Xulio Ríos es director del Observatorio de la Política China
Las relaciones entre Beijing y Taipéi atraviesan una severa crisis desde que el 20 de Mayo del año pasado el Minjindang o PDP (Partido Democrático Progresista) tomó el relevo al Kuomintang en la presidencia de la isla. Las exigencias continentales de supeditar la continuidad del diálogo y los contactos a la aceptación previa del “Consenso de 1992” (una China, dos interpretaciones) y la negativa del PDP a suscribirlo han conducido inevitablemente al bloqueo. Como es sabido, este consenso reconoce que tanto China continental como Taiwán pertenecen a la misma China, que para unos es la República Popular China y para otros, la República de China. El diálogo está congelado y la presión diplomática se ha saldado con la pérdida de dos aliados.
Tras un año con las espadas en alto, ¿habrá llegado el momento de tomar la iniciativa para desenredar la situación? El ex-presidente del PDP Hsu Hsin-liang declaró recientemente que el gobierno taiwanés presentará en el segundo semestre una nueva política sobre los lazos bilaterales. Hsu no cree que el abismo al que ambas partes se enfrentan no pueda ser salvado y que sus posiciones no están tan alejadas. En todo caso, el lenguaje si les separa: si el KMT, que hoy monopoliza el diálogo con el PCCh, se encuentra cómodo con el Consenso de 1992 o el principio de Una sola China, este no es el caso del PDP.
Por su parte, en China también se estudian alternativas y cambios en el pensamiento estratégico para gestionar las relaciones con Taiwán. El XIX Congreso del PCCh, previsto para otoño, podría ser el marco ideal para la puesta en escena de una nueva formulación. Varios think tanks continentales relacionados con el problema de Taiwán fueron objeto de cambios. Así, Yang Mingjie fue nombrado director del Instituto de Estudios de Taiwán en la Academia China de Ciencias Sociales, y Dai Bingguo, presidente de la Sociedad Nacional de Estudios de Taiwán. Los nuevos nombramientos se relacionan con el empeño de Beijing de impulsar sus esfuerzos hacia Washington para tratar sus relaciones con Taiwán. El responsable de la Oficina de Asuntos de Taiwán del Consejo de Estado, Zhang Zhijun, advirtió de complicaciones serias en el futuro inmediato. Por el contrario, el presidente de la Federación China de Compatriotas de Taiwán y miembro de la Asamblea Popular Nacional, Wang Yifu, no pierde el optimismo con respecto al futuro.
Desconfianzas mutuas
La esperanza de una mejora en los tensos lazos contrasta con el hecho evidente de que Beijing no se fía de la presidenta Tsai Ing-wen. Pese al reiterado compromiso de esta con el statu quo, no pocas de las iniciativas gubernamentales son interpretadas como un intento de alejamiento de China continental. Beijing considera el statu quo un mero punto de partida hacia el anhelado objetivo de la reunificación nacional y no como un mal menor.
El PCCh puede optar por persistir en una política de hostilidad y desgaste del PDP, confiando en que el descontento cívico le vuelva a situar en la oposición. Esta política tiene inconvenientes importantes. Primero, la situación del KMT, su principal aliado en el organigrama político taiwanés, no parece mejorable a corto plazo. Por otra parte, no pocos en el continente piensan que el KMT se ha convertido en un impedimento para la unificación y que la situación actual es consecuencia de su pertinaz ambigüedad. Segundo, la aplicación de mayor presión, tanto interna como exterior, puede tener un efecto contrario al esperado en el electorado taiwanés brindando al PDP la coraza política para resistir.
La apuesta de EEUU y Japón por reforzar los vínculos con Taiwán supone un problema añadido para China. Beijing quizá pueda arrancar concesiones de Donald Trump o, por el contrario, este seguir utilizando Taiwán para afectar los intereses chinos. Esta misma semana, la presidenta Tsai sugirió la posibilidad de un nuevo contacto telefónico similar al llevado a cabo en diciembre pasado. De producirse representaría una pérdida de cara para Xi Jinping a medio año del XIX Congreso del PCCh tras haber intentado dejar las cosas claras en la cumbre de Florida en lo que atañe a las “líneas rojas”. Taiwán es una de ellas. No cabe descartar que en los próximos meses se anuncie una importante venta de armas de Washington a Taipéi.
En Taiwán, hasta ahora no han fructificado los intentos de arbitrar una nueva política del Estrecho. El KMT se aferra al Consenso de 1992 e incluso su actual líder apuesta por la fórmula “Una China, una interpretación”, que place a Beijing pero tensa el disenso en su partido y en la sociedad taiwanesa. Taipéi no está pensando en declarar la independencia formal pero tampoco puede el PDP sacrificar sin más una parte sustancial de su ideario ya que podría derivar en consecuencias internas. En los últimos años, sus propias exploraciones y propuestas no ofrecen un balance halagüeño.
Persistir, ablandar, endurecer
Por su parte, la orientación continental se dirime en tres hipótesis principales: persistir en el rumbo actual, ablandar la posición pasando página del Consenso de 1992 o endurecerla, aumentando la presión de todo tipo para conjurar las políticas del PDP. El responsable chino de asuntos de Taiwán, Zhang Zhijun, dejó bien claro en las últimas semanas que “el final del camino de la independencia taiwanesa es la unificación”.
El horizonte de 2045, cuando se cumplirá el primer centenario de la recuperación de la isla tras la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial, no está tan lejano. Es claro que China quiere evitar llegar a esa fecha sin encaminar una solución definitiva al problema. Taiwán es un asunto mayor en la política china pero la realidad social en la isla da cuenta de una distanciada evolución que podría acentuarse durante el mandato del PDP. Esta circunstancia invitaría al PCCh a redoblar los mensajes duros para evitar alimentar falsas expectativas entre la población.
En una reciente entrevista concedida a la agencia Reuters, Tsai, tras señalar que la participación en la próxima asamblea anual de la Organización Mundial de la Salud será un indicador de las posibilidades de normalización, dijo que su Gobierno está dispuesto a entablar un diálogo directo con el presidente Xi Jinping, pero añadió que Beijing debe adoptar una nueva forma de pensar con relación a Taiwán y ser más flexible. La mandataria manifestó su esperanza de que ambos lados del Estrecho puedan escapar del patrón existente pero es de temer más bien lo contrario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario