lunes, 15 de julio de 2013

¿China, el mejor aliado estratégico de África? Los casos de Camerún y de Costa de Marfil

Este artículo, publicado en la web de Michel Collon (www.michelcollon.info) fue traducido por mí hace cosa de año y medio. Son las impresiones del escritor camerunés Jean-Paul Pougala acerca de las relaciones comerciales que establece China con el continente africano, lo que está empezando a desalojar a Occidente del mismo, para imponer nuevas tendencias en las relaciones tratégicas con África. Pougala compara los dos casos de Costa de Marfil y Camerún. Deplora el statu quo marfileño (Costa de Marfil acababa de ser formalmente re-colonizada tras la intervención del imperialismo francés para derrocar al presidente Gbabgo y colocar en su lugar a su títere Ouattara), que se mantiene firme en las relaciones tradicionales con Occidente, y por otra parte saludo el cambio operado en Camerún, que ha optado por orientarse hacia Pekín en las relaciones comerciales. Pougala es director del Instituto de Estudios Geoestratégicos y es profesor de sociología en la Universidad de Ginebra. Es un partidario entusiasta de las relaciones comerciales Sur-Sur entre China y los países africanos. 

Traduje este artículo porque, además de fiarme del criterio del equipo de Michel Collon, entendía que, como representante del pueblo africano, la opinión de Pougala podía ser, cuanto menos, algo a tener en cuenta para conocer la propia opinión de los pueblos de África acerca del supuesto "imperialismo" chino. No estaría mal que, por una vez, los comunistas del llamado "primer mundo" nos quitemos de encima nuestra clásica arrogancia neo-colonial, y escuchar la opinión de los propios afectados en este asunto, que son los propios pueblos africanos. Al menos, creo que Pougala está en mejores condiciones de hablar en nombre del continente africano que nosotros.

Los últimos doce meses han sido muy intensos en el continente africano, con la celebración de importantes elecciones, que han suscitado mucho interés, incluso fuera de África, puesto que el resultado de cada una de ellas iba a determinar las nuevas fronteras de las zonas de influencia que se están renegociando entre el antiguo amo del mundo, Occidente, y el nuevo, China. Emulando una división política que ya se ha visto en Ucrania, se puede decir que en Costa de Marfil, Zambia o Liberia, han sido los pro-occidentales quienes han ganado la partida. En Camerún o en la República Democrática del Congo, son los pro-chinos quienes han ganado.

Desde las independencias africanas, hace aproximadamente 50 años, dentro de la lógica de la guerra fría, los países africanos estaban todos bajo una de estas dos banderas: pro-occidente o pro-Unión Soviética. Tras la caída del Muro de Berlín en 1989 y el consiguiente fin del periodo de la guerra fría, África entera se había convertido, por su propia voluntad o a su pesar, en pro-occidental. El tándem Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial había tomado de facto el poder en África, decidiendo de toda (o parte) de la política económica, financiera, social e incluso jurídica de un buen número de países africanos. Después de estos 20-30 años de poder en África, no se ha dado a día de hoy ningún caso de país que haya salido triunfante gracias a las recetas económicas que provenían directamente de Washington. Cosa que ha llevado a algunos países a entrar en disidencia, entrar en rebelión contra este poder ultraliberal del tándem FMI-BM. Poder que tiene una particularidad, que consiste en que, cuando fracasa, el muerto se lo lleva el dirigente africano rebautizado, en las nuevas circunstancias, en “dictador africano”, a fin de desviar la atención de las verdaderas causas del fracaso: el ultraliberalismo occidental. Esta tragicomedia continúa a día a de hoy, ya que son las mismas recetas que se prescriben hoy para Grecia, Portugal e Italia y que han fracasado hace 20 años en África.

Estos disidentes africanos han ido a mirar fuera, hacia Oriente, hacia China. No han sido muy numerosos, puesto que hacía falta mucho valor para sortear las presiones occidentales, cuando éstas no terminaban en golpes de Estado pilotados por mediación de rebeldes que jamás han explicado cómo ni por quién habían sido financiados. Y es en este contexto que 
desde entonces se inscriben todas las citas electorales en el continente africano, donde los verdaderos proyectos sociales se resumen en saber si el país va a seguir con el statu quo habitual, al servicio de Occidente, con el nivel de miseria conocido desde hace 50 años, o si se va a saltar al vacío optando por China, para emerger junto con ella, sin saber hacia dónde conducirá. 

Hoy, voy a coger los ejemplos de dos países africanos que han elegido dos opciones opuestas. Uno, Costa de Marfil, ha decidido seguir como antes, bajo el dominio de Occidente, y otro, Camerún, ha optado por lanzarse al vacío junto con China. ¿Cuál de los dos países ha hecho la elección correcta? Para contestar a esta pregunta, me reservaré el hacer juicios de valor sobre una u otra elección. No me planteo aquí volver a escribir la historia. Pero me interesa examinar de nuevo los acontecimientos desde un enfoque puramente geoestratégico.

Camerún y Costa de Marfil son dos países africanos que han tenido elecciones recientemente, y el punto en común en ambas elecciones, es que los dos gigantes mundiales, China y Occidente, habían hecho su elección y habían ofrecido su apoyo. Se puede estar de acuerdo o no con los métodos empleados en Costa de Marfil, pero cada contemporáneo ha podido asistir en directo a la intromisión de Francia y Estados Unidos en una administración africana. No es erróneo, pues, afirmar que el poder entronizado es pro-occidental.

En Camerún, M. Biya ha sido el alumno favorito de Pekín, ciudad que durante los últimos años ha sido su único destino oficial fuera de las fronteras de Camerún. En el último congreso de su partido, el RDPC, la UMP (el partido de Sarkozy) no fue invitada, como era de costumbre. En lugar de ello, fue el Partido Comunista de China quien envió una delegación, y fue designado como “el mejor partido amigo” de Camerún. Y qué decir del hecho de que los resultados de las elecciones presidenciales en Camerún se hicieran públicos en Pekín, 4 horas antes de la proclamación de la Corte Suprema de Camerún. Lo que nos lleva a decir, sin riesgo a equivocarnos, que la orientación de Camerún es pro-china.

¿Fue fruto del azar la decisión conjunta de Pekín y Yaoundé, de elegir la fecha del 8 de octubre de 2011, el día antes de las elecciones, para celebrar la ceremonia presidida por Biya y el representante chino en la que pondrían juntos la primera piedra de las obras del puerto en aguas profundas de Kribi, con un primer presupuesto de 1000 millones de dólares invertidos por China? ¿No fue aquello un auténtico desafío lanzado hacia los occidentales, que se encuentran en una profunda crisis financiera? En cualquier caso, al día siguiente el electorado camerunés le dio el visto bueno en las urnas a esta elección, al elegir a Biya, con el 78% de los votos. Si hacemos una comparación, estamos muy lejos de la escandalosa gestión occidental de la situación de Costa de Marfil algunos meses antes.

¿Quiénes han acertado en Camerún y Costa de Marfil con su elección?

Si aún es pronto para hablar de Camerún, ya podemos sacar las primeras conclusiones sobre Costa de Marfil, y constatar que la situación es hoy, con diferencia, peor que la que prevalecía durante la crisis bajo el gobierno de Laurent Gbagbo. El FMI acaba de pronosticar una índice de crecimiento del país de -7,5% para el año 2011, lo que hace de Costa de Marfil el único país en recesión en todo el continente africano, estando incluso peor que Somalia, que aún sin tener gobierno estable habrá crecido un 1% para el año 2011, un crecimiento positivo al fin y al cabo. Las mismas fuentes nos informan de las cifras de la economía marfileña, donde el Estado le debe a las empresas la módica cifra de 900 mil millones de francos CFA. Y la totalidad del presupuesto de 2012, que apenas acaba de ser aprobado, sólo podrá ser financiado desde el extranjero.

Escojamos al azar una fecha en común para ambos países, como la del 23 de noviembre de 2011. ¿Cuál es la noticia de actualidad en Costa de Marfil? El portavoz del Presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, nos anuncia que Alassane Ouattara se encuentra en Bruselas, donde se va a entrevistar durante el día con Karel de Gucht, comisario europeo del comercio, para hablar de las exportaciones de cacao marfileño hacia los países de la Unión Europea.

Al mismo tiempo, en Camerún, Martin Yankwa, Inspector General del Ministerio Camerunés de Industria, Minas y Desarrollo Tecnológico, anuncia la firma de un acuerdo para la creación de una fábrica, la SITRACO, de un valor de 1,6 mil millones de francos CFA para la transformación en la localidad de Douala del 40% de todo el algodón camerunés, para alimentar a los numerosos hospitales que China construye en todo el país del país, con artículos consumibles como compresas médicas y rollos de gasa hidrófila. 

En el primer caso, se trata de la enésima visita a Occidente desde la toma del poder en el mes de mayo de 2011. La primera visita fue el 26 de mayo de 2011 en la cumbre del G8 en Deauville, Francia, donde el amigo Sarkozy, presidente de Francia, que lo había presentado como un trofeo, ardía en ganas de celebrar la victoria militar de su presidencia, pero se había olvidado de informar a su protegido, el señor Ouattara, que él mismo se encontraba en medio de una tormenta financiera: los tres principales bancos del país acababan de perder en la bolsa cerca del 40% de su valor, llegando el mayor de los tres hasta el 65% en los días posteriores. El 27 de julio de 2011 fue la visita en Washington para solicitar fondos. Desgraciadamente, allí también, el señor Obama estaba en disputa con la nueva mayoría republicana en el Congreso, que no quería otorgarle un mayor margen para contraer deudas; acompañado de otros presidentes africanos que parecían en la Casa Blanca unos escolares en el despacho del director de colegio, las fotos que publicó la Casa Blanca de aquel encuentro ofrecen la amarga impresión de ser las fotos de un funeral.

¿Cómo interpretar estos dos acontecimientos? 

En Costa de Marfil

La política marfileña es errónea. En mi opinión, el cacao y el café, al igual que la malaria, deben ser sencillamente erradicados del continente africano. Es la única manera de ponerle fin a la oscura época del sometimiento colonial y toda la economía que lleva aparejada, como por ejemplo la cultura de algunas plantas que los principales diarios financieros en Occidente siguen clasificando, en este final de año 2011, como “productos coloniales”. Más de 50 años después de la independencia, no es normal que un dirigente africano viaje a Europa para negociar a favor de un producto colonial, es decir, para seguir cultivando un producto que correspondía a la visión y los intereses europeos en el África colonial. Es un error político, histórico, y sobre todo económico, porque jamás un país del mundo se ha enriquecido manteniendo la producción de un producto colonial. Incluso Brasil se ha visto obligado a renunciar a su puesto de primer productor mundial de café para pasar a la producción de carne, que desde entonces exporta hacia Europa porque ésta es 100 veces más rentable, y su producción es semanal y no anual como la del café.

En otras palabras, Costa de Marfil debe especializarse en “inteligencia” para tener peso y mandar en África, y no volver a la oscura época de los trabajos campestres y del periodo colonial, a la época del trabajo manual, para volverse a ponerse el delantal y que uno ocupe, como espera el viejo amo europeo, su lugar en las plantaciones de cacao y café del país tropical.

En Camerún

La política camerunesa es de alabar, porque la decisión de crear una fábrica de transformación de algodón camerunés ofrece dos ventajas: la primera es que la verdadera plusvalía de un producto agrícola reside en su transformación en producto terminado, y la segunda es que producirlo para satisfacer una necesidad nacional permite dinamizar la demanda local y poner en pie el círculo virtuoso de la creación de riqueza. Está previsto que en los próximos 10 años, Camerún pase de ser un país importador de algodón a ser un país exportador  de ese mismo algodón para satisfacer las necesidades de los hospitales cameruneses, y después africanos.

Los dirigentes cameruneses han aprendido la lección del asunto Laurent Gbagbo. Es decir, de ahora en adelante, es en la misma África donde hay que buscar el dinero. La SITRACO es el árbol que esconde el gran proyecto de desarrollo de la industria sanitaria en Camerún destinada a atraer a los enfermos, no solamente de países vecinos, sino también desde mucho más lejos. Con sus hospitales, Camerún quiere apoderarse de parte del lucrativo negocio de las evacuaciones sanitarias hacia Francia desde países de la África francófona, notablemente para especialidades muy concretas: cardiovasculares, traumatológicas, neuroquirúrgicas, ontológicas, oftalmológicas. Según las increíbles cifras dadas por el Ministro de Salud de Burkina Faso, Bedouma Alain Yoda, el gobierno de este pequeño país le paga cada año a Francia la nada despreciable cifra de 900 millones de francos CFA (1372 millones de euros) para evacuar a unos 50 pacientes. Esta información se hizo pública por el diario burkinés Le Pays, en su edición del 19 de septiembre de 2007. Yaoundé quiere recuperar su parte del negocio. La historia no nos indica si París estará contento con el activismo de este inesperado competidor.

Otro terreno en el cual los dirigentes de Yaoundé aspiran a competir con la Francia de Sarkozy, sigue siendo el de la formación. Uno puede imaginarse fácilmente la escena en el interior del Palacio de Etoudi (residencia del presidente camerunés), en la que su huésped coge un bolígrafo y una calculadora para ver cuánto ingresa Europa cada año de los estudiantes africanos que afluyen hacia allí. Una verdadera fortuna, habrá pensado. Y las sucesivas reflexiones han tenido que versar sobre el cómo interceptar parte de este dinero. Las universidades públicas y privadas están tratando de crecer como champiñones en ciudades universitarias, junto con el lote de astilleros chinos, con el objetivo de terminar las obras en el menor plazo posible, no solamente para evitar que los cameruneses dejen el país, sino también para atraer a otros estudiantes africanos, ya sean francófonos o anglófonos, aprovechando de paso la posición privilegiada de Camerún, a saber, la de ser el único país bilingüe francés/inglés del continente africano.

Mientras el huésped del Eliseo (residencia del presidente francés) cuenta con la demonización de estos estudiantes africanos para volver a subir en las encuestas, se puede pensar que el hecho quitarle este arma política será sentido como un crimen. Desde el mes de mayo de 2011, un decreto llama a estos estudiantes africanos a que dejen Francia al día siguiente de la defensa de su tesis doctoral.

¿Qué hacer cuando uno se ha equivocado de aliado?

Hoy, el desarrollo de África es una cuestión decisiva para el posicionamiento geoestratégico de cada país. La alianza con Occidente, que está a punto de quebrar, es, en mi opinión una elección suicida, porque el resultado ya se conoce de antemano: miseria garantizada como plato fuerte y  deudas de postre. El líder lidio Gaddafi es un ejemplo de esta elección suicida. Había optado por la alianza con Occidente, burlando a China y a Rusia, poniendo sus servicios secretos bajo el control de la CIA desde 2006. Cosa que resultó fatal para él, pues fueron estos mismos servicios secretos, reconvertidos en americanos, los que hicieron que no volviera a estar a salvo en ningún lugar de Libia (no digamos ya su sucesor). En la naturaleza, los mamíferos buscan varones jóvenes y fuertes para aparearse y asegurar su descendencia, y garantizar el porvenir, ya que los varones viejos son débiles, a menudo resabiados y son causantes de una serie de debilidades que no dejan muchas oportunidades para que la raza pueda sobrevivir durante mucho tiempo.

En este momento, Occidente se ha convertido en este animal viejo y enfermo, y por este motivo, se ha vuelto más peligroso para sí mismo y para sus aliados. Su debilidad le hace irritable. Llegará un día en que comprendan que su trofeo en la victoria marfileña no era más que pura ilusión y que no serán salvados por Costa de Marfil de su profunda crisis financiera y social, y que ya no necesitarán a Ouattara. Ese día, Ouattara será muy pronto rebautizado como “dictador africano”. Por ello, no hace falta ser brujo para predecir que unas ONG presuntamente expertas en África saldrán de todas partes para explicarnos lo malvado que es y el cómo se enriquece a espaldas del pueblo. Se encontrará rápidamente a otro africano para sustituirle. Y ese día, estaremos allí para apoyarlo con todas nuestras fuerzas, al igual que hicimos con su predecesor, al igual que hicimos con el líder libio Gaddafi. Pues la tradición africana quiere que jamás abandonemos a los nuestros, sea lo que hayan hecho, a partir del momento en que están en malas relaciones con nuestros verdugos de siempre.

Decía Nicolás Maquiavelo (1469-1527) que “para predecir el futuro, hace falta conocer el pasado, porque los acontecimientos de este mundo siempre tienen una relación con los tiempos que los han precedido. Creados por hombres movidos por las mismas pasiones, estos acontecimientos deben tener necesariamente los mismos resultados”.

¿Cuántos seremos allí para decir “presente” para apoyar a Ouattara cuando su hora final haya llegado? ¿Acaso la historia recordará de él algo más que la triste página que ha escrito junto con su famosa “Comunidad Internacional”? Sólo él y sus asesores serán capaces de responder a estas preguntas mediante las actuaciones y las decisiones que sabrán hacer, utilizando su cerebro, si no insisten en recetas económicas que han demostrado sus límites. Lo más grave no es haber cometido errores, sino insistir en el error. Y el gesto más sabio sería, en mi opinión, el de tener el valor y la fuerza de ir en contra de aquellos que le han colocado en el poder, y liberar a su hermano Laurent Gbagbo. Así, se saldría del “África de la traición y de los vice-presidentes” para entrar en la era del África del valor y la defensa de la dignidad humana.

Somos diferentes a los europeos. Para construir la Unión Europea, se ha elaborado todo un catálogo de condiciones que se han de satisfacer por completo antes de entrar en la Unión, habiendo países como Turquía que desde 1993 no han conseguido reunir todas estas condiciones. En África, nosotros anteponemos otros valores al dinero. Es por esta razón que jamás ha habido un catálogo de condiciones para adherirse ayer a la OUA, hoy a la UA y mañana a los Estados Unidos de África en construcción. Lo que nos une es, ante todo, un ideal, el de sustraer África de la esclavitud europea, luchando contra la humillación que Occidente nos lleva imponiendo desde hace 5 siglos. ¿No es el Tribunal Penal Internacional (TPI) la prueba evidente del ensañamiento contra la dignidad humana en África?

¿Cómo explicar sino que con los 3 millones de muertos en Camboya por el genocidio perpetrado por los ‘Jemeres Rojos’, el tribunal especial se pase por tierras camboyanas para juzgar a sus autores 30 años después de los hechos, mientras que en África el TPI se convierte en un enésimo instrumento de dominación y xenofobia contra África?

El denominador común del pueblo africano es el anticolonialismo. Fue incluso el fundamento de la OUA. Y no podremos construir los Estados Unidos de África sin juntar a todos, sin tomar consciencia de la capacidad de destrucción de aquellos que quieren dividirnos hasta cazar a nuestros jefes de Estado en el poder, hasta matar a nuestros presidentes. Estamos indignados por estos actos de barbarie, y si aquellos que tienen el poder en África no toman consciencia de ello, nosotros tenemos que estar doblemente indignados.

Conclusión

Paradójicamente, la decadencia de Occidente es una oportunidad para África, a condición de que seamos conscientes de la importancia del lugar que podemos ocupar, en esta nueva era en la que se están redistribuyendo los papeles. Occidente no puede ayudarnos, porque no puede ayudarse ni a sí mismo. Obama ha visitado Ghana y ha presentado este país como un ejemplo de aliado de Occidente que está cosechando éxitos, pero la verdad resulta más amarga, y es que para crecer, este país se ha orientado hacia China y ha recibido 10 000 millones de dólares, suma que ningún país occidental podría ofrecerle. Por primera vez en la historia, el 23 de noviembre de 2011, incluso Alemania, el país alemán más rico e íntegro, no ha podido pedir dinero prestado a los mercados, siendo los propios operadores de éstos los que predicen su caída inexorable.

En el siglo XXI, es el fin de los Estados-naciones y el triunfo de los Estados-continente. No me alegro por el inicio de la prosperidad para mi país, Camerún, mientras la economía de otro país africano como Costa de Marfil se encuentra de capa caída, pues tanto Costa de Marfil como Somalia también son país. Entender eso, es tener la fuerza de resistir ante nuestros agresores y construir la base de una prosperidad estable a nivel continental. Y para ello, necesitamos aliados, necesitamos contar con nuestros amigos, nuestros verdaderos amigos. De momento, el mejor amigo de África es China y todos debemos indignarnos cuando Europa va a Pekín para hablar de África, es decir, para hablar de nosotros sin contar con nosotros. ¿No hemos salido ya lo suficiente de la adolescencia?

Cada vez más jefes de Estados africanos serán humillados, otros incluso serán asesinados. Pero lo peor que puede hacer un africano es ser cómplice, directa o indirectamente, de aquellos actos dirigidos contra los nuestros, que están todos orientados contra nosotros. Con cada presidente africano que se humilla, es a todos nosotros a quien se humilla. Con cada jefe de Estado africano que se asesina, es a todos nosotros a quien se asesina. Defender a los nuestros, es defendernos a nosotros mismos hoy, y es defender a nuestros hijos mañana. Identificar con detalle contra quien tenemos que defendernos en primer lugar, nos ayudará a elegir mejor a nuestros aliados. A día de hoy, ningún africano ha muerto a causa de las balas del ejército chino.

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