Después de los recientes trágicos acontecimientos en Gaza, considero oportuno publicar este reciente análisis crítico sobre la posición de China sobre la cuestión de Palestina, que nos ha sido enviado por el Observatorio de la Política China. El artículo tiene fecha del 24 de julio, lo cual explica que, por desgracia, ciertos datos acerca del número de bajas civiles no están actualizados.
José Ruíz Andrés es Licenciado en Historia por la Universidad de Valencia, especialista en China Contemporánea y actualmente estudiante de doctorado en la Universidad Pompeu Fabra. Realizó un periodo de prácticas en el Observatorio de la Política China.
El mundo asiste horrorizado desde el pasado 8 de Julio ante la Operación Margen Protector, el último paso hacia la erradicación total del pueblo palestino a manos del estado de Israel. Más de 1.700 viviendas han sido destruidas, el número de desplazados según la ONU supera las 100.000 personas, mientras que otras cifras ya han llegado a 3.640 heridos y 584 muertos, de los cuales un 80% son bajas civiles.
Pero el horror que ahora mismo se vive en territorio palestino no puede ser simplemente cuantificado en cifras sino que hay que observarlo desde un punto de vista cualitativo. Testimonios internos describen Gaza -principal blanco de las acciones del ejército israelí- como un “infierno en la tierra”, donde las víctimas civiles se encuentran sin medicamentos, sin equipos médicos, un bombardeo continuado que no concede ni una “tregua humanitaria” a unas víctimas ya prácticamente sin comida y agua. Las redes sociales permiten a los espectadores de este genocidio tele-retransmitido observar a padres con sus hijos muertos en sus brazos en pleno estado de shock. Sin embargo, este horror no es sólo el del sufrimiento de las víctimas sino también de la actitud de muchos ciudadanos del estado israelí reunidos por las noches para ver entre aplausos como caen las bombas sobre Gaza[1]. Terribles comentarios en diversas redes sociales: “gasear a los árabes”, “los palestinos son animales, matarles no es asesinato”, pero cuya cumbre es la de una diputada del parlamento israelí que instaba a matar a madres y a niños para que los palestinos no se puedan reproducir[2]. Esto no es una guerra, es un genocidio.
Las reacciones internacionales, sin embargo, resultan muy comedidas ante la brutalidad de los hechos. Empezando por Estados Unidos, que asegura «está preparado para facilitar el cese de hostilidades» -como si esto fuera un conflicto simétrico- y reiterando el “derecho a defenderse por parte de Israel”, declaraciones a las que se adhiere con especial entusiasmo el primer ministro británico David Cameron y, en menor medida, Ángela Merkel. Vladimir Putin, al igual que la canciller alemana, ha mantenido conversaciones telefónicas con Tel Aviv, instándole a cesar los ataques a Gaza; sin embargo, en otras declaraciones frente a una misión de rabinos que visitaban Moscú, mostraba su apoyo a “la batalla de Israel que se destina a mantener a sus ciudadanos protegidos” demostrando una actitud ambigua por parte del ejecutivo ruso. Resumiendo, en principio, Palestina está sola. Es por ello por lo que muchos nos preguntamos ¿Dónde está China?
Entendiendo que el principal garante del estado de Israel en la región son Estados Unidos y la UE, las perspectivas del fin de la hegemonía internacional de Washington resuenan para la causa palestina como una silenciosa promesa. La posición de la República Popular China como una gran potencia económica mundial -principal exportador del mundo y según datos del Banco Mundial primera economía mundial en el año 2015- ha provocado que los mass media declaren a China como la próxima potencia que heredara el cetro estadounidense.
Frente a estas alabanzas externas encontramos una actitud de rechazo por parte de los dirigentes chinos, que se empeñan -no sin razones- en continuar ofreciendo un perfil de país en vías de desarrollo y en un segundo lugar la búsqueda de una casi forzada neutralidad en los conflictos internacionales que escapan a su área de influencia. Las declaraciones en el Diario del Pueblo -principal medio oficial en prensa escrita- de Xi Jinping desde Venezuela no dejan de ser significativas por el tímido posicionamiento.
“Estamos seriamente preocupados y entristecidos por el conflicto en Gaza, el cual ha causado graves pérdidas de civiles" (…) “Apoyamos los esfuerzos de mediación de las Naciones Unidas, de los países de la región y de la Liga Árabe”[3]
Estas declaraciones podrían ser homologables a las de otras crisis, incluso podríamos calificarla de un discurso ya creado para este tipo de ocasiones. Aquí están las declaraciones de Hua Chunying, la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores con respecto a la Operación «Pilar Defensivo» en el año 2012:
"China está muy preocupada por la continuación, por Israel, de las operaciones militares a gran escala hacia la Franja de Gaza. Condenamos el uso excesivo de la fuerza que ocasionan muertes y lesiones entre la inocente gente común". (...) "China apoya la posición de los países árabes sobre la cuestión de Palestina, y aprecia y apoya los esfuerzos proactivos de Egipto y de otros países y de la Liga Árabe para mejorar la situación actual" (... ) "instamos a las partes interesadas, especialmente Israel, a mantener la máxima moderación y a que cesen el fuego tan pronto como sea posible, evitando cualquier acción que pueda agravar la situación o aumentar las tensiones"…
Pero esta moderación resulta especialmente injustificable en este caso pues en los recientes años la República Popular China se había convertido en un garante de Palestina para su reconocimiento como estado en las instituciones internacionales, concretamente votando en el año 2012 a favor de su inclusión en las Naciones Unidas como un estado observador. Pero pese al respaldo diplomático, para los palestinos, China no está ni tampoco se le espera, como se refleja en este cuadro de la iniciativa «Global Attitudes»[4], donde se refleja que para la mayoría de encuestados China es un país que no entra en la ecuación, calificándolo como un país que ni es un enemigo ni tampoco un aliado. ¿Será porque en momentos como éste China prefiere optar por el discurso de la moderación y no toma medidas contra Israel? ¿No tendría la obligación ética de avalar con acciones sus palabras una potencia del nivel de China en un caso de abuso tan evidente? ¿Por qué apoyar a Palestina en lo institucional y en momentos de agresión dar un paso atrás?
Una suposición es pensar que las miras de China en cuanto a las relaciones internacionales se limitan principalmente a sus conflictos fronterizos y que prefiere mantener un perfil bajo con respecto al resto del mundo. Esta visión, aunque extendida, es probablemente la menos acercada. En primer lugar, y con la gira internacional de Xi Jinping en América Latina que le ha llevado a países como Venezuela o Cuba, siempre podríamos decir que China en este caso muestra un interés diplomático siempre y cuando pueda obtener un rédito económico de la región... lo que no excluye la posibilidad de que un país con deficiencias energéticas busque la fidelización de una serie de regímenes en una zona dotada del 60%[5] de la reserva mundial de petróleo. Sea como sea, la realidad es que diplomáticamente China interviene en la región. De hecho, se posicionó firmemente contra la ocupación militar de los Estados Unidos en la guerra de Irak y de igual manera se opuso a la reciente propuesta de intervención de los Estados Unidos en Siria e Irán el pasado año. Este paradigma tampoco explicaría el tradicional apoyo diplomático a la causa palestina: no hablamos simplemente del apoyo de Mao a la OLP, sino del apoyo en 1988 a la «declaración de independencia de Palestina» así como del reconocimiento el mismo año del Estado Palestino. Además, está el ya comentado apoyo que China dio a Palestina para formar parte de la ONU como estado observador. Si bien es cierto que el ascenso de Hamás en las elecciones internas genera un distanciamiento entre Beijing y Ramala, lo que nos lleva a una segunda interpretación.
China tiene problemas de incompatibilidad para apoyar la creación de un estado palestino, precisamente al tener problemas similares internos. Nos referimos en este caso a las tensiones con diferentes movimientos que buscan la creación de estados propios e independientes lejos de la influencia de Beijing. Nos referimos a los clásicos problemas del Tíbet y del Turkestán Oriental -cuyo movimiento por la independencia ha reivindicado en el último año varias acciones causando numerosas víctimas civiles en varios puntos de la República popular- y también al ascenso del independentismo en la Isla de Formosa -actualmente República de China-. La teoría en este caso es la de que las acciones de la política exterior están principalmente marcadas por los conflictos interiores de cada país. Este punto de vista podría justificar el abandono de la Autoridad Palestina, y principalmente el abandono de la región de Gaza (principal bastión de Hamás). Y sin embargo la mayoría de las declaraciones del gobierno chino son en defensa de la franja de Gaza cada vez que hay una intervención israelí. Y lo cierto es que China brindó su apoyo diplomático a Palestina pese a las fuertes tensiones de sus problemas internos a lo largo de la primera década de los 2000.
Cierto, no resulta coherente defender la creación de un nuevo estado mientras que cualquier iniciativa similar en el interior del estado se reprime la existencia de nuevos estados. Sin embargo, apoyar a Palestina frente a Israel resulta coherente dentro del discurso sobre las relaciones internacionales de la República Popular China: Se trata de romper la hegemonía de Washington como gendarme internacional desde uno de los puntos más oscuros de su política exterior. Se trata de construir un nuevo orden multipolar donde los consensos internacionales no puedan ser vetados desde el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas -instrumentalizando las instituciones a conveniencia e ignorándolas cuando no conviene, como en la segunda guerra de Irak-. El paraguas con el que Estados Unidos protege al estado de Israel es la evidencia de que la retórica de los derechos humanos que se emplea desde la Casa Blanca es pura hipocresía para justificar una agresiva política exterior que, entre otras cosas, busca estrangular a China. Por ello, China no debe perder la oportunidad de tomar posiciones, y de hecho lo hace desde la pura diplomacia.
Da la sensación que más que falta de voluntad, China es incapaz de hacer valer sus principios internacionales en Oriente Medio, lo que constituiría nuestro tercer escenario. Diferentes informes sitúan al Ejército Popular de Liberación como el tercer ejército más poderoso del mundo, por detrás de Estados Unidos y de Rusia; sin embargo, su capacidad de intervención lejos de sus fronteras está fuertemente limitada. En primer lugar, China sólo cuenta con bases navales en su propio territorio, y sus fuerzas navales tan solo cuentan con dos portaaviones[6]. Del mismo modo, las bases aéreas también se encuentran únicamente en su propio territorio. Esto pone en un lugar difícil a China para hacer valer sus intereses (altruistas o no) en la región a través de su ejército. Sin embargo, siempre podría ejercer presión económica para conseguir sus propósitos. Las relaciones económicas entre China e Israel aumentan considerablemente, al igual que sus contactos diplomáticos. En el año 2013, China representaba para Israel el segundo socio comercial tanto para sus exportaciones como para sus importaciones[7], representando el 8% de su comercio bilateral; cualquier acción de embargo económico sobre el estado de Israel supondría sensibles pérdidas frente a un daño asumible para la segunda economía más potente del mundo. Y en último lugar siempre podría ejercer presión económica sobre Estados Unidos y en los organismos internacionales -intentando que la Casa Blanca no utilizase su derecho de veto para cualquier acción como miembro de Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas-.
Sin embargo, esto expresa una posibilidad pero no una realidad, pues en la práctica, pese a que China tiene en su mano tomar acciones y continúa desarrollando un doble juego, «preocupada» por la situación en Gaza, pero sin tomar partido por ninguno de los dos. En último lugar, cabe especular con la posibilidad de un cambio de actitud con respecto al perfil de las relaciones internacionales, mucho más cerca de la retórica del bloque occidental en su propuesta del «Sueño Chino» y con un Secretario General del PCCh y Presidente de la República Popular más conocedor de sus interioridades tras pasar un tiempo de formación en EEUU. Pero entonces ¿por qué defender Siria, por qué hacer una alianza con Rusia y hablar del eje Beijing-Moscú? ¿Por qué ayudar a Cuba y a Venezuela y hacer un pacto entre los BRICS? ¿Por qué reunirse recientemente con Raúl y Fidel Castro?
No hay una respuesta que resulte concluyente. Mientras tanto, la masacre continua sin que nadie le ponga freno, y los BRICS se reunían el pasado 17 de Julio «llegando a posturas en común en varios asuntos internacionales» después de unas claras declaraciones de Vladimir Putin:
"El mundo moderno en realidad es multipolar, complejo y dinámico... Cualquier intento por crear un modelo de relaciones internacionales donde todas las decisiones estén dentro de un mismo polo es ineficaz..." "Proponemos crear un mecanismo de consultas regulares de alto nivel entre nuestros ministerios de Relaciones Exteriores sobre diferentes conflictos regionales para acordar, donde sea posible, posiciones comunes y esfuerzos conjuntos para garantizar su solución política y diplomática".
Queda claro que volver a una retórica bipolar puede llevar al mundo a un camino de vuelta a un esquema geopolítico propio de la guerra fría, con todos los inconvenientes que conlleva, pero ¿qué otra posibilidad le queda a la Autoridad Nacional Palestina para garantizar su supervivencia salvo aliarse con el enemigo de su enemigo? Lo que sí que queda claro es que pese a las declaraciones cruzadas del presidente de la Federación Rusa, los BRICS ya han acordado una postura conjunta sobre el conflicto palestino-israelí:
«Los países BRICS condenaron la construcción ilegal de colonias israelíes en territorios palestinos y abogaron por una solución del conflicto entre Israel y Palestina que pase por la creación de dos Estados en las fronteras de 1967. También saludaron la creación de un Gobierno de Unidad Nacional en Palestina»[8]
Lo que cabe preguntarse ahora es: ¿Se materializarán las declaraciones en acciones internacionales? ¿Llegarán las declaraciones a convertirse en hechos concretos? ¿Queda aún esperanza para Palestina?....
[1] http://actualidad.rt.com/actualidad/view/134320-video-israelies-aplaudir-gaza-bombardeada
[2] http://www.abc.es/internacional/20140720/abci-diputada-israeli-matar-madres-201407201318.html
[3] http://spanish.peopledaily.com.cn/n/2014/0721/c31621-8758504.html
[4] http://www.pewglobal.org/question-search/?qid=789&cntIDs=@37-&stdIDs=
[5] http://www.repsol.com/es_es/corporacion/conocer-repsol/contexto-energetico/reservas-preoduccion-consumo-petroleo.aspx
[6] http://www.globalsecurity.org/military/world/china/navy.htm
[7] http://porisrael.org/2013/02/14/los-q10-grandesq-del-comercio-bilateral/
[8] http://sp.ria.ru/international/20140716/160815959.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario