Recientemente, el marxista-leninista senegalés Diagne Roland Fodé visitó Cuba y plasmó las impresiones de su viaje en un artículo titulado “Un africano en Cuba: un país mestizado y laico basado en la libertad, la democracia y la seguridad”. Al final del mismo hacía una reflexión interesante sobre los países socialistas en la actualidad, incluyendo a China, denunciando el papel cómplice con el sistema capitalista de los dogmático-revisionistas. Reproducimos traducido al castellano este extracto del artículo
Diagne Roland Fodé es profesor de Historia y Geografía en Francia desde hace 25 años. Es miembro de la Coordinadora Nacional de los Sin Papeles. En Senegal es el encargado de las relaciones internacionales del «Fernient», Movimiento de los Trabajadores Panafricanistas de Senegal.
La lucha contra el bloqueo en la perspectiva de un socialismo próspero
La lucha contra el bloqueo en la perspectiva de un socialismo próspero
La humanidad ha conocido hasta ahora la Comuna de París como primera experiencia revolucionaria anticapitalista, siendo la segunda experiencia la Revolución Bolchevique de Octubre en 1917, y la edificación de la primera fase del comunismo en un solo país la URSS. Esta experiencia fue realizada gracias a hazañas increíbles a escala de la historia humana transformando, sin burguesía y contra ella, un país feudal atrasado en potencia industrial, científica, tecnológica y cultural basada en la igualdad de los pueblos, y dirigida por la clase obrera aliada con el campesinado. Al triunfar magistralmente sobre el fascismo mundial coaligado después de un esfuerzo aún inigualado, la URSS ha sido la matriz de la cual han salido las experiencias revolucionarias del campo socialista en el este del subcontinente europeo, China, Corea del Norte, Vietnam y Cuba.
El factor nacional patriótico y la perspectiva social proletaria fueron decisivos en la victoria de estas experiencias de transformación revolucionarias. Lo mismo ocurre con las experiencias en curso en países de Sudamérica, nacidas de la formidable resistencia cubana frente al imperialismo estadounidense, pese a las dificultades varias a las que se enfrentan, particularmente en los países de la Alianza Bolivariana como Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, etc.
Existe una tendencia en las izquierdas anti-liberales, incluyendo las comunistas, consistente en diferenciar u oponer las experiencias chinas, coreanas, vietnamitas, véase cubanas de una parte a las experiencias bolivarianas de otra. Hay una voluntad visceral de la ideología de clase burguesa y sus ramificaciones – socialdemócrata, ecologista y trotskista – de impedir que el movimiento obrero establezca el nexo dialéctico entre estas distintas experiencias progresistas y revolucionarias. Es un error fundamental el caer en esta trampa ideológica, que revela de un enfoque no dialéctico y anti-científico.
Hacer esto supone en realidad ceder a la renuncia ideológica y política revisionista que consiste en no ver la experiencia bolchevique como la matriz histórica que engendró las experiencias que le sucedieron.
Décadas de dominación del reformismo en el movimiento obrero y socialdemocratización del movimiento comunista han llevado a olvidar el empleo marxista-leninista del bisturí del materialismo dialéctico e histórico para transformar y no solamente interpretar la sociedad.
Recordemos que anteriormente la Comuna había de alguna manera engendrado los Soviets, como enseñó el propio Lenin. No hablamos aquí de las formas nacionales, necesariamente variadas, sino del FONDO, de la ESENCIA DE CLASE de toda revolución o proceso revolucionario que debe tener en cuenta la correlación real de fuerzas en el plano nacional e internacional.
En efecto, la experiencia revolucionaria anticapitalista más exitosa hasta el momento, pero temporalmente vencida, ha sido la URSS. En razón de condiciones particulares internas y externas, aquella fue llevada a detener la NEP (nueva política económica) para iniciar la socialización de los medios de producción y obrar para desarrollarlos rápidamente para hacer frente al cerco agresivo del imperialismo y de su forma más brutal, el fascismo.
Las experiencias chinas, vietnamitas, norcoreanas y cubanas son etapas cualitativamente inferiores en su marcha inevitable hacia la etapa soviética. Estas experiencias integran concesiones a la burguesía nacional más o menos importantes según el país. Cualitativamente, las experiencias bolivarianas se sitúan por debajo desde el punto de vista de la correlación de fuerzas entre las clases interiores. El compromiso de clase aún es más marcado en países como el Brasil del Partido de los Trabajadores (PT), etc.
En estos países, el enfrentamiento ineludible con la burguesía compradore está por llegar, por no decir que está empezando ahora bajo una forma que combina intentos de desestabilización de las burguesías compradoras en colusión con el imperialismo, y lucha electoral entre fuerzas revolucionarias, anti-liberales, anti-imperialistas y progresistas de una parte y fuerzas contrarrevolucionarias, compradoras pro-imperialistas de otra.
Mientras que en los países supervivientes del campo socialista derrotado en los años 89-90 del siglo pasado, la derrota de la burguesía compradora ha llevado a los Partidos Comunistas al poder en las democracias populares. En Cuba, la burguesía compradora se ha refugiado en Miami en los Estados Unidos, la de Corea del Norte en Corea del Sur, en China la fracción compradora de la burguesía está en Taiwán mientras que la burguesía nacionalista se ha asociado a los comunistas y la de Vietnam está dispersada por todo el mundo. En estos países supervivientes del campo socialista hay una alianza entre el Partido Comunista y la burguesía nacionalista, cuyo objetivo es precisamente salir del subdesarrollo gracias a un “socialismo próspero”.
Sin embargo, el “socialismo próspero”, que también es el objetivo de la lucha de Cuba contra el bloqueo, necesitará un cierta integración controlada por el Partido Comunista de Cuba (PCC) en el mercado capitalista mundial, como es el caso en China, Vietnam y en menor medida en Corea del Norte. Como han demostrado hasta el momento China y Vietnam, tal integración no significa automáticamente en ningún caso el fin de la construcción del socialismo, el fin del poder comunista.
Sólo los comunistas que hayan perdido todo sentido del “optimismo de la voluntad” del que hablaba Gramsci caen en el pesimismo que engendra toda lectura no materialista, no dialéctica y anti-científica de la evolución de la correlación de fuerzas entre clases, naciones y pueblos en el plano nacional e internacional. Cuba tiene ventajas para operar la transición hacia el socialismo próspero por el que trabaja el PCC, como han demostrado hasta el momento China, Corea del Norte y Vietnam.
Cierto es que, como acaba de hacer el PCC con la introducción de los “trabajadores por cuenta propia”, la evolución-adaptación a la correlación de fuerzas a escala internacional y su prolongación a escala nacional harán que en el plano económico coexistan progresivamente en Cuba los sectores: socialista, capitalista de Estado (por ejemplo joint-ventures del Estado cubano y otros Estados o intereses privados extranjeros), privado cubano, pequeña producción artesanal o campesina, etc. Por supuesto, en última instancia todas estas experiencias plantearán la cuestión fundamental levantada por el propio Lenin en la época de la NEP: ¿quién vencerá?
He aquí toda la importancia teórica y práctica del concepto de “socialismo próspero” ligada al patriotismo tal y como lo ha formulado el gran visionario marxista-leninista Fidel Castro.
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