jueves, 11 de agosto de 2016

En Shenzhen, el cobalto camerunés y congoleño en un lugar de honor

Por Jean-Paul Pougala

Llegué a la que se considera como la capital mundial de la electrónica, Shenzhen, con una pregunta: ¿Cómo producir al menor coste la electricidad en las aldeas africanas? ¿Pero por qué en Shenzhen?

Es una de las ciudades más modernas del mundo. Es la única ciudad china que no tiene población autóctona, porque fue creada de la nada por la voluntad de un presidente chino, Deng Xiaoping [NdT -- Deng Xiaoping nunca ocupó el cargo de presidente de la república].

En 1978, para hacer de China un país desarrollado, el presidente Deng decidió apostar sobre cuatro sectores que consideraba estratégicos: la agricultura, el armamento, la industria y la ciencia y tecnología. Cada uno de estos cuatro sectores debía tener su cuartel general, su propia capital donde estarían concentrados los esfuerzos del país y donde los resultados serían fácilmente verificables. Creía que el sector de la ciencia y tecnología era de una importancia demasiado estratégica para ser confiado a ciudades ya existentes como Beijing o Shanghái. Así, en 1980, creará una ciudad que no existía antes: Shenzhen, repartida entre siete distritos oficiales (otros dos se añadirán después por las autoridades locales), cada distrito estando especializado en un sector determinado de la ciencia y la tecnología.  

Aquí, cuando hablamos de distrito, hay que entender lo que en otros lugares se llama ciudad o aglomeración. Una vez casi pierdo mi vuelo porque confundí Shenzhen con las demás ciudades del mundo y subestimé su dimensión. En realidad, es un conjunto de siete ciudades, especializadas cada una en un terreno muy concreto de la electrónica, y ello sobre un total de 3000 km2, con 80 kilómetros de largo y la mitad de ancho. Shenzhen, que cuenta con cerca de 15 millones de habitantes, es más grande en superficie que la isla Mauricio, Luxemburgo, las islas Comores, etc. 

Shenzhen es tal vez la ciudad del mundo con la mayor cantidad de jóvenes activos en las nuevas tecnologías. Todas las grandes universidades chinas tienen aquí su enlace para evitar estar atrasado , sobre todo en el terreno electrónico. No hay, como en el resto de China, monumentos históricos ni por lo tanto centro histórico. Todo es nuevo. Por consiguiente, no resulta sorprendente que sea la ciudad china con el mayor número de rascacielos.  

También es el lugar ideal para hablar de la electrificación de aldeas africanas con energías renovables. En efecto, no solamente están enterrados todos los cables, sino que además los postes eléctricos para iluminar las calles de las ciudades disponen de una doble alimentación eléctrica: en energía solar y eólica. 

La feria en la que me encuentro tiene por lema: "¿Cómo almacenar la energía producida?". Es la ocasión para ver las principales novedades mundiales en materia de almacenamiento de energía. Y paradójicamente, aquí no hay turbinas para producir electricidad. No hay paneles solares, sino accesorios para que uno mismo fabrique todo lo necesario para construir una central hidroeléctrica. Está todo lo necesario para montar tu propio negocio de energía eólica. En esto consiste en términos generales la filosofía china. Aquí, contrariamente a Occidente, en este tipo de feria para profesionales hay poco espacio para los agentes comerciales y los negociadores. Hay sitio para los fabricantes. 

¿Qué es una turbina eléctrica? Es un amasijo de hilos de cobre que girando alredededor de un eje central hecho de imán, produce electricidad. ¿Con qué está hecho el imán? Con cobalto. 

Estoy asombrado por esta profusión de la juventud china presente aquí, tanto entre los que exponen sus propias creaciones electrónicas como entre los visitantes, posibles clientes  o  espías potenciales a la búsqueda del último secreto de los competidores. 


Pero entonces, ¿dónde están los ingenieros africanos? Seguramente estarán en su enésima fiesta en París, Frankfurt o Londres para celebrar, muy lejos de su país, su condición de recogedores de pelotas en el campeonato de otros. Es, en todo caso, lo que me va a confirmar el representante de una gran firma alemana quien, tras aprender que yo era camerunés, creyó halagarme declarando: "En Siemens, tenemos muy buenos ingenieros cameruneses que trabajaban para hacer brillar a nuestra empresa". Le respondí añadiendo un sarcasmo: "...y hacer brillar a Alemania." Prueba de ello es que todas las empresas para las cuales trabajaban estos ingenieros cameruneses llevaban orgullosamente la marca "Made in Germany" y en ningún caso "Made in Cameroon". Y sin embargo, aquí hablamos de Camerún y de la República Democrática del Congo. Camerún tiene en el subsuelo del este del país la mitad de las reservas mundiales de cobalto, y junto con la RDC, estos dos países acumulan por sí solos el 80% de las reservas conocidas de cobalto gracias a las cuales se fabrican los acumuladores que se exponen aquí. Si la recarga de la batería de su próximo smartphone podrá aguantar varias semanas, será porque las actuales investigaciones sobre el cobalto lo habrán hecho posible. ¡Siempre el cobalto! Primero para los imanes, para producir la electricidad, y ahora para el acumulador para conservar y almacenar la misma electricidad. Y tal vez entonces habremos comprendido dónde se localizarán las próximas guerras civiles en estos dos países, bajo la apariencia de conflictos étnicos. 

En cualquier caso, he encontrado lo que buscaba. Antes de almacenar la energía, primero hay que producirla. Éste es mi problema, por muy elemental que parezca. 

Y la solución, que he encontrado aquí, de producir nosotros mismos nuestras turbinas para hidroelectricidad, hará que con toda seguridad se reduzcan nuestros costes a la mitad. En una situación de completa autofinanciación, esto hará crecer seguramente el número de aldeas camerunesas que puedan beneficiarse de nuestras instalaciones para obtener luz. 

Sobre todo cuando se sabe que no pedimos ni la ayuda financiera del Estado camerunés, aún menos de una hipotética organización internacional para realizar nuestros proyectos. Estoy convencido de que no se puede criticar un sistema y en secreto tenderle la mano para esperar salir de la marginalidad en la cual este sistema nos ha instalado de forma duradera. Hay que ser muy ingenuo para esperar que, en la ley del bosque africano, el león pueda ayudar a la antílope para protegerla y deshacerse de él.

Le digo a la juventud africana: aprended a soñar en grande. No os conforméis con ser simples consumidores. Sed fabricantes todo lo que queráis. O al menos aprended a imaginar lo que el mundo necesita para avanzar. Son las ideas de los numerosos jóvenes presentes en esta feria lo que hace que las más grandes firmas electrónicas del mundo saquen sus productos de las fábricas de Shenzhen. Sólo en el solo distrito de Longhua, una empresa como la Foxconn tiene 450.000 asalariados que producen para las marcas más prestigiosas como: Lenovo, Huawei, Microsoft, Nokia, Apple, Sony, Motorola, Dell, Samsung, Blackberry, LG, Nintendo, Asus, Hewlett-Packard, HTC, Acer, etc.

En el mismo distrito de Longhua, otras marcas sacan productos de diferentes fábricas que encontraremos en todas las partes del mundo, como: Texas Instruments, Toshiba, Cisco, Google, Intel, Amazon, etc. Todos estos productos tienen necesidad de almacenar energía durante mucho tiempo. Todos han venido aquí para hablar de las proezas del cobalto (producción y almacenamiento).

¿Es aceptable qué nos encontremos aquí hablando del futuro del cobalto camerunés y congoleño sin que estos últimos sepan incluso de qué estamos hablando? ¿Sin que estos últimos estén al tanto de que se está hablando de sus riquezas? ¿Y nosotros en todos esto? ¿Aún estamos orgulloso de jugar a los recogedores de pelota en casa de otros? 

Fuente: pougala.org

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