viernes, 10 de octubre de 2014

Hong Kong y los métodos de guerra no convencional de Estados Unidos

Por Claudia Fonseca Sosa (Granma)

Detrás de las recientes protestas estudiantiles en la Región Ad­minis­trativa Especial china de Hong Kong estuvo la mano de Estados Unidos. Así lo afirma la prensa de la nación asiática, que culpa a las organizaciones no gubernamentales norteamericanas de promover allí acciones de desestabilización en contra del Gobierno.

De acuerdo con varios medios chinos que han investigado las figuras claves del movimiento llamado “Occupy Central”, existen vínculos entre los manifestantes y entidades estadounidenses que cuentan con extensos historiales en esa región bajo soberanía de China.

Entre esas organizaciones está Hong Kong-America Center (HKAC, por sus siglas en inglés), cuyo objetivo declarado consiste en “promover el entendimiento mutuo entre los chinos y los americanos”. 

No obstante, según el periódico “Huanqiu Shibao”, lo que realmente busca este centro, supuestamente  sin fines de lucro, es incitar a los que a él acuden a “promover cambios democráticos” en la región, prometiendo apoyo de Washington e incluso la oportunidad de estudiar y vivir en Estados Unidos.

El rotativo chino afirma también que a los eventos convocados por el HKAC asisten miembros del Con­sulado General estadounidense. Du­rante las reuniones, se enseñan tácticas de acciones de protesta y estrategias de negociación con las autoridades durante manifestaciones, acentuando las exigencias políticas a las que en ningún caso hay que renunciar, añade.

Según el “Huanqiu Shibao”, las agencias de inteligencia estadounidenses están tratando de exportar la experiencia de las “revoluciones de colores” y la guerra no convencional a Hong Kong. 

El director del HKAC, Morton Hol­brook, nombrado para este car­go a finales del año pasado, es “un espía importante” que trabajó cer­ca de 30 años en las agencias de in­te­ligencia de Estados Unidos, esencialmente para la CIA.

Como señala el rotativo chino, Holbrook, igual que el magnate Jimmy Lai, que financia a la oposición de Hong Kong, es cercano al exsecretario de Defensa estadounidense Paul Wolfowitz.

“Uno tiene la impresión de que el centro HKAC, fundado por Estados Unidos, está tratando de aplicar la experiencia de las 'revoluciones de colores' en Hong Kong con el fin de influir en la situación interna”, subraya el periódico.

Otros medios destacan que famosas organizaciones políticas estadounidenses como la Fundación Na­cional para la Democracia (NED, por sus siglas en inglés) y el Instituto Na­cional Demócrata para los Asuntos Internacionales (NDI) tienen presencia en Hong Kong desde que concluyera el dominio británico en 1997. Ambos tienen también un historial de subversión en América Latina, donde han trabajado para derrocar gobiernos progresistas, como es el caso de Venezuela.

Además, señalan que existe “su­per­visión de EE.UU. sobre los líderes de las protestas”.

Recuerdan que la familia de uno de los organizadores más prominentes, el joven de 17 años, Joshua Wong, fue invitada a Macao por la Cámara de Comercio de EE.UU. en el 2011.

A partir de aquel momento Wong, que ya gozaba de  cierta fama por sus acciones de protesta organizadas a nivel estudiantil, empezó a expandir su experiencia política, indican los medios chinos.

El pasado 2 de octubre, el ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, dejó claro que los acontecimientos en Hong Kong son una cuestión interna y que el país asiático no quiere que Washington interfiera. 

Antes de reunirse con el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, el Canciller chino declaró: “Los asuntos de Hong Kong son asun­tos internos de China. Todos los países deben respetar la soberanía de China. Y esto también es un principio básico que rige las relaciones internacionales”.

Este comentario vino después de que el jefe de la diplomacia estadounidense expresara el apoyo de Washington a las demandas de “Occupy Central” por supuestas reivindicaciones democráticas en Hong Kong, y también instara a Beijing a conceder a la provincia “el grado más alto posible de autonomía”.

Hong Kong —al igual que Macao— es una región administrativa especial de China, en la que se aplica el principio conocido como “Un país, dos sistemas”.

Este concepto ha sido básico para resolver el proceso de reunificación nacional y forma parte de la teoría sobre el establecimiento de un socialismo con características chinas. En esencia, se refiere a la continuidad en esos territorios de políticas económicas propias del capitalismo. 

MÉTODOS DE GUERRA NO CONVENCIONAL

No es secreto para nadie que China es uno de los países “molestos” para Estados Unidos, porque está gobernado por un Partido Co­mu­nista, porque amenaza con su­perar su supremacía económica y se fortalece desde el punto de vista militar, y porque va a la vanguardia —junto a Rusia— en la construcción de un mundo multipolar. En tanto, tampoco puede sorprender que allí se apliquen métodos de guerra no convencional para promover la desestabilización interna y el cambio de régimen.

La formación de supuestos “líderes naturales” forma parte del es­quema injerencista que describe la Circular de Entre­na­miento TC 18-01 del Pentágono, cuyo principal objetivo es acabar con los gobiernos que no se avienen a los intereses geopolíticos y transnacionales de EE.UU. al menor costo posible y, preferiblemente, sin la participación directa de sus tropas (tradicionales).

Esta estrategia incluye la organización de campañas me­diáticas de cuestionamiento u oposición a los gobiernos considerados “indeseados”, que enseguida provocan respuesta popular. Los manifestantes frecuentemente son infiltrados por elementos entrenados desde el extranjero o mediante las ONG para generar algún nivel de violencia que despierte la reacción dura de los gobiernos y así provocar aún mayor tensión.

Luego los mismos medios buscan transformar la minoría en las calles en una mayoría, y de esa  forma justificar una intervención de las instituciones más conservadoras —como el poder judicial o de los parlamentos— para destituir gobernantes legítimos.

En todos los casos se estudian las vulnerabilidades concretas de cada país, identificándose aspectos que por razones históricas, étnicas o religiosas contribuyen a la polarización de la población y se etiqueta al go­bierno como fomentador de di­cha polarización.

Se prioriza la identificación y preparación de “líderes naturales” que contribuyan a organizar una “tropa de choque”, generalmente reclutada en el sector estudiantil y otros de clase media, culturalmente influidos por los valores norteamericanos o con formación educacional en ese país.

Casos  como los de Libia, Ucrania y Venezuela son ejemplos de esta nueva concepción estratégica de la Casa Blanca, que no tiene en cuenta los costos sociales, políticos y económicos de la subversión.

China, no obstante, es conocida por la fortaleza de su Partido Co­mu­nista y sus instituciones de Go­bierno y por el apoyo de la mayoría abrumadora de su pueblo a las exitosas transformaciones económicas que el país ha llevado a cabo durante los últimos 30 años.

“El movimiento ‘Occupy Cen­tral’ está siendo evidentemente ma­nipulado por ciertas fuerzas políticas”, dijo a Xinhua Zhang Nianchi, director del Instituto de Estudios del Asia Oriental de Shanghai.

“Creo —añadió— que la mayoría de la gente de Hong Kong, incluidos los estudiantes jóvenes, no será usada por estas fuerzas. Espero que puedan diferenciar el bien del mal y valoren los intereses de toda la sociedad de Hong Kong”.

Desde que la política de “Un país, dos sistemas” se implementó en Hong Kong hace 17 años, la ciudad ha sido uno de los más importantes ejes de negocios del mundo, expresó Zhou Hanmin, un asesor político nacional de Shanghai.

“La gente de Hong Kong y su economía serán las primeras en sufrir  la intranquilidad. Ningún lu­gar con enlaces comerciales estrechos con Hong Kong querrá ver eso”, concluyó.

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