viernes, 13 de septiembre de 2019

Utilizar niños como fichas de negociación política es una hipócrita jugada de los extremistas de Hong Kong


Hongkong, 02/09/2019 (El Pueblo en Línea) - Durante las marchas del 25 de agosto acontecidas en Hong Kong,en Tsuen Wan y Kwai Tsing, la policía arrestó a 36 manifestantes que rompieron el cordón policial, incluido un niño de 12 años que llevaba una máscara y portaba una barra de hierro de cinco pies de largo.

Al día siguiente, Li Chi-Lam, director de la secundaria Lingnan Hang Yee Memorial, confirmó en las redes sociales que se trataba de un estudiante de esa institución docente.

La noticia de que un niño estuviera involucrado en una manifestación ilegal -e incluso fuera un pionero de la violencia- estremeció a la sociedad hongkonesa.

De hecho, varias reuniones de bachillerato han tenido lugar en las manifestaciones ilegales y violentas de Hong Kong, nacidas a raíz de las protestas contra el proyecto de Ley de Extradición.

Muchos ciudadanos de Hong Kong han fustigado que muchos despreciables radicales manipulen a los menores de edad como fichas de negociación política y los impulsen a ser pioneros de la violencia.

Aquellos que están detrás de la fachada aspiran a generar una mayor violencia para desestabilizar Hong Kong y oponerse a China. Persiguiendo sus malas intenciones, poco les importa dañar el futuro de la infancia.

Mientras engañan a los hijos ajenos para que generen caos en las calles de Hong Kong, no les permiten manifestarse a sus propios hijos.

Benny Tai Yiu-ting, uno de los líderes del movimiento Occupy Central del 2014, donde los manifestantes organizaron una concentración para bloquear el Distrito Central reclamando lo que consideraban un auténtico sufragio universal, declaró públicamente que toda su familia participaría, excepto sus hijos menores de 18 años.

Lo mismo ocurre con las manifestaciones que desde junio acontecen en la Región Administrativa Especial de Hong Kong. Ninguno de los hijos de los manifestantes principales ha tomado parte. Este detalle desenmascara la brutal hipocresía de los provocadores.

Los padres deben esforzarse por distinguir lo que beneficia y perjudica a los suyos, parar en seco las malvadas intenciones de los manifestantes extremistas y proteger a sus hijos de ser la carne de cañón de los radicales.

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