Artículo
publicado en la revista Etudes Marxistes nº108, órgano teórico del Partido del
Trabajo de Bélgica. Son las impresiones de dos jóvenes comunistas belgas
después de un viaje a China realizado en 2014. Los autores del texto no
escatiman a la hora de señalar las carencias y los problemas del
"socialismo con características chinas", a la vez que saben reconocer
las ventajas de China con respecto a nuestro Occidente. El defecto del artículo
es que los autores no pueden basar sus juicios más que en lo que han visto y en
los testimonios individuales de las personas que han conocido. Pero a nivel
global creo que es un buen fotograma de los éxitos así como de los retos
pendientes del socialismo en China. Un apunte: tuve que retocar el artículo
para que quedara claro que cuando los autores hablan de "nuestro
país", se refieren a Bélgica.
Dos jóvenes
marxistas visitaron China durante tres semanas. Durante el viaje, se
recorrieron 9000 kilómetros en tren, atravesando ciudades y campo. De la
capital Beijing hasta Boketu, la ciudad más al norte justo debajo de la
frontera rusa. Desde Boketu a Jiayuguan, en el oeste, allá donde la Muralla
desaparece en las montañas. Se han encontrado con decenas de personas y han
hablado con ellas de la economía china, la política, el progreso social, la
enseñanza, la cultura y la religión. El texto siguiente es un resumen de lo que
han podido vivir y constatar durante su estancia en China. De las experiencias
y constataciones que han confrontado con sus propias ideas preconcebidas.
Observaciones
en el terreno económico
China, ¿país en
vías de desarrollo que se desarrolla más rápido que los demás? Eso está muy por
debajo de la realidad. China está hoy mucho más desarrollada de lo que creíamos.
Nuestro objetivo era hacer un viaje equilibrado entre la ciudad y el campo.
Pero cada vez que pensábamos llegar a un pueblo pequeño, estábamos sorprendidos
por el tamaño y la modernidad de la ciudad donde llegábamos: rascacielos a
pérdida de vista, ciudades que se extienden a ojos vista, centros de ciudad
enteramente nuevos o renovados, plazas grandiosas, presencia masiva de grandes
firmas bancarias en el paisaje urbano (ICBC, China Construction Bank, Bank of
China, Bank of Beijing, Postal Saving Bank, Cooperative Bank, Agricultural
Development Bank, Communications Bank, China Merchants Bank, etc). Una cantidad
enorme de edificios en construcción, ¡nunca habíamos visto algo parecido!
Los hoteles y
carteles publicitarios de lujo hacen ver que una cierta capa de la población
tiene un muy elevado poder adquisitivo. Los Maserati, los Jaguar y los Porsche
Cayenne que uno ve regularmente lo confirman. Pero no es tanto la capa de
super-ricos lo que llama la atención. Al igual que en Occidente, no es más que
una parte de la población que uno se encuentra en una acera o en un restaurante
del rincón.
No, lo que más
nos llamó la atención del desarrollo chino, es el ostensible poder adquisitivo
de una parte importante de la población. Esto salta a los ojos desde el primer
viaje en metro: los smartphones tipo IPhone y Samsung son omnipresentes. Una
rápida ojeada a las tiendas nos indica que tienen el mismo precio que en
Bélgica. Lo mismo ocurre con los electrodomésticos y los parques
automovilísticos. Las calles están inundadas de coches con marcas europeas,
japonesas y americanas. Los precios de las marcas occidentales son idénticos a
los que hay en Bélgica. Incluso en las tiendas de ropa, hemos estado
sorprendidos. Aunque existan tiendas de ropa barata, en las calles comerciales
se encuentran sobre todo tiendas que tienen los mismos precios que en Bélgica.
Aunque haya descuentos para los estudiantes, estos precios indican la presencia
de una clase media pujante.
El
desarrollo
El desarrollo
no parece estar por tanto reservado para los “cuellos blancos”, para quienes la
liberalización de la economía ha ido de la mano con un enriquecimiento
fulgurante. La impresionante red de transporte ilustra las inversiones masivas
que se han hecho en beneficio de una amplia parte de la población. El metro de
Beijing ya nos ilustra mucho en este sentido. Los trenes y las estaciones están
recién construidas. La información es irreprochable: nombres transcritos al
alfabeto « normal », señales luminosas en el interior de los trenes
indicando donde nos encontramos en la línea, trasbordos entre líneas
impecables. La seguridad es elevada (cortinas de vidrio permanentes a lo largo
de los andenes en numerosas estaciones). Precio del viaje: 2 RMB, es decir el
equivalente de 25 céntimos.
Pasemos a la
red ferroviaria. Hemos recorrido 9000 kilómetros, integralmente en tren. El
transporte ferroviario es gestionado por una empresa pública, China Rail, que
emplea a 2,13 millones de trabajadores, por lo tanto es una de las mayores
empresas del mundo. El número de pasajeros occidentales que nos encontramos a
bordo de estos 9000 kilómetros recorridos fue… cero. Son más bien chinos los
pasajeros los que utilizan este servicio, entre los cuales hay numerosos
turistas. Al haber precios baratos, los asientos se venden como panecillos. Hay
cuatro categorías de billetes, según se compre un asiento o una litera, una
primera clase o una segunda clase. La puntualidad es notable. A lo largo de los
9000 kilómetros, hemos tenido una vez 7 minutos de retraso a la llegada y otra
vez 60 minutos a la ida. Aquel retraso estuvo bien anunciado y no sufrió
variaciones. Además de los aseos, los vagones están todos equipados con lavabos
y agua ardiente (el ingrediente esencial para beber té y comer tallarines). La
comida y las bebidas vendidas a bordo están casi al mismo precio que en las
tiendas. A bordo de cada vagón, un miembro del personal está allí para
responder a las preguntas y hacer la limpieza durante el viaje. En los coches-cama, el personal también se ocupa de despertar a los pasajeros una
hora antes de su llegada. Sin falta.
La ciudad más
pequeña a la que hemos ido en tren tenía alrededor de 5000 habitantes. Eso nos
da una idea de la extensión de la red, que se extiende cada día. Desde la
crisis occidental, las inversiones para sostener la actividad económica se han
incrementado: 9500 kilómetros de vías férreas han sido construidos. Y esto no
sólo es válido para el ferrocarril. 25 redes de metro, 30 aeropuertos, más de
40.000 kilómetros de carreteras, los tres mayores puertos del mundo: todo ello
ha sido construido en… cinco años. En Bélgica, aún estamos esperando a que
llegue el cercanías…
Estas
inversiones son impresionantes, particularmente en lo que respecta a la
vivienda. Hemos visto muchísimos nuevos edificios y un gran número de edificios
en construcción, y también muchos nuevos edificios abandonados. En una pequeña
ciudad nueva de 300.000 habitantes potenciales (ya han llegado 70.000), los
precios eran hace 5 o 10 años de entre 6000 y 12.000 RMB. Hoy oscilan en torno
a 3000 RMB. ¿Existe una burbuja inmobiliaria? No está tan claro. En este tipo
de sector, el papel del mercado está más limitado que en Bélgica. El riesgo de
un crack financiero está menos claro que en Occidente debido a que los consumidores
chinos compran mucho menos a crédito, en comparación con los Estados Unidos por
ejemplo.
Las reacciones
eran positivas cuando decíamos que estábamos impresionados por el desarrollo
económico. La gente que nos hemos encontrado estaba orgullosa de las nuevas
construcciones, muchas veces a medio terminar.
El desarrollo
es palpable en algunas regiones rurales que hemos visitado (en el noreste y en
Mongolia interior). Las casas están todas hechas de piedra, las numerosas
carreteras están en buen estado, se encuentran cámaras de control de velocidad
en pleno campo, hay electricidad y agua corriente en todos los lugares donde
hemos estado, se ven numerosos coches de gama media, smartphones e
internet.
Con toda
certeza, ya no se puede decir que a China le falte capital nacional ni que
tenga aún un retraso tecnológico. Tampoco le faltan materias primas. En
definitiva, ya no tiene sentido hablar de China como un país en vías de
desarrollo. Pero el desarrollo se hace casi esencialmente sobre una base
capitalista, mediante el mercado, y en el marco de un plan indicativo. Las
consecuencias negativas, como el caos y la superproducción, ya son
visibles.
Observaciones
en el plano social
De toda la
información bruta, recogida en discusiones con numerosas personas con las que
nos hemos encontrado, se extrae una imagen a la vez concreta y muy específica
del paisaje social. Sabiendo que sólo se trata de la realidad propia de las
personas que hemos conocido, esta imagen no pretende ser representativa ni
exhaustiva.
Las diferencias
entre los salarios son enormes. No existe un salario mínimo para los
trabajadores. Pero está prevista su introducción. Un trabajador manual de 45
años que tiene cierta formación, pero que no ha podido encontrar un “empleo
decente” gana 2000 RMB al mes (es decir alrededor de 250 euros). Un profesor de
lengua inglesa de 35 años gana 3200 RMB al mes. El salario de los profesores
varía y puede alcanzar rápidamente los 4000 RMB al mes (500 euros). La
diferencia se explica por la antigüedad, el nivel de formación y la ley de la
oferta y demanda para el sector en cuestión. Un conductor de tren de 37 años
gana 5000 RMB al mes (600 euros). Un ingeniero de la construcción de 32 años
gana 7000 RMB al mes (875 euros). Un empleado administrativo de 51 años de la
Universidad de Beijing gana 12.500 RMB al mes (1560 euros). Al principio de su
carrera en esta misma universidad, este empleado ganaba 50 RMB al mes.
La enseñanza
primaria y la enseñanza secundaria son gratuitas. La enseñanza superior es muy
abordable, y también meritocrática: los estudiantes que obtienen los mejores
resultados tienen acceso a las mejores universidades. Hace falta aprobar al
mínimo el 60% para poder cursar estudios en la enseñanza superior.
Hace falta una
mayor investigación para poder hacerse una idea de los (escasos) derechos a la
seguridad social. Al estar éstos de momento ligados al lugar de nacimiento,
está claro, por el contrario, que los migrantes internos tienen muy pocos
derechos. Esto sirve en parte para desanimar a la migración espontánea hacia
las mayores ciudades, dónde la población crece demasiado deprisa. No deja por
ello de ser un problema enorme para los millones de chinos que migran pese a
todo, y está previsto que sea objeto de una reforma en un futuro próximo.
Socialmente,
¿cómo se nos presentan las diferentes clases y capas de la población china? Hay
en China un grupo de super-ricos y una clase media creciente y claramente
visible. Este grupo está compuesto sobre todo de personas empleadas en el
sector administrativo (Estado, universidades, bancos…), profesores, ingenieros
empleados en el sector industrial y la construcción.
También existe
un grupo numeroso compuesto de trabajadores con cierto poder adquisitivo:
trabajadores de los ferrocarriles, conductores de taxi, obreros de fábricas,
mineros, obreros de la construcción, empleados de cadenas de comida rápida
chinas u occidentales, empleados de tiendas de ropa, panaderos, carniceros,
algunos agricultores en el medio rural, algunos pequeños emprendedores en el
medio urbano que gestionan un restaurante o un bar familiar. Este grupo también
tiene acceso a las líneas de trenes públicas, algunos tienen su propio
vehículo, un smartphone, ropa decente, una conexión a internet en casa.
Finalmente,
existe un grupo de pobres (que representa el 13% de la población según la
OCDE): en el medio rural algunos agricultores, en el medio urbano algunos
obreros de la construcción (duermen en barracones al lado de los terrenos de
construcción), vendedores ambulantes (duermen en furgonetas en los parkings),
mendigos (muy poco visibles, porque la mendicidad está prohibida).
En el plano
social, la intensificación de las diferencias de clase es manifiesta, no
solamente entre los propietarios de los medios de producción (los super-ricos)
y los no propietarios, sino también entre una clase media creciente y los
trabajadores humildes.
Observaciones
en el plano político
Google,
Facebook, Twitter, Youtube, Dailymotion están bloqueados, pero Yahoo es
accesible y las páginas web de la prensa como La Libre Belgique, L’Écho
o la BBC funcionan. Le Soir, en cambio, era inaccesible. La censura a
menudo mencionada en los medios occidentales parece estar sobre todo ligada a
la voluntad de China de poseer sus propias redes sociales y páginas de
información (Baidu.com, QQ, WeChat…). Las personas que hemos conocido apoyan
este objetivo.
La televisión
por cable no permite el acceso a las cadenas extranjeras en los hoteles donde
hemos estado. Era chocante en cambio constatar cómo la cadena pública anglófona
CCTV News (una de las 45 cadenas de la China Central Television, pública) no
daba una versión de los acontecimientos en Ucrania y en Gaza diferente a la que
vemos en nuestras propias cadenas.
Los jóvenes con
los que hemos discutido dicen no haber leído jamás en el colegio textos de Mao,
ni de Marx, Engels o Lenin. El sistema escolar parece ser muy exigente, pero no
está centrado en una formación marxista de la juventud. Igualmente, la
propaganda socialista o comunista en los espacios públicos era muy rara, véase
inexistente. No hay casi símbolos comunistas.
Sólo hemos
visto en algunas ocasiones la hoz y el martillo, símbolo de la revolución
socialista: en dos banderolas y en algunos mostradores en las estaciones de
tren y en el aeropuerto de Beijing.
Aparte de en
los billetes de banco, sólo hemos visto el retrato de Mao Zedong en los lugares
siguientes: en el mauseoleo de Mao en la plaza de Tian An Men, una pequeña
estatua en Harbin y en un albergue para jóvenes en Jiayuguan, una pequeña
ciudad en el oeste de China.
Un día nos
hemos encontrado dos carteles del gobierno, uno subrayando la importancia de la
igualdad entre todos los ciudadanos (mensaje del presidente Xi Jinping) y uno
sobre la lucha contra la corrupción (mensaje del primer ministro Li Keqiang).
Estos mensajes están ahogados en la inmensidad de mensajes publicitarios
occidentales y chinos anunciados en papel y sobre pantallas gigantes en las
calles y difundidos en los canales de televisión de manera tan excesiva como en
Bélgica.
En Beijing, se
encuentran grandes anuncios con el slogan “Beijing Spirit: Patriotism,
Innovation, Inclusiveness & Virtue”.
Lejos de las
ideas preconcebidas, los medios y los espacios publicitarios no son utilizados
para apoyar los principios de justicia social, los principios marxistas sobre
los cuales se construyó la República Popular. Por el contrario, las ideas
occidentales están ampliamente difundidas: los jóvenes reconocen todos su
voluntad de formarse lo antes posible, en China o en el extranjero, para
obtener después los salario más elevados posibles. Competencia e individualismo
están en boca de todo el mundo.
Observaciones
en el plano de la participación y la democracia
A nivel global,
predomina la indiferencia, cosa que es comparable a Bélgica. Un estudiante de
25 años y un empleado ministerial nos dijeron que jamás habían ejercido su
derecho al voto “porque de todas formas esto no cambiaría nada”.
Visiblemente,
no es imposible criticar el funcionamiento del sistema político. La mayoría de
las discusiones han tenido lugares en trenes, en medio de mucha gente. Nuestros
interlocutores se han expresado libremente sin mirar quién escuchaba. Por
ejemplo, una estudiante nos contó en el tren que se convirtió en miembro del
Partido Comunista porque se lo propusieron, pero que no sabía por qué había
dicho que sí, porque no lo apoya.
En nuestros
interlocutores, jamás vimos sentimientos de miedo, ni hablando de política ni
de economía. Hablaron de sus salarios, sus proyectos de futuro, de ciertas
opiniones políticas, del acceso a internet, sin muchas reservas. A veces hace
falta romper un poco el hielo para tener discusiones de fondo, pero no de
manera anormal. Esto también es válido para los estudiantes, que son el sector
que en primer lugar “deberían” normalmente ser críticos.
Observaciones en el plano cultural
Hemos visto a menudo actividades diversas en plazas
públicas, que parecen coexistir en armonía: una serie de personas haciendo
tai-chi, otras bailando, niños en go-cars eléctricos, decenas de terrazas con
barbacoa... Muchos bares y restaurantes son baratos. Hay poca incitación al
consumo: no es anormal ver a gente trayendo sus propias botellas de alcohol al
restaurante, por ejemplo.
Durante nuestro paso por Mongolia interior, la cuestión
de los derechos y la protección de las minorías fue planteada por un estudiante
alemán a nuestro guía, muy apegado a la defensa de la cultura mongol e inquieto
por la desaparición de ésta frente a la modernización del país. Frente a
un grupo de europeos, el guía perfectamente podría haber confirmado la opinión del
alemán de que los mongoles estaban siendo discriminados. Pero al contrario, sostuvo
que no había discriminación por parte del Estado hacia los mongoles. Según él,
el problema está sobre todo en el seno del pueblo: prejuicios, un cierto
racismo hacia las minorías.
Una estudiante de Gansu, una provincia del oeste, nos
confirmó esta tesis. Las minorías reciben puntos de bonificación cuando
participan a los exámenes del Estado. La política de limitación de los
nacimientos, que conceden ventajas en materia de vivienda a las familias con un
sólo hijo, no se aplican para las minorías.
Conclusiones
The West is the Best? La Unión Europea muestra ambición y
optimismo. Pero la única cosa duradera hoy en Europa es la crisis que impide el
crecimiento desde 2008 e incluso desde antes. El sistema político que conocemos
sigue dándonos una visión eurocentrista que carece de apertura hacia el resto
del mundo. No hay que extrañarse, por lo tanto, de que la gente quede sorprendida por
el desarrollo chino cuando viaja a China por primera vez.
Viajar a China
nos pone en nuestro lugar. Porque China, primera economía mundial, ya no es un
país en vías de desarrollo. Vista desde allí, Europa bien merece el apelativo de
Viejo Continente. Pero este desarrollo se deja cada vez más en manos del
mercado, pese a una intervención del Estado más fuerte que en Europa. Economía
de mercado dirigida por un partido comunista: ¿por cuánto tiempo?
En el plano político, las críticas hacia el gobierno, al menos de parte de las personas que hemos conocido, se dirigen contra la falta de participación activa en la política. Escasean en cambio las críticas hacia el sistema de partido único. Las preocupaciones de los jóvenes se centran en el éxito, el nivel de los salarios que obtendrán. Esto no está siendo, o está siendo muy poco compensado por las promoción de los principios socialistas. El cimiento de la unidad nacional parece más bien la construcción de una China fuerte. ¿Se convertirá este nacionalismo, que ha federado a numerosas naciones del tercer mundo en su liberación del yugo del imperialismo, en una herramienta de la burguesía china para retomar el poder?
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