El 3 de abril del año 2011, el Partido Comunista de Grecia (KKE) publicaba en su página web un discutible artículo del responsable de su sección de Relaciones Internacionales, Elisseos Vagenas, titulado “El papel internacional de China”. En este artículo, Vagenas hacía un “análisis” de la naturaleza política y económica de la República Popular de China y de su papel en las relaciones internacionales. Este artículo pasaría posteriormente a formar parte de la famosa publicación “Colección sobre temas actuales del movimiento comunista”, disponible en la web del KKE, y que goza de cierto renombre en algunos sectores del movimiento comunista de nuestro país. Aunque, por lo que veremos después analizando más detalladamente el artículo del camarada Vagenas, podemos afirmar que, en algunos casos, la valoración que se suele hacer de esta obra del KKE guarda cierta desproporción en relación al contenido que encierra.
El artículo del camarada Vagenas, muy crítico con China, nos indica que la dirección del KKE aún sigue presa de las viejas concepciones soviéticas sobre China, heredadas de la época de la crisis del movimiento comunista internacional en los años 50-60 del siglo pasado, que se saldó con la ruptura entre el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) y el Partido Comunista de China (PCCh). Por decirlo con otras palabras, la dirección del KKE demuestra no haber roto aún, en esencia, con las concepciones anti-chinas propias de los Jruschov y Brézhnev, cosa que contradice aparentemente el carácter de partido marxista-leninista, libre de desviaciones ideológicas, que tanto reivindica.
No obstante, se ha de reconocer que, si el KKE goza de cierto prestigio en algunos sectores del movimiento comunista de nuestro país (y de cierta capacidad de mando sobre ciertos comunistas con principios volubles), tampoco lo ha conseguido sin méritos por su parte. Al césar lo que es del césar. Tras la victoria de la contrarrevolución en el este de Europa y en la Unión Soviética, el KKE se mantuvo fiel a sus principios ideológicos y al socialismo, negándose a renunciar a su carácter de partido marxista-leninista. Fue el promotor a partir de 1998 de los Encuentros de Partidos Comunistas y Obreros (EIPCO), que se celebran cada año. Mediante la elaboración de materiales teóricos, el KKE ha contribuido al esclarecimiento de las causas de la contrarrevolución en la Unión Soviética (fueron particularmente valiosas sus aportaciones sobre el revisionismo en materia de economía, en especial en sus “Tesis sobre el Socialismo” para su XVII Congreso), así como en el desenmascaramiento de la Unión Europea como superestructura política al servicio de los monopolios europeos. En su país, el KKE ha tenido un papel trascendental en el movimiento obrero para contrarrestar la estrategia de división sindical del Movimiento Socialista Panhelénico (PASOK) y otras fuerzas socialdemócratas, con la creación en 1999 del Frente Militante de los Trabajadores (PAME), que hoy tiene una considerable capacidad de movilización en el movimiento obrero griego.
Sin embargo, en algunos otros aspectos, y en especial aquellos que guardan relación con la división del movimiento comunista internacional a partir de los años 60 (y con el necesario balance de las distintas experiencias de construcción socialista habidas en el siglo XX), se puede observar, a través del artículo de Elisseos Vagenas, que la dirección del KKE aún se aferra a los viejos clichés y dogmas emanados de la dirección revisionista del PCUS que acabó restableciendo el capitalismo en la Unión Soviética. De allí que el camarada Vagenas patine completamente a la hora de hacer un análisis científico de China. En su artículo, nos relata una especie de “cuento de terror” en el que, como suele ocurrir con los metafísicos, sólo se hablan horrores de China, de supuestos crímenes y pecados que atribuye al PCCh tanto en el pasado como en el presente, y de lo insatisfactorio que resulta el socialismo chino para él. Un modelo socialista que, sustituyendo la ciencia por la religión, contrapone de forma maniquea a la construcción del socialismo en la Unión Soviética, como si ambas experiencias, la soviética y la china, fueran una y otra expresiones del “bien” y del “mal”. Prueba de ello es que, en todo su artículo, el camarada Vagenas es incapaz de decir una sola cosa positiva que se haya derivado de la revolución china de 1949. ¿Es ésta una forma de analizar propia de marxistas?
Paradójicamente, el camarada Vagenas afirma al principio de su artículo, con mucha razón, que “una de las lecciones que hemos sacado de la contrarrevolución en la Unión Soviética es que los comunistas no deberían dejarse llevar plenamente por lo que decía el PCUS”. Con estas palabras, el camarada Vagenas insinúa que tampoco deberíamos “dejarnos llevar” por lo que diga el PCCh. Sin embargo, no se tiene constancia de que, una vez falleciera Mao Zedong y fuera ungido al poder Deng Xiaoping, exista una organización comunista de cierta relevancia que sea ejemplo de ello, es decir, que sea en la actualidad un “partido altavoz” del PCCh, como lo era el KKE en la segunda mitad del siglo XX cuando se “dejaba llevar” por el revisionismo soviético. Los partidos comunistas “oficiales” de tradición pro-soviética que acuden al EIPCO no han tenido, en su inmensa mayoría, lazos de hermandad con la República Popular China, si exceptuamos el caso excepcional del Partido del Trabajo de Bélgica (uno de los pocos partidos de inspiración “maoísta” que no rompió relaciones con China tras la llegada al poder de Deng), u otros casos como el del Partido Comunista de España, que durante su etapa eurocomunista tejió lazos de hermandad con el PCCh por una serie de circunstancias históricas (principalmente por la política de alianzas del PCCh durante su etapa de confrontación acérrima con la Unión Soviética). Pero, por regla general, si exceptuamos ciertas organizaciones provenientes del eurocomunismo, parece ser que la mayor parte de los partidos que asisten al EIPCO comparten en mayor o menor medida las críticas de la dirección del KKE contra China.
Por otra parte, los partidos hoxhistas (también presentes en Grecia), odian todo lo que huela a China o maoísmo,[1] fruto de su seguidismo ciego de los bandazos que dio en su día Enver Hoxha, que partiendo de la simpatía por el “pensamiento de Mao Zedong” acabó en el anti-maoísmo más extremo.[2] En cuanto a los maoístas nostálgicos de la Revolución Cultural, que no son precisamente partidarios de la China actual, (por mucho que el camarada Vagenas trate burdamente de meter todo lo “pro-chino” en un mismo saco), si no están prácticamente desaparecidos en la mayoría de países (salvo excepciones), son los que más odian a la nueva China que ha despegado con Deng. De hecho, se puede afirmar que los partidos comunistas que, reconociendo el papel positivo desempeñado por Mao Zedong en el pasado, al mismo tiempo defienden en mayor o menor medida el socialismo en China actual son una rara avis. En este sentido, las raras excepciones son, por ejemplo, el mismo PTB o el PC de Gran Bretaña (marxista-leninista) liderado por el camarada Harpal Brar.[3]
¿Quiénes son, por lo tanto, los que supuestamente se dejan llevar por los supuestos “cantos de sirena” emanados de Beijing? No hay motivos aparentes para creer que exista ese “peligro” en el seno del movimiento comunista internacional. Probablemente, el camarada Vagenas no entiende que, si bien el KKE y otros partidos de corte “pro-soviético”[4] siguieron ciegamente la política de los Jruschov y los Brézhnev, ello no implica necesariamente que todos los demás partidos comunistas tengan que funcionar igual. Cree el ladrón que todos son de su condición.
También es posible que el camarada Vagenas se refiera a fuerzas políticas no-proletarias, con cierta influencia sobre los trabajadores en Europa, a las que la dirección del KKE califica de oportunistas y reformistas. Por ejemplo, en nuestro país tenemos al PCE, que es una fuerza política que mantiene buenas relaciones con el PCCh y que se muestra entusiasta con el desarrollo económico de China[5] (actitud del PCE que sin duda celebro, aunque con matices). Pero aún siendo así, si el camarada Vagenas comienza su artículo afirmando que “los comunistas no deberían dejarse llevar plenamente por lo que decía el PCUS”, de allí se infiere que se dirige al movimiento comunista más genuino, es decir, el que tiene (al menos en lo formal) al marxismo-leninismo como principio rector. Y como ya he dicho, son más bien pocos los partidos comunistas, de la corriente o tradición que sea, que hagan una valoración positiva de China en la actualidad. Si acaso, puede que algún partido comunista en un país del llamado “tercer mundo” que tenga relaciones comerciales ventajosas con China, pero aún así sería escaso su número. Por lo tanto, no se puede considerar que haya existido en los últimos años una “peligrosa tendencia” a que proliferen las opiniones favorables a China en el seno del movimiento comunista “clásico”. El camarada Vagenas debería decir abiertamente quiénes son los que se “dejan llevar” por lo que supuestamente dice el PCCh.
Finalmente, si bien es cierto que los partidos comunistas “no deberían dejarse llevar” por lo que digan otros partidos comunistas en el poder, entonces, ¿por qué el camarada Vagenas repite en su artículo los viejos clichés y prejuicios anti-chinos divulgados en su día por los Jruschov y los Brézhnev?
En este artículo trataré de refutar algunas acusaciones que el camarada Vagenas hace en su artículo contra China y contra el PCCh, acusaciones a veces gravísimas que en última instancia solamente benefician al imperialismo. Esta iniciativa me parece necesaria, máxime cuando en el artículo del camarada Vagenas se pueden leer barbaridades como que “China es miembro de la ONU desde su fundación” (sic) difíciles de creer por parte de un cuadro de un partido comunista que pretende ser serio. Más chocante aún es que nadie hasta ahora se había molestado en escribir una mínima crítica ante tales meteduras de pata. Muy al contrario, algunos de los admiradores del KKE, desde el fanatismo, o simplemente desde una ignorancia descomunal, jalean a sus dirigentes por sus ataques a China, sin haberse molestado en leer otros análisis más desapasionados y menos unilaterales, o sin haber hecho el esfuerzo de documentarse sobre la historia de China y del PCCh.
Evidentemente, muchos podrán preguntarse: ¿por qué ahora este artículo, transcurridos ya más de 3 años desde la publicación del artículo de Elisseos Vagenas? La respuesta es que, en los últimos años me he dado cuenta de la importancia de defender a la República Popular de China, país que está transformando las condiciones de vida de una quinta parte de la humanidad, y que está jugando un papel de importancia histórica en las relaciones diplomáticas y comerciales con los países del llamado “tercer mundo”. Luego, está el deber ineludible para todo comunista de defender el socialismo, o si algunos lo prefieren, lo que queda de socialismo en China. Un deber al que no se puede faltar por medio de coartadas baratas, y al que han faltado muchos “comunistas” en Occidente, bien sea por dogmatismo, ignorancia, cobardía, o simplemente porque durante muchos años han estado recluidos en sus casas sin saber qué hacer después de la desaparición de la Unión Soviética – antes de reiniciar su actividad política, en los años recientes, con una fraseología ahora ultra-revolucionaria.
Muchos de estos “pro-soviéticos”, que en el pasado defendieron con vehemencia el revisionismo soviético y la perestroika, ahora juegan a la “revolución” desde la aventajada posición que les otorga su estatus de miembros de la aristocracia obrera y la pequeña burguesía (desgraciadamente la intelectualidad marxista-leninista en España está copada por estos elementos sociales). Y hoy atacan con fiereza a China, aparentemente por no haber seguido el mismo camino que la Unión Soviética, o al menos mantienen una postura de falsa equidistancia entre China y el imperialismo. En este artículo veremos los motivos históricos que explican este tipo de posicionamiento. De momento, me limitaré decir que tras esta pantalla “ultra-revolucionaria”, que condena a China por no tener un socialismo tan puro como quisieran ellos, realmente se esconde el hecho de que durante los años 90 este tipo de dogmático-oportunistas no fueron capaces de soportar la enorme presión anticomunista que los regímenes burgueses ejercieron sobre ellos. Y es que tratar de comprender y después defender a un país socialista tan complejo como China, no es cosa fácil. Por eso es comprensible que para algunos haya sido mucho más fácil desertar del campo de batalla ideológico y optar por lo fácil, que es unirse al campo enemigo en lo discursivo.
Otro motivo para la redacción de este artículo es que durante mi breve vida militante pude darme cuenta de la gran influencia que ejerce el KKE sobre muchos comunistas en España.[6] Cosa que se debe, al menos en parte, a una excesiva admiración por las elaboraciones teóricas del KKE, siendo éste el caso del artículo del camarada Vagenas. Ciertamente, el KKE ha escrito materiales brillantes sobre ciertas cuestiones (como ya dije, las causas de la derrota del socialismo en la Unión Soviética, por citar un ejemplo). Pero con la creencia de que las posiciones políticas de la dirección del KKE no son siempre correctas, y habiéndome dado cuenta de cuál era la valoración general sobre China en el seno de la izquierda en general (es decir, no solamente en el seno del movimiento comunista, sino también en sectores del eurocomunismo, del trotskismo y otros movimientos políticos y sociales), decidí emprender la escritura de este artículo, con el objetivo de refutar una serie de prejuicios que imperan en el seno de la izquierda sobre China, así como las calumnias que el camarada Vagenas escribe en su artículo. No se puede dejar que los comunistas, en especial los más jóvenes, que son la semilla del futuro, estén abandonados a su suerte para que las ideas equivocadas campen a sus anchas, sin que uno al menos responda de forma contundente para poner las cosas en su sitio.
Pero, aún así, muchos podrán preguntarse, ¿por qué ahora, después de tres años? El motivo es que, sencillamente, antes la escritura de este artículo no era una prioridad. Y además, por una cuestión de “disciplina militante”, no era posible emprender este tipo de iniciativas. Ahora que me veo libre de ataduras, puedo por fin acometer una tarea que hace años no era prioritaria pero ahora considero oportuna, para defender a China de los ataques infundados de la que es objeto. Ataques que no solamente provienen de los sectores “pro-soviéticos” (KKE y partidos afines), sino también desde otras corrientes, como los propios maoístas a quienes la dirección del KKE tanto pretende oponerse, los hoxhistas y los trotskistas. Curiosamente, todos éstos coinciden en la crítica a China, con lo que se produce una especie de maridaje aparentemente difícil de explicar, pero que es del todo lógico, si uno tiene en cuenta que todas estas corrientes tienen un denominador común, que es la concepción dogmático-revisionista del marxismo-leninismo. Por ello, las conclusiones que sacan hoxhistas, maoístas y jruschovistas-brezhnevianos en relación a China no se diferencian en nada de las de los trotskistas.
[1] Esto se puede comprobar en el apartado “Algunas cuestiones sobre China” del Informe al Pleno del Comité Central del PCE (m-l), Febrero de 2011 http://www.pceml.info/2012/02/14/informe-aprobado-por-el-pleno-del-comite-central-del-pce-m-l-extractos/
[2] En su Informe al VII Congreso del Partido del Trabajo de Albania (PTA) celebrado en 1976, Enver Hoxha afirmaba: “Las victorias históricas que el pueblo chino ha alcanzado en su gloriosa revolución y en la edificación del socialismo, la creación de la nueva China Popular y el elevado prestigio del que goza en el mundo están directamente ligados al nombre, a las enseñanzas y a la dirección del gran revolucionario que fue el camarada Mao Zedong. La obra de este eminente marxista-leninista representa una contribución al enriquecimiento de la teoría y de la práctica revolucionaria del proletariado”. Cinco años más tarde, en el VIII Congreso del PTA, en 1981, Hoxha sostenía en cambio que: “El revisionismo chino es una corriente oportunista en el movimiento comunista mundial, y el pensamiento-Mao Zedong,… es su fundamento, una ideología de rasgos arcaicos […] una ideología hegemonista que tiende a la dominación mundial… La teoría por la que se guiaba la nueva China no era el marxismo-leninismo. […] bajo el hábito de la ‘revolución’ se escondía la contrarrevolución,… bajo el hábito del pensamiento-Mao Zedong se escondía el antimarxismo, se escondía una corriente del revisionismo moderno… El alcance de la lucha del Partido del Trabajo de Albania reside en que ha derribado dos mitos, el de China como un país en el que se construía el socialismo, y el del pensamiento-Mao Zedong como marxismo-leninismo de nuestra época.”
[4] Vaya por delante que cuando en este artículo empleo la palabra “pro-soviético” en cierto tono peyorativo, no estoy condenando el hecho de simpatizar con la Unión Soviética o defender el socialismo en ese mismo país, que sin duda había que defender incluso hasta la total liquidación del socialismo en los años 89-91. Con este término, sólo me refiero a cierta concepción esclerótica del marxismo-leninismo de algunos sectores del movimiento comunista que en el pasado siguieron la línea revisionista y anti-china de los Jruschov y los Brézhnev. Sectores que, aparte de heredar la concepción del mundo de los revisionistas soviéticos, niegan por completo toda la experiencia de la Revolución China, y aún a día de hoy justifican ciertas políticas y tesis ideológicas del PCUS que en mi opinión están reñidas con el marxismo-leninismo.
[6] En este sentido, llama particularmente la atención el hecho de que, en diciembre de 2012, coincidiendo con la celebración del XVIII Congreso del PCCh, el artículo del camarada Vagenas se volvía a publicar en la web tercerainformacion, afín a las juventudes del PCE.
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