sábado, 27 de julio de 2013

Algunas lecciones sobre la "Revolución Cultural"

A continuación presentamos una selección de extractos de un interesante artículo escrito y publicado por el compañero José María Rodríguez en su página web (www.socialismocientifico.com) sobre la "Revolución Cultural", probablemente uno de los episodios de la Revolución China que mayor debate ha suscitado. El artículo no es excesivamente elaborado y tiende a la simplificación, pero nos ofrece unas breves pautas para poder empezar un análisis crítico de aquel célebre hecho histórico. El autor del artículo me perdonará por haber hecho algunas correcciones de estilo. Por lo demás, lo he dejado tal cual, pese a que no necesariamente comparta todo lo que dice. Pero bienvenido sean los aportes para elaborar un análisis crítico de la Revolución Cultural, episodio histórico del cual se habla tanto pero se sabe tan poco. 

Revolución Cultural: culto feudal al líder

En 1966 se desencadenó en China la “Gran Revolución Cultural Proletaria” que duraría en la práctica hasta 1976. Ese acontecimiento tuvo una enorme repercusión no sólo en China y el Tercer Mundo, sino también en todo el hemisferio occidental.

Al igual que muchos comunistas chinos encabezados por Mao Zedong, muchos comunistas en Occidente estaban muy descontentos por el papel de Jruschov lanzando graves acusaciones contra Stalin una vez muerto éste. Para una parte minoritaria de quienes entonces militábamos en organizaciones comunistas en España, la Revolución Cultural en China suponía un ¡basta ya! contra las desviaciones del marxismo-leninismo de la nueva dirección de Jruschov.

También era un insulto inaceptable al marxismo-leninismo la unidad ideológica entre la nueva dirección soviética y el imperialismo estadounidense en contra del máximo dirigente artífice de la victoria contra el nazismo, José Stalin (es significativo que en aquellas fechas en la España de la dictadura terrorista de Franco, los trotskistas y anarquistas, tan abundantes hoy, prácticamente no existían).

En España ello se unía, como gota que colma el vaso, al aspecto esencial del descontento: la política de colaboración con la oligarquía de la dirección del PCE dirigido por Santiago Carrillo que presuponía la reforma de la dictadura del capital monopolista.

Pero la mayoría del movimiento comunista occidental, y español, continuó al lado de la nueva dirección soviética, emergiendo a partir de ahí el llamado “eurocomunismo” y posteriormente a la llegada de Brezhnev los llamados partidos “pro-soviéticos”.

El “Gran Salto Adelante”

Aunque la revolución cultural china tuvo características más destructivas y prolongadas, ésta tuvo un antecedente: el “Gran Salto Adelante”. Este fue un movimiento que duró unos dos años para aumentar la producción de manera máxima, especialmente la de acero, en la industria y también de productos agrícolas en el campo. Sus resultados prácticos fueron un fracaso. Hubo un gran aumento de la producción de acero, pero gran parte de la misma era de escasa o nula calidad, y en detrimento de otros sectores en los que muchos trabajadores dejaban de dedicar algún tiempo para aumentar la producción de acero. El acero era fabricado por todas partes, ciudades, pueblos y comunas, llegando a mezclar diferentes metales en hornos caseros durante el proceso de fundición. Ello hizo que buena parte del acero producido fuera de mala o muy mala calidad.

En el campo se llevó a cabo la colectivización, y para aumentar la producción se ideó la matanza de pájaros para evitar que se comieran las semillas. Pero ello produjo una baja espectacular en la producción agrícola de 1959 debido a que al disminuir en gran cantidad los pájaros, aumentaron en gran cantidad los insectos que provocaron enormes pérdidas (lo que se añade al tiempo dedicado por los campesinos a crear fundiciones caseras para el acero).

El fracaso del Gran Salto Adelante supuso una relativa autocrítica de Mao y su desplazamiento del trabajo diario del gobierno hacia Liu Shaochi y Deng Xiaoping. Pero el desencadenamiento de la Revolución Cultural en 1966 supuso la reafirmación de Mao y la eliminación política total o parcial de quienes habían restaurado el orden socialista y el desarrollo económico en el país de 1960 a 1966.

La “Gran Revolución Cultural Proletaria”

La “Revolución Cultural” china consideraba que para evitar el peligro de restauración capitalista en China, que Mao Zedong ya veía inevitable en la URSS, era necesario continuar considerando la lucha de clases como la tarea central. Por lo tanto, había que continuar el proceso de agitación y propaganda, de educación ideológica de la revolución proletaria, eliminando a los seguidores del “camino capitalista” dentro del partido y en la sociedad.

Es más, se consideraba que en el futuro habría de haber más revoluciones culturales para evitar el peligro de restauración. En el proceso de la Revolución Cultural adquirieron especial protagonismo por un lado Lin Biao, elegido por el propio Mao como sucesor y editor del Libro Rojo de Mao, que intentó posteriormente apartar a Mao. Lin Biao se vio desautorizado y descubierto al preparar un intento de golpe de Estado y murió huyendo en vuelo hacia la URSS en 1971. Por otra parte, estaba la llamada Banda de los Cuatro (según la definición del propio Mao a mediados de la década de los 70) formada por la esposa de Mao y otros tres dirigentes.

Lin Biao y la Banda de los Cuatro crearon un ambiente de fanatismo alrededor de la figura de Mao, estimulando el culto feudal a su persona, dotándolo de supuesta infalibilidad divina. La Banda de los Cuatro llegó a formular la consigna antimarxista del “todo lo que sea”, formulada en el editorial titulado “Estudiar bien los documentos para aprehender la clave”: “Debemos mantener con firmeza todo lo que sea una decisión que haya sido tomada por el Presidente Mao y seguir invariablemente todo lo que sea una instrucción que haya sido impartida por él”.

Al mismo tiempo, consideraban que “es preferible ser rojo a ser experto”, “es preferible un trabajador sin cultura”, “poseer más conocimientos es ser más reaccionarios” y etiquetaron como “enemigos número 1” e “intelectuales burgueses” a los intelectuales, artistas, técnicos y científicos, enviando a gran cantidad de ellos a trabajar en el campo para “reeducarse”, haciendo retroceder el nivel de la ciencia, de la tecnología y la cultura en toda China.

Durante la Revolución Cultural se impulsó el sistema de distribución del “igualitarismo” de “comer todos de una olla común”, se eliminó de hecho la autoridad de las organizaciones del partido suplantándola por las decisiones de “comités revolucionarios” y de los “guardias rojos”, se eliminó la autoridad jerárquica del Estado suplantándola por las “movilizaciones revolucionarias de las masas” y se ensalzó el llamado “comunismo de la pobreza”.

Como consecuencia de todo ello, muchos comunistas y personas de las masas fueron etiquetados como “contrarrevolucionarios” y fueron víctimas de una represión arbitraria.

Lin Biao y la Banda de los Cuatro, artífices de la involución temporal de la Revolución China

El socialismo con características chinas

El 4 de abril de 1976, tres meses después del fallecimiento de Zhou Enlai, tuvo lugar en Beijing y en otras ciudades del país un amplio movimiento de masas en memoria de Zhou Enlai, en protesta contra la Banda de los Cuatro y en señal de rechazo a las críticas contra Deng Xiaoping. El gobierno limitó las demostraciones de duelo, lo cual originó una gran concentración de protesta en la Plaza de Tian an men. El movimiento fue  reprimido por Banda de los Cuatro, y a pesar de ser calificado por Mao de “incidente contrarrevolucionario”, sentó las bases de masas para la liquidación de la Banda de los Cuatro y el final de la Revolución Cultural.

En diciembre de 1978, la III Sesión Plenaria del XI Comité Central sentó las bases teóricas y prácticas decisivas para iniciar el proceso de reforma y apertura y la construcción del socialismo con características chinas. A partir de esa sesión histórica y en los años siguientes se tomaron las siguientes medidas:

Se desplazó el centro de actividad del partido y del gobierno a las cuatro modernizaciones de la agricultura, industria, tecnología y defensa, guiadas por los cuatro principios fundamentales (persistir en el camino socialista, persistir en la dictadura del proletariado, persistir en la dirección del Partido Comunista y persistir en el marxismo-leninismo y el pensamiento de Mao Zedong).

Se desechó que la lucha de clases y una nueva revolución pudieran ser las tareas centrales, por ser ello contrario al carácter socialista de la realidad de China y al marxismo. Una vez tomado el poder, la contradicción esencial pasa a ser la existente entre el débil y limitado desarrollo de las fuerzas productivas y las crecientes demandas del pueblo.

Se restauró la dirección del partido y la disciplina jerárquica en el ejército, considerando anarquismo los intentos de suplantarlos con comités paralelos o “movilizaciones de las masas” y “dazibaos”. Se rehabilitaron las personas y dirigentes víctimas de la represión arbitraria durante la Revolución Cultural.

Se descartó el “igualitarismo” de “comer todos de una olla común” por ser un criterio de distribución ajeno tanto a la fase socialista (a cada cual su trabajo) como a la comunista (a cada cual según sus necesidades). Se determinó que China se encontraba en la fase primaria del socialismo y que dicha fase podría durar 100 años desde la creación de la República Popular. Sobre esa base se estableció el sistema de distribución sobre la base de la aportación práctica, concreta, de cada cual al desarrollo de las fuerzas productivas, y no sobre la base de su posición política teórica. Teniendo en cuenta el gran peso de miles de años de feudalismo en la sociedad china, se impulsó las inversiones extranjeras y la existencia del sector de la economía privada para estimular la competitividad y la iniciativa y como complemento necesario y estímulo de la columna vertebral de la economía estatal y pública socialista.

Se desechó el concepto de “comunismo de la pobreza” por considerarse ajeno al marxismo-leninismo y al pensamiento de Mao Zedong. La sociedad comunista es lo contrario a la pobreza, presupone la gran riqueza material y espiritual de la sociedad. La sociedad socialista, en esa dirección, no puede ser considerada como tal si no avanza en las satisfacciones materiales y espirituales de las masas y no es capaz de eliminar con relativa rapidez la pobreza y las escasez heredadas del viejo sistema social.

En el terreno teórico, se desecharon los pronunciamientos teóricos al margen de la práctica y del desarrollo de las fuerzas productivas, como algo ajeno al marxismo y las necesidades de las masas de China. Se combatió como propio del feudalismo el culto a las personas, por muy eminentes que éstas sean, el fanatismo y las actitudes patriarcales. Se asumió que la educación ideológica para que las masas hagan suyo el socialismo, sólo tiene eficacia en la medida que va acompañada y precedida por el desarrollo material para eliminar la pobreza y la escasez, sin lo cual queda en palabrería vacía.

El camarada Deng Xiaoping, héroe del pueblo, enterrador de la Revolución Cultural y artífice del despegue económico del socialismo con características chinas

Con respecto a Mao Zedong, se hizo una evaluación de su obra como 70% positiva y 30% negativa, considerando que el pensamiento de Mao Zedong prevaleció sobre los errores de los últimos años de su vida. Se estableció que un condicionante esencial de dichos errores de Mao fue el largo periodo de varios siglos de feudalismo en China, con la consecuencia del culto fanático a su personalidad permitido por él, y de las actitudes patriarcales, lo cual originó su separación con respecto de la realidad objetiva, de las masas y de sus necesidades reales. La elección personal de sucesores como Lin Biao y Hua Kuo-feng es una práctica propia del feudalismo, inferior incluso al capitalismo.

El pensamiento de Mao Zedong representa todo lo correcto que hizo en su vida, especialmente la aplicación y desarrollo del marxismo-leninismo a las condiciones de China en los terrenos del carácter de la Revolución China que posibilitó la toma del poder y el aplastamiento de la supremacía del imperialismo y el feudalismo, la estrategia y la táctica con su sucesiva política de alianzas, la filosofía, especialmente la existencia universal de la contradicción en sus diferentes niveles, la relación entre práctica y teoría y el desarrollo del concepto marxista del conocimiento en base a buscar la verdad en los hechos y la política internacional sobre la base de la teoría de los tres mundos. Los errores de Mao Zedong en los últimos años de su vida estaban en completa contradicción con el pensamiento de Mao Zedong.

Se consideró que puesto que el feudalismo es una etapa histórica anterior e inferior al capitalismo, suponía intentar dar la vuelta al carro de la historia a preferir la pobreza extrema y la ociosidad (el comunismo primitivo de la Banda de los Cuatro) a la iniciativa privada y a la creación de empresas competitivas exigentes con una moderna gestión y producción.

En ese sentido, la existencia de determinadas formas capitalistas sometidas a la columna vertebral estatal y pública del estado socialista en la sociedad china es inevitable en el proceso histórico hasta eliminar todo vestigio de feudalismo y consolidar la modernización. La existencia de empresarios del sector privado en países socialistas como China o Vietnam durante todo ese periodo no supone la existencia de la burguesía como clase en la medida que no pueden realizar actividades contrarias al Estado socialista, ni pueden controlar el sistema financiero ni la economía central de la nación. En todo caso la existencia de ese sector privado es siempre preferible a tener la mitad del terreno cultivable en el campo, ocioso, sin trabajar, como ha pasado y se está rectificando ahora en Cuba.

La apropiación privada de plusvalía no se realiza solamente en el marco de las empresas y empresarios privados. Mucho más ocurre bajo el sistema de distribución “igualitario” de “comer de una olla común” de la “Revolución Cultural”. Quien no trabaja se apropia de la plusvalía de quienes trabajan. Quien trabaja menos se apropia se la plusvalía de quien trabaja más. Con el agravante de que al final, el resultado es que no trabaja nadie o todos trabajan lo mínimo.

Respecto a la reunificación de la patria, su materialización sólo sería factible sobre la base de “un país, dos sistemas”. El desarrollo de la República Popular China es indispensable para materializar la reunificación y no sólo bastan las declaraciones patrióticas pues el mejor patriotismo es el desarrollo. Del mismo modo, debido al reconocimiento de las diferencias del punto de partida entre los territorios, se establece un estatus de verdadera autonomía durante al menos 50 años.

En el terreno internacional, se reafirma que China nunca será una superpotencia independientemente de su nivel de desarrollo. Se ratifica la coexistencia pacífica y se elude todo reconocimiento entre Estados en base a ideología, partiendo de la base de que sólo cada pueblo puede decidir su propio camino, porque sólo cada pueblo y cada partido en cada país puede llegar a conocer su realidad social y posibilitar su transformación. El origen de esta posición es el criterio marxista de que, en general, los factores determinantes en el desarrollo de los fenómenos son los internos. Como consecuencia, el conocimiento sólo puede adquirirse mediante el contacto permanente con la propia realidad social y la lucha para transformarla.
El valor real o ficticio de las autodefiniciones solo puede ser avalada por la práctica social de cada momento en el propio país, y si sirven o no al desarrollo de las fuerzas productivas en beneficio de cada pueblo bajo el socialismo, o a la transformación social y cambio de clases en el poder bajo el capitalismo. Del mismo modo, en la política internacional, la imposición extranjera por la fuerza a otros pueblos, no puede ser justificada o aprobada en nombre de una ideología, sea cual sea, y se torna a la corta o a la larga en contra de ésta. [...]

Conclusiones

La realidad actual demuestra en la práctica varios aspectos importantes:

La política de reforma y apertura en China ha sacado de la miseria a 500 millones de personas en 30 años en un país un 23% de la población mundial y sólo el 7% del terreno cultivable. Y ello sin hacer invasiones a otros países, y con una política de igualdad y beneficio mutuo, de ganar-ganar con todos los países, especialmente con el tercer mundo. Es un caso único en la historia de la humanidad, un país que emerge con tal rapidez de manera pacífica a pesar de las continúas provocaciones externas tanto de los imperialistas como de “izquierdas radicales y/o “comunistas” (verdaderos anarco-trotskistas) estimulados de hecho por el imperialismo y la permanente campaña anti-China de sus medios totalitarios de manipulación de masas de Occidente.

La derrota de la “Revolución Cultural” supone la derrota de la ideología feudal en China y la recuperación del marxismo elevándolo y desarrollándolo a un nivel superior.

Las etapas históricas, sociedades primitivas, esclavismo, feudalismo, capitalismo, socialismo y comunismo son sucesivas y no se pueden obviar.

El mayor aporte al internacionalismo hoy es el desarrollo socialista de casi la cuarta parte de la humanidad ante el panorama de recesión del capitalismo internacional.

En la práctica, y cada vez más China se convierte en el referente principal de la lucha por su emancipación en el tercer mundo y en los países socialistas. Sin embargo, China no pretende guiar a los demás países, ni decir a los demás lo que han de hacer. Algunos países socialistas han tenido también ellos que rectificar sus anteriores políticas para intentar superar el estancamiento, y eliminar sus graves ataques a la República Popular China.

De la misma manera que en la lucha de clases existe una vanguardia comunista y ésta no puede deshacerse esperando que el conjunto de las masas adquieran espontáneamente el nivel ideológico, político y organizativo del partido, en la construcción económica socialista es necesario que la vanguardia de los más esforzados y abnegados trabajadores abran la brecha en el desarrollo material y alcancen su elevación profesional y productiva, y por tanto su bienestar económico.antes que el resto, sirviéndole de ejemplo y gracias a su esfuerzo.

La madurez de una ideología es como la de las personas. Se adquiere con el sucesivo conocimiento del análisis de la práctica que se vive y transforma, especialmente, de las lecciones de los fracasos.

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