Por Manlio Dinucci
Ante
la “Umbrella Revolution” (definición made in USA), el gobierno británico afirma
estar preocupado por que estén garantizados “los derechos fundamentales y las
libertades fundamentales”. A este respecto, Londres puede dar lecciones. En el
siglo XIX, para poder penetrar en China, los ingleses recurren al comercio del
opio que traen de la India, provocando enormes daños económicos y sociales.
Cuando las autoridades chinas confiscan y queman en Cantón el opio almacenado,
las tropas inglesas intervienen obligando al gobierno a firmar en 1842 el
Tratado de Nanjing, que impone notablemente la cesión de Hong Kong a Gran
Bretaña. Desde entonces hasta el año 1997 Hong Kong ha sido colonia británica,
bajo la gobernanza de Londres. Los chinos son explotados por los monopolios
británicos y segregados, hasta excluidos de los barrios habitados por
británicos. Las huelgas y las rebeliones son duramente reprimidas.
Tras el nacimiento de la República Popular en 1949, mientras reivindicaba la soberanía sobre Hong Kong, Beijing lo utilizaba como enclave comercial, favoreciendo allí el desarrollo. El Hong Kong re-anexionado a China como región administrativa especial, con 7,3 millones de habitantes sobre los casi 1,4 billones de China, tiene hoy una renta per cápita de 38.420 dólares anuales, más elevada que la de Italia, casi seis veces la de China. Y ello porque Hong Kong, como enclave comercial de China, es el décimo exportador mundial de mercancías y el undécimo exportador de servicios comerciales. Además, es visitada cada año por más de 50 millones de turistas, entre los cuales 35 millones de chinos. El crecimiento económico, aunque distribuido de manera desigual (véase el sub-proletariado local y extranjero que sobrevive mediante el “arte de buscarse la vida”) ha traído una mejora general de las condiciones de vida, confirmada por el hecho de que la esperanza de vida media ha subido a los 84 años (con respecto a los 75 años de toda China).
El movimiento estudiantil nacido en Hong Kong para exigir que la elección de la
gente del jefe del gobierno sea directa y no condicionada por Beijing, está
compuesto de jóvenes que por lo general pertenecen a las capas sociales
aventajadas por el crecimiento económico. Tras este fondo se plantea la
cuestión: ¿por qué, cuando se ignoran a cientos de millones de personas que en
el mundo entero luchan cada día, en condiciones mucho peores, por los más
elementales derechos humanos, se transforman algunos miles de estudiantes de
Hong Kong, más allá de sus reivindicaciones, en icono mundial de lucha por la
democracia? La respuesta debe buscarse en Washington. Los inspiradores y los
jefes de lo que se ha definido como un “movimiento sin líder” –según una amplia
documentación– están relacionados con el Departamento de Estado y sus filiales
bajo la forma de “organizaciones no-gubernamentales”, particularmente el
National Endowment for Democracy (NED) y el National Democratic Institute
(NDI), los cuales están dotados con fondos muy consecuentes, que apoyan a
“grupos democráticos no-gubernamentales” en un centenar de países. Dos ejemplos
solamente, entre tantos otros. Benny Tai, el profesor de Hong Kong que ha
lanzado el movimiento “Occupy Central” (ver el South China Morning Post del 27
de septiembre) se ha vuelto influyente gracias a una serie de foros
subvencionados por estás “ONGs”. Martin Lee, fundador del Partido Demócrata de
Hong Kong, fue enviado a Washington por el NED, y tras una rueda de prensa
retransmitida el 2 de abril, fue recibido a la Casa Blanca el 7 de abril por el
vicepresidente Biden.Tras el nacimiento de la República Popular en 1949, mientras reivindicaba la soberanía sobre Hong Kong, Beijing lo utilizaba como enclave comercial, favoreciendo allí el desarrollo. El Hong Kong re-anexionado a China como región administrativa especial, con 7,3 millones de habitantes sobre los casi 1,4 billones de China, tiene hoy una renta per cápita de 38.420 dólares anuales, más elevada que la de Italia, casi seis veces la de China. Y ello porque Hong Kong, como enclave comercial de China, es el décimo exportador mundial de mercancías y el undécimo exportador de servicios comerciales. Además, es visitada cada año por más de 50 millones de turistas, entre los cuales 35 millones de chinos. El crecimiento económico, aunque distribuido de manera desigual (véase el sub-proletariado local y extranjero que sobrevive mediante el “arte de buscarse la vida”) ha traído una mejora general de las condiciones de vida, confirmada por el hecho de que la esperanza de vida media ha subido a los 84 años (con respecto a los 75 años de toda China).
De estos hechos y otros muchos emerge una estrategia análoga a la de las “revoluciones de colores” en el este europeo, que al instrumentalizar el movimiento estudiantil, tiene como objetivo hacer que Hong Kong sea ingobernable y a crear movimientos análogos en otras zonas de China habitadas por minorías nacionales.
Edición del martes 7 de octubre de 2012 de Il Manifesto
Fuente: http://www.mondialisation.ca/hong-kong-sous-les-parapluies/5406743
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