marco general
Se prevé que para finales de 2010 la renta per cápita sea de 4000 dólares, lo que permitiría que China pase del estatus de país pobre al de país con una renta media-baja. Lo que sigue siendo entre 10 y 15 veces menos que los países industrializados. En 1949, la renta per cápita se elevaba a 35 dólares. Al principio de las reformas en 1978, se elevaba a 200 dólares. Desarrollar un crecimiento económico rápido ha sido y sigue siendo la principal misión del gobierno chino desde hace una o dos generaciones.
Hasta el umbral del siglo pasado, China había seguido ciegamente el modelo de desarrollo occidental, “contaminar primero, limpiar después”. Todos los medios disponibles estaban dedicados por lo tanto al crecimiento. El medio ambiente no era una prioridad.
Si China está en condiciones de recuperar su atraso tecnológico, no sólo se debe a la importación de tecnologías extranjeras, sino también a los enormes presupuestos destinados a la investigación científica. No obstante, la mayor parte de las tecnologías punteras siguen siendo exclusividad de los países industrializados. Por otro lado, la introducción de tecnologías modernas en el campo es algo que requiere tiempo, y esto también vale para las tecnologías ambientales llamadas “limpias”.
En China, las cantidades de petróleo y gas disponibles por habitante son inferiores a la media mundial. Sólo el carbón, que es la fuente de energía más contaminante, es disponible en abundancia. China sigue siendo en la actualidad tributaria en un 70% del carbón, que sigue siendo la principal fuente de energía del país.
La descentralización en China es importante. En líneas generales, el presupuesto estatal está repartido de manera equitativa entre los cinco niveles de administración. Por lo tanto, las decisiones tomadas en materia de medio ambiente a nivel nacional que vayan en contra de los intereses económicos locales se aplican con dificultad.
En China, los cuadros son evaluados en función de su contribución al progreso económico. Y hasta hace poco, la protección del medio ambiente no formaba parte de los criterios de evaluación.
El despertar de una conciencia ecológica
El viraje se produjo a principios del siglo XXI. El aumento de la contaminación atmosférica en las ciudades y el aumento de la contaminación del suelo y las aguas en el campo empezaron a preocupar a la opinión pública. Al mismo tiempo, habían estallado una serie de tensiones sociales. En 2003, el gobierno desarrolló el concepto de “desarrollo armonioso” y de “desarrollo científico”. Entendiendo por “desarrollo armonioso” que el crecimiento económico debe estar acompañado siempre de una mejora sensible de las condiciones de vida de la gran mayoría de las masas trabajadoras, mientras que el desarrollo científico aspira a estimular aún más la investigación científica y la participación sistemática de los mejores expertos en la definición de la política. La protección del medio ambiente pasó entonces a ocupar un lugar cada vez más importante.
China ingresó en la ONU en 1971. En 1972, participó en la conferencia de Naciones Unidas sobre el medio ambiente. El año siguiente, China organizó una conferencia nacional sobre medio ambiente, y en 1974 puso en pie la Oficina de medio ambiente. En 1979 se publicó un primer proyecto de ley sobre la protección del medio ambiente, pero esta ley no sería adoptada hasta 1989. Mientras tanto, varias leyes fragmentarias fueron votadas en relación a la contaminación del agua y del aire, y se creó la Agencia Nacional para la Protección del Medio Ambiente (ANPME). En los años 90 se decretaron decenas de leyes fragmentarias y locales, y cientos de normas en materia de medio ambiente. La ANPMA empleada ya en aquella época a 80.000 personas.
Pero los objetivos a alcanzar son fijados a largo plazo. El plan quinquenal de 1995 estipulaba por ejemplo que “para finales de siglo, el país intentará tener bajo control la contaminación y la degradación del medio ambiente, y deberá obtener resultados tangibles en lo que respecta a la mejora de la calidad del medio ambiente en algunas ciudades y regiones. Para el año 2010, el país deberá sustituir la tendencia a la degradación del medio ambiente por una mejora sensible en las ciudades y los campos.” Los presupuestos destinados a la protección del medio ambiente fueron incrementados hasta un 0,8% del PIB y experimentaron un crecimiento gradual hasta alcanzar el 1,5% en el año 2000.
En 1997, China publicó un libro blanco sobre la protección del medio ambiente. Se estableció una lista negra de los mayores contaminadores, lo cual supuso el cierre inmediato de 50.000 fábricas. Entre 1997 y 2002, las empresas estatales obsoletas fueron integralmente rehabilitadas. Muchos empleos fueron suprimidos, pero las fuentes de contaminación industrial más peligrosas fueron eliminadas en las ciudades.
Durante el umbral del siglo XXI, el Banco Mundial declaraba que la mayor resistencia contra la protección del medio ambiente provenía de las empresas implantadas en el campo y en las pequeñas ciudades, que jugaban un papel importante en materia de empleo e impuestos locales y tenían buenas relaciones con las empresas locales. “China se ve confrontada a una tarea titánica en lo que respecta a la aplicación de su instrumentación jurídica, que en sí misma ya está lista.”
En 2004, un estudio de la OCDE confirmaba estas conclusiones. En aquel momento, el presupuesto de China destinado a la protección del medio ambiente ya había pasado al 1,2% del PIB. La OCDE publicó una serie de recomendaciones, entre las cuales estaba la evaluación de los cuadros locales sobre la base de sus prestaciones ecológicas. Fue más o menos durante aquella época cuando la ANPME lanzó su plan para un “PIB verde” calculado para cada región. El “PIB verde” es igual al PIB ordinario menos deducción de todos los gastos ligados a la protección del medio ambiente. Lamentablemente, el plan no pudo ponerse en aplicación, en parte por su complejidad, y por otra parte por la oposición encontrada en las regiones.
Aún a día de hoy, el principal obstáculo sigue siendo la aplicación de las leyes a nivel local. De tal manera que en 2009, los medios de comunicación, que jugaban cada vez más el papel de perros guardianes de la sociedad, denunciaron no menos de seis escándalos de intoxicación con plomo en el campo y en las pequeñas ciudades. En total, 3300 niños estuvieron gravemente intoxicados. En Jiangsu, los inspectores que, a petición de los habitantes, habían ido a investigar una fábrica de baterías no pudieron encontrar nada porque a cada ocasión la fábrica había sido informada de su llegada. En realidad esta fábrica trataba tres veces más plomo que las cantidades mencionadas en los informes sobre medio ambiente.
En 2004, el presidente Hu Jintao y el primer ministro Wen Jiabao hablaron largo y tendido, en sus discursos, sobre la cuestión del medio ambiente e insistieron en la necesidad de que China invierta en un desarrollo sostenible.
Los objetivos del plan quinquenal 2006-2010 son aún más concretos y ambiciosos. El plan 2006-2010 prevé en efecto reducir en un 20% el consumo de energía y en un 30% el consumo de agua por unidad producida; reciclar más del 60% de los desechos industriales; reducir en un 10% las emisiones más contaminantes; no aumentar más el consumo de agua de irrigación y mantener la superficie agrícola por encima de las 120 millones de hectáreas.
Un nuevo plan destinado a hacer aplicar efectivamente las leyes sobre el medio ambiente fue establecido para el periodo 2008-2015. Para el año 2015, una red de control nacional debería estar lista para asegurar el seguimiento de todos los aspectos ligados a los problemas medioambientales, y ello hasta el nivel local. Esta red de control velará por que las normas sean respetadas. Prevención, supervisión y cooperación del gran público son las prioridades. Para la realización de estos objetivos, el plan de acción prevé tres fases. Aparte de la mejora de las normas relativas a la contaminación del aire, el agua y el suelo, también se dispone de tres redes de vigilancia específicas cuyas diferentes estaciones están encargadas, entre otras cosas, de controlar la salud de los habitantes de la región.
En el año 2008 también, el medio ambiente (ANPME) se convirtió en uno de los cinco superministerios.
En agosto de 2009 se adoptó un reglamento que por primera vez imponía para cada plan económico y social (incluyendo el plan quinquenal 2011-2015) un estudio del impacto sobre el medio ambiente. La ANPME se volvía competente a partir de este momento para supervisar las decisiones tomadas en materia de medio ambiente para la mayoría de los demás ministerios. Por lo tanto esto iba más allá de los meros informes acerca del impacto sobre el medio ambiente, que desde el año 2003 eran obligatorios para todo nuevo proyecto y que muchas veces eran cuestionados por las partes interesadas.
En 2008, por ejemplo, el gobierno chino rechazó 156 proyectos porque consumían demasiada energía o eran demasiado contaminantes. La inversión total se había cifrado en 50 billones de euros. En junio de 2009, la ANPME anunció que no aprobaría más proyectos de extensión de dos de las mayores empresas eléctricas del país, Huaneng y Huadian, por las infracciones cometidas en materia de medio ambiente. Sólo serán estudiados los proyectos relacionados con nuevas formas de producción de energía y protección del medio ambiente. La construcción de presas sobre el río Jinsha (afluente del Yangtsé) en la provincia de Yunnan fue detenida, al igual que la puesta en marcha de los proyectos anteriormente aprobados. La empresa Huaneng construyó ilegalmente sobre el río Jinsha en 2009 la presa de Longkaikou, y la empresa Huadian hizo lo mismo con la presa de Ludila. Al actuar de esta forma, las dos empresas causaron daños a un medio ambiente frágil. Huaneng también ha sido criticada por la construcción de una gran central de carbono con agua enfriadora en Mongolia Interior, una región que ya se ve enfrentada a una importante escasez de agua. En Shandong, dos fábricas de acero también fueron cerradas porque empleaban máquinas contaminantes y poco económicas.
En el plan anticrisis de octubre de 2008, que desbloqueó para el periodo 2009-2010 cerca de 400 billones de euros, un 14% estaba reservado a la protección del medio ambiente. Pero según un estudio del banco HSBC[12], un tercio del total de las inversiones estaría relacionado con el medio ambiente. En otras palabras, a la hora de conceder préstamos bancarios en el marco de nuevos proyectos, se tiene en cuenta el estudio del impacto sobre el medio ambiente.
En enero-febrero de 2009, el gobierno publicó su visión a medio plazo del sector industrial en “un plan de adaptación y revitalización de diez industrias estratégicas de la economía”. Estas industrias crean conjuntamente el 80% del valor añadido del sector industrial y un tercio del total del PIB. Modernización, concentración, ahorro energético, respeto del medio ambiente son las principales consignas, además de, obviamente, la adaptación de la capacidad de producción a la demanda y el aumento de la fuerza competitiva.
No obstante, estas medidas de protección siguen siendo sufriendo un cierto retraso con respecto a la rápida expansión económica. Los informes de los expertos siguen siendo alarmantes. Así, en 2009 la contaminación habría causado la muerte prematura de 750.000 personas. Para los más pesimistas, el coste económico de la contaminación ambiental ascendería al 10% del PIB.
A continuación, una visión general de los principales ámbitos afectados:
Rehabilitación de los suelos y del medio natural
El mayor problema al cual se enfrenta China en materia de medio ambiente es la escasez de tierras cultivables. Desde hace varios siglos ya, la presión demográfica ha sido la causa principal de la deforestación y del exceso pasto de las estepas, lo cual ha supuesto a su vez la desertificación de importantes partes de China. Todo ello, combinado con la grave escasez de agua, podría constituir a largo plazo una amenaza para la seguridad alimentaria.
Las plantaciones de árboles (plantaciones en la linde de los desiertos y reforestación de las tierras agrícolas poco fértiles), así como la limitación de las manadas en las estepas, son programas a largo plazo que han sido reforzados en los últimos años. En 1977, la tasa de reforestación se elevaba en toda China al 5%. Hoy, alcanza el 20% y podría llegar al 22% en los próximos cinco años.
En 2009, el gobierno central chino tomó la decisión de prever cada año 80 millones de euros en materia de subsidios para la protección de los pastos tibetanos.
En la meseta del Qinghai, lugar donde el río Yangtsé y el río Amarillo toman su fuente, se encuentra un territorio dos veces más grande que Bélgica, donde los pastos están prohibidos. A finales del siglo pasado, estas mesetas se transformaron en una región árida donde 50 millones de agricultores han tenido muchas dificultades para sobrevivir. A finales de los años 90, el gobierno, en asociación con el Banco Mundial, lanzó un proyecto de rehabilitación. Así, gracias a técnicas agrícolas más eficaces, basadas en la experiencia de la población local, ha sido posible hacer que una superficie tan grande como Bélgica pueda de nuevo ser verde y fértil.
La lucha contra la erosión del suelo sobre una superficie de 100.000 km2, la rehabilitación del medio natural sobre 120.000 km2, la lucha contra la desertificación sobre 220.000 km² y la rehabilitación de las estepas dañadas sobre 1,1 millones de km² también forman parte del plan 2006-2010. Por otra parte, está previsto preservar el 16% de la superficie natural como reserva natural, de la cual la mitad son pantanos.
De ahora en adelante, la superficie total de las tierras agrícolas cultivables deberá mantenerse en el nivel actual, es decir 120 millones de hectáreas.
El aire
En estos últimos años, las emisiones de CO2 de los coches han venido a sumarse al esmog causado por las emisiones de carbono. Si los vehículos contaminan tanto, es debido a que en China las refinerías de petróleo no están equipadas para refinar correctamente el petróleo sulfuroso importado.
Pese a que ya se notaba en 2005 una ligera mejora con respecto a 1999, sólo el 50% de las ciudades chinas que no estaban homologadas a las normas de contaminación atmosférica lo son hoy en día.
Las partículas finas se han convertido en una de las principales preocupaciones de las ciudades. En 2003, la mitad de las ciudades examinadas poseía una tasa de partículas de más de 100 µg/m3, es decir la mitad de la norma americana. El 20% de las ciudades presentaba incluso una tasa superior a à 150 µg/m3. Sólo el 1% de la población china vivía en zonas en las cuales la tasa era inferior al 40 µg/m3.
La situación es menos catastrófica en lo que respecta al dióxido de azufre (SO2). En 2003, las tres cuartas partes de las ciudades tenían un nivel inferior a la media americana, es decir el 60 µg/m3. Pese a un alza del 75% del consumo de carbono entre 2000 y 2005, las emisiones de SO2 “sólo” aumentaron un 28% gracias a la desulfuración de los grandes consumidores. El plan 2006-2010 apunta a una reducción del 10% de las emisiones de SO2 con el mantenimiento de los niveles de óxido de nitrógeno. Estos objetivos hoy ya están alcanzados.
El gobierno quiere aumentar en un 5,6% el número de días durante los cuales la calidad del aire en las ciudades sea correcta.
Las cifras indican que la contaminación atmosférica es la causa de 411.000 muertes prematuras al año, en regla general debidas a enfermedades de los pulmones o enfermedades del corazón. El aumento de la contaminación también es responsable del alza del número de cánceres. Existen modelos que permiten calcular el coste de la mortalidad y de las diferentes enfermedades resultantes de la contaminación. Según el modelo utilizado, el coste de la contaminación atmosférica se elevaba en 2003 a 150 billones de yuanes al año en costes directos, y 520 billones de yuanes si se incluyen las pérdidas de producción.
Aparte del coste humano, la contaminación atmosférica engendra un coste en términos de lluvias ácidas y acarrea consecuencias sobre las cosechas. Las pérdidas económicas del sector agrícola debidas al SO2 y las lluvias ácidas estaban estimadas en 30 billones de yuanes al año en 2003.
El agua
Entre 1990 y 2005, la calidad del agua en el sur (rica en flujos de agua) ha ido mejorando. En cambio, en el norte, donde se enfrenta una grave escasez de agua, la calidad del agua tiende a degradarse. China decide entonces medir la calidad del agua de los ríos en 2.000 lugares distintos. De allí resulta que el 90% de las aguas situadas en el entorno de las ciudades están fuertemente contaminadas. La calidad del agua se clasifica de 1 (muy buena) a 5 (muy mala). Un estudio realizado en 2004 en los siete mayores ríos del país demuestra que sobre las 412 secciones de ríos analizadas, el 42% entraba en las categorías 1 a 3, el 30% en las categorías 4 a 5 y el 28% ni siquiera respondía a las normas del grupo 5. Los mejores resultados provenían del río de las Perlas y del río Yangtsé. El río más contaminado era el río Huai, con más de la mitad del agua de una calidad inferior a las normas del grupo 5. En cuanto a los grandes lagos, la situación apenas era mejor. Las tres cuartas partes de ellos sufrían de eutrofización[13].
La construcción de estaciones de depuración ha permitido estabilizar la cantidad de aguas industriales residuales.
Estación de depuración de aguas residuales en Lianyungang, provincia de Jiangsu
El tratamiento de las aguas domésticas está mejorando. En 1999, sólo un 15% de las aguas empleadas eran depuradas en las ciudades, mientras que alcanzaba el 46% a finales de 2004. No obstante, lo que indica esta cifra es que en las megalópolis esta tasa se eleva al 75% pero que es mucho menor en las “pequeñas” ciudades.
Las cantidades cada vez más importantes de abono químico empleadas en la agricultura hacen de ello un difuso factor de contaminación.
El plan 2006-2010 prevé una disminución del 10% de la contaminación, medida en función de la demanda química en oxígeno, y apunta hacia una disminución de alrededor del 4,1% del agua de superficie de mala calidad así como un aumento de alrededor del 2% del agua de buena calidad.
En 2005, si bien cerca del 95% de la población tenía acceso a agua corriente en las ciudades, sólo una persona de cada tres podía disfrutar de ello en el campo. El acceso al agua potable para todos es una de las prioridades del plan anticrisis de 2008.
El empleo de abonos químicos se ha duplicado entre 1990 y 2000, lo cual ha conllevado a menudo la infiltración de nitratos en las capas freáticas. Se observa igualmente fuertes concentraciones de flúor en el agua potable. Cerca de 63 millones de personas consumen por lo tanto agua del grifo con fuertes concentraciones de fluor.
Según las cifras de la OCDE, esta agua contaminada, que acarrea graves diarreas, mata cada año a 30.000 niños chinos, particularmente en las zonas agrícolas. El número de fallecimientos por cáncer debido a la contaminación del agua es bastante parecido al de la media mundial, con cifras incluso más elevadas para el cáncer de hígado o estómago. En el caso de los adultos, ha sido demostrado que el 11% de los casos de cáncer del sistema digestivo se deben al consumo de agua contaminada.
El coste engendrado por las enfermedades y los fallecimientos causados por la contaminación del agua se estima en 66 billones de yuanes al año.
Escasez de agua
Mientras que el sur rebosa de puntos de agua, el norte carece cruelmente de ella. Se trata de las cuatro cuencas del norte, que sin embargo representan menos de una quinta parte del agua disponible, y que irrigan las dos terceras partes de las tierras agrícolas. Se habla de escasez cuando los niveles se sitúan entre 1000 y 17.000 metros cúbicos por persona. Por debajo de 1000 metros cúbicos se habla de escasez extrema. Las estadísticas indican que en seis provincias chinas (de un total de 30), la cantidad media de agua disponible por habitante es inferior a 500 metros cúbicos y que en otras cinco provincias no supera los 1000 metros cúbicos. En otras palabras, un tercio de las provincias se ven enfrentadas a una grave escasez de agua. Para hacerle frente, los agricultores utilizan la capa freática. Lo que explica por qué en algunas regiones ha bajado 50 metros desde 1960 y que siga perdiendo dos metros cada año. Otro medio al cual recurren los agricultores para hacer frente a la escasez de agua es la utilización de aguas contaminadas para la irrigación y la industria. Sin embargo, la utilización de aguas ya usadas para la irrigación no sólo conlleva una disminución de la producción, sino también de las cosechas, que pueden resultar nocivas para la salud, o incluso una degradación del suelo prácticamente irreversible.
El coste de la escasez de agua sumada a la contaminación es estimado según algunos especialistas en 147 billones de yuanes al año. El coste del agotamiento de la capa freática se eleva a 92 billones de yuanes.
Curso del río Yangtzé, provincia de Yunnan
Tres grandes canales están en vías de construcción para orientar el agua del río Yangtsé hacia las grandes ciudades y los territorios secos del norte. La sección oriental ya es parcialmente operativa, pero los trabajos de la sección que atraviesa la provincia de Shandong tienen un retraso de cinco años, precisamente a causa de la contaminación del agua. En lo que respecta a la sección central, que prevé el establecimiento de una gigantesca reserva río arriba, ya se han iniciado expropiaciones en masa. En cuanto a la sección oeste situada en la parte montañosa, aún se está estudiando la cuestión. Desafortunadamente, esto no bastará si no se le pone un freno al consumo desenfrenado. El plan 2006-2010 prevé reducir en al menos un 30% el consumo por unidad de PIB producida y bloquear las cantidades de agua de irrigación, que tendrán que ser utilizadas con mayor eficacia.
Las cantidades invertidas por China para el suministro de agua han alcanzado la cifra récord de 142 billones de yuanes en 2009, es decir dos veces más que en 2008 (65 billones). El gobierno ha desbloqueado más de 63 billones, el resto provenía de las provincias. Este dinero ha permitido mejorar más de 6000 depósitos y proveer a más de 61 millones de personas con agua potable. Entre 2008 y 2009, el país aumentó en 1,17 billones de metros cúbicos la capacidad de almacenamiento de agua y mejoró la irrigación de las tierras sobre una superficie de 3,84 millones de hectáreas.
Residuos sólidos
Los distintos escándalos que estallaron en 2009 en relación a los metales pesados han ocultado el hecho de que la reducción de los residuos urbanos e industriales está siendo conforme al plan. Para finales de 2010, el grado de reciclaje general deberá alcanzar el 60%.
En lo que respecta a los residuos domésticos, la mayoría de las operaciones de reciclaje son llevadas a cabo por pequeños autónomos. Por desgracia, se siguen vertiendo importantes cantidades de residuos. En los situados en los alrededores de las ciudades, inmensas cantidades de residuos esperan ser tratadas.
En el terreno industrial, China está en el buen camino para reducir el volumen de residuos.
Frank Willems (franki.willems@gmail.com) fue presidente de la Asociación China-Bélgica. Ha trabajado durante 25 años en el comercio con China. También ha vivido durante dos años en Shenyang, donde dio clases en la Universidad normal. Es uno de los fundadores de www.chinasquare.be y da numerosas conferencias sobre China.
Notas:
[1] GIECC: Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC: Intergovernmental Panel on Climate Change).
[2] CMNUCC: Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCC: United Nations Framework Convention on Climate Change).
[3] Brasil, Rusia, India y China
[6] Publicado en varios medios, incluyendo la página web
[7] Un GW (gigavatio) = 1000 MW (megavatios) = 1.000.000 KW (kilovatios)
[8] China es el principal participante del Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) previsto por el protocolo de Kyoto. El MDL permite a los países industrializados invertir en proyectos de limitación del CO2 en países en vías de desarrollo como China y así compensar sus propias emisiones.
[9] Capa de hielo permanente en los niveles superficiales del suelo de las regiones muy frías o periglaciares.
[12] Hong Kong and Shanghai Banking Corporation (HSBC) 2009 : Building a green recovery http://www.hsbc.com/1/PA_1_1_S5/content/assets/sustainability/090522_green_recovery.pdf
[13] Eutrofización: degradación de un medio acuático que conlleva un empobrecimiento del medio en oxígeno y la proliferación de algunas algas.
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