sábado, 16 de diciembre de 2017

Emancipar la mente, actuar en función de la realidad y mirar unidos hacia adelante


* Este discurso de Deng Xiaoping pronunciado en la sesión de cierre de una reunión de trabajo del Comité Central del Partido en 1978, sería un punto de inflexión de la historia del PCCh y de China. La Revolución Cultural fue detenida, pero aún muchas camaradas seguían obstinadas en los mismos errores tan nocivos para el socialismo. 'Emancipar la mente' fue la apertura de un nuevo camino revolucionario que apartó el socialismo de la pobreza y condujo a la República y al Pueblo a la mayor prosperidad material y propulsión económica conocidas.

Camaradas:

La presente reunión, que ya lleva un mes y varios días de sesiones, terminará dentro de poco. El Comité Central ha formulado el principio rector básico de trasladar el centro de gravedad del trabajo de todo el Partido a la tarea de hacer realidad las cuatro modernizaciones y ha resuelto toda una serie de importantes problemas legados por el pasado, lo cual permitirá reforzar la voluntad combativa de todo el Partido, ejército y pueblo de las diversas nacionalidades del país, fortalecer su fe y afianzar su unidad. Ahora ya podemos anticipar con toda seguridad que, bajo la justa dirección del Comité Central, todo el Partido, ejército y pueblo de las diversas nacionalidades del país irán conquistando más y más victorias en su nueva Gran Marcha.

La presente reunión, que ha transcurrido en forma muy satisfactoria y exitosa, será de gran importancia en los anales de la historia del Partido. Hacía muchos años que en nuestro Partido no se habían realizado reuniones como ésta, la cual, revalidando y llevando adelante las tradiciones democráticas del Partido, se ha desarrollado en una atmósfera de vivacidad y dinamismo, atmósfera que hemos de hacer extensiva a todo el Partido, ejército y pueblo de las diversas nacionalidades del país.

En la presente reunión hemos discutido y solucionado un buen número de problemas de crucial importancia de cuya solución dependen los destinos del Partido y de la nación. Libres de toda traba mental, hemos dicho con franqueza lo que pensábamos, hemos expresado sin reparos lo que sentíamos en nuestro fuero interno y hemos expuesto la verdad de las cosas. Hemos desplegado activamente la crítica, incluida la crítica al trabajo del Comité Central, poniendo los problemas sobre el tapete. Algunos camaradas se han hecho, por su parte, autocríticas en tal o cual grado. Todo esto representa un gran avance en la vida del Partido y contribuirá enormemente a la causa del Partido y del pueblo.

Hoy me voy a referir principalmente a un solo punto: la necesidad de emancipar la mente, de poner en juego la inteligencia, da actuar en función de la realidad y de mirar unidos hacia adelante.

I. LA EMANCIPACION DE LA MENTE, UN IMPORTANTE PROBLEMA POLITICO DEL PRESENTE 

Cuando hablamos de emancipar la mente, poner en juego la inteligencia, actuar en función de la realidad y mirar unidos hacia adelante, debemos hacer hincapié, ante todo, en el primer concepto. Sólo con la mente emancipada podremos proceder, guiándonos acertadamente por el marxismo-leninismo y el pensamiento de Mao Zedong, a resolver los problemas legados por el pasado y la serie de nuevos problemas que surjan, a reformar con acierto lo que en las relaciones de producción y en la superestructura no se ajusta a las fuerzas productivas en rápido desarrollo y, de acuerdo con las condiciones reales de nuestro país, a definir el camino, la orientación, los métodos y las medidas específicos para llevar a cabo las cuatro modernizaciones.

Todavía no se ha resuelto totalmente el problema de la emancipación de la mente entre nuestros cuadros, y menos aún entre los dirigentes. Muchos camaradas aún están lejos de tener la mente emancipada y de poner en pleno juego la inteligencia y se encuentran, por decirlo así, en un estado de total o parcial anquilosamiento mental. No es que no sean buenos camaradas, sino que se trata de un estado de cosas que se configuró en determinadas circunstancias históricas específicas.

Todo esto se debe, en primer lugar, a que, durante más de diez años, Lin Biao y la “banda de los cuatro” impusieron toda clase de “áreas vedadas” y prohibiciones y fomentaron concepciones fetichistas, aprisionando la mente de nuestros camaradas dentro de la celda de su pseudomarxismo, sin permitirles dar ni un solo paso más allá, so pena de persecuciones, sambenitos y “bastonazos”. En tales condiciones, a algunas personas no les quedó más remedio que abstenerse de hacer uso de su inteligencia y renunciar a la reflexión.

En segundo lugar, se debe a que el centralismo democrático fue violado y el Partido padeció efectivamente de un burocratismo caracterizado por una excesiva centralización de los poderes. Semejante burocratismo solía presentarse como “papel dirigente del Partido”, “instrucciones del Partido”, “intereses del Partido” o “disciplina del Partido”, siendo en realidad vigilancia, restricción y opresión en el verdadero sentido de la expresión. La última palabra sobre numerosos problemas la tenían a menudo uno o dos individuos, mientras que los demás no podían más que cumplir las órdenes que se les daban. De este modo, la gente no tenía por qué reflexionar sobre problema alguno.
En tercer lugar, se debe a la confusión entre lo correcto y lo erróneo, entre lo encomiable y lo culpable, y a la falta de un criterio estricto en cuanto a las recompensas y las sanciones, de modo que daba lo mismo si uno trabajaba o no, e incluso, por paradójico que parezca, quienes trabajaban bien eran blanco de ataques mientras que quienes no hacían nada y se contentaban con la rutina y la inercia permanecían siempre a salvo como si fueran unos “tentetiesos”. En virtud de estas leyes no escritas, la gente ya no quería reflexionar sobre problema alguno.

En cuarto lugar, se debe a la influencia que aún ejerce sobre la gente la fuerza de la costumbre de la pequeña producción, uno de cuyos rasgos peculiares más destacados lo constituyen el espíritu rutinario, el conformismo con el status quo, el escaso afán de desarrollo y progreso y la falta de receptividad a lo nuevo.

Debido a que la mente aún no estaba emancipada sino anquilosada, surgieron innumerables fenómenos raros.

El anquilosamiento mental dio origen a toda clase de convencionalismos preconcebidos. Por ejemplo, lo que se dio en llamar reforzar la dirección del Partido desembocó en el acaparamiento de todo por el Partido y su intervención en todo; lo que se dio en llamar dirección unificada desembocó en la confusión entre Partido y gobierno y la suplantación de éste por aquél, y lo que se dio en llamar persistir en la dirección unificada del Comité Central desembocó en la imposición de una “uniformidad de todos los criterios”. Cierto que se deben combatir las “políticas caseras” contrarias a los principios fundamentales de la política del Comité Central, pero hay “políticas caseras” que han sido establecidas partiendo de las condiciones reales y que cuentan con el apoyo de las masas. Sucede a menudo que estas políticas correctas también son objeto de reproches, porque “no se ajustan a la uniformidad de criterios”.

El anquilosamiento mental dio lugar a la proliferación de la práctica de dejarse llevar por la corriente. En lugar de perseverar en el espíritu de partido y en los principios, se hablaba y se procedía según los “enchufes” con que contara tal o cual persona y según de dónde soplara el viento, creyendo a pie juntillas que así no se cometerían errores. En realidad, la práctica de dejarse llevar por la corriente es en sí misma un craso error, reñido con el espíritu de partido del militante comunista. Claro que tampoco está exento de errores quien piensa por su propia cuenta y tiene el coraje para reflexionar, expre-sarse y actuar, pero estos errores se cometen a la luz del día y son fáciles de rectificar.

El anquilosamiento mental intensificó, asimismo, el culto a los libros, caracterizado por la negativa a partir en todo de la realidad. No se osaba decir una sola palabra ni acometer una sola empresa que no figurasen en los libros, en los documentos o en los discursos de los dirigentes, y todo quedaba reducido a la simple copia, trasplante y transmisión. Del sentido de responsabilidad ante los superiores se hizo algo opuesto al sentido de responsabilidad ante el pueblo.

Si no enterramos ese anquilosamiento mental y no emancipamos definitivamente la mente de los cuadros y las masas, no habrá esperanza de llevar a cabo las cuatro modernizaciones.

El debate, actualmente en curso, acerca de la práctica como único criterio para comprobar la verdad es en el fondo una polémica acerca de si hay que emancipar o no la mente. Todos estimamos que esta polémica es muy necesaria y reviste gran significación. Su importancia se torna cada vez más visible a juzgar por la manera como se está desarrollando. El partido, país o nación que en todo parta de los libros, que tenga la mente anquilosada y que se deje inundar por toda clase de fetichismos verá cerrado su camino de avance y truncada su vitalidad, y entonces tanto el partido como el país estarán condenados a la ruina. Esto lo dijo una y otra vez el camarada Mao Zedong en el curso de la campaña de rectificación. Sólo emancipando la men-te, actuando con perseverancia en función de la realidad, partiendo en todo de ésta e integrando la teoría con la práctica, podrá avanzar de manera expedita nuestra obra constructiva de modernización socialista, y sólo así podrá desarrollarse felizmente la teoría de nuestro Partido basada en el marxismo-leninismo y el pensamiento de Mao Zedong. En este sentido, en la polémica relativa al criterio de la verdad, está en juego, efectivamente, nuestra línea ideológica, nuestra posición política y el porvenir y los destinos de nuestro Partido y nuestra nación.
Actuar en función de la realidad constituye la base de la concepción proletaria del mundo, la base ideológica del marxismo. A esta actitud se deben todos los éxitos que hemos logrado en la revolución. Igualmente, debemos contar con esta misma actitud en nuestra tarea actual de materializar las cuatro modernizaciones. Actuar en función de la realidad, emancipar la mente y poner en juego la inteligencia ante cualquier problema o tarea es algo que deben hacer no sólo el Comité Central, los comités provinciales, territoriales, de distritos y de comunas populares del Partido, sino también cada fábrica, organismo oficial, centro de enseñanza, tienda comercial o equipo de producción.

Cuantos más sean los que en el seno del Partido y entre las masas populares hagan uso de la inteligencia y reflexionen, tanto más favorecida se verá nuestra causa. Lo mismo en la revolución que en la edificación, hace falta cierto número de personas de vanguardia que tengan coraje para reflexionar, explorar y crear. Sin un buen número de tales gentes nunca podremos librarnos de la pobreza y el atraso ni alcanzar, para no hablar de sobrepasar, los niveles más avanzados del mundo. Esperamos que los comités del Partido a todos los niveles y todas sus células estimularán y apoyarán a los militantes y las masas para que reflexionen, exploren y creen con coraje y que tomarán sobre sí la tarea de impulsar la emancipación mental de las masas y la puesta en juego de su inteligencia.

II. LA DEMOCRACIA, CONDICION IMPORTANTE PARA LA EMANCIPACION MENTAL


Una condición de suma importancia para la emancipación mental de la gente y la puesta en juego de su inteligencia es la efectiva vigencia del centralismo democrático proletario. Necesitamos una direccíón centralizada y única, pero una centralización en el correcto sentido de la palabra presupone una democracia plena.

En el período actual se hace particularmente necesario poner énfasis en la democracia. Y esto obedece a que, durante un tiempo bastante largo, el centralismo democrático no tuvo auténtica vigencia debido a que se hizo hincapié en el centralismo prescindiendo de la democracia, la cual resultó muy precaria. Incluso ahora, sólo unas pocas personas avanzadas se atreven a dar su opinión. Tales personas son un poco más numerosas en nuestra presente reunión, pero en todo el Partido y todo el país en su conjunto, mucha gente aún carece del coraje necesario para decir lo que piensa. Si no cambia semejante estado de cosas, es decir, si la gente sigue temerosa de manifestar sus opiniones correctas y de oponerse a los malvados y a sus abusos, ¿cómo será posible propugnar la emancipación mental y el uso de la inteligencia? ¿Cómo van a llevarse a cabo las cuatro modernizaciones?

Debemos crear condiciones favorables a la democracia y reafirmar la política de no buscar faltas a la gente, no ponerle etiquetas ni propinarle “bastonazos”. En la vida política dentro del Partido y del pueblo sólo es admisible el método democrático, y nunca se debe recurrir a la coerción o al ataque. Los derechos del ciudadano, del militante y del miembro del comité del Partido, consagrados en la Constitución o en los Estatutos del Partido, deben ser garantizados decididamente contra todo atentado, provenga de donde provenga.

Hace pocos días se revocaron los veredictos injustos respecto al Incidente de Tian’anmen24, lo cual despertó un gran júbilo y estimuló al pueblo de las diversas nacionalidades del país, contribuyendo enormemente a vigorizar el entusiasmo socialista de las masas populares. Es preciso permitir a las masas que presenten sus observaciones críticas; aun en el caso de que unos pocos elementos resentidos intenten crear disturbios valiéndose de la democracia, no habrá nada que temer. Hay que saber manejar con propiedad estos asuntos y confiar en la capacidad que tiene la abrumadora mayoría de las masas para distinguir entre lo correcto y lo erróneo. Lo más temible para un partido revolucionario es permanecer sordo a la voz del pueblo y encontrarse en medio de un silencio en el cual se oye hasta el vuelo de una mosca. Actualmente, circulan dentro y fuera del Partido toda clase de rumores, en los cuales se mezclan tanto verdades como mentiras, fenómeno que constituye un castigo por la prolongada ausencia de democracia política. En un ambiente político en que haya tanto centralismo como democracia, tanto disciplina como libertad, tanto unidad de voluntad como satisfacción moral individual y vivacidad, han de disminuir los rumores y ha de ser más fácil vencer la anarquía. Estamos seguros de que nuestro pueblo sabe velar por los intereses de conjunto, tiene clara conciencia de dónde radica lo más importante y observa la disciplina. Nuestros cuadros dirigentes a todos los niveles, ante todo los de alto rango, también deben atenerse rigurosamente a la disciplina del Partido, guardar sus secretos y abstenerse de difundir rumores y de fomentar la circulación de “folletos copiados a mano” o cosas por el estilo.

Entre las opiniones de las masas populares las hay, como es lógico, acertadas y erróneas, de modo que es preciso enfocarlas de manera analítica. El papel dirigente del Partido presupone saber resumir las opiniones acertadas de las masas populares y esclarecer como es debido las incorrectas. Frente a los problemas ideológicos, en ningún caso se debe recurrir a métodos represivos, sino aplicar a conciencia la política de “que se abran cien flores y que compitan cien escuelas”. Hay que poner coto enérgicamente a la perniciosa práctica de perseguir e investigar los “móviles políticos subyacentes” y los supuestos “rumores políticos”, de hacer constar el asunto en los archivos o de asestar golpes y poner mordazas cada vez que se pesca al vuelo tal o cual comentario entre las masas, sobre todo cuando se trata de algo zahiriente. Como dijo reiteradamente el camarada Mao Zedong, semejante modo de proceder es en realidad muestra de debilidad y de neurastenia. Nuestros dirigentes a todos los niveles deben guardarse en todo caso de colocarse en una situación antagónica a las masas. He aquí un principio al que debemos atenernos firmemente. Cierto es que no debemos tampoco aflojar nuestra vigilancia ante el ínfimo número de contrarrevolucionarios que aún existen en nuestro país.

Ahora quisiera tratar con mayor detenimiento el problema de poner en juego la democracia en el terreno económico. El sistema de gestión económica actualmente vigente en nuestro país peca de excesiva centralización, y hay que proceder con audacia a descentralizar en forma planificada los poderes, sin lo cual se verá entorpecido el pleno despliegue de la iniciativa de los cuatro sectores, a saber, el Estado, las autoridades locales, las empresas y los trabajadores como individuos, y también será difícil implantar una gestión económica modernizada y elevar la productividad del trabajo. Hay que conceder más derechos autónomos de explotación y gestión a las autoridades locales, a las empresas y a los equipos de producción. En un país como el nuestro, compuesto por un número tan apreciable de provincias, municipios y regiones autónomas y en que una provincia mediana equivale en cuanto a la extensión territorial a un gran país europeo, es preciso conceder a las autoridades locales más derechos autónomos en lo referente a la planificación económica, las finanzas, el comercio exterior, etc., con sujeción a la unidad de criterios, de política, de plan, de mando y de acción.

Lo que más urge en este momento es ampliar los derechos autónomos de las fábricas, minas, empresas y equipos de producción, para que cada uno de ellos haga todo lo que pueda por hacer valer su espíritu de iniciativa creadora. Una vez que un equipo de producción goce de derechos autónomos en la explotación y gestión, el menor lote de tierra sin cultivar y la más mínima superficie de agua no aprovechada para la piscicultura ya bastarían para quitar el sueño a sus miembros y a sus cuadros y obligarlos a aguzar el ingenio para encontrar una solución. ¡Cuántas riquezas adicionales aportaría el aguzamiento del ingenio de los trabajadores de los centenares de miles de empresas y de los millones de equipos de producción que hay en todo el país! Mientras mayores sean las riquezas creadas para el Estado, mayores deben ser los ingresos individuales y mejores deben ser los servicios de bienestar colectivo. Eso de renunciar a ganar más a pesar del mayor trabajo realizado y de pasar por alto los intereses materiales puede ser aceptable para un pequeño número de elementos avanzados, pero no para las amplias masas, y puede ser aplicable por cierto período de tiempo, pero no a largo plazo. Es muy precioso el espíritu revolucionario, sin el cual no habría acción revolucionaria. Sin embargo, la revolución nace sobre la base de los intereses materiales, y sería idealismo limitarse al espíritu de sacrificio prescindiendo de los intereses materiales.

Asimismo, es preciso garantizar efectivamente los derechos democráticos de los obreros y campesinos como individuos, incluidos sus derechos a la elección, gestión y control democráticos. Es menester que no solamente cada jefe de taller y cada jefe de equipo de producción, sino también cada obrero y cada campesino asuman responsabilidades en la producción y se devanen los sesos por encontrar soluciones a los problemas que se presenten.

A fin de garantizar la democracia popular, es menester reforzar el sistema legal. Hay que dar forma de instituciones y leyes a la democracia, de modo que estas instituciones y leyes permanezcan inamovibles por encima de los cambios de dirigentes y de sus pareceres y prioridades. Lo que pasa ahora es que nuestras leyes distan mucho de ser perfectas y gran parte de ellas aún están por elaborar. Se suele considerar como “leyes” lo que dicen los dirigentes y como “ilegal” todo lo que está en desacuerdo con lo que ellos dicen, de modo que cada vez que tal o cual dirigente muda de parecer, cambian en consecuencia las “leyes”. Por lo tanto, debemos concentrar nuestras energías en elaborar un Código Penal, un Código Civil, un Código de Procedimiento Penal y otras leyes que sean indispensables, tales como las relativas a las fábricas, las comunas populares, los bosques, las praderas, la protección ambiental, el trabajo y las inversiones de ciudadanos extranjeros, discutirlos y aprobarlos según los procedimientos democráticos establecidos y reforzar los organismos de fiscalía y de justicia, de manera que haya leyes a qué atenerse, se obre conforme a ellas, se las aplique a rajatabla y se impongan sanciones a todo el que las infrinja. Asimismo, hay que adoptar leyes para regular las relaciones entre el Estado y la empresa, entre las empresas, entre la empresa y el individuo, etc., ya que muchas de sus contradicciones tienen que solucionarse por vías jurídicas. Actualmente, es muy cuantioso el trabajo que debe realizarse en lo que se refiere a la legislación y es muy poca la gente que se dedica a ello, razón por la cual los textos de las leyes pueden ser un poco rudimentarios al principio para luego irse perfeccionando. Algunos reglamentos pueden ser elaborados a nivel local y a título de ensayo, para que luego se resuman las experiencias y se pase a elaborar una ley de vigencia nacional. En cuanto a la revisión de las leyes ya existentes, basta que se haya llegado a un parecer maduro sobre un solo artículo para modificarlo o complementarlo, y no hay que esperar un “juego completo de equipos”. En una palabra, es mejor algo que nada, y proceder pronto que tarde.

Además, debemos reforzar enérgicamente nuestros estudios del Derecho Internacional.

El Estado debe tener sus leyes, y el Partido, sus reglamentos, de los cuales el más esencial son sus Estatutos, sin los que será difícil asegurar la vigencia de las leyes del Estado. La tarea de las comisiones de verificación de la disciplina y los departamentos de organización a todos los niveles no sólo consiste en atender los casos concretos, sino también, y esto es aún más importante, en salvaguardar la vigencia de los reglamentos del Partido y sanear con efectividad el estilo del Partido. A todo el que infrinja la disciplina del Partido, sea quien fuere, hay que aplicarle las medidas disciplinarias correspondientes para asegurar así una clara distinción entre los méritos y las faltas y entre lo que debe ser recompensado y lo que merece sanción, y para fomentar las tendencias sanas y combatir las malsanas.

III. LA SOLUCION DE LOS PROBLEMAS DEL PASADO TIENE COMO OBJETIVO MIRAR HACIA ADELANTE 

En la presente reunión se han resuelto algunos problemas legados por el pasado, poniendo en claro los méritos y los errores de algunas personas y rectificando una serie de veredictos injustos, erróneos o basados en falsas acusaciones. Esto era necesario para la emancipación mental y, asimismo, para la estabilidad y la unidad. Así se ha hecho precisamente con el objetivo de poder mirar hacia adelante y de efectuar con éxito el traslado del centro de gravedad del trabajo de todo el Partido.

Nuestro principio es el de que “todos los errores descubiertos deben ser corregidos”. Hay que rectificar, sin excepción alguna, todo lo que se haya hecho erróneamente en el pasado. Algunos problemas no pueden resolverse de inmediato, sino que su solución tiene que ser aplazada hasta después de la reunión. Pero en todo caso hay que resolverlos lo más pronto posible, con un espíritu realista, de manera resuelta y clara y sin reticencias. Hay que solucionar debidamente los problemas heredados del pasado. No estaría bien dejarlos sin resolver, ni permitir que los camaradas que hayan cometido errores permanezcan sin hacerse autocrítica, ni tampoco sería correcto no aplicarles las medidas que aconseje el caso. Sin embargo, no se puede ni se debe exigir que los problemas sean resueltos de manera absolutamente perfecta. Debemos centrarnos en los problemas de conjunto y contentarnos con un bosquejo aproximado, pues no es posible ni necesario poner en claro cada uno de los detalles.

La estabilidad y la unidad son muy importantes. Para reforzar la unidad del pueblo de las diversas nacionalidades del país, es preciso, ante todo, reforzar la de todo el Partido, particularmente la de su núcleo dirigente. La unidad de nuestro Partido tiene como base el marxismo-leninismo y el pensamiento de Mao Zedong. En el seno del Partido es necesario distinguir entre lo justo y lo erróneo en materia de teoría y línea, desarrollar la crítica y la autocrítica, fomentar la ayuda mutua y el control recíproco entre los camaradas y eliminar las ideas erróneas de toda laya.

 A los camaradas que hayan cometido errores hay que impulsarlos a que ellos mismos sinteticen sus experiencias para que saquen las debidas lecciones y adquieran clara conciencia de sus errores a fin de corregirlos. Es necesario dejarles tiempo para que reflexionen. Hay que aplaudirlos siempre que hayan tomado conciencia del problema crucial de lo que es justo y lo que es erróneo y hayan hecho una autocrítica.

Debemos ser muy prudentes al tomar medidas relativas a las personas. Respecto a los errores cometidos en el pasado, cuando cabe el rigor o la suavidad, conviene aplicar esta última, mientras que es preciso tratar con más severidad los errores que se cometan de aquí en adelante. Conviene tratar con más dureza a los dirigentes que a los militantes de fila, y con aún mayor rigor a los cuadros de alto rango.

En adelante, hay que proceder en forma estricta en la selección de cuadros. En ningún caso deben confiarse cargos de importancia a los que se dedicaron a la agresión, destrucción y pillaje, a los que están gravemente contagiados de ideas fraccionalistas y a los que, vendiendo su alma al diablo, hicieron acusaciones falsas contra sus compañeros e incluso pasaron por alto los intereses vitales del Partido. A los que cambian velas según de dónde sople el viento y se arriman al sol que más calienta, dejando a un lado los principios del Partido, tampoco hay que tenerles fácilmente confianza, sino que es preciso mantenerse alerta, educarlos e impulsarlos a transformar su concepción del mundo.

De algún tiempo a esta parte, tanto dentro como fuera del país, hay gran interés por nuestra apreciación del papel del camarada Mao Zedong y de la Gran Revolución Cultural. Son eternamente imperecederas las grandes hazañas realizadas por el camarada Mao Zedong en el curso de la prolongada lucha revolucionaria.

Basta recordar el fracaso de la revolución en 1927 para saber que, de no haber sido por la dirección magistral del camarada Mao Zedong, muy probablemente la revolución china aún no habría triunfado, y entonces el pueblo de las diversas nacionalidades de China seguiría hasta ahora debatiéndose bajo la dominación reaccionaria del imperialismo, del feudalismo y del capitalismo burocrático y nuestro Partido tendría que seguir luchando duro en medio de las tinieblas. Es por esto que no es ninguna hipérbole la afirmación de que de no haber sido por el Presidente Mao no existiría la Nueva China. El pensamiento de Mao Zedong ha formado a toda nuestra generación. Puede decirse que todos los que estamos aquí presentes hemos sido educados por este pensamiento. Así que tampoco es ninguna hipérbole la afirmación de que de no haber sido por el pensamiento de Mao Zedong no existiría el Partido Comunista de China como lo que es hoy. El pensamiento de Mao Zedong será siempre el más valioso tesoro espiritual de todo nuestro Partido, ejército y pueblo de las diversas nacionalidades. Debemos comprender y asimilar en forma integral y acertada los fundamentos científicos del pensamiento de Mao Zedong y desarrollarlos en las nuevas condiciones históricas. Por supuesto, el camarada Mao Zedong no estuvo exento de deficiencias y errores, pues no corresponde al marxismo exigir que un líder revolucionario sea infalible. Debemos dirigir y educar a todos los militantes, a todos los mandos y combatientes del ejército y a todo el pueblo de las diversas nacionalidades para que tengan una comprensión científica e histórica de las grandes hazañas del camarada Mao Zedong.

La Gran Revolución Cultural hay que enfocarla también de manera científica e histórica. Al iniciar una gran revolución como ésa, el camarada Mao Zedong tenía en cuenta principalmente la necesidad de combatir y prevenir el revisionismo. En cuanto a las deficiencias y errores que surgieron en el curso práctico de su desarrollo, es necesario hacer en el momento oportuno un balance de las experiencias y lecciones a fin de unificar los criterios en todo el Partido. De la Gran Revolución Cultura], que ya quedó como una etapa del desarrollo histórico del socialismo en nuestro país, es preciso hacer un balance, pero sin apresurarse. Una apreciación científica de una etapa histórica como ésa requiere un concienzudo trabajo de estudio, y algunas cosas sólo podrán ser comprendidas cabalmente y apreciadas con acierto cuando haya transcurrido un lapso de tiempo más largo, y para entonces se podrá interpretar mejor que ahora esa etapa histórica.

IV. ESTUDIAR LAS NUEVAS CIRCUNSTANCIAS Y RESOLVER LOS NUEVOS PROBLEMAS

Mirar hacia adelante presupone estudiar oportunamente las nuevas circunstancias y resolver a tiempo los nuevos problemas, sin lo cual no podemos avanzar felizmente. Requieren estudio las nuevas circunstancias en todos los dominios y requieren solución los nuevos problemas en todos los terrenos, siendo particularmente necesario poner cuidado en estudiar y resolver los problemas en los tres siguientes aspectos: método de gestión, sistema de gestión y política económica.

En lo referente al método de gestión, se debe prestar en éste momento particular atención a vencer el burocratismo.

El burocratismo, engendro de la pequeña producción, es de todo punto incompatible con la gran producción socializada. Hay que erradicar a toda costa este mal para llevar a cabo las cuatro modernizaciones y hacer descansar integralmente la economía socialista sobre una nueva base técnica, la de la gran producción. Actualmente, nuestra gestión económica padece de hipertrofia estructural, de superposición de múltiples niveles, de enmarañamiento de trámites y de mucha ineficacia. Todo suele quedar anegado bajo las chácharas huecas sobre política. La culpa no la tiene tal o cual camarada, la tenemos todos nosotros por no haber planteado a tiempo la necesidad de reformas. No obstante, si ahora tampoco procedemos a hacer reformas, será sepultada la causa de nuestra modernización así como nuestra causa socialista.

Debemos aprender a administrar la economía por medio de mecanismos económicos. Todo lo que no sepamos lo debemos aprender de quienes lo sepan y de los métodos avanzados de gestión económica de otros países. No sólo las nuevas empresas en que se han introducido equipos técnicos del exterior deben funcionar según los métodos avanzados extranjeros, sino que en la transformación de las empresas existentes también es preciso emplear los métodos avanzados. Antes de que se formule un proyecto único para todo el país, conviene comenzar por un sector determinado, por una zona o una rama de actividad, para luego extender paulatinamente su aplicación. Los departamentos centrales deben autorizar y estimular semejantes experimentos. En el curso de éstos pueden surgir toda clase de contradicciones, y debemos saber descubrirlas y superarlas oportunamente. Sólo así podremos avanzar con mayor rapidez.

En adelante, como ya se ha resuelto el problema de la línea política, para juzgar si el comité del Partido de una entidad económica está o no capacitado para dirigir y si lo hace bien o mal, hay que ver ante todo si en esa entidad se han adoptado o no métodos avanzados de gestión, cómo está marchando su innovación técnica y hasta qué punto han aumentado la productividad del trabajo, las utilidades, los ingresos personales de sus trabajadores y los servicios de bienestar colectivo. Un criterio similar es también aplicable para juzgar la labor de dirección de los comités del Partido a todos los niveles y en todos los frentes. He aquí lo esencial de lo que de ahora en adelante debe entenderse por política. Toda política que se aparte de este contenido esencial degenerará en política vacua, ajena a los intereses supremos del Partido y del pueblo.

En lo que al sistema de gestión se refiere, en el momento actual es preciso poner particular énfasis en reforzar el sistema de responsabilidad.

Uno de los problemas más serios que se observan hoy día en las empresas y las instituciones de los diversos lugares así como en los organismos del Partido y del Estado a todos los niveles consiste en que nadie responde de nada. Lo que es nominalmente responsabilidad colectiva resulta ser en la práctica algo equivalente a la responsabilidad de nadie. Una vez asignada una tarea, nadie se ocupa de su materialización ni se preocupa de que sean buenos o malos los resultados. Por tanto, es una necesidad perentoria implantar un riguroso sistema de responsabilidad. Como dijo Lenin, “la irresponsabilidad, envuelta en referencias al principio de dirección colectiva, constituye el mayor de los peligros” y con este mal “es preciso acabar cuanto antes y a toda costa, sin ninguna clase de contemplaciones”.

Para cualquier trabajo y cualquier obra de construcción, es necesario aplicar el sistema de fijación de varios índices: tarea, personal, cantidad, calidad, tiempo, etc. Por ejemplo, en caso de importación de equipos técnicos, es preciso fijar concretamente qué es lo que hay que importar, de dónde y adonde, y quiénes deben participar en dicha tarea. Al igual que en la importación de equipos técnicos, en las empresas ya existentes también hay que fijar varios índices. Lo que pasa actualmente es que los platos rotos, si los hay, sólo los pagan las comisiones de planificación y los comités del Partido, lo cual no resuelve el problema, pues también debería pagarlos la persona concreta que los ha roto. Asimismo, las recompensas deben ir a parar a colectividades e individuos concretos. Al implantar el sistema de responsabilidad del director de fábrica bajo la dirección del comité del Partido, debemos velar por que sean nítidas las delimitaciones de las atribuciones y responsabilidades.

Para que sea realmente efectivo el sistema de responsabilidad, hay que adoptar medidas como las siguientes:

Primero, ampliar las atribuciones del personal de gestión. La personalización de la responsabilidad debe ir acompañada de la personalización de las atribuciones. El director de una fábrica, el ingeniero, el técnico, el contable y el cajero deben tener cada uno sus responsabilidades y a la vez sus atribuciones garantizadas contra toda intrusión ajena. El sistema de responsabilidad caerá inevitablemente en el vacío si sólo se imponen responsabilidades sin otorgar las atribuciones correspondientes.

Segundo, saber seleccionar gente y confiarle cargos y responsabilidades según sus capacidades. Hay que tratar de descubrir expertos en todos los dominios, formar otros nuevos, confiarles tareas de importancia, elevar su posición política y darles un mejor trato material. ¿Cuál es el criterio político para la selección de los hombres? El principal consiste en ver si trabajan por el bienestar del pueblo y si contribuyen activamente al desarrollo de las fuerzas productivas y a la causa socialista.

Tercero, verificar rigurosamente el trabajo y ser estricto y justo al otorgar recompensas o al imponer sanciones. En todas las empresas, centros de enseñanza, centros de investigación científica y entidades oficiales hay que implantar un sistema de evaluación y verificación del trabajo realizado y establecer regímenes de categorías- profesionales académicas y técnicas y de títulos honoríficos. Debe haber recompensas y sanciones, ascensos y degradaciones según se trabaje con mayor o menor éxito, según se trabaje bien o mal, y, además, hay que ligar estas recompensas y sanciones, ascensos y degradaciones con los intereses materiales.

En una palabra, es menester crear en todos los frentes un ambiente de emulación, de aspiración al progreso y de enérgica superación mediante la consolidación del sistema de responsabilidad y la estricta aplicación de recompensas y sanciones.

En política económica, me parece necesario permitir que una parte de las zonas del país, una parte de las empresas y una parte de los obreros y los campesinos tomen la delantera en obtener mayores ingresos y vivir mejor por haber obtenido de su duro esfuerzo mejores resultados. El que una parte de la gente tome la delantera en vivir mejor será un ejemplo de incalculable fuerza de atracción, que influirá en sus vecinos e impulsará a la gente de otras zonas y entidades a seguir su ejemplo. Y esto, a su vez, contribuirá a un incesante avance ondulatorio de toda la economía nacional en su conjunto y hará posible que todo el pueblo de las diversas nacionalidades del país llegue con relativa rapidez a gozar de una vida acomodada.

Desde luego, en el Noroeste, el Suroeste y en algunas otras zonas, las masas aún tienen serias dificultades en su producción y en sus condiciones de vida, y el Estado debe prestarles asistencia en diversos aspectos, sobre todo en el material.

Lo antedicho constituye una política de vital importancia, una política capaz de influenciar e impulsar toda la economía nacional en su conjunto, y propongo que ustedes la sometan a reflexión y estudio concienzudos.

En el curso de la materialización de las cuatro modernizaciones, han de presentarse inevitablemente numerosas circunstancias y problemas nuevos que nos serán desconocidos y que no habremos previsto. Sobre todo en las reformas de las relaciones de producción y de la super-estructura no siempre pueden marchar las cosas viento en popa, pues dichas reformas afectan a sectores muy amplios y a los intereses vitales de gran número de gente, de tal suerte que serán inevitables toda clase de complicaciones y problemas y surgirán los más variados obstáculos. Por ejemplo, en la reorganización de las empresas surgirá el problema de a quiénes mantener en su trabajo y a quiénes trasladar; en la reforma de los organismos estatales surgirá la necesidad de un cambio de oficio de una considerable parte de su personal, lo cual puede ser motivo de algunas quejas y cosas por el estilo. Problemas como éstos no tardarán en presentarse y debemos tener el ánimo bien preparado para afrontarlos. Debemos educar a nuestros militantes y a las masas para que antepongan a todo las consideraciones de mayor alcance y los intereses de conjunto del Partido y de la nación. Debemos estar pictóricos de fe en nuestra causa. Siempre que confiemos en las masas, sigamos la línea de masas y les expliquemos con claridad la verdad de las cosas y las dificultades, todo problema, cualquiera que sea, podrá ser resuelto, y todo obstáculo, sea cual fuere, podrá ser superado. A medida que se desarrolle nuestra economía, tendremos más y más espacio de maniobra y cada cual ocupará el lugar que le corresponda. De esto no cabe duda alguna.

La materialización de las cuatro modernizaciones representa una grande y profunda revolución, en el curso de la cual avanzaremos resolviendo sin cesar nuevas contradicciones. Por tanto, todos los camaradas de nuestro Partido deben saber aprender y saber aprender de nuevo.

En vísperas de nuestra victoria a escala nacional, el camarada Mao Zedong exhortó a todo el Partido a aprender de nuevo. En esa ocasión aprendimos con bastante éxito, por lo cual logramos, a poco de nuestra entrada en las ciudades, restaurar la economía y dar cima exitosamente a las transformaciones socialistas. Pero debemos reconocer que en años posteriores no aprendimos con éxito. Dedicamos la mayor parte de nuestras energías a las campañas políticas, de tal modo que no llegamos a dominar como era debido el arte de construir, que nuestra construcción no prosperó como debía haberlo hecho y que también en el aspecto político se dieron grandes bandazos. Nos faltan aún más conocimientos sobre la tarea actual de la construcción moderna. Es por esto que todo el Partido debe proceder una vez más a aprender de nuevo.

¿Qué aprender? Lo esencial es estudiar el marxismo-leninismo y el pensamiento de Mao Zedong y tratar de integrar los principios universales del marxismo con la práctica concreta de materializar en nuestro país las cuatro modernizaciones. La mayoría de nuestros cuadros deben todavía esforzarse por aprender en los tres siguientes dominios: la economía, la ciencia y la tecnología y la gestión. Sólo aprendiendo con éxito se puede dirigir con éxito la obra constructiva de la modernización socialista, obra que supone ritmos acelerados y niveles elevados. Conviene aprender a través de la práctica, de los libros y de las experiencias y lecciones propias y ajenas. Hay que vencer el conservadurismo y el culto a los libros. Los centenares de miembros del Comité Central y los millares de cuadros de alto rango de nivel central y local deben tomar la delantera en dedicarse de lleno al estudio de la construcción económica moderna.

Sin duda podremos acelerar nuestro avance en la nueva Gran Marcha siempre que nos unamos estrechamente con una sola voluntad, emancipemos nuestra mente, pongamos en juego nuestra inteligencia y aprendamos lo que no sabemos. ¡Avancemos valientemente bajo la dirección del Comité Central del Partido y del Consejo de Estado para acabar con el atraso de nuestro país y hacer de él un poderoso país socialista moderno!

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